Partida Rol por web

Gracias a Tarkhan aquella noche habían podido descansar. Por la mañana, Belbara se había despertado y había dedicado el tiempo de costumbre a rendir culto a su dios, no había otro modo de mantener su favor ni de mostrar su devoción.

Después había cepillado y peinado cuidadosamente tanto su melena como su barba, trenzando y colocando los dorados complementos donde era oportuno. Llevaba años realizando tal tarea, de modo que su habilidad podía resultar sorprendente. De nuevo se sintió cómoda con su aspecto, y todo ello gracias a la calma y seguridad que les había brindado la cuerda de su compañero de viaje.

Cuando salieron al exterior, en la dimensión en que debían llevar a cabo su aventura, no les golpeó la lluvia ni les azotó el viento como ella habría esperado, en vez de eso Seyran le templaba la piel calentando sus huesos.

Llegaron donde el trasgo había pasado a lomos de aquel lobo, nada bueno. A Belbara poco le importaban los tesoros que hubiesen reunido los trasgos, carecían de interés a priori. Sin embargo el anzano aseguró que iban en la misma dirección en que se encontraban las ruinas.

-¿Estás seguro de que se dirige hacia las ruinas?- quiso asegurarse mientras se ponía de puntillas para tratar de ver el mapa que tenía el mago.

-No tengo ningunas ganas de toparme de nuevo con la horda de trasgos...claramente hemos perdido muchos hombres y nuestro grupo es pequeño. Pero que se instalen en aquellas ruinas es del todo inaceptable- mil veces prefería que entrasen junto a ella aquellas dos semielfas, por más que por sus venas corriese sangre de aquellos traidores de orejas picudas.

-Esa ciudadela es sagrada para los míos, es de vital importancia para mí y mis hermanos de Fe- confesó al fin a Aenifer y Valyëvan. Tal vez así alcanzasen a comprender por qué su grupo había sido poco bien recibido por los enanos. Tal vez así su parte humana les llevase a ser respetuosas con las ruinas que buscaban.

-Pocas opciones tenemos- volvió a dirigirse a Tarkhan -Más nos vale ser cautelosos-

Me alegraba el esfuerzo de Yoon por sobreponerse a todo lo que habia pasado pero dudaba de que realmente estuviese aunque eso quedo de lado cuando menciono a Alex. Tampoco tenia sentido no ser sincera, ahora que era un nuevo dia, Alex formaba parte de lo que habia sido su vida pasada, pero era eso... pasado.

Determinada a sobrevivir y a ayudar al nuevo grupo a salir de alli hice un gesto de cariño a Yoon sacudiendole su cabello.

- Alex y yo fuimos pareja... fuimos hombre y mujer en otra vida mucho tiempo atras, la vida nos separo y ahora nos encontramos de nuevo hace un par de semanas, tal vez podriamos haber retomado lo que teniamos, no lo se... y supongo que nunca lo sabre, pero al menos pudimos estar juntos de nuevo. Termine con trizteza.

Mi interes con las ruinas habian cambiado y sabia que Valy realmente solo estaba alli por mi y eso me hacia sentir mas culpable de aquella estupida expedicion. Todo lo que habia perdido por nada. Tal vez incluso nunca volveria a casa, pero aun podia hacer algo bueno.

Me acerque a la enana de barba roja.

- Mi amiga y yo no tenemos interes en vuestras reliquias, ni sitios sagrados, entiendo que es un lugar importante para ti y lo tuyos y tal vez hasta te envidio por tener un lugar que te reclame y sientas que debas proteger, si esta plagado de trasgos nada me dara mas placer que ayudarte a limpiarlo y despues podremos partir en paz.

Ahora solo faltaba que continuaramos nuestro camino hacia aquel lugar sagrado.

Aen había cambiado.

La desaparición de Alex no solo le había dejado una huella que sin duda, no se cerraría en mucho tiempo, sino que también parecía haberle hecho valorar sus prioridades. Sentí en su mirada que se preocupaba por mí, que le importaba, y eso me hizo devolvérsela con idéntico sentimiento.

Me acerqué a ella y la abracé. A pesar de nuestras diferencias, nunca había dejado de quererla. Siempre sería mi amiga, pasara lo que pasase, e incluso me sorprendí pensando y deseando que Alex volviese, porque no podía soportar el dolor de Aen. Era como si una lanza atravesara mi propio corazón.

