Partida Rol por web

Khyzorn, Noveno día de la primera Dekhana, Año de los dragones Solitarios.

La audiencia concluyó casi tan repentinamente como inició, tras la despedida de Arlezha, Mannock asintió y se llevó a Sven afuera, quizá para instruirlo en sus nuevas labores. El resto, quedó a merced del sátiro brincón.

Se dirigian al viejo puesto comercial, donde encontrarían algunas cosas que Errol había sugerido, pero un vistazo rápido al equipo de todos los presentes, demostró que no era necesario comprar nada en absoluto. -Una tienda no será necesaria, amigo Errol -Dijo Bourdain, siempre con su caracteristico tono burlón. -Conozco una cabaña abandonada a la cual llegaremos cuando el sol empiece a caer, y mañana en las horas de la tarde, llegaremos al territorio de los Ogros, la cabaña solo es un espacio, así que si a Niren, amiga de Shaonn, no le importa compartir espacio con este humilde cuenta historias y sopla flautas..

Por la puerta donde entraron, salieron. Voltearon hacia el este y siguieron un sendero que ascedía por en medio de las imponentes montañas Nezher. Durante aproximadamente una hora de un ascenso, la temperatura bajó notablemente.

Llegaron a un cruce de senderos, uno volteaba hacía el norte y otro hacía el sur.

-Hacia el norte, llegariamos a la cabaña del señor Jeremias Brunt, él es el sabio del pueblo.... Un viejo hermitaño que me produce desconfianza. Pero nosotros nos dirigimos hacia el sur, justo en el pico antes de llegar al nuevo enclave de magos, volteamos otra vez al este y de ahí, un par de horas más por terreno salvaje y voilá, llegamos a la cabaña justo al anochecer!.

El camino siguió, y se hizo lo que el bardo había predicho, en uno de los picos, se desviaron del sendero y empezaron a ascender, hasta un lugar desde donde se alcanzaba a ver el sitio del cual habló bourdain. Un edificio grande era rodeado de siete tiendas mas pequeñas, cada una con un fuego encendido a unos metros de distancia, una rústica empalizada rodeaba todo el enclave, y varios sujetos armados patrullaban el interior.

-Ese, amigos mios, es un enclave de magos, llegaron hace poco y se instalaron con supuestos permisos de la propia dama. No me generan gran confianza, pero han llegado con varios objetos magicos para vender y pues ya se imaginarán que es el destino preferido para los aventureros como ustedes que llegan a estas tierras. Si desean, a la vuelta podemos echar un vistazo.

Pashma negó con la cabeza, no había hablado mucho durante el viaje, aunque parecía animado y con buen humor. Después de todo estaba ahora mismo en un grupo tan sumamente curioso que si hacían la media salía a cuerno por cabeza. Sin embargo ya no tenía mucho que decir así que guardaba silencio.

Si Pashma había hablado poco, Valeria podía haberse comparado a una tumba. Talith en cambio, había estado parloteando todo el viaje con cualquiera que tuviera ganas de conversación, zumbando como una abeja. Cuando se detuvieron, Valeria enarcó una ceja.

—Claro. ¿Quién en su sano juicio se fiaría de un thayino? —ironizó Valeria.

—¡Un enclave! Creo que sería el único lugar de Faerûn en el que montarías más revuelo que un minotauro, una tiefling y un sátiro juntos —carcajeó la calavera—. ¿Qué, nos damos un paseo por los viejos tiempos?

—No —dijo en tono inflexible Valeria—. Mis lealtades han cambiado. Bien sabes que el Azote Rojo ya no significa nada para mi.

—Un mago rojo nunca deja de serlo —señaló Talith—. Da igual que dejes el pelo largo y no uses el rojo ni en las bragas. Eres una maga thayina, y siempre te señalarán como tal. Arlezha L...

—¡Cállate! —estalló Valeria, demostrando que si alguien podía sacarla de quicio era aquella calavera.

Miró en derredor, a aquellos improvisados compañeros y envaró la espalda.

—¿Qué miráis? ¡Sigamos!

Niren se había quedado mirando con gesto desapasionado a la maga roja y a su calavera parlante.

—Me pasaría horas oyéndolas... —dijo en tono monocorde, que más bien parecía una reflexión en voz alta. Acto seguido giró instantáneamente la cabeza y miró al sátiro, cambiando por completo la voz a su timbre de siempre—. No es al enclave de los calvorotas a donde nos dirigimos, ¿que hacemos entonces aquí parados como piedras? Movamos los pies, que el cuerpo nos seguirá.

