Partida Rol por web

Peter se acababa de quedar bastante extrañado. Quién habia respondido a su llamado, por cierto que en excelente alemán, era una joven alemana, por su acento, de buena familia, y por su vestir... La agente que estaban buscando. von Agstein asintió cuando ella le preguntó por si era el capitán, y él, con un gesto, la invitó al submarino. 

Se había quedado bastante sin palabras, teniendo en cuenta, por un lado, lo fácil del encuentro, y por otro la sorpresa del mismo, lo que se reflejó en que el teniente Strauss habia tomado la palabra, no bien la fräulien llegó a la plataforma. Por lo menos, se alegró de no ser quien rompiera el hielo, y tendió su mano a la mujer, diciendo: Efectivamente, bienvenida al Siegreich, estamos encantados de su llegada, y a su completa disposición, fräulien... -dijo, insinuando que ella estaba al mando y que debía presentarse... Le parecía curioso. ¿Estar al mando de una mujer? ¿Y tan joven? Eso deberían aclararlo...Ya le molestaba dejar el mando a cualquiera, incluso a Derek, como para un extraño...

Gracias a que el primer Teniente hizo las presentaciones, no fue demasiado notorio el asombro de todos por encontrarnos a una mujer. A Max no le importaba recibir ordenes de una, aunque esperaba que supiera lo que había que hacer, sus vidas estaban en sus manos... Esperaba que los hombres tampoco pusieran oposición, pero ya sabia lo que iban a decir al verla. Tener una mujer a bordo traerá mala suerte. Se dijo en su cabeza.

-A su servicio. Señora. Dice mientras aguarda que ella se presente.

Al principio le sorprendió que se tratase de una mujer, pero... pensado fríamente, si de juegos de espías se trataba, no había diferenciación, y era una gran forma de contribuir al esfuerzo de guerra.

Al hacer Strauss las presentaciones, simplemente, se llevó la mano a la gorra a modo de saludo; el solo era el jefe de máquinas, nada más; no pintaría demasiado en el asunto, salvo en lo concerniente a que el submarino pudiese llegar del punto A al punto B, y preferentemente, ser capaz de navegar en superficie en el citado segundo punto...

No era el momento de las grandes preguntas, ni de contarse nada; estaban en mar abierto, arbolados a un pesquero, y a la vista de cualquier avión que, haciendo caso omiso de la neutralidad argentina -como estaban haciendo ellos mismos al entrar en sus aguas territoriales sin notificarlo- les detectase.

-Si me permiten la sugerencia, el aire frío no es bueno para la salud. Debería traer lo que sea que tenga como equipaje, y que bajemos a profundidad segura; un café caliente y estaremos todos, seguramente, más tranquilos

Las máquinas estaban bastante en silencio y el mar, en calma. La noche cubría vuestras embarcaciones como un manto de oscuridad, haciéndoos casi invisibles.

Pero ese casi podía desaparecer dentro de poco. Empezasteis a oír el ruido de un motor que parecía estar lejos aún, pero que se acercaba a cada segundo que pasaba. Si se trataba de una patrullera, podíais tener problemas.

Antes de que la fräulien se pudiera presentar, y hasta que ella asumiera las órdenes, algo hizo notar a Peter que las cosas dejaban de estar tan tranquilas como parecían. El sonido de un motor podía ser un barco de pesca que fuera a faenar, o un patrullero que fuese a intentar capturarlos a ellos. Así que, tomo la decisión de mandar a todo el mundo al interior del sumergible, rápida y silenciosamente: 

-Venga, señores, fräulien, las presentaciones las terminaremos en el interior, con el café que dice el señor Martin. Por favor, teniente Strauss, acompañe a la fräulien a mi camarote, y reunámonos allí. Quiero a todo el mundo presto para inmersión, con prisa pero sin ruido, Weitzmann, ayúdeme a evacuar estoy supervise la inmersión conmigo. Martin, le quiero a usted cómo experto técnico en la reunión. Vamos, señores, vamos. Movimiento. 

Dijo el capitán, mientras hacía gestos con las manos, acompañando todos sus comentarios. 

- Si me acompaña... - Dejó caer el teniente. 

Cuando la señorita comenzó a seguirle, Strauss descendió las escaleras guiando al agente hacia las dependencias del capitán. A medida que avanzaban, los marineros se iban poniendo en pie, dejaban lo que estaban haciendo para mirar a aquella mujer,  comentaban entre ellos murmurando y alguno incluso abrió la boca para soltar alguna impertinencia. No obstante, la oportuna y severa mirada de Derek bastó para persuadirles de ello.

