Partida Rol por web

-Esto… Mmm… Mierda, es ortiga- dijo soltando la planta famosa por dejar horribles ronchas en la piel de quien fuera lo bastante desafortunado de usarlo. Un chico de su aldea tuvo la mala suerte de usarlo cuando fue al baño… Había hablado con una vieja curandera siendo niña, sobre todo cuando se lastimaba por alguna travesura, y creyó poder imitar sus conocimientos. Ilusa ella. Era una práctica que llevaba años y necesitaba algo de ayuda, pero, de todos modos intentó hacer una cataplasmas, buscando hierbas similares a aquella vez-. Esta… se parece, pero el color es diferente...

Necesitaba mucha práctica, debería usar el viaje y los demás para ir perfeccionando su conocimiento, el cual era bien pobre. Mientras que no matara a nadie con sus cuidados estaría bien. 

Rolan entró en la posada.  Se limpiaba las manos manchadas de sangre y hablaba animadamente con un par de parroquianos.. Zook, Cas, Beth!!-Dijo sonriendo, alegre, como si no los hubiese visto en una semana.   A quien madruga, algún dios le ayuda... O eso dicen.   Ludwich padre e hijo rieron al oir esto,  ambos encantados con el paladín.

Oí algo de jaleo anoche.  Explicaba Rolan, un poco emocionado -Resulta que el ternero de los Ludwich venía de lado, pero al final tuvimos suerte.  Matilda es un animal fuerte.

El paladín se derrumbó sobre una de las sillas.  Antes de que Cassandra saliese a buscar hierbas, la cogió delicadamente del hombro.  Si salimos hoy, conduce el carro tú, Cas, por favor.  Zook asusta a las mulas y Dru no para de discutir con ellas...estoy molío.  

Beth volvía de hablar con el tabernero.    Esperaba que contase alguna cosa, Beth era una tía prudente y que siempre planeaba las cosas.

Nos pagarán muchas monedas...por intentar curar.  No por curar. Lo que vale dinero es el intento, tenernos allí.  Nos querran para otra cosa. jajaja... 

Como sea algo turbio, nos volvemos, eh? Rolan alzó el dedo haciendo un gesto negativo.  Reía, como siempre, pero hablaba en serio.

El tabernero te mira extrañado, sin embargo toma la moneda.

- ¿Barovia? humm... - dice pensativo - He oido muchas cosas de aquel sitio, los que vienen de ahí... como el tipo de ayer, dicen que es una tierra maravillosa, muy bonita y sus gentes muy amables, sin embargo no conozco a nadie que se haya aventurado a ir y haya vuelto para contarlo... y esa gente es un tanto extraña, con esos ropajes de colores y sus carromatos llenos de amuletos por todas partes... no sé decirte más chica, no conozco el bosque que nombras, supongo que será algun bosque de la región... lo siento. De todas formas si vais a ir... id con cuidado, los ancianos dicen que Barovia en reliadad dejó de existir hace siglos y los visitantes son espiritus errantes... pero bueno serán cuentos de viejas supongo, el oro de ese tipo te aseguro que era muy real! jojojo - Dice con una risa profunda.

Dicho esto se va hacia la cocina y grita des de ahí - ¡ahora os traigo el desayuno! - 

Puede que el enano bajase el último, pero seguramente fuese el que primero se había despertado de toda la tropa. No obstante, tenía que preparar sus plegarias a Moradin, además de comprobar que tenía todas sus cosas (aunque realmente las posesiones del enano no eran más que su arma, su armadura y su martillo).

—Ni con todos los conjuros del mundo podrías ganar a un enano bebiendo —dijo el clérigo mientras bajaba las escaleras, ataviado con su brillante armadura enana y sus armas y petate a la espalda—. Pero nunca hay que dejar de intentarlo.

Tirando el petate a su lado, tomó asiento en la mesa. El desayuno no parecía muy apetitoso, además de no tener ningún animal en su composición. Un poco de cerdo no habría estado mal para coger fuerzas.

Retomando la conversación, dijo—. Claro que puedo curar a esa mujer de lo que le pase. Pero me da en la nariz que no va a ser tan fácil como llegar e imponerle las manos. Si buscan aventureros, es que algo malo pasa ahí.

