Partida Rol por web

- Tercio pasa horas intentando hablar con la gente, pero o bien no le hacen ni caso, o bien habla con gente que no tiene nada interesante que decir.

- Todo el esfuerzo resulta en vano. Una improductiva pérdida de tiempo.

¡FUEGO DE ARTILLERIA!

- Se oye un silbido lejano que aumenta progresivamente de intensidad.

- Intius Varnias: Tirada de Perspicacia.

El Cuestor no era de los que se regodeaban recordándole a todo el mundo cada vez que tenía razón porque de ser así se pasaría buena parte del día regodeándose y aquella era una ocupación muy poco productiva. Le bastaba con saber que tenía razón, algo que Vladimyr comprobaría con la mejora en su movilidad, por lo que una vez se cercioró de que librarse de la escopeta había sido suficiente decidió centrarse en otros asuntos.

Por el lugar por en el que aquel momento transitaban pocas casas había que no hubieran sido maltratadas por la guerra. Obviamente ninguna servía como refugio porque no podían correr el riesgo de dejar el desenlace de la misión a un lance de fortuna, a un simple y mortal cañonazo que tan solo avisaría de su llegada con un silbido como el que en aquel momento empezaba a escucharse…

El vostroyano se puso algo inquieto con aquel sonido. Había servido demasiado tiempo en trincheras y campos de batalla para saber lo que aquello significaba. Se aproximaba un proyectil. Había conocido algunos tipos que con el sonido eran capaces de saber el calibre y la trayectoria... La verdad es que aquello les vendría muy bien ahora. Sólo les quedaba esperar a que el disparo llegase a su objetivo, y rezar por no ser ellos.

"Emperador, protégenos..."

Itsua se detuvo, dirigiendo su vista y demás sentidos en la dirección de aquel creciente silbido que no auguraba nada bueno. Y nada malo. La muerte, de ser ella la que clamaba con su grito de estrige, solo era una senda más a recorrer y quizás, ni siquiera la última.

Después de tomar todas aquellas precauciones y, a mi juicio, haber hecho un buen trabajo, no conseguimos ni la más mísera información para empezar. Aquella gente o no sabía nada o, por alguna razón, seguramente por el miedo que había observado en ellos, no querían compartir su información conmigo. Poco quedaba por hacer.

- ¡Maldita sea! No me han contado nada los muy... - maldije cuando volví junto a Titus.- Encima se nos ha hecho de noche... pufff - de repente tuve la mejor idea que había tenido en todo el día.- Bueno, nos merecemos un premio por el duro trabajo ¿no crees? Busquemos un antro por aquí cerca ¡Yo invito! Puede que tengamos más suerte en un bar que preguntando en la calle y si no es así, al menos nos tomaremos algo ¿Qué me dices?

Pasan horas mientras observo a la distancia como Tercio intenta hablar con la gente y crear los lazos de confianza suficientes para que le digan cosas útiles para nuestra misión. Durante todo ese tiempo miro distraidamente al granuja mientras observo más atento los alrededores, intentando divisar algún peligro inminente en caso de haberlo. El ruido del frente de batalla es tan constante que parece a ratos desaparecer o fundirse como un sonido ambiental cualquiera, haciendo que se pierda la sensación de peligro que debería representar.

Al cabo de mucho rato, Tercio se me acerca y me propone irnos a beber algo para intentar continuar con la investigación y a la vez pasar el momento de mejor manera. Pienso un par de segundos y le contesto:

 - "No creo que sea lo apropiado. Aparte de que no acostumbro beber mucho mientras trabajo, se hace de noche. Deberíamos reunirnos con el resto del grupo en el lugar que hayan encontrado para descansar o salir a investigar a ese pantano del que tanto oímos. No quiero extender esta misión más, ni siquiera bebiendo."

Espero su respuesta pues deseo reunirnos con el resto y ponernos manos a la obra. Muy probablemente no haya descubierto nada nuevo porque quizás no hay nada nuevo que descubrir. Al fin y al cabo, averiguamos una buena cantidad de rumores antes y seguir en ello solo sería volver a oír lo mismo. Lo mejor será movernos nosotros.

- Una bala de cañón, poco más que una esfera de hierro macizo de unos tres kilos de peso pasa lo suficientemente cerca del lado izquierdo de la cabeza de Intius Varnias como para dejarle la oreja en bastante mal estado y media cara ensangrentada debido a su energía cinética. La bala se estrella entre los adoquines, rebota y destroza la fachada de una casucha cercana.

