Partida Rol por web

Un gesto de rabia apareció en la cara de Vladymir cuando aquellos imbéciles cogieron piedras y se dispusieron a amenazarles y golpearles. 

"Ojala siguiera en la Guardia Imperial... Nunca se habrían atrevido a hablar así a un destacamento de la Guardia... Maldita sea y si lo hubieran hecho, los Inmolator hubieran reducido esto a cenizas para purgar la rebelión. Pero claro, ahora nuestro líder nos ordena huir como perros. ¡Tercio tiene razón, deberíamos ponerles en su sitio!"

Pero no estaba en su naturaleza desobedecer órdenes, y aunque posó la mano cerca del gatillo del rifle de manera clara, empezó a alejarse de allí. 

" En fin... que no se diga que soy un insubordinado..." -pensé al ver que el resto retrocedía.

Tampoco es fuera mi intención desobedecer, solamente quería dejar claro aquellos zarrapastrosos habrían salido corriendo con una bala al aire ¡Eso habrían hecho unos mercenarios de verdad! Pera ya daba igual, lo mejor sería retirarse y seguir buscando, así que retrocedí junto a mis compañeros sin apartar la mano del rifle.

- La gente que está visible muestra las manos vacías, dejando caer los palos y las piedras al suelo, aunque sin dejar de gritar y alborotar, evidentemente muy alterados. No parecen dispuestos a razonar, y os dais cuenta de que hay unos cuantos escondidos que empezarán a arrojar piedras desde sus escondites en cualquier momento.

- Finalmente, Varnias da la orden de retroceder y regresáis al barrio del Embarcadero.

- Un rato después estáis de vuelta en el Embarcadero.

- Además del barrio de las Casuchas, está la Colina (en la zona centro y rodeada por su propia empalizada), la Muralla, y el Distrito de los Fabricadores.

- Para llegar a la Colina habría que ir forzosamente por el barrio de las Casuchas, pero para ir al Distrito de los Fabricadores, o para intentar salir de la ciudad, es posible ir bordeando la Muralla, evitando así entrar en el barrio de las Casuchas.

No bajo mi arma y, a pesar de mis deseos basados en el pragmatismo de asesinar al ciego a todo aquel que se pusiera en el camino, comienzo a retroceder bajo las órdenes de Intius. Mientras retrocedo mantengo la mira entre las cejas del tipo más cercano hasta que logramos salir de la zona, momento en el que recién vuelvo a enfundar mi arma.

Una vez estamos fuera, hablo por primera vez en un buen rato:

 - "Espero que la prudencia exagerada sea un rasgo imprescindible de las células Inquisitoriales pues de otra manera probablemente fue un error designarte como líder, Varnias. Ahora se correrá la voz en todo este sucio planeta de que los miembros de la Alianza Coblast son unos cobardes que temen de miserables con palos y piedras a pesar de ir armados hasta los dientes. Se dirá que temen y huyen, además de su gran educación y disposición casi servicial. Se dirá eso o se dirá que hay un grupo que dice ser mercenario de una corporación de renombre y que no se comporta como tal. De una u otra manera, nuestra tapadera ha sido colocada en peligro y nuestra movilidad por el lugar ha sido disminuida por tu muestra de debilidad. No acostumbro criticar a otros, pero creo es lo apropiado cuando mi propia vida y objetivo están en tus manos. Sigues siendo el líder y te seguiré a donde indiques, pero espero tengas en cuenta mi opinión. Aparentamos ser mercenarios... comportémonos como tales."

 Sigo caminando y miro el frente a través de mis gafas de espejo sin ninguna emoción. De hecho, estoy considerablemente aburrido pues creo que ahora nuestras posibilidades se disminuyen severamente y eso nos obliga a dar vueltas innecesarias cuando ya podríamos estar establecidos y buscando pistas.

A pesar de las reticencias de sus compañeros Intius no cedió y siguió retrocediendo hasta que todos salieron de aquel barrio y fuera de peligro. Como era de esperar los primeros reproches y protestas llegaron en cuanto se vieron solos nuevamente. No se arrepentía de su decisión y asumiría las consecuencias de ellas a la hora de dar cuentas al finalizar la misión.

-No creo que un baño de sangre de gente inocente fuera lo más adecuado para pasar desapercibidos, pero estáis en vuestro derecho a no estar de acuerdo. Que os quede claro que en mi caso, solo finjo ser un mercenario, no lo soy. Pero si queréis lavar vuestros nombres de mercenarios podéis volver ahí dentro y solucionarlo. Yo os esperaré aquí. Y si no vayamos a ese otro distrito, quizá allí tengamos mas suerte.

