Partida Rol por web

Kora se arrastro, mareada y contusionada, sus brazo hicieron el esfuerzo de moverla hasta que sus manos palparon una de sus pistolas. En medio de la nebila que rodeaba su vision pudo ver a dos mujeres al fondo. Una de ellas armada y asi mismo Leia desde el otro lado del pasillo pudo observar una joven arrastrandose con apenas fuerza hasta coger un arma.

Vapuleada era la forma mas simple de describir a la mujer del suelo, pero estaba claro que aquello no parecia haber acabado.

En ese momento un hombre corpulento, con pinta de militar una cresta identificativa asomo por el pasillo, moviendose en direccion a la mujer del suelo. Llevaba un rifle de asalto en sus manos, moviendose con eficencia se acerco mientras cubria la esquina del pasillo.

Kora... maldita sea... - Levanto mas la voz. - Esta herida, pero viva.

Eso atraeria la atencion de ese cabron.

Miro en direccion a Leia e Ivy. - Cubridnos.

Le dio la vuelta a Kora y parecia que se preparaba para arrastrarla pero sin moverla en exceso.

No te levantes. No se cuan herida estas, voy a arrastrarte. Toma el rifle y en marcha.

Notaste como te daban la vuelta, colocandote boca arriba, las manos tomando de los hombros para comenzar a arrastrarte pero con tu mira puesta en lo que viniera por la esquina.

Zack salio corriendo, recogio el rifle de asalto de al lado de Azra, la miro por un segundo y despues salio corriendo en direccion a la explosion, pero dando un rodeo.

Al poco se escucharon varias voces.

¡No disparéis! ¡¡Somos los rehenes!  - Una voz femenina que venia del lado contrario a la explosion.

La voz de Zack al poco. - Esta herida, pero viva. Cubridnos.

La herida de Ania era facil de tratar y Erik le dedico unos segundos mientras Azra hacia la propio con su herida, taponandolo como mejor pudo sin sacar el cuchillo. El apaño no parecia que fuera a aguantar mucho, menos en la pierna, pero por el momento aguantaba.

Tras eso Erik se movio raudo, colandose por una de las ventanas cercanas, cuya habitacion, su puerta daba al pasillo donde estaba el enemigo.

El pasillo estaba lleno de humo y una neblina producto de la explosion. El calor era algo agobiante, y al lanzallamas seguia moviendose. Aun asi notaste como cada poco se gripaba el arma, como si le faltase combustible, asi que parecia que se estaba agotando la municion.

Los movimientos en arco eran aun asi bastante aleatorios, pero en todo caso parecias tener suficiente tiempo para poder asomarte si lo deseabas. No era facil, pero estabas seguro de captar una sombra enorme moviendose en direccion contraria a ti, pasos lentos pero claro, gruñidos humanos, mezclados con los mecanicos de un armadura machacada.

Cada segundo lo alejaba de ti... pero no tenias un objetivo perfecto de lanzamiento. Debias decidir.

Ante tus palabras, los rehenes no tardaron en ponerse en marcha. Moviendose a toda velocidad en tu direccion y ni siquiera molestandote con tonterias. Las cosas habian escalado aun mas, si eso era posible y por sus miradas estaban agradecidos de que hubierais vuelto a por ellos.

Notaste como Ivy se movia, y se dedicaba a saquear el cuerpo, buscando municion, despues de todo habia dejado claro que no le quedaba tras el certero disparo.

Ver aquella figura corpulenta emerger de la nada le aceleró el pulso de súbito, asustándola y provocando que retrocediera de manera instintiva. O al menos pareció que lo intentara: su cerebro enviaba las órdenes al resto de su cuerpo, pero éste reaccionaba con demora.

- Zack... - Sus hombros se relajaron al reconocerlo, no muy segura de lo que ocurría, pero sí aliviada de que el hombre estuviera allí.

¿De dónde...? ¿Él no estaba...? - ¿Papá...? - ¿Dónde estaba...? ¿Qué era aquel sonido...?

