Partida Rol por web

El discurso del capitán pareció ser justo lo que los hombres necesitaban. En aquel viaje, en donde sus vidas estaban en juego cada día, y también cada día podía ser el último, tener la certeza de que juntos iban a luchar por el Reich era quizás lo que necesitaban oír.

Todos los hombres agitaron sus brazos y lanzaron varios hurras en respuesta a sus palabras, y de repente, alguien empezó a cantar el himno de la madre patria. 

Y así, mientras el Seigrech surcaba el océano en dirección hacia las Malvinas, en su interior, se despertaba el espíritu patriótico que podía hacerles olvidar que seguramente, ninguno regresara de nuevo para volver a ver a sus familias, sus hogares y la bandera de la madre patria.

* * *

El curso establecido os llevó sin problemas hasta las Islas Malvinas. Según vuestra más reciente pasajera, un barco debía estar esperandoos allí mismo para proporcionaros todo el combustible que necesitabais. El proceso de llenado de los depósitos era lento y había que producirse con extremo cuidado, y durante el mismo, sin duda estaríais expuestos, pero no había otra manera. Ahora, según vuestros cálculos, el barco cisterna debía estar allí cerca, en la superficie, y era el momento de arriesgarse.

von Agstein estaba sumamente preocupado, y se le notaba. Había estado callado, más de lo habitual, en aquel tiempo que les llevó de ir de Mar de Plata a Malvinas. Y en parte, además de la situación de los hombres del submarino y todo lo que llevaba en su cabeza, era por el problema del repostaje. ¡Tenían que emerger y estar al acecho de cualquiera! Y no era época en la que estuvieran con el dominio de los mares, para poder hacerlo cómodamente, o con la cobertura de la Luftwaffe. No, aquí estaban... en mar abierto.

Los cálculos, según las indicaciones de Johanna Heinrich, era que el barco estaría cerca, así que se dispuso a dar la orden. Por supuesto, miró a la agente de Himmler y le hizo partícipe de su decisión. Por ahora, más allá de ir a cumplir la misión, no se había inmiscuído en su forma de mando, ni la vida en el submarino había variado ostensiblemente.

- Con su permiso, fräulien, empezaremos con el procedimiento habitual. Elevaremos el periscopio, veremos si está el navío, y de estar, la invitaré a mirar, así como a los tenientes, y si es el barco que esperamos, emergeremos. Si no, continuaremos a la espera. - Dicho, y hecho, von Agstein se hizo cargo del periscopio, y llamó a Max para que estuviera a su lado. -Señor Weitzmann, si no veo nada, haga usted una visual después de mi, por favor. 

A Max se le hacía difícil mantener el buen humor rodeado como estaba de chiflados. Parecía que incluso el Capitán se creía toda esa mierda patriótica. Debía de creérmela como si no iba a contagiar de esa manera a la tripulación...

El joven miraba a su lado mientras entonaba el himno. No podía creerlo, allí estaba ese zopenco de Humboldt que horas antes estaba poniendo al Capitán como los trapos. Cantando ahora a todo pulmón, soltando parte de su saliva en cada sílaba. Seguro que Maas que estaba delante notaba esa lluvia menuda cayéndole encima, pero estaba tan metido en la letra que tampoco se entera.

El Segundo permaneció el resto del viaje alejado de los oficiales, solo permanecía en su compañía lo justo para que no fuera considerado una falta de respeto. Durante la travesía dio vueltas en su cabeza a todo aquello, estaba de bajón. Se sentía como si fuera el conductor de una vagoneta, sobre un rail, cuesta abajo y sin frenos... Que además fuera empujada por Hitler, Strauss, Heinrich y también el Capitán...

Nada podía hacer salvo seguir la corriente. -Después de usted Capitán. Dijo situándose junto al periscopio esperando su turno.

El capitán miró a través del periscopio, pero por lo que fuera, no consiguió hacer que subiese. Se había atascado. Otra demostración más de que el submarino estaba falto de mantenimiento. Sin manera de ver lo que había en el exterior, tendrían que guiarse a través del sonar. 

Strasser empezó a recibir sonido y tras unos segundos, se giró hacia vosotros.

-Detecto un barco. No suena como los ingleses. Creo que es de los nuestros. Además está más o menos encima de nosotros -os dijo, en tono preocupado.