Con sus palabras dejó claro que los motivos para ir hasta allí ya no existían, lo cual era perfectamente entendible. Todos habíamos perdido mucho en aquel viaje, así que nuestros objetivos habían cambiado y nuestras vidas ya no serían nunca igual.

En realidad, en esos instantes solo importaban dos cosas. Salir con vida... y sacar cuanto pudiéramos de aquel viaje, aunque solo fuese el amargo sabor de la venganza. Eso valía para mí, desde luego.

Yo solo quiero matar trasgos. Si consigo algo de dinero antes de regresar, mejor todavía, pero como dije una vez, ahora mismo no es el momento de peleas. Vamos a las ruinas, hagamos lo que tengamos que hacer... y ya veremos después cómo resolvemos nuestras diferencias, si es que todavía las hubiese. Pero ahora, no podemos perder tiempo. Partamos.

Tarkhan se tironeó de los bigotes gatunos en un gesto pensativo.

—Es bastante probable que allá donde vamos tengáis la ocasión de matar muchos trasgos. Intercederé por vosotros ante la Thogsi Feyrya si está en la ciudadela como pensamos para que vuestro valor y habilidad con las armas no quede sin recompensa.

Asintió en dirección a Valyëvan.

—Es hora de partir.

Como me hiciste reir.

¡Pensaba que nadie más en la partida había usado Avast en la época de esa señora!

El grupo comenzó a seguir las huellas dejadas por los lobos. Más lo hicieron por inercia que por iniciativa propia, pero al final, todos llegaron a la conclusión de que llegado a aquel punto, no podían volver atrás sin hallar aquellas ruinas que habían venido a buscar por muy distintos motivos. Fuera como fuera, su futuro estaba ligado a la fortaleza que otrora fuera dirigida por el gran Brook Barba de Hierro. Ahora solo les faltaba descubrir si las leyendas acerca de aquellos salones eran ciertas o si simplemente eran mera superstición.

El camino que seguían las pisadas discurría a lo largo de un estrecho valle entre las montañas que tenían a su alrededor. Aquel estrecho camino ascendía de forma constante volviéndose más abrupto con cada kilómetro recorrido. Finalmente, el camino se volvió horizontal, empezando a descender hacia una depresión con forma de cuenca, que parece haber sido excavada en las colinas circundantes. La llanura no tiene el aspecto de ser una formación natural, aunque a priori no sabéis muy bien a que puede ser debido. No obstante, Belbara cree que sin duda alguna aquel valle es sin duda alguna, los restos de un gran cráter.

El grupo había dejado atrás el conocido Valle de lo Trasgos. Ahora se encontraban en un nuevo valle de mucho menor tamaño y mucho más recogido. Los árboles que allí creían eran altos y robustos y el suelo estaba cubierto de matorral. Tan solo un pequeño sendero que circulaba entorno a las montañas de más al oeste rompía con la idea de que aquel lugar llevaba tiempo sin ser explorado. Altísimas montañas se elevaban muchos metros hacia el cielo a ambos lados del valle dejando a los visitantes una impresión de majestuosidad. 

Tuvieron muy pronto la impresión de que se hallaban en un lugar secreto, que de no haber sido gracias a la aparición de aquel jinete de trasgo, muy difícilmente hubieran accedido nunca. El acceso a aquel recóndito lugar no era complicado para un pequeño grupo, pero si para gente que portase caballos o carretas, por lo que de hallarse en aquel valle una fortaleza enana, difícilmente se hubiera podido nunca llegar a comerciar con ella, aunque para repeler un ataque o fortificare, era el lugar ideal, de eso no cabía duda.

De pronto escucháis un fuerte aullido. Un sonido atronador y temible que identificáis como un enorme cuerno de guerra. Parece proceder de lo alto de un pico que tenéis hacia el oeste. Al alzar la vista no veis nada en particular que os ayude a determinar quien o donde están soplando aquel instrumento, aunque una inspección más minuciosa podría ayudar. Cierto es que si acaba de sonar un cuerno de guerra, igual lo más conveniente es salir de allí cuanto antes...

Finalmente, nos pusimos en marcha y seguimos las huellas. Volver atrás no era una opción, por mucho que quisiéramos, tanto Aenifer como yo, hacerlo, visto el enorme fracaso que habíamos conseguido en aquel viaje. Yo marchaba detrás de ella, siguiendo cada uno de sus movimientos, que sentía como pesados, forzados por la situación y, sobre todo, llenos de resignación.