Al voltearla se curvó de dolor cuando el brazo izquierdo tocó el suelo. Su venda ahora caía laxa, y lo mismo ocurría con la tela que le cubría el cuello, que tras el zarandeo cedía dejando aquella quemadura tan fea a la vista. Sostenía sin fuerzas su arma y miraba hacia el rostro desdibujado del militar como si éste no llegara a ser del todo descifrable... El movimiento, los sonidos, las imágenes... Todo se ralentizaba... Las palabras llegaban a sus oídos, pero no todas las retenía, y las que sí se tomaban su tiempo para ser procesadas...

No volvió a decir nada. Ignoraba qué estaba pasando en el laberinto que conformaban aquellos pasillos y de dónde salía todo el mundo, así que se dejó hacer... A duras penas consiguió asegurar el arma en su pistolera antes de recibir aquel maravilloso rifle. Le pesaba horrores en su mano pero aún así asió su diestra a la empuñadura, dejándose arrastrar con la cabeza "colgando" hacia un lado.

Kiabi empezó el camino de huida a toda velocidad y sin su compañera, porque sabía que ella llegaría después en cuanto pudiera. La alcanzaría desplazándose mucho más rápido hasta llegar a ella que las familias con niños pequeños incluidos, que la seguían a una velocidad más limitada, hacia el tipo de la cresta y la joven herida.

De puta madre…

¡Soy médico! - Llegó hasta el hombre para ayudarlo a cargar a la joven, colocándose a su lado y cogiéndola del hombro con rapidez y experiencia, para que fuera lo más suave posible el desplazamiento, pues era más que previsible que fuese un fuerte traumatismo lo que la tenía mareada y postrada en aquel lugar. Menos doloroso y potencial agravante de heridas internas que levantarla y llevarla con zarandeos corriendo. Tenía el pelo en la cara y los enormes ojos azules miraban el cuerpo de la chica con detenimiento y análisis, pero enseguida miró al tipo de nuevo - Saldrá de ésta - O no, pero por lo menos ya estamos en su grupo – No sé si mi compañera nos podar cubrir, está buscando munición para el arma que le ha robado al guardia. Los demás somos rehenes desarmados - Era muy importante enfatizar esas dos últimas palabras. Tan puteantes como ciertas.

Apartó el rostro del hombre para comprobar que los grupos familiares los seguían, y por supuesto Ivy, a la que esperaría si fuera necesario.

Con precisión y sin aparente esfuerzo, la antigua esclava tenía levantad a la chica rubia a la misma altura que el de la cresta, un peso perfectamente asumible entre dos para poder ir rápido en la huida, y que él pudiera dedicarse a otros menesteres.... Como por ejemplo, disparar a los malos - Gracias por ayudarnos... - Eso era algo que ya no pasaba todos los días. De hecho era inusual y en aquellas condiciones mucho más. Sobrevivir a los asaltos también lo era menos de lo deseable, por eso aprovechó el momento que tuvo para hacer lo correcto.

Con el acoplamiento de la médico y la suave oscilación que provocó que se dividieran el peso, los dedos de la herida cedieron y el rifle quedó abandonado en el suelo.

Kora no se dió cuenta. Inicialmente pareció inquietarse y revolverse con nerviosismo ante aquella nueva presencia, pero sus párpados terminaron abandonándose a la debilidad y permanecían ahora cerrados, dejando que el murmullo incomprensible de su alrededor envolviera como una sábana a la joven...

La quemazón del muslo no detuvo el mortal movimiento. Al menos no de momento. Pero si que tuvo que apretar los labios uno contra otro para no gritar de rabia y adrenalina incontenible. Se fijó en el arma ensartada en el muslo de Azra pero tan solo pudo dar un cojeante paso hacia ella pues aquella mirada la paralizó al instante.

- Cuanto más camines con eso más te desgarrará por dentro - fue lo único que dijo. No entendia de medicina pero le parecia lógico en su mente. Su cuerpo buscó por inercia cobertura ante el grito de la que sonaba como Keira, pero la explosión retronó y se extinguió en un parpadeo, tras el cual, vió a Erik a su lado.

Ania le sonrió - dame algo para tapar la herida mientras - dijo con rápidez mientras extendia las manos. Sabía que iria por su hija. ¿no haria ella lo mismo por Hugo? Sería hipócrita por su parte pensar que no - Tenemos fuera al chico. El que nos abrió. Así que no tardes - le guiñó un ojo mientras intentaba hacer un apaño a la par que vigilaba el lugar de donde venian las voces que decian ser rehenes....