¡Era el maldito colmo de los colmos y el summum de los desastres! ¡Sin torpedos, sin hélices y sin periscopio! ¿¡Qué eran!? ¿¡Una bañera!?  Maldición, que todos los demonios se lleven a Himmler, Heinrich, y todos los idiotas que nos han mandado aquí, y que les pasaría por la quilla...

von Agstein cerró el puño cuando vio el problema del periscopio, y los dientes cuando oyó las noticias del sonar... -Señor Weitzmann, dirija el submarino a un lugar para emerger, llame a los mecánicos para que reparen el periscopio, que yo me voy a descansar a mi camaro... -Se dio cuenta de que ya no tenía un lugar propio, tan acostumbrado estaba a hacerlo. -​​​​​​-Me voy a descansar. Y por Dios, que alguien me lleve un café bien cargado. 

Sin levantar la voz, Peter von Agstein había perdido claramente los papeles, y se había notado. Siempre veían que su capitán guardaba las formas , como buen alemán que sirvió al Kaiser, pero aquella vez, había quedado... Sobrepasado por las circunstancias. Necesitaba un pequeño respiró, mantener las formas delante de la loca de la agente de Himmler le costaba años de vida...

Aquello era el colmo. Que ni un simple periscopio funcionara era como para lanzar por la borda al mecánico al mando del mantenimiento de aquella tumba submarina. Le daba bastante vergüenza que su invitada,  la agente de Himmler fuera testigo de la desgracia de U-Boot que tripulaban. ¡Se trataba de un despropósito en toda regla! 

- Cuando recibimos el encargado de ir a por usted, fraulien, acabamos de llegar a La Rochelle. - Le contó a Heinrich tratando de excusarse. - Hundimos dos cargueros canadienses, pero fuimos tirpedeados y casi hundidos. Llegamos como pudimos al puerto franco y no dio tiempo a realizar las pertinentes reparaciones. Esa misma noche nos asignaron la misión de ir a por usted y por la mañana zarpamos... - Suspiró. Esperaba al menos poder repostar sin incidentes. - Por cierto, Johanna. ¿Le puedo llamar así?  No acabó de contarme lo de los extraterrestres... - Dijo en tono más bajo, para que sólo lo oyera ella.

Y el Capitán rompió el juguetito... Aquel submarino se caía a pedazo, pero claro había que seguir. Siempre adelante, Siempre adelante.

-Eugen súbenos a la superficie. Ordeno Max.

-Humboldt, llevale un café al Capitán. Humboldt no podía tener la boca cerrada y ya se sabia lo que salia de ella cuando la abría... Que te aproveche Capitán... Era una pequeña venganza pero le hizo sentirse algo mejor.

-Perdón Humboldt, trae dos más. Para el Primer Teniente y la señora Heinrich. Añadió. -Mejor la conversación con café ¿no?.  Les dijo sonriente.

Max tenia muchas personas a las que culpar de su actual situación, incluso él tenia parte de culpa por haber corrido al submarino y no haberse quedado en La Rochelle, pero allí dentro el capitán, con solo una palabra podía haberlo cambiado todo... Solo diciendo un, no.

-Le hablaré de los extraterrestres en la intimidad, señor Strauss -comentó Johanna, dándole una palmadita en el brazo. Una palmadita que en otras circunstancias habría sido de lo más inocente, pero que en aquel momento, con los ánimos por las nubes, podía ser interpretado como un acercamiento. Y si bien ella no pensaba alentar nada, dejaría que el señor Strauss creyera que llevaba el control de la situación-. Pero quiero que sepa que nuestra procedencia no es terrenal, estamos aquí porque nuestros antepasados vinieron de las estrellas. 

Cantar el himno a la patria a Johanna le causaba entre aburrimiento e indiferecia. Cada uno exaltaba su patria a su manera y desde luego, desgañitarse en una lata de sardinas, no era su idea de cumplir con su deber. Porque podían estar cantando durante horas igual que hacían los americanos con sus puñeteras banderas y sus gilipolleces buenistas, que no supondría ninguna diferencia. Pero no dijo nada, no estaba en su elemento y el submarino la fascinaba tanto como le preocupaba que empezara a llenarse de agua. Abrió la boca y la cerró varias veces para que la presión en los oídos disminuyera un poco, la verdad era que se sentía incómoda, pero no lo expresaría en voz alta ni formularia ninguna queja. Era una mujer, no una niña, y estaba allí tan metida en la misión como los demás.

El periscopio se rompió. Johanna levantó las cejas, ¿es que habían elegido el peor submarino de la flota? Irritada, contempló el panorama ligeramente preocupada, hasta que Strauss le dio una explicación, mientras el capitán se marchaba del puente de mando "a descansar".

Johanna hizo una nota mental al margen sobre la actitud del capitán.

-¿Qué es lo que hace falta para que este submarino baje a trescientos metros, además de una buena reparación? ¿Y quién es el ingeniero jefe, el tipo que lo puede reparar todo? Que venga y me dé un recuento de daños.

