Partida Rol por web

Las palabras del indio contrastaron con las que pedian calma y organizacion. El sheriff parecia meditar todas ellas con tranquilidad pero sin duda, lo que los pocos supervivientes parecian encontrar mas sensato, era el aguardar bajo la seguridad de un edificio lo suficientemente seguro para todos ellos... la iglesia.

La valentia (o quiza temeridad) de Ichii contrastaba con los rostros palidos...

Finalmente el sheriff se pronuncio, y corroboro lo que todos pensaban. Acarrearian todo lo que pudiesen encontrar de valor antes de cobijarse en la iglesia mientras decidian que hacer o como organizar una expedicion a "esas cuevas". Quiza los soldados llegasen para ayudarlos aunque era dificil saberlo.

Antes de que el grupo se dispersase James, el sheriff, se acerco hasta el indio y le miro de soslayo por un momento antes de añadir.

- Muchacho no seas loco. Ayudanos a coger provisiones, buscar algun caballo en las cercanias y refugiarnos en la Iglesia y mañana intentaremos pensar en alguna forma de limpiar esas cuevas que mencionas y encontrar a los que han desaparecido del pueblo. Ahora no puedes lograr demasiado , ademas, es bastante tarde. No tienes nada que perder y si mucho que ganar, hazme caso.

James suspiro mostrando un intento por que todas sus palabras fueran entendidas por aquel salvaje para, finalmente, ayudar al resto a buscar cualquier cosa de valor que pudiesen utilizar en su defensa, cobijo o alimentacion.

Miro a los que han hablado y a los que quedan sin hablar. No tengo ganas de recorrer todo el desierto hasta las tierras indias para meterme en una cueva, no despues de lo que nos ha costado sobrevivir una sola noche.

- Buscare algo de utilidad... quiza haya suerte y no se haya quemado todo. Creo que la idea de la iglesia es la mejor.

Luego me acerco a las chicas y a Live para mostrarle mi apoyo en estos momentos que todo y todos han desaparecido. Lo hago tocandola el hombro y ofreciendolas algo de mi abrigo.

- Señorita Boree, creo que deberiamos partir ya hacia la iglesia para no demorarnos demasiado. Alli podremos revisar las heridas y descansar, ha sido una noche demasiado larga.

Claro, Desmond -responde inmersa en sus pensamientos de rencor hacia el surista:
Tonta, dice... ¡Los caballos se daban por descontado! ¿Cómo iba a sugerir ir sin ellos? Ni me lo plantearía -piensa mientras camina-. Pero ¿Queda alguno vivo?
Los demonios se comieron todos los que había en las cuadras del saloon -dice en voz alta, continuando más con su diálogo interior que con el común-. Los caballos -aclara al percatarse de que su voz a retumbado más allá de las fronteras de su mente-. ¿Cuántos pueden quedar vivos en el pueblo? -pregunta a nadie en particular.

- Yo diria que ninguno... y si alguno ha sobrevivido ya se encontrara lejos de este infierno..

Se acerco a Sofi y la abrazo con fuerza.

- Vamonos a la iglesia. Estaremos mejor y podremos intentar descansar. Por favor.

Tras las palabras de Live, intervengo. - Yo me ocuparé de las monturas. Merodearé la zona y en cuanto vea acercarse alguno vivo a por alimento y refugio le echaré el lazo. Si alguien desea acompañarme, será bienvenido. Puede que el salvaje pueda hablar con las bestias y calmarlas, con lo que habrán vivido esta noche serán un manojo de nervios -

Así pues, con compañía o sin ella, me alejo del grupo que trata de organizar el refugio para pernoctar esta noche. Realmente no sé cómo sobreviviremos esta noche. Siento deseos de encontrar una montura y salir a galope de este maldito pueblo. Pero debo vengar a mis compadres muertos, y también tengo pendiente un ajuste con Philips. Confío que haya caballos vivos en las inmediaciones. Probablemente se hayan agrupado en manada una vez que el pánico de la estampida se haya pasado. Aprovisionándome de cuerda para hacer el lazo y colgándome el atillo del hombro, me despido del grupo. - Hasta más ver. Nos encontramos en la iglesia. Padre, haga sitio para alojar a los caballos, aunque no se haga muchas ilusiones, no encontraré ni los huesos, mucho me temo -

Live corresponde al abrazo de Susan con cariño y preocupación. Sus chicas, las dos que han sobrevivido a la masacre, están nerviosas y cansadas. Como ella...
¿Qué es lo que ha pasado? -se pregunta contemplando los restos de realidad que quedan esparcidos hante sus hojos. Hace a penas unas horas ella era la acaudalada madame del saloon de un pueblo humilde pero bien avenido-. ¿Y ahora? ¿Qué o quién se supone que soy?
Denspec -suspira dirigiéndose al párroco, cansada-, llévenos a la iglesia lo antes posible.
Live ayuda a Susan a ponerse en marcha.
Tenemos que ver estas heridas -A ella le duelen los gemelos, pero espera que sea más `por la falta de costumbre de saltar de una cornisa a otra que por haberse dañado de verdad.
Caminando muy lentamente, pasa junto a Hugh y su corazón se para por un momento al comprender que hay peores heridas que las físicas...