- Ahora no es el momento - Le respondió a Ania cuando dijo lo del cuchillo en su pierna pues sin poder tener tiempo de observar la herida y saber dónde se había alojado el arma no podía saber si la propia arma estaba taponando una vía principal. - Iré a por el muchacho.

Dejó que el resto se encargara de sus cosas y ella se encaminó hasta donde habían dejado al chico, quizás hubiera recobrado la conciencia y podría reunirse con su gente, aunque esperaba que le dieran a la zorras del laboratorio el final que merecía, después de todo había preferido su propia vida a la del resto. 

Entregó una gasa bastante limpia a Ania que sacó de una pequeña bolsa que colgaba de su cinturón no lo haré sonrió al enterarse de que el chaval seguía vivo, eso era bueno, que quedarán supervivientes lo era sin duda ponte a cubierto por si acaso era algo que no tenía que decirle a alguien como ella, que muy probablemente sabía que hacer mucho mejor que él en aquellas circunstancias, pero el intentar proteger a los demás era algo que le había costado mucho tiempo asimilar y al final había arraigado con fuerza.

Sino le quedaba mucho combustible, era muy poco probable que se produjera una gran explosión, lo cual era positivo dadas las circunstancias. Se mordió los labios para aguantar mejor el dolor, sabía que aquello iba a dejarle cicatrices y duele de cojones pero como parara y la adrenalina del momento dejara de funcionar no tendría claro si podría completar su tarea.

Optó por ser rápido, mejor actuar para intentar pillar por sorpresa que arriesgarse a que se acercara demasiado al lugar donde estaba Kora, y esperaba que Zack también, así que no se le pensó, y lanzó el cóctel que había preparado con la esperanza de que las llamas que lanzaba aleatoriamente ayudarán a que prendiera, no un lanzamiento difícil, pero no era un experto en este tipo de cosas.

Humo y mas humo y entonces… una llamarada rugiente como si saliera del estomago de alguna bestia salvaje. El rugido de un fuego ardiente, al que no tardo en unirsele los gritos de dolor y agonia de un hombre.  

Donde antes solo habia humo, ahora se veian llamas sobresaliendo entre los retazos de la oscura neblina. El metal y los gritos, golpes y el arrastrar de algo demasiado pesado y entonces… una figura en llamas aparecio por la esquina. 

Cubierta en una armadura demasiado grotesca para entender, cubierto por completo en fuego mientras se movie con furia y salvajimos, buscando una salida que no parecia encontrar. Entremedias del dolor y las llamas os vio y vosotros no pudisteis evitar verlo. 

Su mandibula cerrada por la tension, su diestra arrastrando un lanzallamas que escupia sus ultimos estertores de vida y una pistola enorme elevandose en vuestra direccion. 

Leia, Kora y Zack pudieron verle la cara con total precision. El dolor, la ira, la carne deshaciendose bajo el fuego mientras los ojos parecian licuarse. Un disparo atraveso el lugar, colandose en la caja toracia, tras eso una rafaga del rifle de Zack acerto en la cabeza del hombre, destrozandosela. Suerte, pues muchas de las balas golpearon contra la pesada coraza, pero los agujeros estaban ahi y la dama Fortuna fue Graciosa con vosotros por esta vez. 

El hombre se quedo ahi, como una estatua ardiente mirando al infinito mientras el lanzallamas moria y su figura iba volviendose negra y el olor a carne quemada comenzaba a pegarse a vuestro paladar. 

De entre el humo, aparecio un figura… un hombre. Erik, cubriendose la mano con un pañuelo, pudo ver a su hija, arrastrada a medias por Leia y Zack, mientras mas alla de ellos, los ultimos rehenes y una mujer rubia, se movian yendo hacia donde las dos guerreras estaban. 

La voz de Zack se alzo. – Joder con el pacifista… - Con algo de sorna, pero sin duda aliviado. 

Una explosion de llamas, nada que hiciera que la zona se cargase de mas temblores. Luego varios disparos de rifle y... silencio. Para bien o para mal, parecia que algo habia terminado.