Estaba claro que en aquel submarino solo había incompetentes patrioticos, ¿es que nadie pensaba en lo obvio?

Mientras discutíais, el submarino se preparaba para emerger. Lentamente, el audaz pero dañado navío, empezó a elevarse en la columna de agua, hasta que finalmente, ascendió por completo, y entonces, solo los que salieran podrían saber qué había allí fuera.

Cuando las escotillas se abrieron y empezasteis a salir, el cielo no era ni azul ni oscuro. Habíais perdido la noción de las horas y era de noche, pero todo a vuestro alrededor era de un color rojizo-anarajado. Al mirar hacia el horizonte, os disteis cuenta de por qué. 

El barco cisterna estaba ardiendo.

-¡Mierda, mierda, mierdaaaaaa!

... Fué lo más suave uqe dijo, cuando se enteró de que se habían quedado sin periscopio... ello se sumaba a los ruidos que estaban notando sus chicos en los motores... Sospechaba el motivo de ello: los problemas en las hélices... debían estar transmitiendo vibraciones a través del casco, y se estaban desajustando, tanto los afustes de los motores, pese a tener amotiguadores de goma.., y al periscopio, y esto era lo más jodido... para echarle un vistazo tenían que hacerlo en superficie; esllo implicaba hacerlo de noche,... y usar linternas... Mucho riesgo. Excesivo.

Por ello no tuvo tiempo para pensar en extraterrestres ni gaitas; él creería en ello cuando lo viese; de momento, para él, eran pamplinas, y un prototipo americano que se equivocó de rumbo; a saber por qué los japos identificaron a esa aeronave como venida de otro mundo... lo mismo iban mamaos de sake o algo así.

Cuando se aprestaron a hacer superficie, y dado que era el más mañoso de a bordo, pese a que su especialidad eran lo motores y no ese tipo de reparaciones, que eran más propias de ser realizadas en puerto... echó mano de la bolsa de herramientas, y de un par de marineros más; tampoco quería reclutar a gente de su grupo de maquinistas, porque lo mismo eran necesarios si las cosas iban mal ahí fuera...

-Hans, Karl, coged linternas, cabos de cuerda para sujetaros, los impermeables y bolsa de herramientas; tendremos poco tiempo ahí fuera

Sin el periscopio, estaban jodidos, bien jodidos...  Con el resto del equipo de reparaciones, esperó impaciente el momento de romper la superficie del agua y la apertura de escotillas... Pero en cuanto se enteró de que el buque de suministros ahora era historia ardiente, tuvo que refrenarse...

-¡Capitán, necesitamos saber si hay alguien ahí fuera antes de meter mano al periscopio!

Pues sería suicida subir a arreglarlo, si había algún destructor por la zona; también tendrían que tener cuidado con la luz de las llamas... podría delatarles...

Cuando emergieron, von Agstein tovdavía estaba bebiendo su café, cabreado con el mundo. Le dieron aviso de que saliera a la cubierta, y rezongando, se dirigió a la misma, saliendo como pudo, tropezando por su enfado y su herida al salir. Algo no le cuadraba. 

Efectivamente. Allí estaba el barco, habían acertado. Pero claro, les tenía que salir mal. ¡Estaba ardiendo el jodido barco! No, no no - No, no, no... ¿Qué porras está pasando? Strauss, Heinrich, Weitzmann, ¡venid aquí! ¿Estáis viendo? Gasoil, gasoil por todas partes. Pero no en nuestros tanques. - Se quedó mirando con ira y cansancio al barco arder, y llamó rápido al contramaestre- ¡Maas! ¡Rápido! Informe, en clave, de lo que ha pasado, que esperamos instrucciones. No Estamos bastante jodidos. 

Cogió sus prismáticos, intentando ver si había algo en las cercanías...

-Ahora te digo, Martin, un momento, ¡Rápido, todos a mirar a ver si hay alguien cerca, vamos!

- Capitán... - Dijo Strauss. - Da igual si hay alguien cerca o no... - Hablaba de forma tranquila, casi terapéutica. - ...lo importante ahora es esconderse de esos posibles enemigos que han bombardeado el buque que tenía que suministrarnos en combustible. Salir de aquí y pensar como hacer ahora para repostar... - Resopló. Aunque no lo mostraba estaba desanimado. - No tenemos capacidad de combate y no podemos sumergirnos a demasiada profundidad. Si nos localizan seremos un blanco fácil y sin combustible... - Posó una mano sobre el hombro de von Agstein. - Debemos sumergirnos... 

No obstante, lanzó una mirada en rededor, por si veía algo, pero casi prefería no verlo y salir de allí cuanto antes. Si no podía luchar contra el enemigo, casi mejor era simplemente evitarlo.