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[D&D 3.5] La Torre de las Almas Perdidas 2: El Plano de la L

Capítulo 11. ¿Una Nueva Esperanza?

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23/12/2017, 11:42
Billy Claxton

- No lo tengo demasiado claro, encanto. – Respondió el señor Claxton a la pregunta de Gwindra. – Supongo de dependerá del alojamiento y la cena que demandéis… - Rió a carcajadas. – ¿Veinticinco centavos? ¡Ni idea!

Entonces Bill se acercó a Gwindra hasta colocarse de lado, mirándola por el rabillo del ojo a escasos centímetros. Con su brazo derecho le agarró por encima del hombro abrazándola y acercó su fétido aliento a su oído izquierdo.

- No es conveniente que promulgues a los cuatro vientos que vas cargada de oro. – Le susurró. – Oderville suele ser un pueblo tranquilo de vaqueros y rancheros, pero también hay forajidos. La banda de Bob Clancy opera cerca del cañón rocos y sus inmediaciones y el sheriff Arpaio aún es demasiado joven e inexperto como para plantarle cara, bonita…

Fue entonces cuando Serge decidió intervenir para aceptar la tan amable oferta que aquel extrañó anciano en ropa interior les había hecho.  Nada más escuchar a aquel hombrecillo enclenque, al menos a sus inquisitivos ojos, soltó el abrazo que mantenía con Gwindra y abrió los brazos de par en par para rodear a Serge. No obstante, al verle y recordar su extraño aspecto se lo pensó dos veces y finalmente ni le rozó.

- ¿Está usted enfermo o algo? – Le preguntó mirándole con un ojo entrecerrado. - ¿A qué viene tanta venda?

Fue entonces cuando Khrovin intervino una vez más confirmando las palabras de Serge y Billy sin dejar responder a Serge se giró hacia Khorvin. Fue entonces cuando todos se dieron cuenta de que aquel hombre parecía no poder girar el cuello. Cada vez que quería dirigir la mirada en una dirección contraria a la que estaba mirando, pivotaba sobre sí mismo en vez de doblar el cuello.

- Claxton, no Draxton, Caballero… - Tras esa aclaración partieron hacia el interior del poblado.

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23/12/2017, 11:47
Director

A su paso cerca de los cuatro hombres, que por suerte ya habían logrado dominar a la bestia de cuatro patas, éstos se les quedaron mirando atónitos. No fueron los únicos, una mujer vestida con un pomposo vestido lleno de encajes y de color azul a juego con una pamela que le cubría la cabeza se quedó petrificada al verlos pasar. Una serie de tipos desocupados  vestidos con chalecos, camisas de cuatros y sombreros de ala ancha que masticaban paja y se encontraban apoyados contra lo que parecía un poste para amarrar las riendas de los caballos junto a un abrevadero, cuchichearon a su paso mientras los señalaban con sus cabezas.

Del interior de un establecimiento con un cartel que ponía “Saloon”, provenía una melodía de un instrumento similar a un órgano de un templo pero mucho más pequeño, estaba siendo aporreado por un individuo vestido con una extraña casaca con cola y un lazo en el cuello. Aquel recinto sin duda se trataba de algún tipo de tasca o posada, pues un hombre que vestía un delantal y un lazo negro al cuello se encontraba secando una copa mientras les miraba pasar atónito.

Una serie de individuos se quedaron boquiabiertos a su paso. Dos tipos vestidos completamente de negro y con sombrero, otro que lucía unos extraños tirantes que le sujetaban el característico pantalón azul que muchos de los lugareños portaban. El dueño del local salió hasta el marco de la puerta quedándose allí para ver pasar a su convecino junto  los recién llegados. Dos niños apoyados contra una valla de madera y un tercero sobre un caballo también detuvieron toda su actividad para quedar contemplando a los extraños viajeros. De todos ellos sólo el dueño del local portaba la cabeza descubierta. 

A medida que se internaban en la aldea más y más vigilados parecían encontrarse. Sin duda los bichos raros en aquel lugar eran ellos y no el resto. Todas las casas que allí se habían edificado, estaban hechas enteramente en madera y de muchas de ellas colgaban carteles, lo que presuponía que fueran negocios.

Puesta la vista en aquellas extrañas gentes que les miraban asombrados y en aquellos locales plagados de carteles, no se percataron de que ya estaban en el centro de la vía y fue Lyris quien tropezó con un extraño bache en el camino y habría caído al suelo de no ser sujetada en el último instante por Bill.

- ¡Maldici…! – Casi ni le dio tiempo a la arcana a esbozar una maldición para cuando el señor Claxton la sujetó y tiró de ella hacia atrás.

- ¡Cuidado mujercilla! – Exclamó blanco como la nieve. - ¡No ves que viene el tren! – Le amonestó.

Un sonido infernal salió procedente de una máquina metálica que se acercaba hacia ellos expulsando humo por un tubo situado en su parte delantera y que parecía tirar casi por arte de magia de una interminable hilera de vagones. Aquella maquinaria discurría sobre unos railes de metálicos colocados sobre láminas de madera que parecía que hacían de guía para el aparato. Cuando aquella máquina paso frente a ellos, un hombre vestido con una extraña gorrilla con visera azul, miró a Lyris con desaprobación y el señor Claxton le saludó tocando la punta de su sombrero.