Denspec asiente. -Vayamos a la iglesia. Apuntalaremos las ventanas, retiraremos los bancos y montaremos camastros. -El párroco desvía la vista hacia el sheriff, que guarda silencio desde hace un buen rato y continúa, intentando insuflar ánimos e iniciativa. Mira a Antonio con una ceja levantada. En parte porque después de lo que ha dicho la chica, ve casi imposible que vaya a encontrar caballo alguno, y por otra parte porque no le cuesta imaginarse al mejicano huyendo del pueblo con el sol a la espalda. -Al menos habrá que intentarlo. Gracias y que el Señor esté contigo.

-Yo puedo preparar la iglesia mientras los heridos descansan, y supongo que Live podrá echarme una mano. Aunque hay mucho que hacer y no vendría mal un poco de ayuda. El resto podría buscar mantas, comida, agua y...velas. Nos vendrán bien para la noche.

Se vuelve para digirise a la parroquia sin más dilación, pero recuerda algo. -Deberíamos dejar una nota en la oficina del sheriff o en algún lugar visible, por si algún viajero llegara o la diligencia se adelantase por cualquier motivo. Por no hablar de un destacamento militar...

Ichii, como sospechaba, vio que ninguno de los blancos estaba por la labor de acompañarle hasta las cuevas. Hablaban y hablaban, no se cansaban de hablar. Querían refugiarse en aquel edificio. Habían visto, vivido lo sucedido la noche anterior y querían arriesgarse a vivir otra así. Esto le confirmó lo que contaban los sabios mayores de su tribu: los hombres blancos no son cobardes, pero se guían por la cabeza, no el corazón.

Malhumorado, con el ceño fruncido, no sabía qué hacer. Desde luego, marcharse solo eso sí sería una estupidez. Aunque podría refugiarse en las montañas, él las conocía, y aguardar al día siguiente. Sin embargo, desechó la idea, pues era en parte responsable de lo sucedido, o eso creía, así que, a regañadientes, aceptó las palabras del hombre de la estrella, asintiendo con la cabeza. No tenía claro qué hacer ahora, todos ya se movían en busca de una cosa u otra, así que pensó sería buena idea acompañar al hombre llamado Antonio.

-Yo ir contigo. Encontrar caballos.

Se encogió de hombros. Puede que la fortuna les acompañase. Se guardó para sí lo que pensaba de los blancos, y lo que imaginaba sucedería esta próxima noche. Un ligero estremecimiento le sacudió el cuerpo.

Durante las siguientes horas los supervivientes de aquella "maldicion" estuvieron lo sufiientemente atareados como para olvidar lo ocurrido y centrarse en su supervivencia de esa misma noche. No serian mas de las 3 de la tarde cuando terminaron sus penosas busquedas que no fueron del todo infructuosas, quiza por la Gracia Divina, quiza por la suerte que no les habia abandonado plenamente.

Aunque no encontraron resto alguno de mas supervivientes, de muertos o de ningun animal en la zona o en las cercanias del pueblo fantasma, si que pudieron dar buena cuenta de todo lo que el fuego no habia devorado. Parecia que aquellos seres no eran lo suficientemente inteligentes como para inutilizar ciertas cosas.

Se puso una nota escrita en la entrada del pueblo, avisando de la Iglesia como lugar de refugio de los supervivientes.

Se encontro en la oficina del Poney Express un antiguo telegrafo que, pese a su precariedad, parecia emitir aunque no recibio nada durante las horas antes de abandonarlo. Quiza vuestro mensaje de socorro llegaria a alguien a tiempo.

Muchos otros objetos, como las armas de la armeria del sheriff (compuesta de dos escopetas y un par mas de winchesters que eran los unicos supervivientes, seguramente por la defensa de los demas lugareños), algo de municion (aunque parecia escasa a los ojos de los que lucharon con esos seres la noche anterior), comida en abundancia, bebida de todo tipo (aunque la mas escasa era el whisky debido al incendio del Saloon), cuerdas, sartenes y una gran cantidad de otros enseres de la tienda del viejo Peabody.

