Partida Rol por web

ESTADO DE SALUD:

- Hermana Scythia: Ilesa.

- Tauron Faith: Heridas Críticas.

- Tercio Veridio: Heridas Leves.

- Vladymir Ostrogov: Heridas Graves.

TAURON FAITH:

- Has recibido los mejores cuidados médicos, aunque tal vez deberías de estar en la cama.

- Pasas de 2 heridas críticas a 1. Además tienes 0 Heridas. Se te considera herido crítico (-1).

TERCIO VERIDIO:

- Estabas a 8 Heridas (de 14). La cura que te han hecho en la Contaduría del Administratum te ha sanado 4 heridas, con lo que ahora estás a 12 de 14.

- Si descansas por la tarde y pasas una buena noche de sueño, es probable que por la mañana te levantes completamente recuperado.

VLADYMIR OSTROGOV:

- La cura que te han hecho te ha recuperado 1 Herida. Ahora tienes 3 Heridas (de 12), pero sigues siendo Herido Grave.

- Si recuperas una Herida más, pasarás a ser Herido Leve.

Me aseé para quitarme el sudor y la sangre seca, que comenzaban a ser realmente molestos. Aún así no quise perder demasiado tiempo, aún había que ir a buscar a esas personas que se suponía iban a suplir los puestos de von Braun y Arlan. Puse especial atención en no estropear los vendajes y me puse algo de ropa de ropa limpia. Le eché un ojo a las heridas y comprobé que habían hecho un buen trabajo en la Contaduría, con un poco de suerte en un par de días estaría como nuevo.

Antes de salir del cuarto revisé el estado de las armas, las recargué y las volví a dejar en su sitio, no me separaría de ellas para rondar por las calles de aquel lugar. Sería un viaje corto, ir a la tarberna, hablar con aquellas personas y volver, pero llevaría mis cosas por si acaso, nunca se sabe lo que puede ocurrir.

TERCIO:

- Has puesto un cargador nuevo en cada arma, y guardado los cargadores a medio gastar en tus bolsillos.

- No tienes más cargadores completos de reserva.

- Sales de tu habitación y esperas a tus compañeros en la entrada, supones que no tardarán en salir.

Vladymir, después de las curas que le habían realizado, se dirigió a sus habitaciones, con intención de asearse un poco. Aún tenía restos de sangre y vómito, y aquello era intolerable. Limpió a conciencia su equipo de guardia, pues deseaba seguir llevándolo, aunque decidió que en una visita a una posada, el rifle láser largo no le sería de mucha utilidad, y le haría llamar la atención aún más. 

Así que lo depositó apoyado al lado de la cama, y salió a encontrarse con sus compañeros. 

- Vladymir baja del primer piso donde están las habitaciones y llega al vestíbulo de la planta baja del Refectorio, donde ya está esperando Tercio.

- Enseguida llegan Scythia y un maltrecho Tauron que apenas puede caminar y tiene mala cara... ¿Tal vez sería mejor que él se quedara descansando?

- Todos miran a Vladymir esperando instrucciones.

El guardia carraspeó para aclararse la voz, y dijo:

-El primer paso es evidente. Ir al Toro de Arena, y encontrarnos con nuestros dos nuevos compañeros. Una vez allí, y si nada nos entretiene, volveremos aquí para partir mañana hacia Desesperanza. 

"Esperemos que ésta vez no seamos víctima de pandilleros y avatares de la Disformidad..."

- Siguiendo las instrucciones recibidas, el grupo se dirige a la zona marginal industrial. Hacia el Toro de Arena.

352.810M41.

HORA LOCAL: POR LA TARDE.

- El grupo llega al Refectorio cuando el sol de Iocanthos ya se está poniendo.

- Los guardias ven regresar a los Acólitos inquisitoriales y dejan pasar a sus acompañantes sin más, asumiendo que son agentes de los Sagrados Ordos también.

- Unos sirvientes les asignan dos habitaciones contiguas a las de los Acólitos.

- Un sirviente le entrega a Vladymir Ostrogov una placa de datos.

-Información, al fin...-dijo el vostroyano, tomando rápidamente la placa de datos y empezando a leerla.

-Veamos... Parece que nos enfrentamos a disturbios de naturaleza sospechosa, tal como los define, y pueden ser provocados por psíquicos o algún otro nexo con la Disformidad. Cerca, como ya sabemos, de la nueva catedral de San Drusus, en Desesperanza, al norte de aquí. Como viene siendo habitual, averiguar que ocurre y acabar con ello. Podemos encontrar hostilidad por parte de los nativos...-dijo el vostroyano, conforme leía, exponiendo la información más interesante para el cumplimiento de la misión-datos de interés... La obra de la catedral está promovida por un abad misionero, Orland Skae. Todo marchaba bien hasta que empezaron a ocurrir fenómenos extraños, ya con la estructura del edificio casi acabada... Desapariciones, muertes inexplicables, accidentes, extrañas luces, hostilidad de animales salvajes... Y últimamente, por lo que aprecio, fenómenos aún más "divertidos"... Sonidos fantasmagóricos, estatuas llorando sangre... 

Carraspeó y prosiguió un poco más.