Cada uno de aquellos vagones parecía estar lleno de mercancías y alguno de ellos incluso de personas, las cuales, pese a encontrarse en el interior de aquellas cabinas, no se habían descubierto la cabeza. Quizás fuera empezando a ser hora de comprar uno de aquellos sombreros y empezar a pasar desapercibidos entre la multitud. 

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23/12/2017, 12:14
Joe Arpaio

Para cuando el tren, como lo había denominado el señor Claxton, pasó de largo, descubrieron del otro lado a un extraño hombre mirándoles y apuntando hacia el suelo con una de aquellas extrañas y pequeñas armas que todos portaban en las fundas de sus cinturones. Un sombrero cubría su rostro y una estrella plateada enganchada a su pecho brillaba con la luz del sol. Aquel hombre se acercó a ellos haciendo resonar las espuelas de sus botas contra el suelo.

- ¿A quién me traes Billy? – Dijo aquel hombre con apariencia de estar al mando en aquel lugar. - ¿Otra vez recogiendo vagabundos? – Preguntó.

- Estaban perdidos señor Arpaio. – Dijo con algo de nerviosismo el señor Claxton. – Les llevo a mi casa. Quieren comer algo y descansar para proseguir con su viaje…

- Entiendo. – Dijo aquel hombre y entonces levantando el ala de su sombrero les miró de forma severa. – Mi nombre es Joe, Joe Arpaio, soy el shriff de ésta localidad. ¿Qué hacéis aquí, de dónde habéis salido?

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29/12/2017, 01:53
Serge Leblanc

Aquel hombre empezaba a hacerle gracia. Era simpático, como el típico tonto del pueblo que encontrabas de cuando en cuando en algunas villas. Pero lo mejor era que les acababa de dar una información bastante interesante: el oro era muy valioso allí. Bueno, siempre era valioso, pero viendo cómo hablaba Billy, cabía suponer que en ese pueblo escaseaban las monedas áureas.

Tan bien estaba empezando a caerle que ni se apartó cuando el viejo vino a darle un abrazo u otra palmada o lo que quisiera hacer antes de haber parado en seco para preguntarle por sus vendas.

 -Oh, esto… Ya, no se preocupe, no estoy malade, es sólo que no tenía más ropa que ponerme y necesitaba protegerme el corps frente a los elementos y… -bajó la voz al darse cuenta de que el viejo Billy no le hacía caso- Y no me está escuchando. Bien...

Ese hombre debía de tener problemas para mantenerse concentrado en algo concreto. Pero bueno, les iba a dar alojamiento y comida gratis así que era un defecto que se podía pasar por alto. Lo que ya no era tan pasable era la reacción que estaban provocando entre la gente del pueblo. Una cosa era atraer las miradas y otra muy distinta ser achicharrados por tantos pares de ojos. Pero la cosa no terminaba allí, claro está. Puede que ellos resultaran extraños en el pueblo, ¡pero es que el pueblo era aún más extraño a sus ojos! Casi toda la gente llevaba esos sombreros y esos pantalones azules, lo que los hacía parecer casi soldados uniformados a juego. Las casas estaban construidas de una manera y con un aspecto que Serge jamás había visto. ¿No sabían que la piedra y los troncos duraban más que eras láminas finas de madera con las que parecían estar hechas todas las paredes?

Pero con diferencia, lo que dejó boquiabierto a Serge Leblanc fue aquel enorme monstruo de metal al que llamaban “ferrocarril”.

 -Sacre bleu!

¡Era enorme! A ojo parecía tan largo como una serpiente marina, pero no estaba hecho de carne. ¡Qué diantres, ni siquiera parecía estar vivo! Era como una especie de carromato, lleno de mercancías y pasajeros y siendo conducido por un cochero. Pero, ¿qué lo impulsaba? Porque no había caballos u otras bestias que tirasen de aquel enorme armatoste.

Tan asombrado estaba con aquella cosa, que casi ni se dio cuenta de que alguien más les estaba hablando.

 -¿Eh? ¡Oh, disculpe monsieur! Eh, sí, el señor Billy dice la verdad, sólo somos viajeros perdidos que buscamos descansar algo para luego volver al camino. Yo soy Serge Leblanc, enchanté.

No sabía lo que era un sheriff, pero viendo cómo actuaba, muy probablemente fuera una figura de autoridad allí. Y si ese tipo podía meterle en la cárcel, mejor mentir y fingir ser más bueno que el pan. Al menos hasta salir de allí.

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05/01/2018, 16:49
Director

- Vuestras apariencias son extrañas. – Dijo entonces aquel hombre. – No me gustan los problemas. ¡Éste es mi pueblo y no quiero que forajidos o bandidos se acerquen a él! – Gritó malhumorado. - ¿Entendido?

- Tranquilo sheriff. – Intervino Billy. – Parecen buena gente. – Afirmó con rotundidad. – Creo que sólo quieren algo que llevarse a la boca y un lecho caliente donde pasar la noche. Mañana se marcharan al alba si usted así lo dispone.