Si cada vez que se presentaba un problema debían solucionarlo violentamente no avanzarían mucho y aunque apenas habían comenzado la misión ya tenía unas ganas tremendas de acabarla.

Quizá cuando terminemos me releven del cargo.

Estaba contento sirviendo al Emperador, pero tampoco le importaría reincorporarse a su antiguo puesto como arbitrador, al menos allí la vida era menos complicada.

- Tampoco es eso, hombre - le dije a Intius, que parecía afectado por nuestras sugerencias.- Mira, yo no pretendía matar a nadie, pero si todos hubiéramos sacado nuestras armas sin vacilar se habrían amedentrado... la intimidación es un arte que los mercenarios manejan a la perfección - y con eso había llegado a un punto del que quería hablar.- Y llegados a este punto, creo que Titus tiene mucha razón en algunas de las cosas que ha dicho... No me preocupa realmente lo que se diga de la Alianza Coblast, pero si lo que se diga de nosotros como grupo, ahora se correrá el rumor de que hay un grupo de mercenarios acompañado por un brujo, y eso si que puede poner en peligro la misión.

-Hiciéramos lo que hiciéramos seguirían diciendo que hay un grupo de mercenarios con un brujo ¿No te parece? Quizás tengas razón, mi experiencia como mercenario es nula y temí que la gente comenzara a lanzarnos piedras o atacarnos y tener que responderles de la misma manera. Además está claro que si la gente de ese barrio ya se había fijado en nosotros no nos dejarían en paz mientras estuviéramos allí, por mucho miedo que nos tuvieran. No se a que ha venido lo del viejo, pero nos ha puesto en la mira de todo el barrio. Será mejor que busquemos algún lugar en otro sitio para establecernos e intentemos acabar con el trabajo lo antes posible.

- No sé qué concepto estereotipado tenéis de los mercenarios, pero ellos también huyen. Es más, dado que su único aliciente es el dinero, no creo que me equivoque si digo que la mayoría es más propensa a huir que aquellos con valores mucho más profundos, como el servicio al Imperio. Atacar a un grupo de civiles o amedrentarlos no hubiera sido solución alguna por varias razones. Uno: la única forma de evitar que el rumor sobre que hay un brujo se expanda es acabar con todos los hombres, mujeres, niños y ancianos que había en aquel momento y lugar. Dos: si no se hiciera, tarde o temprano otra turba más grande y mejor preparada, alimentada no solo por la ignorancia sino por el odio y el rencor, nos terminaría atacando. No habría refugio posible en ese barrio y deberíamos tener especial cuidado con las guardias nocturnas porque no volverían a atacarnos advirtiéndonos de su presencia al grito de “brujo”.- Aquellas razones habían sido dadas ya por Intius, solo que las del Cuestor por la cadencia de su voz parecían leídas de algún informe.- Tres: Llamaríamos innecesariamente la atención de la guardia de la ciudad, que creo que es el mayor peligro para nuestra tapera. Cuatro: Debido a las dos primeras razones hubiéramos tenido que dejar ese barrio y los rumores sobre el brujo se hubieran esparcido dejándonos exactamente donde nos encontramos ahora, solo que sin matar ni llamar la atención de la guardia de la ciudad. Cinco: Si llega a algún oído el rumor de que hay unos mercenarios “cobardes”, cosa que dudo pues creo que antes de mencionar que somos cobardes mencionarán que entre nosotros tenemos un brujo, dirán “mercenarios cobardes”. Mercenarios- repitió.- Los ignorantes no reflexionan sobre lo que hay más allá de las apariencias como hemos podido comprobar cuando todos ellos coreaban al unísono la misma palabra. Seis: Es mejor reservar las balas y nuestros esfuerzos para los verdaderos enemigos del Emperador.

- No parece que nadie os haya seguido ni os esté mirando, tan sólo sois otro grupo de mercenarios ociosos.

- La gente parece, sin embargo, temerosa y preocupada, seguramente por el asedio en curso, aunque no parece que las tropas enemigas estén demasiado cerca de tomar la ciudad. Ambos bandos están usando cañones de diseño arcaico, pero parece que tienen poca precisión y que están casi en el límite de su mutuo alcance efectivo, por lo que muchas balas de cañón se estrellan inofensivamente en el barrizal que separa a ambos bandos.