Finalmente llegaron a su destino. No era un lugar muy acogedor,  ni tampoco muy grande, no obstante era la estancia más amplia y bonita del U-Boot. Derek le ofreció a la joven asiento girando la única silla hacia ella y dando varias palmadas sobre el asiento. 

- Todavía no ha mencionado su nombre... - Le recordó.   

De nuevo en tensión; el ruido de un motor en la noche no era nada alagüeño, de modo que se volvió a las entrañas del submarino, para asegurarse de que arrancaban los eléctricos para el primer movimiento, el de inmersión, a la profundidad que se considerase oportuna para ocultarse de miradas no deseadas... luego ya habría ocasión de subir a profundidad de snorkel y echar mano de los diesel, pero lo primero era lo primero, ocultarse...

De paso, asomó la cabeza por la cocina, para dar la orden pertinente:

-Café!, prepara café, por lo menos para 5... y no seas tacaño, que nos conocemos; ¡tenemos invitada y hay que quedar bien!

Johanna dejó que los hombres se presentasen, hiciesen sus ceremonias, dijeran lo que tuvieran que decir, comentasen lo que tuviesen que comentar. Esperaba, porque era a lo que estaba acostumbrada, a que pusieran cualquier inconveniente acerca de subir a bordo a una mujer; los marineros habían expresado sus reticencias cuando había subido al pesquero. Así que le sorprendió que fuesen tan profesionales y no dijesen ninguna tontería. Eso iba a ahorrar mucho tiempo y esfuerzo.

Nada dijo hasta que se adentró en el submarino y el teniente Strauss la llevó a un lugar más cómodo. Era la primera vez que estaba dentro de uno y si bien no era lo que había esperado, todo le parecía sumamente fascinante.

Aceptó la silla.

-Soy Johanna Heinrich, ayudante de Hermann Wirth, de la Oficina de Raza y Reasentamiento. Cuando estemos todos reunidos expondré la misión que me han encomendado y espero que escuchen atentamente lo importante que resulta para que ganemos esta guerra.

Cuando todos se fueron al interior del submarino, von Agstein hizo un último gesto al pesquero, con la caballerosidad que había visto a su primer capitán en la Gran Guerra, y entró en el submarino, cerrando a su paso, y mirando las sorprendidas caras de los marineros que se cruzaba en su camino a su camarote. Indicó: - ¡Venga! ¡A sus puestos de inmersión, señores! Sin pausa, algo se acerca... 

Y de ahí, Peter von Agstein se dirigió a su camarote, más desconcertado que alegre por tener ya al agente (la agente, se corrigió mentalmente) en el submarino. De hecho, debería ofrecerle el mismo a la fräulien, para que tuviera algo de privacidad... teniendo en cuenta lo que era el submarino, y las diferentes creencias de los marinos pensando en la mala suerte que traía tener a una mujer a bordo. Cuando llegó, la encontró ya sentada, y presentándose. 

Así que fräulien Johanna Heinrich, y por su cargo y de quien era ayudante, una verdadera fanática del régimen, y desde luego, creería a pies juntillas en la victoria final, como Strauss, teniendo además un plan para ello. Por eso pensó: dos personas así a bordo, que paciencia...  No estaba preparado para ello, así que entró, saludando ligeramente con la cabeza, y esperó a que estuvieran todos, para preguntarle:

- Bien, fräulien, hemos recibido instrucciones de ponernos a sus órdenes. No se si ha estado en algún U-Boot a lo largo de la guerra, pero estaré encantado de explicarle el funcionamiento interno del mismo, si la misión lo requiere. - En ese momento, paró, la miró, tomó aire, como quien dice algo que no le apetece-  Permítame, antes de que nos explique la misión, que le diga que no estamos operativos al 100%. Sufrimos daños en la cámara de torpedos que hará que por un lado tengamos problemas de estanqueidad ahí, con un casco más frágil, y algo mermada nuestra capacidad de disparo. Por otro lado, las hélices parece que pierden potencia, y no sabemos aún la causa. Y con respecto a la autonomía del submarino, debemos estar a un 60% de la misma. Quiero decirle, que si bien podemos hasta volver a Alemania, sería bueno poder repostar de algún modo. - Calló, habiendo dado reporte de su situación, a la que era su superiora... en ese momento, era la primera vez que una mujer le daría ordenes... -Ese es el informe de situación, fräulien, ahora, estamos dispuestos a escuchar su misión. 

A la espera de que aquella mujer os contase de qué iba todo aquello, iniciasteis la inmersión. Escuchasteis, sin embargo, el sonido de explosiones en la superficie, lejos todavía de vosotros, pero que sin duda dejaban claro que os habían visto. Sin embargo, disponíais de tiempo para sumergiros. 