- ¿Mañana? – Joe se rascó la barbilla pensativo. – Tienen dos días. – Dijo ahora sonriente. – Ya que van a hospedarse aquí, que dejen alguna de sus monedas en la villa. ¿No crees Billy?

El hombre que vestía únicamente con aquella extraña ropa interior de una sola pieza comenzó a reír a carcajadas. Éstas se contagiaron inmediatamente al hombre que ostentaba el cargo de sheriff, fuera lo que fuera. La expresión severa de Joe Arpaio viró a una mucho más desenfadada cuando estalló a reír y acto seguido caminó junto a Billy pasando previamente su brazo por encima del hombro de su viejo amigo.

Así mientras parloteaban, ambos comenzaron a caminar en la misma dirección que ya portaban ya antes de toparse con aquel nuevo individuo. Siguieron avanzando hacia la parte trasera del pueblo, dejando atrás algunas calles más concurridas. Además de personas vestidas con aquellas extrañas apariencias y todas ellas con la cabeza cubierta por algún tipo de sombrero, la vía estaba repleta de carretas y caballos por doquier, además de un abundante y molesto polvo que se colaba en sus bocas y en sus ojos.

Tras atravesar toda la aldea llegaron a una pequeña cabaña situada a unos quinientos metros del resto de construcciones. Se trataba de una vieja casucha junto a un cobertizo y unos establos, presumiblemente donde se guardaban caballos. En la parte trasera de la cabaña y con una montaña situada a unos pocos kilómetros en la línea del horizonte, se hallaban unos campos sembrados de lo que parecía ser maíz.

La casa de Billy estaba construida enteramente en madera, como el resto de edificios de aquella extraña comunidad. La madera había adquirido un tono grisáceo, por la falta de cuidado, no obstante del interior de la misma y a través de unas pequeñas ventanas rectangulares procedía una luz tenue que indicaba que estaba habitada y pudieron observar también que en el techo en pendiente se hallaba una humeante chimenea.

- Bueno, Billy. – Dijo el sheriff. – Creo que debo volver a mis labores diarias.

- ¿No se queda a comer sheriff? – Preguntó un sonriente Billy.

- ¡Ya me gustaría! – Volvió a reírse con ganas el hombre que ostentaba alguna clase de figura de autoridad. – Dale recuerdos a Margiorie de mi parte. – El sheriff se dio media vuelta y dio dos pasos antes de detenerse. Acto seguido volvió a encarar a los viajeros recién llegados. – Prueben el estofado, no habrán comido nada mejor en sus vidas. – Rió. – Y no quiero ni un solo altercado. – Frunció el ceño de manera inesperada antes de formular aquella última amenaza y acto seguido se marchó.

Notas de juego

Os reto a describir el interior de la casucha de Billy. 

Eso si, dejadme a Margiori a mi jeje!

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06/01/2018, 19:08
Khorvin Lluch

Aquella vivienda de madera era bastante tosca, incluso para los ojos de alguien como Khorvin aunque lo cierto era que al estar acostumbrado al mundo naval, se había habituado a ver trabajos de madera toscos pero bien acabados.

La casa  del viejo Joe, en cambio, era de todo menos bien acabada.

Las vigas del techo eran poco más que troncos rectos pelados de corteza y ramas. Los tablones que conformaban paredes y suelo estaban ennegrecidos y aún se intuía la forma del arbol del que provenían, con las curvas naturales y los ojos que en algún tiempo albergaron nuevas ramas. Toda aquella madera estaba ennegrecida por la humedad y por las lámparas de aceite que se usaban para iluminar el interior.

Los muebles no dejaban de ser trozos de arbol cortados y poco manipulados. Algunos tocones parecía que cumplían la función de asientos.

La casa tenía una única ventana y estaba abierta de par en par para aprovechar la luz diurna del exterior.

El suelo crujía a sus pies.

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07/01/2018, 12:33
Margiori Claxton

Una voz surgió del interior de una estancia contigua a la que el grupo se encontraba en esos precisos instantes. Se trataba de una voz femenina aunque poderosa y con cierto acento extraño, el cual parecía alargar las vocales más de la cuenta.

- ¿Eres tú Bill? – Preguntó aquella extraña mujer, aunque todos dedujeron que sin duda se trataba de la tal Margiori.

- ¡Si encanto! – Respondió un risueño Billy.

En ese preciso instante surgió del interior de la estancia adyacente una preciosa mujer que por sus rasgos y las puntiagudas orejas que sobresalían sobre su cabello, era sin duda de raza élfica. Sus rasgados ojos eran de un tono oscuro y su fina piel era blanca como la nieve. Sin duda aparentaba ser mucho más joven que su marido, si es que aquel vejestorio era realmente su marido. Aunque lo cierto era que, debido a la edad que podía alcanzar un elfo no era imposible que hubiera conocido a Billy en otros tiempos en los que su aspecto fuera muy diferente.

- ¿A quién me traes esta vez, Bill? – Preguntó de inmediato aquella mujer nada más ver a aquel extraño grupo. - ¿Qué te he dicho de…? Disculpen… - La mujer le habló al grupo esbozando su mejor sonrisa para acto seguido llevarse a Billy a un rincón para ponerle las cosas claras.