Tras hablar con Tercio, Intius se volvió hacia Titus y le miró duramente.

-Se mas discreto en lo que hablas y no nos dejes en evidencia. Sabes que hay cosas que no deben ser pronunciadas nunca y menos en plena calle.

-¡Por el Trono!...-masculló Vladymir, cansado de todo aquello. Sin duda estaban teniendo demasiados remilgos, y aquello les saldría caro. No todas las cosas eran lo que parecía ser, y que aquel viejo ciego se hubiera puesto a gritar como loco no le había gustado nada. Casi en susurros, dijo-¿es que todos los malditos arbitradores con los que me cruzo en la Inquisición viven en otro mundo? ¡He visto arrasados niveles de colmena enteros, niveles, por poco más que ésto! ¡Y hablo de las autoridades, hablo de los malditos arbitradores, de la Guardia! Y desde luego, los marines espaciales del Emperador no tienen muchos más remilgos. No digo que matáramos a toda aquella gente, pero es un error mostrar debilidad. Y sí, los imbéciles dirán que somos mercenarios cobardes, pero no me preocupan los imbéciles. Lo más peligroso de nuestro objetivo, y nuestra razón de existencia, es que siempre... SIEMPRE parecen otra cosa. Muchas veces, imbéciles-dijo el vostroyano, indignado ante los argumentos fáciles del novato del Munitorum. 

Escucho a mis compañeros que tienen diversas opiniones acerca de lo que habría sucedido en caso de que nosotros nos hubiésemos quedado a confrontar a la turba. Si bien es cierto que la matanza podría haber sido menos productiva que la retirada, haber matado a todos los testigos, incluyendo mujeres y niños, no habría sido problema alguno para mí pues se interponían entre yo y mi misión, algo imperdonable.

Mantengo silencio pues todos los puntos son inteligentes en su haber, excepto las disculpas de Intius donde asegura disfrazarse de un mercenario y no serlo. Creo que si uno va encubierto, debe comportarse como tal, sin importar los valores personales, pues la misión lo es todo.

Luego nuestro líder me increpa por mis palabras. Hago memoria un momento y luego recuerdo lo que no debí haber dicho. Miro alrededor asegurándome de que nadie me escuchó y luego me disculpo por mi error:

 - "Tienes toda la razón. No debí pronunciar esas palabras, no volverá a suceder."

Mis palabras, al igual que todo de mí, carecen por completo de sentimientos y emociones, por lo que queda a completa discreción del oyente el interpretar si en realidad siento o no lo que digo. Mis ojos tampoco ayudan pues se mantienen detrás de mis gafas, invisibles al mundo exterior.

- Primero, no es necesario insultar. Segundo, póngase usted de acuerdo consigo mismo: ¿es siempre o muchas veces? Tercero, la decisión ya ha sido tomada, de poco sirve seguir discutiendo. Si no está de acuerdo, señor Ostrogov, siempre puede dejar claras las razones de su descontento en el informe que deberá realizar una vez se finalice la misión, igual que otros mencionaremos su falta de respeto.

Para él la discusión sobre ese tema ya se había acabado. No perdería más el tiempo intentando hacer entrar en razón a aquel que quería derramar la sangre de unos don nadie cuando había sido más que incapaz de derramar una sola gota de la de los matones que habían intentado matarles con la emboscada.

- Por cierto, no me ha pasado desapercibido que además de su armadura pesada lleva encima un cuchillo, un sable, una pistola láser, un rifle láser, una escopeta corredera y un láser largo especialmente voluminoso. Cargando todo ello pierde movilidad, por lo que si desea combatir con efectividad le aconsejo desprenderse al menos del rifle largo. Puede dejárselo a otro para que cargue con él.

Itsua se pasó la mano por la cara. Estaba cansado de todo aquello.

-Mercenario y cobardía son cosas que en la mayoría de los casos van unidas. Inteligencia y prudencia deben ser compañeras inseparables. Soms mercenarios. Nadie debe olvidarlo y aquí las palabras corren con excesiva ligereza, prestas a ser escuchadas por cualquier oído curioso -susurró con su voz ronca-. Quejas, lamentos y reclamaciones tienen su foro. Y no es este. Somos un grupo, tenemos un líder y una misión que cumplir y para la que hemos sido contratados. El resto sobra -dijo sibilante.

