Partida Rol por web

El trasgo que Valyëvan tenía delante, atacaba de forma enloquecida blandiendo su hacha a diestro y siniestro. Estaba enfurecido y parecía desquiciado. No podía parar de reír y su risotada se incrustaba en la cabeza de la vovit como cuchillos afilados. Aquella risa podía ser lo último que escuchar antes de morir, pues de hecho, su muerte estaba muy próxima. 

- ¡Jajajajajaja! - Reía como un demente y su risa se incrementó cuando uno de los ataques le alcanzó en el torso a la norteña.

El ogro fijó su objetivo en Aenifer. Portaba una enorme clava que alzó por encima de su cabeza, descargando un poderoso ataque contra la joven. La clava iba directa a aplastarla, pero en el último instante, Aenifer se hizo a un lado para que ésta tan solo le golpease de refilón. Sin embargo, el golpe siguió siendo terrible y causó severos traumas en el cuerpo de la vovit.

- ¡No salkdris vikvos deaki! - Le dedicó una palabras en un imperfecto común a la pícara.

Yoon-Shun apuntó con su ballesta en dirección al enorme ogro. Era un objetivo enorme. No podía fallar. Apunto a la cabeza y disparó. El virote voló directamente hacia la nuca de aquella mole, pero en el último instante se agachó de pura casualidad y tan solo le causó una leve rozadura a la altura del cuero cabelludo.

- ¡Maldición! - Gritó Yoon que ya veía un enemigo abatido.

Mientras tanto, los trasgos continuaban tratando de moverse entre las hebras de la telaraña, pero les estaba resultando muy difícil, lo que era un alivio para los intrusos, pues de verse rodeado por toda aquella maraña de trasgos, difícilemente saldrían con vida de aquella.

Los ataques de ambas criaturas habían sido fatales. El hacha de aquel maldito trasgo que tenía delante, me habría cortado en dos, de no ser por la protección que llevaba, pero eso no impidió que se clavara en mi carne y que sintiese con claridad como mi vida se escapaba rápidamente de mi cuerpo, a medida que mi propia sangre se deslizaba por mi costado y mis piernas.

Muchas veces había sido herida en el combate, muchísimas más de las que podía recordar, y en una buena cantidad de ellas, había pensado que me encontraba en mi hora final. Jamás había especulado con la muerte, ni tampoco con la vida. Sabía que conllevaba el riesgo, al igual que me sentía en paz conmigo misma al saber los motivos por los cuales la arriesgaba.

En este caso, siempre había sido por Aenifer y jamás por nada más.

Eso me hacía ver mi futuro siempre con una sonrisa de satisfacción, aunque al mismo tiempo, no dejaba de preguntarme qué sería de ella, y si la volvería a ver, sentada al lado de los dioses.

El dolor del golpe hizo que me doblara, y me impidió esquivar el siguiente, que recibí en mi espalda. Ignoro como logré no partirme en dos al impactar contra ella, pero lo que sí tuve es que agacharme y colocar ambos brazos en el suelo para no caer desplomada.

El sabor de la sangre era, en mi caso, equivalente al olor de la muerte, pero todavía había vida en mí y mientras fuese así, continuaría luchando, hasta que me la arrebatasen.

Apretando los dientes y contrayendo los músculos de mis brazos, lancé un último y desesperado ataque que impactó de lleno en el trasgo, aunque no fui capaz de volver a darle, exhausta, vencida por fin y claramente derrotada.

A mis pies había un charco de sangre que yo misma estaba formando y sabía bien que con el siguiente ataque, sería mi final, así que simplemente, bajé los brazos, y esperé el golpe definitivo.

Tarkhan terminó por fin el poderoso encantamiento que había estado recitando , y a la espalda del ogro apareció un simio tan grande como él, que aporreó con fuerza sus espalda antes de lanzar un rugido sobrenatural declarando su supremacía y dominancia.

El anzano no se detuvo y con la frente perlada de sudor por el esfuerzo, trazó un nuevo y rutilante conjuro con las manos. El aire pareció ondular un momento, como un espejismo en el desierto, y explotó en una lluvia de chispas cegadoras.

—¡No bajes los malditos brazos! —le ordenó a Valyëvan—. ¡Eres una orgullosa guerrera norteña, maldita sea, y ellos son escoria!

Manolito (un simio infernal) aparece en c8-d9 y le hace un ataque completo al ogro. Crítico confirmado, fallo, fallo. Daño: 14.

Tarkhan lanza Partículas Rutilantes (TS Vol CD 17 a todas las criaturas en el área o quedar cegados):

Fiendish ApeCR 3

El trasgo quedo cubierto por una nube de partículas doradas que brillaban con gran fulgor. No sólo él quedó cubierto por dicha extraña nube, sino que también fueron muchos de los suyos los que acabaron cegados por dicho efecto mágico. Bolgka lanzó dos hachazos sin poder ver nada. Había quedado cegado. Por suerte Valyëvan no recibió impacto alguno, podría seguir viva un rato más al menos.