Eran los mismos que había visto hacer en una batalla a aquellos que estaban más cerca de aceptar la muerte que de dejarse arrastrar por la vida y que no confiaban en volver de nuevo a sus casas.

En aquel momento, si es que todavía era necesario algo más para convencerme, me dije a mí misma que pasara lo que pasase, ella volvería. Yo estaba allí porque ella había venido, por lo que no podía flaquear ahora. Debía asegurarme de que regresaba. Mi vida como guerrera implicaba una muerte próxima. Ningún guerrero moría en su cama, sino que buscábamos nuestro propio final, como Eli. Él era ahora mi espejo y Aenifer, el medio, llegado el caso.

El valle se hizo más angosto, hermoso en su paisaje, pero terrorífico para cualquier ejército que pasara por allí, al ser el luegar idóneo para una emboscada, pero eso y la pendiente, nos mantenía activos; impedía que nuestras mentes recordasen nuestro dolor y se concentrasen en superar lo que teníamos delante.

Cuando finalmente alcanzamos una llanura, Belbara la identificó rápidamente como un gran cráter.

-El camino hacia el infierno -comenté con una sonrisa -. Si alguna vez queremos llegar hasta él, este podría ser un buen lugar desde el cual empezar el viaje.

No lo decía simplemente porque de verdad, aquel fuese el camino que nos llevase hacia el mundo del fuego y los horrores, sino porque en aquellos valles habíamos encontrado el dolor y la derrota. Sí, parecía como si ya hubiésemos iniciado aquel camino y cada vez se encontrase más cerca.

Finalmente, seguimos lo que era un sendero que serpenteaba entre las montañas. Nos rodeaba el paisaje más hermoso que habíamos visto jamás, pero también, un lugar recóndito y oculto, de difícil acceso y por tanto, que debía conducirnos a una fortaleza de algún tipo porque si yo tuviese que construir una, sería allí, y en ningún otro lugar, en donde lo haría.

Cuando escuchamos el cuerno de guerra, todos nos detuvimos en seco. ¿Nos habrían visto? O sería simplemente la llamada a la guerra y pronto nos encontraríamos engullidos por todo un ejército.

Por puro instinto me eché a un lado del camino, en un burdo intento de ocultarme, sabiendo que desde cualquiera de los picos, los vigías podrían vernos, si es que estaban mirando. Pero... ¿había alguien realmente vigilándonos?

-¿Alguien ve algo? -pregunté a los demás.

—No tengo prisa en ir allí —fue la sucinta respuesta de Tarkhan a Valyëvan, con una sonrisa gatuna.

Pero todo tipo de chanza se disolvió con la llamada del cuerno. Una llamada a tropas. ¿Pero de quién? ¿De otra horda que matase, de nuevo a la mitad de la compañía? Sería la tercera vez desde que empezara el viaje, y Tarkhan empezaba a estar cansado de huir como una rata. 

El anzano agarró a Yoon y la colocó a su lado mientras escudriñaba el horizonte.

Salir de aquellas montañas se habian antojado agradable. Al menos ya no tenia tanto frio y el sentido de culpa iba quendado atras por una nueva yo mas determinada. Agradecia enormemente la compañia de Valy, sin ella todo este viaje hubiese sido imposible.

Llegado al valle trate de hablar un poco mas con aquella curiosa y temperamental enana. Belbara entendia que era su nombre, y entre tanto y tanto le pregunte sobre la solemnidad de aquellas ruinas, tanto para darle credito a sus palabras queria entender la importancia de aquellas ruinas para ella y su pueblo y tal vez encontrar algo de empatia con esta mujer.

Una vez mas adentro, mientras no cubria el secretismo de aquel lugar que parecia inexplorado nuevamente la sorpresa nos acompañaba.

Otro cuerno de batalla y sin duda algo mas estaba delante de nosotros pero al parecer aun estabamos a salvo. Teniamos que asegurarnos de seguir asi. Salte a la primera rama de un arbol que vi para tratar de identificar que nuevo dilema tendriamos que enfrentar.