—Aunque no tenga ni idea de qué puede ser —terminó diciendo mientras el tabernero le servía un plato de puré y una cerveza negra. Resoplando, intentó clavar la cuchara en el plato, casi sin éxito. Desayunar eso sí que sería toda una aventura—. ¡Así que desayunad y coged fuerzas, que nos van a hacer falta!

Aún comiendo su parte del desayuno como si fuera una delicia (y lo era, comparado con la comida del barco!), Beth agradeció la llegada del clérigo enano. Su presencia era... Reconfortante, al igual que la de Rolan. Tenían una cierta aura de tranquilidad y parsimonia que inspiraba a Beth. 

"El tabernero me comentaba que nadie que haya ido a Barovia ha vuelto para contarlo... Sabéis lo que eso significa, ¿no?" — preguntó Beth con cara de circunstancias antes de añadir, dejando su jarra encima de la mesa con un sonoro golpe — "¡Más gloria para nosotros cuando seamos los famosos aventureros que volvieron de allá donde nadie lo hizo cargados de fortuna y fama! Rolan, no tengas miedo. Pase lo que pase allá, siento que si nos mantenemos juntos siempre nos vamos a poder proteger los unos a los otros." — terminó, cogiendo la mano de Rolan con confianza.

Tras terminar de desayunar, preparándose para la expedición, Beth cogió su equipaje y lo colocó en el carro de Rolan, lo único que conservó en su persona fue su espada larga y su bastón de madera de cedro, coronado por un brillante cristal transparente. Estaba lista para ponerse en camino... Así que sólo quedaba esperar pacientemente.

Cuando Elizabeth coge de la mano a Rolan, nota una energía luminosa que le recorre por dentro, curando sus heridas y reconfortando su espíritu.

No tengo miedo por mí -dijo mientras agarraba delicadamente la otra mano de Beth. Los dos tenían en común algo más grande que ellos mismos, algo que les empujaría a una vida de peligro y dificultades..quizás incluso a una muerte precoz. Sus miradas se cruzaron..

Tengo miedo por las pobres gentes de Barovia, jajaja.  Rió Rolan...No saben la que les viene encima..y eso que Zook no lanza bolas de fuego todavía 

Estaba buscando averiguar algo más sobre Barovia... ¿Sabríais decirme algo sobre ese lugar? 

Hawke entró a la sala común dando un amplio bostezo, sin taparse la boca.

—Ni te molestes, anoche me han dicho cosas tan dispares de ese lugar como que estaba al este de Kara-tur, o justo antes de cruzar el Espinazo. La tercer persona a la que le pregunté me dijo que era un lugar maravilloso a la orilla de un río, un poco al sur de Candelero— comentó—¡Y justamente de cómo llegar es de lo único que habla la carta!—agregó levantando los brazos por sobre la cabeza con indignación teatral.

Hawke tomó asiento junto a sus compañeros y se sumó al desayuno. No le importaba que estuviera un poco desabrido, se lo notaba contento consigo mismo, masticando con tranquilidad y una sonrisa en el rostro. Él era así, no importaba que tan cansado estaba, siempre se levantaba con una sonrisa.

Al ver entrar al paladín con las manos ensangrentadas se lo quedó mirando raro.
—¿Has matado al ternero a puñetazos? Bueno, no es el rival más difícil... pero yo comencé golpeando pilas de heno ¡Así que nada mal!— lo felicita— Si necesitas consejos, o un compañero de sparring, soy más que voluntario para ayudarte a morder el polvo— lo retó amistosamente, sin nunca perder aquella sonrisota entre amable y burlona.

El monje no era de mente muy aguda, y aunque era perceptivo cuando quería, no solía prestar mucha atención al entorno o a las conversaciones. Solamente la mención de las bolas de fuego lo sacó de su ensimismamiento apasible de rumiar puré de papas.
—Gracias a dios que no puede, porque el día que lo haga vamos a tener que escribir nuestros testamentos.