Itsua escupió un grueso gargajo a un costado de la calle, un escupitajo con el que no consiguió dehacerse del acre sabor que imperaba en su boca.

-Seguimos necesitando un lugar y no discutir como simples mujerzuelas ofreciendo su escote a la primera mano que pueda pagar un trono -masculló ligeramente irritado-. Y nuestras opciones son limitadas. Diría que tan solo nos queda seguir el margen de la muralla o dividirnos en dos grupos, cubriendo una mayor área, y tratando de dar con algo. Pero es Intius quien debe decidir. Mi tarea consistirá en obedecerle y cumplir con mi parte. Y aconsejaría que el resto hiciera lo propio y se ahorrara saliva y unas cuantas estupideces.

Intius veía inútiles las discusiones y mucho menos allí en plena calle así que se limitó a responder secamente e intentar zanjar aquel tema. Como Von Braun había dicho y mas tarde había refrendado Itsua, las quejas podrían ponerlas más adelante cada uno en su informe y hacerlo allí sería una perdida de tiempo, a parte que no beneficiaba en nada al cumplimiento de su misión.

-Lo único que está claro es que no debemos seguir perdiendo el tiempo discutiendo en plena calle. Si el barrio de las casuchas ya no es opción buscaremos en otro sitio. Intius señaló otra zona de la ciudad, hacia el Distrito de los Fabricadores. Iremos allí e intentaremos encontrar algo adecuado. Cuanto antes nos instalemos antes podremos empezar la misión y antes podremos acabarla también. No perdamos más tiempo.

Intius se dirigió hacia la zona señalada sin perder ni un instante.

- "Mamá, mamá. Ese alto de bigotes ha dicho Inquisición. ¿Qué significa?" -

---

- "Vamos niño, calla y sigue andando, no te pares. Dame la mano." -

Dos veces abrí al boca para intervenir pero todas ellas alguien dijo algo que me interrumpía. Al final lo que pretendía decir carecía ya de sentido así que me di por vencido.

- Tú mandas - respondí encaminándome en la dirección que indicaba Intius.

Estaba sorprendido de la facilidad que tenían algunos para tergiversar las palabras, y eso que yo me consideraba un artista del engaño... La cháchara del oficial del Monitorum era tan pedante que conseguía que te olvidaras de lo que estabas pensando. Se le veía muy seguro con aquello que había dicho sobre el informe, pero me pareció que no estaba teniendo en cuenta que la mayoría de nosotros no pasaríamos por alto su extravagante comportamiento.

Yo ya había propuesto ir a uno de esos bares que habíamos visto, era mejor preguntar allí que buscar por las calles sin rumbo definido... peeero, para eso teníamos un líder... digo yo.

- La gente parece asustada... me refiero, en general - dije como si pensara en voz alta.- Vale que están en guerra, pero yo diría que hay algo más.

Mientras caminamos y las palabras continúan, escucho la voz de un niño que ha oído a Vladymir y le miro de soslayo a través de mis gafas de espejo. Le veo y veo a su acompañante, que al parecer no da crédito a las palabras del infante. Aun así pienso que matarles a ambos probablemente sería un jugada de precaución, pero de seguro que nuestro líder no lo aprueba.

Ha quedado claro que hablar de esto es inútil y que aquel informe que deberé redactar al final de la misión es la instancia apropiada para hacer notar mis quejas e inconformidades:

"Supongo que si así es el sistema, debo atenerme a él. No hablar más de la misión real, no plantearle mi opinión al líder y simplemente obedecer para redactar al final mis opiniones personales. Supongo que es un sistema diseñado para evaluar el desempeño, pero no muy apropiado para mejorarlo sobre la marcha, pues la incapacidad de plantear nuestras opiniones mantiene al grupo en un estado de estancamiento hasta revisar dicho informe. Como sea, yo no diseñé el sistema y de seguro que a nadie le importa mis opiniones por lo que me las guardaré hasta entonces."

Mantengo el paso y me dirijo junto al grupo a la zona de los Fabricadores, donde espero encontremos lo que buscamos para comenzar finalmente con la misión. La idea de separarnos que nos da Itsua no me agrada mucho pues dudo que seamos capaces de sobreponernos a situaciones que nos atrapen por separado, pues como hemos demostrado hasta ahora, ni nuestra cohesión ni nuestra efectividad en combate está lo suficientemente pulida como para no apoyarnos en el número. Dividirnos sería suicidarnos en una situación hostil. Aun así, la decisión sigue siendo del líder.