Los matorrales hacían que la marcha fuese más lenta, pero eran mil veces mejor que la nieve a ojos de la enana. Aquel valle era hermoso, peligroso porque estaba rodeado de montañas y colinas, lugares elevados que les dejarían en una posición nada ventajosa si la cosa se ponía fea de nuevo. Ya habían topado con dos ejércitos, en ambas ocasiones habían tenido que salir huyendo. Pocos eran los que quedaban en pie y Belbara dudaba de que saliesen con vida de otro encuentro similar.

Admiraba aquellos enormes árboles la naturaleza salvaje y casi virgen que se descubría ante ellos. Pero también le causaba inquietud, añorando la seguridad de las paredes de roca de una ciudadela enana. Era inevitable pensar en el hogar, y en cómo estaría allí, comiendo, descansando y brindando con sus hermanos. Pero ya no estarían todos, ya no sería como antes de partir nunca más.

Entonces sonó el cuerno. Un cuerno de guerra. Trató de descubrir de dónde provenía y de si se trataba de algún tipo de cuerno que ella pudiese reconocer.

-¡atentos!- dijo al grupo declarando de nuevo una obviedad.

¿Caería sobre ellos una lluvia de flechas? Buscó con la mirada algún lugar cercano que pudiese ofrecerles cobertura.

Aenifer y Valyëvan pronto localizaron el lugar del que procedía el sonido del cuerno. Estaban convencidas de que aquel pavoroso sonido no había sido producido por hombres bestia, ni por trasgos, sino por la propia montaña. Observaron que en la parte superior del valle, en los más altos picos de las montañas y en especial en una situada hacia el noroeste de su posición, se había levantado una gran ventisca que golpeaba contra las montañas. Era entonces cuando sonaba el cuerno de guerra. 

Muy posiblemente, debido a un fenómeno natural que debía ser único, o quizás a la antigua ingeniería enana, cuando los vientos soplan en una dirección determinada, el paso del aire a través de las cavernas que allí se encontraban, creaban el efecto de un atronador y temible sonido parecido al de cuerno de guerra. Dicho sonido se podía escuchar a muchos kilómetros de distancia, con lo cual se convertía en una gran arma para luchar contra invasores, que temerosos de un ataque, sin duda se pensarían dos veces seguir avanzando en busca de... lo que buscasen.

De los cinco, Belbara parecía ser la única que no alcanzaba a ver la posible conexión entre el viento, la montaña y el sonido el cuerno de guerra, aunque sus otros compañeros parecían bastante convencidos de ello. Lo que si sabía aquella enana, sacerdotisa de Brook, era que la fortaleza donde Brook fundó su imperio enano, muchos siglos atrás, recibía un sobrenombre, "La Fortaleza del Cuerno", y eso empezaba a tener bastante sentido en esos momentos.

Aquella montaña no dejaba de sorprenderme y al parecer tenia una idea muy erronea acerca de los enanos, con todo lo que veia a cada dia mi respeto hacia ellos iba en aumento.

Y al parecer estabamos fuera de peligro.

- Por lo que parece es un sistema bastante ingenioso, ojala pudiese ver como lo hacen....

Tras explicarle a los demas lo que habiamos visto Valy y yo estaba claro que podiamos continuar aunque tendriamos cuidado, sin duda.

- Creo que estaremos bien, pero mantengan los ojos abiertos por si acaso.

La tensión se ausentó de la mano de Tarkhan y dejó de apretar a la niña contra si en un ademán protector. Asintió en dirección a Aenifer: él también creía que, por ahora, estaban a salvo. 

—¿Qué te parece, Yoon? ¿No es ingenioso? —dijo el Gato Sonriente sonriendo y arrodillándose junto a la pequeña—. Cuando lleguemos a la fortaleza quiero que tomes notas sobre todo lo que veas. Al Maestro O le maravillará el sistema. 

¿Sabéis de dónde viene que mi pj vaya con una niña aprendiza?

Veréis: en la primera partida que me dirigió este hombre, mi PJ era una suerte de cazador de monstruos, muy parecido a un Brujo a lo Geralt de Rivia pero en mago puro. El caso es que después de matar a un gigante de las colinas con diarrea, fui a cobrar mi recompensa y me dijeron que no tenían dinero para pagarme (de ahí que siempre le recrimine a Ank que no nos da tesoro). Como no pensaba que el DM se saliera con la suya con facilidad, les pedí llevarme a una niña del pueblo como aprendiza y Ank me siguió la corriente. De modo que la niña me acompañó durante el resto de la aventura... que trataba de una fortaleza enana asediada de orcos.