Hawke no tenía realmente muchas posesiones, apenas una lanza con la punta de abajo gastada por usarla de bastón, unos cuantos cuchillos atados a un cinto y una mochila poco cargada. Él no viajaría en el carro sino caminando a su lado, al menos la primer parte del día. Después de todo, las mulas no solían moverse más rápido que el hombre promedio, y caminar le permitía controlar mejor el ritmo al que admiraba el paisaje.
Sin tardar mucho en prepararse, Hawke esperó junto al carro a que todos estuvieran listos para salir, haciendo ejercicios de estiramiento cosa de no torcerse nada en el camino.

Mientras esperan a los demás junto al carro, Elizabeth se dirige en privado a Hawke:

"No sé qué has escuchado de los locales, pero el tabernero afirma que los ancianos de este lugar cuentan que Barovia es un lugar que dejó de existir hace siglos y los visitantes que llegan desde allí son espíritus errantes. Quizás las historias de cuatro borrachos son fáciles de ignorar, pero los ancianos son gente que tiene toda una vida a sus espaldas... Si cuentan esas historias será porque hay algo de cierto detrás. Mantén abiertos los ojos, amigo."

Con una mirada de circunstancias, la bruja siguió cargando las provisiones en el carro.

La última vez que me convenciste para pelear, acabé echando el hígado -contesto de buen rollo.  Si prometes estarte quietecito, podemos hacerlo otra vez. 
Levantó la mano entonces, interrumpiendo la réplica de Hawke.  Pero hoy no, que hay mucho que hacer. 

Tras desayunar el rico puré y la más que aceptable cerveza, me dispongo a preparar el carro para partir.  Me aseguro que haya mantas para todos,  algunos hatillos de ramas secas para encender una hoguera fácilmente.  También reviso el estado de las mulas Venga, chicas, que nos vamos de viaje.

Hablo con los Ludwich, interesándome por la salud de las reses.  Antes de que vuelva Cassandra, he cortado un apreciable montón de leña para esta humilde familia.  El invierno es muy duro por aquí.

Atrás queda pues, esa ciudad sin nombre y partíis hacia unas tierras misteriorsas con las primeras luces del día. La carreta del bueno de Rolan no era una maravilla, ni siquiera era comoda, pero os aliviaba el peso del camino cargando vuestros equipajes y con eso parecía bastaros a todos. 

El día se presentaba agradable y tranquilo, el sol brillaba con fuerza y podíais sentir su agradable calor mientras en vuestras frentes aparecen pequeñas gotitas de sudor. El camino, llano y recto, discurría por los lindes de un bosque de viejos robles. A lo lejos se puede oir cada vez mas cerca el rumor de un río mientras en el ambiente una niebla que parece venir de todas direciones os va envolviendo lentamente. Tan lentamente que apenas os habéis dado cuenta de ella hasta que no habéis sido capaces de ver más allá de unas pocas decenas de metros. Las horas van pasando y la niebla es cada vez más espesa y negras charcas de agua destacan como espejos oscuros en los alrededores del camino, cada vez más fangoso. Árboles gigantes se perfilan a ambos lados del camino, con sus ramas arañando la niebla. Donde antes habían robles ahora solo hay un muro impenetrable de viejos pinos centinela, pálidos y cansados. Cuando os habéis querido fijar, el paisaje había cambiado radicalmente y el murmullo del había sido reemplazado por un silencio sepulcral.

La niebla se esparce desde el bosque engullendose el camino detrás de vosotros. Por delante, sobresalendo del impenetrable bosque a ambos lados del camino, están los altos contrafuertes de piedra gris que
surgen en la niebla. Enormes puertas de hierro cuelgan de las paredes de la gran construcción.

El rocío se aferra con fría tenacidad a las barras oxidadas. Dos estatuas sin cabeza de guardianes armados flanquean la puerta, sus cabezas ahora situadas entre las malas hierbas a sus pies. Os saludan solamente con silencio.

La compañía se detuvo cuando estuvo a la altura del arco de piedra vigilado por los gigantescos y también pétreos vigilantes. El enano solo tenía clara una cosa al ver esas estatuas. No era obra de enanos. Y si los enanos no habían pasado por ahí... ¡Seguro que algún mal les acechaba!

Poniéndose de pie en el remolque de la carreta (porque andar es cosa de elfos) el enano dijo—. Bueno, pues parece que hemos llegado al lugar del que dicen que no vuelve nadie. Desde luego, los que no vuelven son los encargados de cuidar los muros.