-Lo siguiente son datos sobre el planeta... Parece que su único diezmo es polen de flor de fuego, que parece usarse en la preparación de drogas de combate. El poder lo ostentan señores de la guerra... La autoridad imperial, más allá de Puerto Amargura, parece ser escasa, si no inexistente... Y ésto en el pasado fue un planeta de exilio penal, descendiendo su población tanto de los presos como de los pueblos nativos... los Ashleen. Sí, parece que va a ser interesante. Un último apunte, parece que por aquí no se oye hablar mucho de la Inquisición... Y me gustaría que siguiera siendo así-dijo, fulminando con la mirada a los presentes. 

-Bueno, la información es poder... Y ahora la tenéis. Yo guardaré la placa de datos, pero si cualquiera quiere examinarla, será libre de hacerlo, sólo tiene que pedirlo. Ahora, creo que debería llevar a nuestros nuevos compañeros ante el vidente. 

-Vaya, parece que nos quieren alojados aquí -dijo Renata a Kurt con una sonrisa socarrona-. Pobre posadero. Me da que se queda sin recibir su pago por estas noches -rió con descaro, agarrándose del brazo de su compañero-. Pero nos quieren separados, osito. Nada de compartir cama.

Escuchó atentamente a Ostrogov, la mirada sombría al mencionar a psíquicos, una mirada que se ensombreció más ante las referencias al polen de fuego. Miró a Kurt un instante, y la mano que reposaba en su brazo se cerró un instante con más fuerza.

-Psíquicos. No me gustan los psíquicos. Me repelen los psíquicos -enumeró más que mencionó-. El mejor psíquico es el que lleva una de estas en la cabeza -dijo palmeando la pistola y en referencia a sus balas-. ¿Inquisición? ¿Y qué es eso? -dijo con una sonrisa pícara-. Coincido en que la discreción siempre es una buena baza. Y por lo demás, estoy de acuerdo en lo de visitar al vidente, aunque la pega es que también es un psíquico, ¿verdad? ¿Cómo se llama? Creo que lo mencionó pero no recuerdo su nombre. Y osito, sin separarte de mi lado.

El Vidente Aristarchus os recibe en su despacho, pese a lo avanzado de la hora.

- "Saludos. Soy el Vidente Aristarchus, al servicio de los Sagrados Ordos y Acólito de confianza del Inquisidor Globus Varaak. Usted debe ser la señorita Renata Garibaldi, su familia es muy conocida en algunos círculos. Y este debe ser su fiel guardaespaldas.

Sus nuevos compañeros ya les habrán informado de todo. Mañana al alba partimos hacia el asentamiento de Desesperanza, donde en cinco días será consagrada a inaugurada una nueva catedral en honor a San Drusus. La primera catedral en Iocanthos.

Alguna clase de psíquico endogámico degenerado o similar está tratando de emponzoñar tan señalado día, pero no se lo vamos a permitir. Lo descubriremos y pondremos fin a sus planes, y a su propia existencia.

Viajaremos en un vehículo todoterreno de caja abierta a través de los páramos de esquisto, un lugar peligroso, aunque no creo que nos las tengamos que ver con algo peor que bandidos o algún animal salvaje.

Estoy al mando de esta misión, con el señor Ostrogov en segundo lugar. Y esto es todo. Estén preparados al alba para partir.

El Emperador Protege." -

Cuando Renata entró en el despacho, su mirada recorrió discreta y apreciativamente el despacho, antes de centrarse en el vidente cuyo atractivo a ojos de la mujer era evidente. De la mujer de la posada ya no quedaba nada y la que se hallaba ante Aristarchus era por su pose y lenguaje corporal, la hija de un Capitán de la Armada Imperial. La hija de un héroe caído en batalla y educada para tratar con nobles y plebeyos. 

-En efecto, Vidente Aristarchus, soy Renata Garibaldi y quien me acompaña es Kurt Brokenbone. Agradezco su memoria para con mi familia y apellido, un honor inmerecido para con mi persona. Respecto a la misión, el señor Ostrogov ya nos había informado de forma pertinente y clara en el ejercicio de su función de líder de este grupo. Haremos cuanto esté en nuestra mano para cumplir con lo que se espera de nosotros. Aprecio que nos haya recibido pese a lo tardío de la hora y aunque hay algunos extremos que me gustaría poder solucionar, observo por el contenido de su mensaje que esta reunión ya ha finalizado -Renata hablaba con seriedad, sin mostrar nerviosismo o ansiedad alguna-. No deseo abusar de su generosa recepción, si bien me gustaría poder concertar una reunión privada con anterioridad al momento de nuestra partida. Hay extremos acerca de los cuales considero imprescindible hablar y que afectan a nuestro desempeño. 

- "Puede hablar libremente delante del Hombre de Armas Ostrogov, Señorita Garibaldi. Es un hombre de reconocida integridad y honorabilidad." -

La estancia es una oscura habitación abovedada y agradablemente fresca. A juzgar por las gruesas alfombras que cubren el suelo, la presencia de muebles de madera auténtica e incluso algunos tapices con motivos imperiales, alguien se ha tomado la molestia de hacer que la cámara resulte acogedora.

Aristarchus se sienta en un sillón de cuero tras una mesa sobre la que hay una placa de datos con la insignia inquisitorial.

El Vidente lleva puesta una túnica gris y su rostro delgado y atractivo esboza una leve sonrisa. Lleva una cartera negra colgada a un lado. La cartera es de seda de emadar, un material muy costoso, y está cerrada con varios sellos de pureza de los que cuelgan largas cintas carmesíes.