- ¡Hak zul nats hûm azt! - Gritaba desesperado aquel ser.

El trasgo quedo cubierto por una nube de partículas doradas que brillaban con gran fulgor. No sólo él quedó cubierto por dicha extraña nube, sino que también fueron muchos de los suyos los que acabaron cegados por dicho efecto mágico. Había quedado cegado y combatir contra un ciego conllevaba ciertas ventajas. Igual ese no sería el último día sobre Gea de Valyëvan.

- ¡Hak zul nats hûm azt! - Gritaba desesperado aquel ser.

- ¡Puto mago de mierda! - Gritaba desesperado aquel ser.

Por un instante me quede maravillada viendo aquella aparicion para luego continuar con mi ataque. Me dolia el cuerpo por el golpe que tenia, pero no era el momento de revisarme, habia que acabar con esta lucha.

El golpe que Aenifer le profirió al otro fue brutal. Era evidente que aunque ella prefería atacar a distancia, donde era realmente letal era en el cuerpo a cuerpo. Igual debería explorar más aquella faceta, aunque todo dependería de si sobrevivía, pues al fin y al cabo estaba a un nuevo golpe de ir a reunirse con los dioses.

Por suerte el conjuro cegador de Tarkhan y la telaraña seguían manteniendo a raya a la mayor parte de los seres allí congregados. Unos no podían ver y otros no podían moverse, por lo que las tornas acababan de cambiar de nuevo.

Estaba en plena carrera cuando de pronto un monstruo surgió de la nada, una especie de mono gigante del averno, aquello le hizo detener su avance por un segundo, pero al ver como la bestia infernal cargaba contra el ogro decidió seguir adelante. ¿sería cosa del mago? ¿debía confiar en que el enemigo de mi enemigo es mi aliado? Lo único cierto era que si no actuaban rápido la semielfa pelirroja estaba perdida, debían sacarla de allí cuanto antes y ver hasta dónde alcanzaban la gravedad de sus heridas.

Belbara buscó un hueco también para atacar al enorme ogro, parecía el enemigo más peligroso y había que derribarlo cuanto antes.

Empuñando su hacha lanzó un grito al tiempo que su brazo descendía para hendir el filo en las carnes de aquella mole.

El líder de los trasgos, cegado como estaba, comenzó a lanzar hachazo a diestro y siniestro sin ton ni son. Por suerte, Valyëvan pudo esquivarlos todos sin demasiada dificultad. La magia de Tarkhan les estaba salvando la vida, pues cualquiera de aquellos impactos, de haber golpeado sobre su cuerpo, no lo hubiera contado.

Sin embargo, quien no tuvo la misma suerte fue la pobre Aenifer. Tras hincar con saña su estoque en el cuerpo del ogro, éste se dio rápidamente media vuelta para asestarle un formidable golpe con su gran clava en el costado. Aenifer notó como las tachuelas que sobresalían de aquella rudimentaria y enorme arma penetraban en su piel rasgándola y entonces nada...

Aenifer cayó al suelo. Inconsciente. A partir de ese momento todo lo que pudo ver y sentir la joven vovit, fue la más absoluta nada...

- ¡Jajajaja! - Rió el ogro. - ¡Unah moska menoz! 

Yoon-Shun vio como Aenifer era derribada brutalmente. La niña, preocupada por la vovit no pudo hacer otra cosa que correr en su auxilio. Agarró una varita que portaba en su cinturón y la posó sobre el cuerpo de la caída. 

- ¡Najika ghâ'u! - Dijo en anzano. 

El cuerpo de Aenifer se iluminó de con una luz dorada y sus heridas comenzaron a sanar rápidamente. La vovit recuperó la consciencia al momento, aunque seguía en el suelo y a merced del ogro.

- ¡Vamos Valyëvan! - Gritó la niña. - ¡Acaba con él!

El trasgo que había logrado salir de la zona de la telaraña y había evitado quedar cegado por las partículas rutilantes, al ver como Aenifer caía, corrió hacia Valyëvan por tal de acabar con ella, quien en esos momentos, junto al simio gigante, eran las mayores amenazas bajo su punto de vista.

Descargó un fuerte mazazo contra la bárbara y el golpe impactó en su costado. La mayor parte del daño lo absorbió la armadura de la norteña, pero no obstante, sintió dolor. Posiblemente hubiera afectado a alguna de sus costillas. Lo que estaba claro era que el tiempo se les acababa, al menos a ella y a su gran amiga Aenifer.

El simio infernal se aporreó el pecho en señal de desafío, pero fue todo lo que aporreó de momento, pues el ogro esquivó todos sus ataques. Alarmado por haber visto a caer a Aenifer, el anzano envió un trío de refulgentes dardos de energía mágica contra el ogro, que se clavaron con pavorosa potencia.

Cuándo había aprendido Rayo de Luna a manejar una varita de curar era algo que preguntarla más adelante, cuando no estuvieran en peligro.

Manolito falla todo.

Uso mis guantes de la noche estrellada para cambiar un rayo de debilitamiento por proyectil mágico. Daño al ogro: 14.