—¡Así que no os quedéis paradas! —grito el clérigo a las mulas—. ¡Continuad por el arco! ¡No hay tiempo que perder, estúpidas mulas! ¡Rolan, diles que sigan!

Cuando quieren darse cuenta, ya han sido rodeados por la niebla y Elizabeth, con un solemne toque en el suelo, lanza su hechizo de Luz sobre su bastón, iluminando el cristal que lo corona con una ténue luz que apenas les ilumina a ellos, disipándose en medio de la densa niebla.

"Estad atentos. La niebla es un lugar peligroso... Podrían estarnos acechando." — advierte Beth a sus compañeros mientras mira con preocupación a su alrededor. Las historias que escuchó en la taberna le causan recelo, pero sigue avanzando junto al grupo.

"Espero que tengan buena cerveza en este fuerte. Tengo la garganta reseca... Algún día vais a tener que darnos a probar esa cerveza enana de la que siempre habláis, maese Barbahelada." — añade intentando quitar gravedad al asunto.

Zook está durante todo el camino en el carro junto a Drutih, contándole batallitas, hipótesis de pociones derrite carne y de las fantásticas cervezas enana que desea volver a probar cuando vuelvan a las tierras de los enanos ... sin embargo cuando ve las nubes algo le inquieta, no por su color o forma, sino por cómo se mueve y les engullen. Zook intento detectar la magia de esa niebla ..., pero antes de poder decir nada, llegan a unos increibles y sorprendentes arcos.

- VAYYYAAAA .... QUE ARCOS TAN GRANDES .... no parecen para nada enanos ... son demasiado ... dentro del bosque, no? y de elfo ... nole falta hojas y mierdas de esas JAJAJA ... seran los restos de una raza sin cabeza??? es muy posible, les queda muy bien, no tendrian problemas de calvicie, que buena idea ... inventare una pocion para acabar con la caspa asi, dejandolo sin cabeza JAJAJAJ -

Zook esta interesado por saber mas e intenta descubrir algo de las estatuas ... quien estaria representado ...

"Zook, no es por romper tu ilusión pero... las cabezas están justo ahí." — responde Beth al gnomo, señalando justo al suelo, al lado de los pies de las estatuas donde han quedado las cabezas de las estatuas — "La pregunta aquí es quien las decapitó, y porque los habitantes de aquí, si los hay, no las restauraron."

Normalmente se sentía muy bien en los bosques, como si fuera parte de ellos y pudiera conocer todos sus secretos, no importaba si era un bosque al que nunca hubiera pisado… pero ese tenía algo raro. Los arboles estaban ahí, las hojas filtraban a veces los rayos del sol, pero no se oía el menor zumbido de insectos o el corretear de algunos animales. Era como si estuvieran en una tierra muerta. Incluso la niebla era solo un decorado más que volvía todo aún más siniestro, pero no siendo lo peor.

-Nunca vi un bosque como este- dijo entre susurros, notando como su voz parecía más alta a causa del silencio. De hecho, de no ser por el constante parlotear de Zook, solo oirían los cascos de las mulas. Solo por si acaso, dejó sus armas bien preparadas, sobre todo luego de que Beth compartiera sus pensamientos.

No tardaron en llegar a unas raras construcciones, las cuales generaron no menos preguntas. La exploradora se acercó a una de las cabezas, agachándose para comprobar sus rasgos. Al menos podría diferenciar a un enano de un elfo o un humano, por lo que intuía que aquello era una construcción humana.

-Quizás fueron construidas con descuido- no conocía a nada que pudiera decapitar una enorme estatua como aquella. También podría ser simplemente el pueblo enojado por sus gobernantes, que quisieron dar un mensaje. Se encogió de hombros, le estaba dando demasiadas vueltas a eso-. Supongo que habrá que cruzar…

No notas nada mágico en la niebla, es una niebla normal y corriente a tu parecer. Algo siniestra, eso si. En cuanto a la construcción... bueno, es enoooorme (y más para tí) pero poco más a parte de eso sabes distinguir.

Lleváis unas 3 horas y media o 4 viajando. Por lo que os dijo ese tipo deberíais estar cerca, además es el único camino que habéis visto y os habéis limitado a seguirlo. Obviamente no precibes nada.