La mujer le dio un buen repaso a Billy durante unos pocos segundos. Ninguno de los presentes pudo escuchar lo que Margiori le dijo a su anfitrión, pero por su gesto severo y el tono con el que se dirigió al veterano hombrecillo, sin duda no le estaba agradeciendo la llegada de los improvisados invitados.

- Bienvenidos… - Dijo finalmente la mujer. – Mi nombre es Margiori. ¿Se van a quedar a cenar? 

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08/01/2018, 20:40
Khorvin Lluch

El veterano marinero no pudo más que abrir los ojos de par en par, sin disimular un ápice la impresión que le acababa de causar la exuberante chica élfica.

-Por todas las sirenas marinas, ¿acaso una de ellas ha abandonado los mares y se ha adentrado tierra adentro?

Khorvin se afanó por quitarse la arena que cubría sus ropas con un par de golpes, para luego hacer una sonada reverencia.

-Khorvin LLuch, mi señora... para servirla a usted y a su... ¿marido? ¡Sin duda hombre con suerte puesto que goza con la compañía de una muchacha que no solo rebosa belleza si no amabilidad!

Volvió a incorporarse, no pudiendo ocultar aquella expresión bobalicona que se le había forjado en el rostro desde que había visto a la chica.

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09/01/2018, 00:58
Serge Leblanc

Definitivamente aquel hombre era el equivalente a un capitán de la guardia en las ciudades de su mundo. Era la autoridad allí, la persona con potestad para encerrarlos o incluso desterrarlos si le daba la gana. Y por eso, el ladrón tenía que andarse con mucho ojo con aquel hombre. Tendría que guardarse las manos en los bolsillos mientras no supiera moverse bien por la ciudad.

En completo silencio, Serge acompañó al viejo Billy hacia su casa junto al Sheriff y sus otros compañeros. Caminaron hacia las afueras del pueblo, alejándose de las zonas más concurridas, hasta llegar a una especie de casa pequeña y cutre construida al lado de un cobertizo. Fue entonces cuando el Sheriff decidió seguir su camino para volver a su trabajo, no sin antes recomendarles la cocina de la mujer de Billy y advertirles una vez más que no se metieran en líos.

 -Pierda cuidado, monsieur. No tenemos intención de más que de descansar hasta recuperar las fuerzas para luego seguir nuestro viaje. ¡Tenga un buen día!

 Le despidió con la mano antes de entrar en la vieja casita de Billy con el resto de sus compañeros. Aquella casucha tenía que tener tantos años como su dueño o quizá más. La madera estaba vieja y gris. Seguramente tuviera también múltiples goteras o agujeros por los que se colaría el frío nocturno o las alimañas del desierto. Pero bueno, en peores sitios había parado a descansar y el olor a comida que salía del interior era bastante apetecible, así que por muy anciana que fuera la casa, sería un buen lugar para comer y echar un sueñecito bajo techo.

El ladrón entró junto al monje ex-catatónico para saludar a la mujer de Billy, la cual se había dejado oír ya. Su voz sonaba fuerte y por la mente de Serge pasó la imagen de la típica señora mayor grande y cuadrada como un armario con falda y con cara arrugada. Sin embargo no pudo evitar quedarse con la boca abierta al ver a aquella impresionante belleza asomar por la puerta.

 -Mon dieu

¡Una elfa! ¡Ese maldito viejo tenía por esposa a una de las elfas más bonitas que Serge había visto en su vida! Bien cierto era que las elfas eran todas hermosas, con rasgos delicados y gráciles, pero aquella tenía algo que la hacía especialmente atractiva. ¿Serían sus ojos como perlas de ónice? ¿O quizás su nívea piel inmaculada? Fuera como fuese, estaba claro que Billy era un vejestorio con mucha suerte.

Khorvin fue el primero en decir algo, haciendo una reverencia delante de la elfa para saludarla. Y con eso le había chafado la estrategia galante a él, que pensaba hacer lo mismo. Repetir saludo quedaría mal y besarle la mano era extremadamente malinterpretable, así que Serge tuvo que conformarse con darle la mano a la bella elfa y dedicarle una afable sonrisa.

 -Enchanté, madame. Efectivamente, su marido nos ha hablado maravillas de su cocina y nos ha invitado amablemente a comer a su acogedora casa. Espero que non seamos una molestia.

Y después de saludar se acercó a Khorvin para darle un codazo en el costado y susurrarle.

 -Compostura, mon ami. Que somos invitados aquí.

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09/01/2018, 20:10
Director

- Acomódense, pronto estará lista la cena. – Dijo aquella bellísima mujer de cabellos rubios como el trigo.

La mujer se marchó de nuevo camino de la cocina. De su interior provenía un aroma delicioso que provocó a los recién llegados un inmediato babeo, pues tras aunque cualquier plato caliente después de tanto tiempo de penuria, les hubiera resultado exquisito, ese olía de verdad de maravilla.

Nada más que aquella exuberante mujer abandonara la estancia una sonrisa de superioridad apareció en el rostro de Billy. Aquel viejecillo miraba tanto a Khorvin como a Serge esperando algo de su parte. Era evidente para ellos que intentaba encontrar en ellos cierta envidia al haber conocido a la que era su mujer.