Cuando me planteó esta partida, con todas sus similaridades con aquella, supe que tenía que traer a la niña de vuelta. Y hasta aquí la historia del abuelo cebolleta xD.

Belbara arrugaba la nariz en una mueca de cierta disconformidad al escuchar a sus compañeros diciendo que no se trataba de un cuerno, si no de una especie de gruñido emitido por la propia montaña.

A la enana barbuda le gustaba más creer que pudiese ser el cuerno enano del ejército de Feyrya. Pero no valía de nada aferrarse a las fantasías. Fuese como fuese lo que parecía cierto es que no había un peligro inminente, y recordando las leyendas decidió que aquel cuerno lo había tocado el mismísimo Brook para guiarles en su viaje.

-Estais de suerte- dijo ceremoniosa a las dos semielfas -Parece que Brook os dejará entrar en su morada-

Y es que eso era un verdadero honor. Mas corriendo por las venas de ambas sangre élfica. Belbara asintió haciéndose el símbolo de Brook en el pecho, pues su señor había visto lo bueno del grupo y estaba de acuerdo en seguir todos juntos.

-Debemos seguir el sonido de ese cuerno, pues la fortaleza de Brook era conocida como la fortaleza del cuerno. Es una señal divina, os pongáis como os pongais- y no dio pie a réplicas, emprendió el camino de nuevo sin querer escuchar nada de que aquello no había sido cosa de su dios, si no de un fenómeno natural

Nunca había creído en señales divinas y no iba a empezar ahora. Debía reconocer lo imaginativo del método, pero no por ello iba a cambiar de opinión, regresar por donde había venido o empezar a imaginarme cosas que no existían. Respetaba a la enana por su tenacidad y destreza en el combate, pero sus creencias no significaban nada para mí.

Sin duda has recibido más daño del que había pensado, enana, si piensas que es obra divina, pero no seré yo quien te convenza de lo contrario y caminaré a tu lado ahora y durante la lucha-le dije, uniéndome a ella en dirección al sonido y a nuestro objetivo.

Cada vez estábamos más cerca, lo presentía, no solo porque fuese consciente de que físicamente nos estábamos acercando, sino porque notaba en mis huesos el la proximidad de la guerra y la muerte. Esa era una sensación que difícilmente se adquiría en algún otro lugar que no fuese el campo de batalla y no esperaba que nadie más lo entendiese.

Ni siquiera Aenifer.

Giré la cabeza para mirarla. Caminaba erguida, aparentemente entera, pero rota en su interior, como sabía. Era una luchadora, pero hasta cuándo.

El sonido de cuerno procedía de lo alto de la montaña. Se trataba de un lugar extraño para construir la entrada de una fortaleza, pero no tenían otra pista de por donde seguir avanzando en busca de la fortaleza enana. En un momento como aquel, Alex hubiera sido de gran utilidad, pues encontrar un sendero o una pista en el suelo que les indicara por donde seguir avanzando, no les estaba resultando algo fácil de conseguir. No obstante, no se detuvieron y se pusieron inmediatamente en marcha.

Con la única pista del sonido que ejercía la montaña, empezaron a buscar de oídas la entrada de la supuesta ciudadela enana. Algo que si tenían claro era que quedarse estáticos podía ser peligroso, pues detectaron actividad en la zona. Restos de hogueras, un trozo de cuero desprendido de alguna armadura, pisadas tanto de animales como de botas y desperdicios como peladuras de fruta o huesos de animal tras ser cocinados. Fuera como fuera, había actividad en toda aquella región, de eso estaban seguros.

Finalmente, tras varias horas tratando de encontrar alguna pista de como ascender de manera más rápida y segura a aquella montaña, observaron, medio tapado por la maleza, lo que parecía un antiguo sendero. Una carretera empedrada al que faltaba la mayor parte de los adoquines y que no obstante, era muy estrecha y que difícilmente hubiera servido para transportar hacia la cubre de la montaña ningún tipo de carruaje, carro o carreta, pero que no obstante, allí estaba.

Decidieron ascender a través del mismo, pues al fin y al cabo no tenían otra pista que seguir y parecía que aquel camino conducía a la cima de la aulladora montaña. Ascendieron durante varias horas sin demasiada dificultad. No obstante, a medida que subían, el viento era cada vez más violento y helado y debían ir con cuidado de que con una corriente no perdieran el equilibrio y se precipitaran acantilado para abajo.