Todos estos tesoros (aparte del dinero que sin duda habia quedado huerfano en el banco y que nadie se habia acercado a reclamar) fueron transportados penosamente hasta la iglesia donde El Predicador y sus fieles (incluidos los dos unicos pueblerinos supervivientes, Telpin y Ferrer) han puesto maderas en las ventanas y asegurado las puertas para poder olvidarse de ellas, al menos, de momento. Aunque la cercania del cementerio, que se encuentra junto a la iglesia, hace que se os pongan los pelos como escarpias...

Una vez volveis a juntaros en este edificio sagrado y, mientras comeis en abundancia y habeis vendado y curado vuestras heridas, parece ser nuevamente el momento de debatir como os organizareis hasta la noche y para la defensa, si llegase el caso, de esta... todos os sentis como si os encontraseis en una gran ratonera esperando a vuestros verdugos...

El regreso al pueblo con las manos vacías ha conseguido minar mi espíritu. Por alguna razón, confiaba en encontrar alguna montura. Pero nada, ni siquiera los expertos ojos y oídos del salvaje han conseguido rastro alguno. La vuelta ha sido silenciosa, pues el indio parece absorto en sus pensamientos. Se le nota frustrado al saber cuál es la verdadera forma de actuar, o al menos parece muy convencido de ello, y no obtiene votos a favor entre los supervivientes. Pero qué podemos hacer? Puede que él se deslize como el viento por el desierto, pero nosotros, sin caballos seríamos presa de las bestias antes de llegar al destino. Le doy una palmada en el hombro en señal de consuelo, no sé si entenderá el gesto o incluso si lo tomará a mal. Trato de acompañar mis actos con palabras - Compadre, yo tampoco entiendo siempre a los gringos, pero esta noche, es mejor que la pasemos de esta forma. Si eres un buen guerrero, dentro de unas horas podrás demostrarlo. Sabes usar armas de fuego? Si lo deseas, yo te explicaré cómo apuntar cuando lleguemos al pueblo -

No sé si mis palabras ofrecen ánimos al salvaje, pero es todo el acopio de esperanza que puedo reunir. Conforme nuestros pasos se acercan a la iglesia, menos fuerte se hace la idea de lugar seguro y más se afianza la imagen de madriguera a la que una serpiente accederá sin problemas. Golpeo la puerta principal. Se hace el silencio en el interior por unos instantes. Comprueban que somos nosotros y retiran objetos que tenían atrancada la entrada. Tan sólo ofrezco una negativa como beneficio a nuestra expedición. Han conseguido aprovisionar el lugar muy bien para las condiciones en las que nos encontramos. Me siento, visiblemente cansado por la larga caminata y doy un trago largo de uno de los cubos de agua aprovisionados. Deberían ser de agua bendita para escaldar a esos demonios. Dios quiera que no incendien la iglesia. Quizá el banco con sus muros de piedra hubiera sido más conveniente. Pero quién dice nada ahora? No hay tiempo para organizarlo todo otra vez. Veo el armamento que han podido conseguir. Escaso pero muy bien avenido. - Señores, deberíamos dejar las armas cargadas y apostadas en las ventanas que se destinen a disparar - Las ventanas han sido tapadas con tablones, pero hay huecos por los que disparar. - Y bien Señor Hugh, qué tiene en mente? -

Una vez que recupero el aliento, me levanto de la silla y me acerco al predicador. - Padre, podría hablar con usted en otro sitio? -  Una vez nos alejemos, quizá en las dependencias de Denspec o en alguna zona apartada continuo. Me retiro el sombrero y me arrodillo - Podría absolver mis pecados, padre? Bendígame Padre, no creo que vayamos a sobrevivir y no quisiera cargar con mis pecados en el más allá... -

Las noticias de los “exploradores” no sorprenden a la ex regente del Red-Skin. Estaba segura de que no quedaría bicho vivo en las calles de aquel pueblo maldito.
Live había ocupado su tiempo en la iglesia acomodándola para que todos pudieran pasar allí la noche cómodamente. A fin de cuentas, todavía no parecía que los hombres hubiesen llegado a una determinación común sobre cómo afrontar la situación. Sin monturas, ¿quien se atrevería a caminar hasta las cuevas? Ella, desde luego. Pero poco podía contar con que siquiera los muchachos se planteasen llevarla.
Vio como los hombres se acondicionaban a los espacios que las chicas y ella habían preparado con ayuda del predicador y un par de aldeanos más. Por un segundo se sintió nuevamente como una gran anfitriona, lo que la reconfortó de sobremanera. Pero el sentimiento le duró poco.
Como un autómata, la joven comienza a recargar las armas y a apostarlas en las ventanas, dejando cerca de estas la munición correspondiente.
Tampoco es que sirvan de mucho -se lamenta, acariciando la deringer escondida bajo su vestido.