- No lo hago tantas veces como me gustaría, pero es fogosa… - La sonrisa de Billy se hizo aún más grande. – Hace años, cuando yo era joven, mi revolver aguantaba mejor que ahora, pero lo cierto es que los años no pasan en balde para nadie salvo para ella. He tenido mucha suerte en ésta vida, si señor…

Tras aquel comentario todos se acomodaron en alguna de las sillas de fabricación tan artesanal a la espera del regreso de Margiori. Estaban tan cansados que no tenían ganas ni de hablar, tan solo de esperar las viandas que aquel extraño matrimonio les ofrecía y llenar bien el buche para por fin marcharse a descansar.

Fue en ese momento, casi a la par, cuando Serge y Gwindra se percataron de algo. Una constante desde que llegaran a aquel extraño lugar que ahora les faltaba. Una molestia que les había acompañado en todo aquel viaje que no obstante, ahora comenzaban a añorar. Lyris, la mordaz arcana que siempre tenía algo que decir, llevaba tiempo en silencio, demasiado tiempo sin hacer un comentario ofensivo pero a la vez refinado.

Podía ser que el agotamiento hubiera hecho mella en ella tanto como en el resto. Esa podía ser una causa factible de su repentino mutismo. No tenía otro síntoma extraño, tan solo que parecía haber aprendido a guardarse sus comentarios para sí misma, por lo que no le dieron mayor importancia.

Fue en ese momento cuando la elfa regresó para servir la mesa. Se acercó a una alacena toscamente construida en madera, como el resto de elementos de aquella casa y de allí extrajo todo lo necesario, colocando vajilla, copas de vidrio para todos y cubiertos sobre la mesa. Acto seguido regresó al interior de la cocina portando una humeante bandeja con carne asada acompañada por patatas y otras verduras.

- Suerte que cuando cocino lo hago para varios días. – Dijo Margiori al mostrar la gran cantidad de alimentos que había preparado. – Habrá de sobre para todos… - Se encogió de hombros. – Ya iré mañana al mercado… - Suspiró.

Notas de juego

¿Últimas preguntas y conversaciones antes de dormir?

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13/01/2018, 01:08
Serge Leblanc

Por un momento la preciosa mujer de Billy desapareció de la mente de Serge al oler el perfume que provenía de la cocina. ¿Cuánto hacía que no comían caliente y en condiciones? ¿Días, meses, años? ¿Importaba realmente? Aquella noche iban a cenar y a dormir como reyes. Lo único que lamentaba de verdad era no poder compartir el lecho con una mujer tan bella como Margiori. Ese Billy era un hombre con demasiada suerte.

Que hablando del diablo… El viejo estaba mirándoles a Khorvin y a él con una sonrisa de superioridad que no se aguantaba. Sabía de sobra el efecto que su preciosa esposa causaría en ellos. ¡Y no sólo no le molestaba, sino que disfrutaba pasándoles la mano por la cara! Vaya hijo de… Pero bueno, al menos tendrían comida y alojamiento gratis, menos daba una piedra. Eso sí, al día siguiente Serge no pensaba quedarse quietecito como un buen chico. No le había pasado desapercibida la reacción del viejo al oír a Gwindra hablando de sus monedas de oro. Si el oro era realmente valioso allí, tal vez pudiera pagarse algo de ropa nueva acorde con la moda del lugar, una comida de lujo en un buen restaurante y una aterciopelada fulana en el mejor burdel de la ciudad. Sí, vivir a cuerpo de rey, aunque sólo fueran un par de días sonaba estupendamente. Sobre todo teniendo en cuenta que era su primer respiro de verdad desde que comenzó aquel infierno. Y durante el tiempo que les durara, Serge Leblanc pensaba aprovecharlo todo lo que pudiera.

Pero eso eran planes para el día siguiente. Ahora estaba la deliciosa cena y la agradable compañía de Billy y su esposa.

 -Eres un bâtard con suerte. Si yo conociera a una mujer tan encantadora como tu Margiori, puede que me planteara dejar de ser soltero de une buena vez.

Tras decir aquello se rio y le dio una palmada en la espalda a su anfitrión.

 -Por cierto, ¿sabes dónde hay un lugar honnête en el que cambiar un poco de oro por dinero contante y sonante? Necesito ropa nueva y no me importaría ir a visitar el ville y todo lo que ofrece. -miró a sus compañeros- Y si vous queréis acompañarme, no os diré que no. Un cambio de imagen no nos vendría mal para no destacar tanto entre la multitude.

Que hablando de destacar… Algo había estado pareciéndole extraño desde hacía un rato, aunque no había sabido concretar el qué. Hasta que cayó en la cuenta: Lyris se había callado la boca. Y durante un buen rato ya además. ¿Acaso la catatonía del monje había pasado a su compañera? Sinceramente, Serge esperaba que no. Necesitaban sus conjuros y conocimientos para sobrevivir en aquel plano infernal.

 -Lyris, ¿te encuentras bien?

Pero antes de que le contestase, la esposa de Billy llegó con la cena.