Ania se sento en donde pudo, para no forzar mas la pierna mientras Azra iba a buscar al chico herido. No tardaria mucho en volver con el, cansado, con los ojos marcados de oscuro y sin duda aun en un deplorable estado, se mantenia aun asi vivo.

Miro a su alrededor, tosio algo de sangre, aunque no parecia en exceso roja y miro a su alrededor. - Ha... terminado?

En ese momento unas pequeñas luces rojas asomaron del tejado. Repartidas equitativamente a lo largo de todo el techo, moviendose mientras dejaban un tono sutilmente rojizo a todo el escenario y unos dispensadores asomaban tambien del mismo sitio para lanzar una espuma densa que se concentro unicamente en la zona afectada por el fuego. Llenando el lugar de un leve olor quimico a ozono, mientras el fuego se extendia por completo alli donde habia comenzado.

Se había cubierto la parte inferior de la cara con el pañuelo para evitar el humo, pero el calor no ayudaba a intentar obviar el dolor que sentía en su espalda. Presencio en silencio la horrible muerte que acababa de provocar, no se sentía culpable, aquel era el tipo de persona que no atendía a razones, el tipo de persona que solo buscaba destruir y matar simplemente porque podía hacerlo, pero aún así, no le gustaba lo que había tenido que hacer.

No volveré a ser esa persona… por nada ni por nadie…

Y sin embargo allí estaba, buscando con la mirada a una hija que había perdido hace demasiado tiempo, rodeado de un caos que no terminaba bien de entender. Un aliviado suspiro al verla viva… y eso ya era algo… era mucho…

Desvió la mirada hacia Zack al escuchar sus palabras, negando con la cabeza, había ido a ayudar a su hija, eso contaba, pero aún tenía que hablar con él otros asuntos. No era el momento, así que se movió todo lo deprisa que pudo para acercarse a Kora, dedicando unos breves instantes a la otra mujer. Ella vio reconocimiento y extrañeza en los ojos del recién llegado ¿cómo estáis? Hizo la pregunta extensiva a todos mientras se ocupaba de la más joven, intentando aliviar el peso a Leia mientras buscaba heridas en su pequeña, una que ya no lo era tanto.

Los extintores hicieron su trabajo… salgamos de aquí… no podía pararse a atender a nadie en estas circunstancias.

Kiabi llevaba aquel cuerpo con mucho más cuidado del que era consciente. Tantos años realizando la misma labor, con gente que había estado mucho peor... De algunos incluso había descubierto que estaban muertos al llegar a su destino.

Para que el desconocido de la cresta pudiera disparar en condiciones lo que se les pusiera por delante, fue cogiendo protagonismo en cargar con la joven, asegurándose así el salvoconducto para después. Porque ni ella ni las personas que la seguían estaban a salvo todavía. De hecho, en aquel mundo, eso nunca llegaba a producirse del todo para nadie. Kiabi lo tenía mas que comprobado.

El familiar olor a piel quemada impregnó sus fosas nasales con virulencia, aunque esta vez por suerte no era un niño el que lo provocaba. O varios. Así que mientras al que la acompañaba le diera igual, a la antigua exclava más todavía. Un cabron menos. Un mundo igual de jodido, pero con un cabrón menos.

Cuando un hombre se les acercó, lo miró con aprensión y finalmente con la misma confusión azulada que él, le resultaba tremendamente familiar el trozo de rostro que se veía, sobre todo por su atuendo superior, el gorro, pero no era capaz de ponerle nombre -¿Elvis?- ni ubicación al posible encuentro.

Se limitó a asentir cuando preguntó su estado físico, sorprendidísima de esa pregunta amable dirigida hacia ella, y miró hacia atrás a comprobar que los demás, adultos y niños, les seguían -son familias secuestradas hace tres días por esta gente...

Kiabi cayó en la cuenta entonces: no, no era Elvis, era -...Erik.

Había escuchado ese nombre hacia demasiado poco, en boca de una mujer y rodeado de destrucción. No podía ser una casualidad. Kiabi no creía en ellas, sobre todo en las buenas.