La recogida había sido eficiente y ahora solo os bastaba saber para qué demonios os habían mandado allí, a vosotros, un submarino dañado y con una tripulación agotada.

Todos hablaban además de los estúpidos mandos y sus ideas locas. No confiaban en ellos. solo deseaban regresar a casa y disfrutar al menos del permiso que os debían.

Con los oidos bien atentos, y mientras sentía como el submarino se sumergía en busca de mayor seguridad, tomó una bandeja, puso en ella las tazas el café, la leche y el azúcar, y con cuidado de ni derramar nada, ni de tropezar, y avisando por adelantado a cuantos se cruzaban en su camino..., y pese a los ecos de lejanas explosiones... alcanzó con éxito el camarote del Capitán, donde ya pudo ofrecer y servir lo que traía a cada uno de los asistentes, empezando, por supuesto, por su invitada, y eventual jefa...

Hecho lo cual, prefirió mantenerse, sujetando la bandeja, de pie, en un discreto segundo plano, calladito que estás más majo, pensó, pues ... mala cosa verse con gente que tiene acceso a tan altas instancias... mala cosa y peligrosa; era ya algo sabido desde hacía tiempo... cuanto más gris seas, más tiempo vives.

Puso el oido, además de estar atento a que nadie ajeno a la conversación lo pusiese a su vez; a partir de este momento, quizá fuese interesante compartimentalizar la información, y limitar la que se proporcionaba a la tripulación, más allá de aquella que les sirviese para acallar rumores, y mantener alta la moral de combate... algo que nunca había faltado -esto último- entre las tripulaciones de los u-boots

No le gustaban algunos de los comentarios que se estaban repitiendo demasiado entre la tripulación. Era evidente, que no todos entendían la guerra como lo hacía él. También lo era, que no todos tenían su mismo espíritu patriótico y que no estaban en la sintonía adecuada. Si recodaba una vez llegados a Alemania quienes eran los traidores, posiblemente daría parte de ellos. El descanso y el permiso que tanto demandaban, se les iba a reducir notablemente.

No obstante, no era ese momento de discutir con la tropa, sino de escuchar lo que Johanna Heinrich tenía que decirles. Strauss estaba ansioso por saber que era lo que tenían que hacer para darle la vuelta a la guerra. Esperaba que es mujer dijera algo convincente, pues de lo contrario... No, si el alto mando les había encargado la misión, era por algo. Tenía que ser algo realmente bueno. Esa mujer tenía la calve.

- ¡Vamos, señorita Heinrich! - Le azuzó el primer teniente para que hablara. - Estoy, estamos ansiosos por saber que es lo que tenemos que hacer para ganar esta guerra.

Max llego en último lugar al camarote del Capitán. La culpa de su retraso la habían tenido algunos tripulantes que durante el trayecto le habían acosado a preguntas y mostrado su malestar por la situación. El joven  trato de tranquilizar los ánimos, no era momento de bromas. Con semblante serio pidió a los hombres que confiaran en el criterio del Capitán y los esquivo como pudo.

Entro en el camarote y agradeció a Martin el café que tomo de la bandeja. -Perdón, últimamente siempre llego tarde. Sonrió. Permaneció al lado de Martin con el que no había tenido un trato directo hasta ahora, pero del que creía saber lo bastante como para pensar que le importaba la tripulación más que la guerra. -Los ánimos están un poco revueltos. Susurro a Martin.

Mientras os sumergíais, la patrullera continuaba lanzandoos granadas, que quizás no fuesen demasiado fuertes o intensas, pero que para vuestro maltrecho submarino, y estando tan próximos a la superficie, podía acabar provocando graves daños. 

Rápidamente, aparecieron nuevas vías de agua en algunos de los sistemas de conducción, que los marineros se encargaron de taponar con rapidez. Sin duda, debíais moveros deprisa y profundizar.

Claro que todo aquello solo tenía sentido si aquella mujer os decía para qué estabais allí, aparte de para ser bombardeados. Para eso no necesitábais cruzar medio planeta. Ya podían hundiros en el Atlántico.

Estaba a punto de responder a Ma, sobre el estado de ánimo de la parte de la tripulación que más conocía, o sea, el grupo de mecánicos, cuando las explosiones se sucedieron... No especialmente fuertes, pero sí que la onda expansiva causaba pequeños daños aquí allá,... nada serio, si se arreglaba rápido.

-Disculpen un momento

Salió disparado hacia popa, para asegurarse de que la zona de propulsión estaba en orden, porque submarino quieto, submarino muerto; pudo ver marineros solucionando los pequeños problemas que se habían ocasionado; cerrando grifos de paso y poniendo alguna abrazadera aquí y allá,... nada serio que pudiese compromerterles... al menos en popa.