 -Ah, merci beaucoup Margiori. Y no te preocupes por la compra de mañana, si podemos cambiar algo de lo que llevamos por dinero, gustosamente te ayudaremos con los gastos de esta dîner.

Que ya les saldría más barata que una posada, eso seguro. Así quedarían bien a buen precio. Win-win.

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17/01/2018, 12:19
Khorvin Lluch

-Buena pitanza, hermosa compañía y buen cobijo, ¿que más se puede pedir, pardiez?

El barbudo guardia asintió para si. Estaba orgulloso de aquella aseveración tan exacta que acababa de hacer.

-Disculpad la extraña habla de mi compañero, tengo entendido que es extranjero o algo así. se mesó la barba- Por eso  no se le entiende tres de cada cuatro palabras que suelta, pero quitando eso, es buena gente, ¿verdad?- dió una buena palmada en la espalda de aquel que hacía pocas horas que conocía pero que. al parecer, ya gozaba de su completa confianza.

Era curioso pensar que una persona tan confiada pudiese haber ocupado el trabajo de guardia en algún momento de su vida.

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18/01/2018, 15:54
Director

Margiori sonrió ante la insinuación de Serge. Desde que habían llegado a la casa de los Claxton, los componentes masculinos de aquel extrañó grupo de extranjeros no paraban de piropearla de forma más o menos educada y no podían apartar la mirada de ella. Aquella mujer de raza elfa parecía acostumbrada a ello, pues aunque no parecía hacerle demasiada gracia ninguno de aquellos comentarios, sonreía ante cada tontería que tanto Khorvin como Serge mencionaban. Sin duda se trataba de una gran anfitriona con años de experiencia.

- Si es oro lo que portáis, sin duda mañana, cuando abran las boutiques, podréis comprar todo lo que necesitéis. Tenedlo por seguro. – Respondió sencillamente la mujer. – No, os preocupéis por la comida y el alojamiento. Si mi marido Billy os ha invitado, no es a cambio de nada, sino por el mero placer de vuestra compañía.

Billy comenzó a reír a carcajadas. Sin duda estaba orgulloso de tener una mujer tan complaciente como aquella. Además era buena cocinera, ama de casa y saltaba a la vista que era una hermosura. Aquel anciano debió estar a la altura de ella durante su juventud, pues por lo que ahora se refería, el pobre no le llegaba ni a las espuelas de sus botas.

La que no respondió fue Lyris. La maga prácticamente ni miró  Serge cuando éste le preguntó por cómo se encontraba. Desde poco antes de llegar a aquella hospitalaria a la par que extraña aldea, parecía que Lyris había perdido toda su sagacidad natural. De hecho parecía otra persona totalmente diferente a la que conociera. Incuso su mirada otrora perspicaz, ahora parecía vacía e incluso falta de inteligencia.

No obstante, su cuerpo cumplía las funciones báscias. Respiraba, caminaba, comía… No parecía cansada o enferma, simplemente ausente, tan ausente como el tal Khorvin nada más dar con él en medio de aquel deprimente desierto de arena rojiza. Serge se giró hacia Gwindra, pues quería comprobar si ella también había notado el cambio en la mordaz Lyris, no obstante, al observar su mirada y su forma de actuar, tan similar a la que mostraba la arcana, dedujo que poco sacaría de la arquera.

Comieron hasta saciarse. Khorvin y Serge compartieron historias con sus anfitriones, mientras que las damas permanecían en la más ausente de las catatonías. Al parecer, ni Bill ni Margiori nada sabían acerca del desierto que les rodeaba, ni del pantano o la tundra helada. Creían vivir en un lugar mucho más apacible, el condado de Cavot según dijeron. Una región próspera en la que la minería y la ganadería eran los principales motores de la economía y los salvajes que ocupaban las tierras donde ahora moraban antes de su llegada, así como los bandidos, los principales peligros.

Sin embargo, nada sabían acerca del plano de la locura. Pues nunca habían oído hablar de nada parecido. Las historias de Khorvin y Serge les parecían extrañas y turbias. Desviaban la conversación en cuanto podían hacia algo más alegre o intrascendente, pues sin duda les incomodaba hablar de un ligar tan extraño, terrorífico y malévolo. Por lo tanto, de forma casi inconsciente, los dos parlanchines invitados, decidieron cambiar de tema y dejar de importunar a los Claxton.

Tras varias horas disfrutando de aquella compañía, decidieron finalmente marcharse a descansar. Pese a que Billy les había ofrecido el granero, Margiori les invitó a pasar la noche en una de las estancias de la casa. Pese a que se trataba de una vivienda algo rústica, siempre estarían mejor en una cama que sobre un montón de paja y no dudaron en aceptar. Las mujeres compartirían una de las estancias, mientras que Khrovin y Serge compartirían otra. 

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18/01/2018, 15:56
Director

Ya era bien de noche cuando por fin se acostaron y el sueño no tardó en llegarles a los cuatro. El cansancio acumulado y las experiencias vividas bien merecían un sueño reparador. No obstante, algo despertó a Serge y a Khorvin a mitad de la noche. Se trataba del sonido de un caballo relinchando. Lo cierto era que habían visto a muchos de aquellos animales a su llegada al poblado, por lo que no debería ser algo raro. Sin embargo, ese sonido les resultó aterrador, pues sonó agudo y profundo, casi se podría decir que de ultratumba.