Con el cansancio aun en el cuerpo logramos llegar a la Iglesia donde guarecernos. Es un momento un tanto triste dado que no hemos encontrado nada que pueda sacarnos de aqui... aun asi tenemos suficientes recursos para aguantar un par de dias si se diese el caso. Espero que no.

Cansado me siento en uno de los peldaños de piedra de la gran sala de reuniones y suspiro mirnado a Live y a las chicas. Espero poder protegerlas llegado el momento.

- Bueno, damas y caballeros. Parece que hemos asegurado un poco esto y traido todos los trastos que aun quedaban en el pueblo pero ahora deberiamos asegurar los dos medios de entrada de la iglesia (sin contar con las ventanas, claro...). Igualmente estaria bien o cerrar el campanario o apostar a alguien alli, ¿no creen?.

Jugueteo con la baraja de cartas en mis manos y lamento que mis "ropas de gala" se encuentren tan sumamente destrozadas. Una pena.

Luego me acerco a la señorita Boree y a sus meretrices para ver que tal se encuentran.

- ¿Necesitan tal vez algo de ayuda? Saben que para lo que necesiten pueden contar conmigo...

Ya  subo  yo al campanario para  la primera guardia luego   me puede dar el relevo el sheriff o nuestro amigo mejicano.Agarro uno de  los rifles y   me dirijo al campanario.Lo que dice el caballero de  condenar las ventanas y reforzar las puertas es una buena idea y no deberíais demorarlo.

- Suerte allí arriba Señor, no dude en hacer sonar las campanas si ve algo. Y sobreviva... - El sarcasmo es patente en mis palabras viendo cómo el surista desaparece por la puerta del fondo para encaramarse al campanario. Deambulo por la amplia estancia cuando oigo crujir los tablones del suelo. Deberíamos humedecer las paredes por si tratan de incendiar el edificio, dudo que tengamos agua suficiente, ni siquiera en el abrebadero. Otra idea se forma en mi mente que esta vez expreso en alto.

- Deberíamos usar los bancos para formar una trinchera circular. Si la cosa se pone muy fea y no podemos hacer uso de las ventanas, podríamos apostarnos en dicha trinchera. Qué opinan? Sería la última barrera defensiva. Además, las lupitas estarían mejor protegidas - viéndolas, salvo su madame que rebosa fuerza, las muchachas son un manojo de nervios. Al menos, no son capaces de contener el miedo de forma visible.

Live sale de su pequeño trance gracias a las palabras del señor Timberland:
No, gracias -responde con una débil sonrisa-. Solo intento distraerme y ser de utilidad -dice, aunque en realidad piensa en lo poco útil que se siente en estos momentos. La espera es casi más inaguantable que la acción en sí. Si no van a sobrevivir a esos monstruos, porque retrasar lo inevitable… ¡No! Live sabe que no puede permitirse pensar así. No puede dejarse llevar por el miedo y la desesperación. No, cuando ya ha dado lecciones de valentía a los hombres, o eso pretendía con sus torpes palabras. No, cuando todavía puede respirar y sostenerse en pie.

Ayudo lo que puedo a mover los bancos o clavar los tablones que arrancamos de ellos en las cercanas ventanas pero el cansancio es patente y mis heridas me hacen parar para descansar. Solo puedo rezar porque aqui estemos bien y podamos ver nuevamente amanecer. Al menos estamos todos juntos y hay hombres suficientes para defendernos... o eso espero.

Miro a Live y siento un escalofrio. Tan inutiles somos en estos momentos de necesidad? Que podriamos hacer nosotras?

Telpin y Ferrer cogen un winchester y una escopeta respectivamente asi como algo de municion para ellas, tras lo cual ayudan a colocar los tablones en puertas y ventanas, dejando entre ellas un espacio suficiente para disparar llegado el caso en lo que respecta a las ventanas.

Cuando han pasado unas horas y habeis cerrado casi todas y quedan aun seis bancos de madera que usais como parapeto tal y como el mejicano ha sugerido.

El surista se ha decidido a subir al campanario y Ferrer, con su escopeta, decide ayudarle cubriendo la puerta posterior.

Telpin, por el contrario, decide encargarse de una de las 2 ventanas delanteras de la iglesia con su winchester.

Ya ha pasado bastante rato desde que emepzasteis a cerrar vuestro refugio y teneis por buen seguro que en un par de horas a lo sumo oscurecera...