Itsua apenas fue consciente del paso del proyectil de hierro, pero sí de sus efectos en el rostro y oreja de Intius, antes incluso de que la bala destrozara la fachada de la casa. Con paso rápido se acercó a él y le tomó firmemente del brazo.

-Salgamos de esta ratonera de inmediato -dijo al tiempo que observaba la herida-. No parece grave, pero te dolerá y hay que curarla lo antes posible. Alejémonos de la línea de fuego. ¡Ya! Vladimir, abre camino. Nadie se interpondrá en tu camino. Cuando creas que nos hemos alejado lo suficiente, detente. Da igual dónde. Debo curar a Intius.

Itsua tiró del brazo de su líder, al tiempo que echaba una mirada a Xerxes. Si alguien había en el grupo al que no hiciera falta decirle las cosas, ese era el Munitorum. Haría lo correcto, gustara o no, fuera lo oportuno o no.

Y como no podía ser de otro modo en una zona de bombardeo, alguien acabó recibiendo la lluvia de plomo por estar donde no debía. Y en éste caso, ése alguien había sido su "líder", el arbitrador Varnias. 

"Y aún con todo, tiene suerte... Un proyectil del tamaño que debía tener ése podría haberle arrancado la cabeza de cuajo"

-Sí, vayámonos de aquí... Mi cuerpo ya tiene suficientes impactos de proyectiles. 

El vostroyano empezó a alejarse de allí, liderando la marcha de vuelta, con un herido Intius que probablemente podía dar por perdida su oreja izquierda, y por poco la vida. 

Intius escuchó un silbido que cada vez se hizo más cercano y de repente algo le hizo perder el equilibrio. Calló al suelo desorientado y sintiendo un profundo dolor en el lado izquierdo de su cabeza. Se echó las manos a la misma pues la sensación era insoportable y notó como su mano se llenaba de un líquido viscoso. Apartó la mano y con la visión nublada comprobó que estaba llena de sangre.

¿Pero que ha sido esto?

Todo daba vueltas a su alrededor. Alguien le cogió del brazo, era Itsua que le estaba diciendo algo pero Intius no pudo escucharlo, solamente oía un intenso pitido que le atravesaba el cerebro. Simplemente se dejó llevar por él mientras seguía dándole vueltas a lo sucedido.

-¿QUE HA PASADO?

Habló a gritos en un intento de escuchar al menos su propia voz.

- Vale - respondí.- Busquemos al resto entonces.

Desandamos el camino en busca del resto del grupo, esperando que al menos ellos hubieran tenido más suerte encontrado un refugio.

TIRADA DE PERSPICACIA:

- Para encontrar a los otros cuatro.

Esperó a que todos echaran a andar delante suya antes de ponerse en marcha él mismo, así si la guía del psíquico no era suficiente para el confuso Arbitrador él estaba detrás para ayudar a ponerlo en el camino correcto. Obviamente también lo hacía porque tenía que haber alguien que cerrase la marcha y no había nadie más inadecuado para ello que un hombre que no parecía saber ni dónde estaba.

Antes de perderla de vista por completo echó un último vistazo a la brecha que el cañonazo había dejado en la fachada en la que se había estrellado y la comparó con la herida que su compañero había sufrido. Quizá perdiese la oreja, pero no era nada cuando su cabeza podía haber quedado como la fachada. Además en un hombre al que ya le faltaba un ojo, perder también una oreja poco afectaba a su simetría, incluso de una forma retorcida se podía pensar que había cierto equilibrio en un hombre sin ojo y sin oreja izquierdos.

EL MURO:

- El grupo de Acólitos ya está casi en el Barrio de los Fabricadores, alejándose del Muro, cuando Titus les da alcance, seguido de cerca por Tercio, quien parece algo desorientado y perdido.

-Titus -saludó el psíquico ante la llegada de este y de Tercio-. Intius ha resultado herido por fuego de artillería -comentó escuetamente para prevenir preguntas ante la visión de la sangre que bañaba el rostro del arbitrador y el penoso estado de su oreja-. Vladymir, necesitamos un lugar en el que detenernos y proceder a la cura. Y salvo que ellos hayan localizado algún lugar que nos sirva de alojamiento, este es tan bueno como cualquier otro.