Los dos hombres se incorporaron sobre sus lechos y se miraron a los ojos. A través de la única ventana de la habitación se colaba una luminaria rojiza similar a la de unas llamas. Los dos sobresaltados corrieron a mirar a través de la ventana y vislumbraron un horror para el que no estaban preparados.

Se trataba de un ser parecido a un gran caballo negro. Sin embargo emanaba maldad por todos sus poros. Sus ojos rojos y brillantes al igual que sus orificios nasales parecían ser fuego en sí mismos. Además sus crines no eran cabellos, sino llamas anaranjadas que ondeaban al viento como danzando. Por último se fijaron en sus cascos, los cuales parecían ser ni más ni menos que ascuas ardientes. Fue en ese momento cuando aquel ser de pesadilla pareció alzar la mirada para mirarles fijamente.

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18/01/2018, 21:49
Khorvin Lluch

-Por todos los pantanos, ¿¡que clase de pesadilla es esta!? gritó Khorvin desde el resguardo de la ventana.

Reculando varios pasos, enseguida se giró buscando cualquier objeto que blandir para defenderse de semejante engéndro o una mesa donde poder cubrirse, aunque se tratase de una mesa rota.

-¡¿Que maldito traficante de espíritus ha traido a semejante criatura del averno!?- gritó sobresaltado

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19/01/2018, 00:04
Serge Leblanc

La cena transcurrió tranquilamente, tal vez demasiado tranquilamente. Gwindra y Lyris… Se habían sumido un estado catatónico desde que habían llegado al pueblo. Y aunque la maga no le caía nada bien, aquel silencio inquietaba al ladrón. Aparte de que Gwindra le preocupaba. Era la única compañía decente que había tenido hasta que se encontraron a Khorvin y lo último que quería era verla convertida en una especie de muñeca muda.

Aparte de eso, el resto de la velada fue agradable. La conversación que mantuvieron Billy, Margiori, Khorvin y él fue entretenida y el ambiente era cálido. Al menos hasta que mencionaban el infierno que habían atravesado hasta que habían llegado allí. ¿De verdad no eran conscientes del lugar en el que se encontraban? ¿O les estarían mintiendo? Fuera lo que fuese, resultaba extraño que ignoraran el enorme desierto de la locura que se extendía alrededor de su pueblo. Sin embargo, Serge sabía que poco les iba a sacar ya aquella noche. Tampoco quería forzar una situación incómoda con la gente que tan amablemente les había acogido y que encima les daba unas camas cómodas en las que dormir.

Al llegar a su cama, el ladrón se dejó caer cual piedra en un estanque, cayendo en un sueño profundo casi al instante. Sin embargo, poco duró aquello, ya que un sonido le despertó en mitad de la noche. Y no sólo a él, ya que su compañero también lo había oído. Era el relincho de un caballo.

Serge no le habría dado más importancia a aquel sonido de no haber sido por el resplandor rojo que se filtraba por la ventana. ¿Estaría el cobertizo en llamas y por eso relinchaban los caballos? Khorvin debió de pensar algo parecido, porque se asomó a la ventana al mismo tiempo que él. Y lo que vio… No era normal. Era otro maldito demonio de los que habitaban aquel plano infernal.

Rápidamente y movido por puro instinto, Serge se agachó para apartarse de la ventana y por tanto de la vista de aquel monstruo. Su compañero por otro lado, comenzó a gritar como si le estuvieran despellejando.

 -¡Chhhhhhst! -el ladrón hablaba a gritos susurrados- ¿Es que quieres atraer a esa créature? ¡Agáchate para que no te vea!

Como ese bicho se les acercara, Serge Leblanc no pensaba quedarse allí para darle las buenas noches, no señor. Ojalá fuera tan sordo como terrorífico.

Notas de juego

Si tengo que tirar algo, avísame y edito master.

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19/01/2018, 16:29
Director

Permanecieron ocultos durante unos pocos segundos. Ni un solo ruido más alteró el imperturbable silencio de aquella noche apacible hasta el momento. El fulgor que procedía de aquella montura de pesadilla no se asomaba ya a través de la ventana. Fue Khorvin, pese a las indicaciones de Serge de que no lo hiciera, quien se atrevió a mirar de nuevo hacia la calle.

- No está… - Susurró de forma casi inaudible. – Ha desaparecido. – Afirmó.

En ese momento un estruendo se escuchó en el piso inferior. Alguien o algo acababa de aporrear con fuerza la puerta de entrada a la casa. Esperaban que alguien, ya fueran sus compañeras o los dueños de la casa se pusieran en pie, dijeran algo o al menos esperaban escuchar los pasos de alguno de ellos, pera nada. Tan solo un nuevo golpe contra la puerta y un tercero y un cuarto.

Al quinto golpe la puerta se vino abajo. Lo supieron de inmediato tras el estruendo que hizo al golpear contra el suelo de madera. Entonces escucharon los cascos de un caballo en el interior de la casa, en el piso inferior y un nuevo relincho que les heló la sangre. Aquella bestia estaba dentro de la casa de los Claxton.