Pues... cuando quisieron darse cuenta, se encontraban en avanzando por un sendero muy estrecho que bordeaba un acantilado y prácticamente no tenían ni cuarenta centímetros para poner los pies. Desde allí arriba podían contemplar todo el valle con bastante claridad. El paisaje era realmente impresionante y lo cierto era que, desde allí arriba se podía contemplar toda la zona incluyendo la entrada al valle desde la que habían accedido. Sin duda ese era un punto de vigilancia perfecto. 

Entonces se toparon de frente con un derrumbe. Una gran roca bloqueaba el paso para seguir ascendiendo hacia la cima. Bordearla era algo peligroso, pero era posible. Retirala del camino tampoco parecía imposible, aunque deberían emplear gran fuerza bruta y no sabían si al movilizarla podría ocasionar un nuevo derrumbe aún más peligroso al encontrarse ellos en el sendero. No obstante, si querían seguir ascendiendo hasta la cima, debían tomar una decisión.

Tarkhan se quedó pensativo unos instantes, mesando su barba de chivo. 

—Tengo una idea, a ver qué os parece —dijo al fin—. Puedo hacer crecer a Valyëvan, hasta hacerla tan grande y fuerte como un ogro. Entonces ella nos aupará a la parte superior de la piedra para que no tengamos que trepar. Una vez arriba, sólo tendríamos que deslizarnos con facilidad hacia el otro lado. 

Sacó una cuerda de su mochila.

—Tomad, atad esto a vuestra cintura para estar todos unidos y minimizar los posibles riesgos. 

A continuación señaló sus botas.

—También te prestaría mis botas, Valyëvan. Cuando todos estemos al otro lado y sólo quedes tú, podrías ponerte mis botas y concéntrate en pasar al otro lado. Serías teleportada a nuestro lado por la magia de la botas sin arriesgarte a que tu nuevo peso haga deslizarse la piedra. ¿Os parece un buen plan?

Llevo varios días pensando y no se me ocurre nada mejor con los recursos que tengo.
 

La sugerencia del mago era un tanto increíble, pero por lo demás, bastante práctica. No le tenía miedo a nada, incluido a que practicara sus artes sobre mí, si con ello, conseguíamos sobrevivir.

A mi entender, aquellos "atajos" no eran demasiado honorables. Siempre había luchado contra todo aquello que no surgía del propio honor, y no había honor si la vida no estaba en juego. Pero en aquella situación, no estaba pensando en mí, sino en Aenifer. Tarkham no debía demostrarme su valor porque ya lo había hecho en batalla y yo no debía juzgarle mientras que mi amiga, debía sobrevivir. Así que no tuve ningún reparo en aceptar la propuesta.

-Adelante. En lo que a mí respecta, puedes hacerlo. Os llevaré arriba sin problemas y así estaremos bastante más descansados, y pasaremos menos tiempo expuestos.

Belbara miró a Tarkhan con una mueca estúpida. No podía saberse si acaso estaba fascinada, incrédula o si alguien se había tirado un pedo y le llegaba el olor.

Hasta tal punto llega la vagancia del mago.

Pensó para si misma. Jamás había temido la roca, pero seguramente no sería precisamente ella la mejor escaladora del grupo, así que cerró la boca y aguardó a ver si la semielfa accedía.

Después se mesó la barba como si meditase sobre algo muy importante y complicado, y al fin se pronunció.

-En todo este plan hay algo que no me cuadra- y volvió a pensar con la mirada perdida en el infinito. Tras unos segundos siguió:
-¿Qué número de pie calzas Tarkhan? Porque si haces a Valyëvan grande como un ogro... ¿seguro que podrá ponerse tus botas?-

A Tarkhan le hizo gracia el razonamiento de Belbara y sonrió.

—Tienes razón, pero no es ningún problema: puedo deshacer el conjuro a voluntad. Ya sabes como van estas cosas, ¿no? 

El anzano terminó de quitarse una bota y se dispuso a quitarse la segunda.

—Prefiero que se teleporte a que escale la roca, de todas formas, aunque recupere su peso normal. Es más seguro. A menos que sea una escaladora excelente, cosa que sería extraordinario porque los vovits viven en la tundra, no en la montaña.

El mago miró a Valyëvan para que confirmara o desmintiera su teoría.

—¿Alguna duda más?