No dejaba de pensar en lo curioso de estar bajo ataque en lo que se suponía eran aguas seguras... y en eso estaba cuando regresó a la cámara del capitán.

-Capitán, popa segura, no hay daños de relevancia.

Ante la continuidad de las explosiones, y el que alguna de ellas golpeaste, aunque tangencialmente el sumergible, von Agstein se preocupó ligeramente, y salió unos instantes de su camarote, disculpándose previamente: 

-Un segundo, fräulien, debemos ponernos a salvo. -dijo mientras salía con cierta premura, rezando porque no pasase nada al submarino ni a sus hombres, y ya fuera, gritó: -¡Aumenten 30 pies la profundidad, proa 5°, dirección a mar abierto! ¡Maniobra evasiva, muevan el Siegreich en zigzag!

Ya entonces, se volvió a su pequeño cuarto, donde estaban esperando los tres, la agente y los tenientes, y dijo:-Arreglado, cuando regrese Martin, comenzamos- y al poco, regreso él jefe de máquinas, que le informó que no habia daños de consideración, a lo que asintió, y se puso a mirar a Johanna Heinrich, interrogandola con la mirada.¿Cuál sería la misión?

Johanna aceptó el café y bebió un trago para entrar en calor, sin ocultar su escepticismo en ningún momento al entrar en el submarino y escuchar el griterio y el silencio, sentir la presión de toneladas de agua sobre su persona y respirar el viciadio aire del interior. Iba a tener que acostumbrarse, las incomodidades no tenían importancia cuando había una guerra que ganar.

Del interior del impermeable, bajo el que llevaba su uniforme, extrajo una carpeta forrada para protegerla del agua y puso sobre la mesa unos mapas. Miró hacia arriba cuando el submarino empezó a crujir y clavó una mirada en el capitán.

-Espero que esto aguante.

Menuda chatarra. Pero las chatarras a veces eran más eficientes que los submarinos de última generación, bien lo sabía ella. Se aclaró la garganta y expuso la situación.

-Hace unas semanas, unos aviones japoneses detectaron una nave no identificada en aguas del Pacífico. Lo interceptaron y en sus comunicaciones quedó claro que se trataba de una nave de configuración desconocida. Su velocidad era la esperada, pero sus cambios de dirección hacían imposible que se tratase de una aeronave convencional. Uno de los aviones se acercó demasiado y colisionó con ella, haciendo que se estrellara en el mar.

Hizo una pausa y evaluó a los hombres. A veces les costaba entender las cosas y enseguida empezarían con preguntas estúpidas.

-Las coordenadas son estas: -señaló el mapa. "Latitud 42º Norte - Longitud 171º Este" - Hemos caculado que podría estar entre doscientos y trescientos metros de profundidad. En esa nave hay armas que nos harán ganar la guerra. Debemos bajar y explorarla.

Aquello no parecía realmente una misión que pudiera cambiar el trascurso de la guerra. No al menos de forma inmediata, pues aunque pudieran localizar aquello de lo que Heinrich hablaba,  recuperarlo iba a ser otro asunto y poder replicarlo tampoco sería cosa de dos días. 

- ¿Y qué se supone que es esa nave? -  Preguntó Strauss. - ¿Un prototipo de los aliados? 

Aunque localizaran aquella nave, rescatarla de las profundidades iba a ser algo que se antojaba muy difícil.

- ¿Cómo lo ve capitán?  - Le preguntó a von Agstein. - ¿No sabemos nada más?  - Fue otra pregunta dirigida a Heinrich.

Aquello no tenía ni pies ni cabeza, pensaba el capitán. Y más a cada palabra que decía aquella agente del Reich al que estaban sirviendo. ¿Qué locura era aquella? Nave no identificada, sumergirse a 300 metros, Pacífico... ¿Qué narices? Vio que el teniente Strauss estaba tan sorprendido como él, y sobre todo, que había varios puntos más bien difíciles en el plan... 

-Perdone, fräulien Heinrich, pero... Debo recordarle dos detalles que le acabó de decir: no tenemos combustible para ir al Pacífico, y la nave no está a la capacidad de sumergirse a 300 metros, aunque en teoría pueda, estamos con problemas estructurales y la presión nos puede hacer daño. Después, no tenemos nada con qué ver en el exterior, ni para salir a ver qué hay ni recoger nada. Es materialmente imposible con nuestros medios. No se se  habrá ahí, pero un U-boot convencional no puede ni sacarlo ni explorarlo, y menos nosotros... Tan tocados. A menos que hay algo que no nos haya dicho.

Estaba alucinando. Aquello no era un plan para un submarino...