Suéltala y así puedes disparar  - se había dirigido al que había ejercido de héroe con ella. Seguía firme en su campaña de conseguir puntos entre aquellos desconocidos, todos los posibles hasta que llegara el momento de las explicaciones y las desconfianzas.

Azra presentaba un aspecto bastante tocado, con su armadura de cuero sucia y con diversas heridas recientes en su cuerpo. La más llamativa de todas era aquella que aún tenía un cuchillo clavado pero esperaba encontrar un momento para poder extraerlo con seguridad y darse algunos rápidos puntos, eso serviría hasta poder tener más tiempo para tratarse mejor la herida.

La guerrera llevaba a un chico joven que estaba en un estado mucho peor que ella y al escuchar las voces de la gente miró al muchacho.

- Imagino que será tu gente. ¿No? - Miró a la extraña y desconocida mujer que hablaba - Este es uno de ellos, imagino. Estaba con una puta psicópata que experimentaba con seres que ni ellas misma conocía. Una zorra que antepuso su propia vida a la de la gente con la que supuestamente vivía - Esperaba que alguien la oyera - Es también quien le disparó a él - Dijo señalando con la cabeza al chico - Como dudo que yo pueda enjuiciarla espero que al menos su gente haga algo al respecto, después de todo parte de todo ello es culpa de esa malnacida.

Las formas, la expresión verbal y no verbal de aquella hermosa y salvaje amazona dejaban claro que no era diestra en las habilidades sociales y que le resultaba muy fácil dar una impresión negativa de ella misma. 

Los alaridos de dolor y el rugir de las llamas sobrecogieron a la joven, que se impulsó torpemente hacia atrás con los pies con la intención de huir de aquella escena. De aquel diablo llameante. Su brazo bueno le cubrió instintivamente el rostro cuando el arma volvió a apuntar en su dirección, interceptada por el estruendo de las balas de su propio bando...

Kora era todo confusión. Ni siquiera era consciente de que aquello había terminado hasta que vió a su padre aparecer victorioso de entre la humareda. Su hija pestañeaba con pesadez, peleando por mantener los ojos abiertos al tiempo que Zack y Leia, en un - aparente - gesto de humanidad, tiraban de ella como podían. A pesar de estar haciéndole daño.

Aún así el calvario pareció atenuarse cuando Tanner llegó a su altura y se agachó para examinarla. La chica se aferró débilmente a su antebrazo con la mirada acuosa, dedicándole una fugaz sonrisa teñida de bermellón. Su presencia le proporcionaba una pequeña ración de felicidad en mitad de aquel caos subterráneo, porque poco importaban los años que había permanecido lejos del hombre: él era su hogar y su refugio.

No seguía los comentarios esporádicos - no podía -, por eso no respondió a la pregunta del médico, pero sí se dejó examinar por él mientras ella daba la impresión de estar persiguiendo fantasmas con los ojos... Todo se movía o muy lento o demasiado deprisa... Las palabras se escondían unas detrás de otras, los rostros se emborronaban como manchas de carboncillo, y los olores... El hedor a carne quemada y a química... Aquel fulgor rojo que se había apropiado de su entorno...

No entendía nada. Sus sentidos estaban desordenados, y el dolor prevalecía por encima de cualquier lógica.

- ¡No...! - Protestó con lágrimas en los ojos cuando volvió a notar el más leve tirón de su hombro lastimado. - No... - Se arqueó en busca de una postura que le proporcionase cierto alivio, algo que no conseguía y que como resultado la dejaba exhausta mirando al techo...

Era evidente que el dolor se le hacía insoportable, pues se ramificaba desde el cuello hasta la punta de sus dedos. También respiraba de manera extraña, a pequeñas bocanadas de aire, como si el hacerlo le produjera molestias en el costado... En cuanto a su percepción, bueno, ya no llevaba la venda y un pequeño rastro de sangre daba a entender que había sufrido una tremenda contusión en la cabeza: la misma que la había dejado completamente fuera de juego.

Hubo un pequeño detalle que llamó la atención - de algunos más que de otros - con el zarandeo. Donde antes descansaba un pañuelo en su cuello ahora asomaba un sello a fuego en su piel. Una quemadura lejana que se perfilaba como una cadena incompleta, compuesta por tres gruesos eslabones.