Por alguna razón Serge se percató en ese preciso instante de que todo cuanto se encontraba a su alrededor estaba cubierto de polvo. Quizás no era el momento para exigir limpieza, pero no recordaba que a su llegada a aquella habitación estuviera todo tan polvoriento. De hecho parecía que aquella estancia llevara cerrada y sin que nadie pasara un plumero por más de una década.

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19/01/2018, 23:34
Serge Leblanc

El resplandor rojo había desaparecido y Khorvin se había asomado a mirar a ver si aquel monstruo seguía pro allí. Serge suspiró aliviado al oír que se había ido. Eso sí, no pensaba alzar de nuevo la voz por si acaso se le ocurría volver.

 -¿Qu'est-ce que era esa cosa?

Ojalá Lyris no hubiera tomado aquel repentino y absoluto voto de silencio, porque seguramente ella sabría decirles qué puñetas era aquella especie de caballo infernal. Pero la cosa no acabó ahí, ¡por supuesto que no! Un fuerte golpe sobresaltó al ladrón. Parecía provenir de la planta baja. ¿Sería acaso…? Un segundo golpe y luego un tercero le hicieron temerse lo peor. Ese caballo estaba intentando entrar.

Pero eso no era lo único que mosqueaba a Serge. ¿Y los demás dónde estaban? Porque aunque Gwindra y Lyris se hubieran quedado catatónicas, Billy y su mujer no lo estaban. ¿Cómo de profundo tendrían el sueño que no reaccionaban a aquel estruendo? Vinieron un cuarto y un quinto golpe y entonces la puerta cayó y el ruido de los cascos del caballo y su escalofriante relincho se escucharon en el interior de la casa.

 -Merde

Había que actuar rápido. Si ese animal los atrapaba ahí los convertiría en pulpa sanguinolenta. Sin pensar demasiado, Serge comenzó a empujar una de las camas hacia la puerta.

 -Aidez-moi Khorvin. Tenemos que hacer una barricada.

Al tocar el mueble para arrastrarlo hacia la puerta, los dedos del ladrón se llenaron de polvo. ¿Cómo era posible? ¡Pero si el cuarto estaba perfectamente limpio cuando se habían ido a acostar! ¿Sería otra jugarreta del plano caótico? A lo mejor la casa y Billy y su esposa no habían sido más que ilusiones para hacer que bajaran la guardia. Tal vez el pueblo entero estaba abandonado desde hacía años y lo que habían visto no era más que una trampa muy bien urdida. Era eso o que el monstruoso caballo los había transportado a otro lugar u otra época con a saber qué poderes. No importaba en ese momento, lo que había que hacer era bloquear la puerta e intentar salir por la ventana antes de ser atrapados.

 -Esto nos permitirá ganar temps. Luego saldremos por la ventana, ¡date prisa y ayúdame!

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20/01/2018, 00:22
Khorvin Lluch

Khorvin puso sus músculos a trabajar sin rechistar. Podía estar entrado en años, pero una vida en el mar le habían dutado de unos brazos y un torax especialmente musculoso. y habituado a trabajo duro.

-Venga, más nos vale movernos con viento ligero. No seré yo el que deje que ese engendro se de un festín con mis entrañas, no señor.

 

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23/01/2018, 16:34
Director

El guardia de la prisión y el pícaro colocaron frente a la puerta todo cuanto estuvo en sus manos para bloquear el paso a aquella criatura que parecía ir en su búsqueda por irreal que pudiera llegar a parecerles. Salir por la ventana fue bastante fácil, no obstante, hasta el suelo había una altura considerable de casi cuatro metros.

El primero en descolgarse fue Serge. Todo iba bien hasta que le fallaron los dedos y resbaló cayendo hasta el suelo algo más de dos metros. Por suerte sus nalgas amortiguaron la caída y tan solo tuvo que sacudirse el polvo y frotarse su dolorido trasero antes de volver a alzar la mirada y toparse de bruces con Khorvin, quien había tenido mejor suerte que él en su descenso.

Una vez en la polvorienta calle miraron observaron en todas direcciones. Ni una sola luz alumbraba el interior de las muchas casas de madera de las que se componía el poblado. Ni un solo sonido parecía alterar la calma de aquella noche sin luna. Todo parecía desierto e incluso creyeron percibir que se encontraban en un lugar totalmente distinto al que llegaron hacía menos de una jornada.

Se dieron cuenta de algunos detalles extraños. Algunas de las casas parecían seriamente deterioradas. Cristales rotas, tablones descolgados de las fachadas, ausencia total de la puerta de entrada de alguna vivienda, ventanas tapiadas e incluso un viejo carruaje olvidado al que faltaban las ruedas, no porque alguien las hubiera robado, sino porque parecían haberse roto por la podredumbre de la madera con la que estaban fabricadas.

Fue entonces cuando Serge se percató de algo. Frente a ellos todavía se hallaba la vivienda de los Claxton. Pudo ver a través de la puerta y gracias a un resplandor que parecía proceder del interior, que el mobiliario que debía estar ocupando la sala y de hecho estaba la tarde noche anterior, no se encontraba donde lo recordaba. Había sido substituido por capas y capas de polvo y telarañas.