-Bueno es saber que están aquí y tal vez nos sean de utilidad más adelante, pero no ahora. Prosigamos, si os place, antes de que mi trasero se de cuenta de que nos hemos detenido y se niegue a proseguir con el castigo. Por los dioses que de tanto montar me están dando calambres en los calambres... -se quejó Errol, aunque siempre exagerado y de buen humor. Parecía que la positividad y sus frases pomposas y ocurrentes nunca se acababan. En mil millas de camino no había discutido con nadie jamás, pese a tener de compañía a los inflexibles enanos y compañeros de lo más singulares. No, sólo discutía con Gertrud. Lo triste era que a veces ganaba ella (y él le daba la razón).

El sátiro parecía más que divertido con la calavera parlanchina, se le notaba la curiosidad que tenía por saber TODO acerca de esa extraña cosa, nunca había visto un familiar más extraño de un mago, pero por desconocidas razones no se atrevió a dirigirle la palabra a Valeria ni a la Calavera, no se la dirigió durante toda la jornada de viaje.....

El sol caía rápidamente detrás de las montañas mientras los seis avanzaban guiados por bourdain, parecía cómodo con todo el grupo en general excepto con la maga, que le producía cierto..... ¿respeto?, ¿deconfianza?, pero iba entablando y componiendo canciones alegremente con Errol, mientras escuchaba atentamente las historias de Redwin, le jugaba algunas bromillas a Niren y hablaba ocasionalmente con Pashma. En general, un buen compañero...... si no fuera por que no se callaba. Siempre preguntando, siempre cantando, siempre riendo, siempre saltando. Y Niren le hubiera mandado más de una vez la mano para dejarlo marcado, si no fuera porque de alguna extraña manera, ese sátiro le recordaba a su amiga Shaonn. Ya sabía porque habían entablado amistad. «Niren, amiga de Shaonn», repetía con frecuencia solo para perturbarla.

-Hemos llegado!. -Dijo después de una larga y pesada jornada de viaje. -Justo allá. -Señaló en dirección a una casa construida completamente de madera, no se encontraba en buen estado y tenía un gran agujero en el techo. La puerta era de madera sólida, pero apenas colgaba de sus oxidadas visagras de hierro. las ventanas estaban tapadas en su totalidad por madera clavada en los marcos desde adentro. Un par de fogatas se encontraban a unos metros de distancia, aún emanaban algo de humo.... con seguridad, llevaban apagadas unas pocas horas. el silencio reinaba inquietantemente en el entorno....... demasiado silencio.

-Esto es extraño!, las ventanas no eran así... y ese orificio en el techo.... ¿Que habrá sucedido?... en fin. -Esbozó una sonrisa y empezó a caminar tranquilamente en dirección a la casa. -Seguro algunos buscadores de oro hicieron de esta cabaña su hogar, seguro esas buenas personas nos dejarán compartir techo..... o lo que queda de él!

-Bourdain, pecas de inocencia. Si los habitantes de la casa hubieran vuelto, no habrían cambiado la casa, la hubieran tratado de reconstruir. Alguien o algo ha ocupado la casa. Y es un alguien que no cabe dentro, o las fogatas no estarían fuera. Varias fogatas, por cierto. Además, si los ocupantes no están en casa, ¿porqué no se oyen los animales del entorno?. Diría que el entorno se ha dado cuenta de que no es aconsejable delatar su posición o acabará devorado. Yo apostaría porque hemos encontrado lo que buscábamos... -dedujo Errol del tirón, afirmando montones de cosas de las que difícilmente podía estar seguro.

- Alguien silencioso debería adelantarse y explorar, a mí no se me da bien, si sabemos por donde atacar puedo solicitar favores a los dioses para que nos ayuden justo antes de entrar y eso siempre es una gran ventaja, además de cogerlos por sorpresa. Si os hieren en combate puedo curaros más tarde, pero durante el combate lucharé y no curaré, así que si os hieren de gravedad retiraos a posición segura. Las estrategias os las dejo a vosotros, los humanos y semihumanos tenéis fama de ser más listos.

Niren alternó la mirada entre quienes habían hablado.

—¿Y a nadie se le ha ocurrido simplemente... pasar la noche en otro sitio?—dijo—. Es decir, no sé vosotros pero yo no pienso partirme la cara con quien sea o con "lo" que sea que pueda haber ahí dentro sólo para pasar la noche en tamaña ruina de refugio. Casi parece que le faltase el empujón de un goblin para venirse abajo.

Se encogió de hombros como si acabase de resaltar algo obvio. En su caso no era la primera vez que dormía al raso y desde luego estaba casi segura que hasta se estaría mejor fuera que dentro.

—Otra cosa es que estuviésemos hablando de la mansión de tres pisos de un noble de Evereska, pero por esto ya son ganas de complicarse.

Bourdain se detuvo de golpe ante el comentario de Errol y se encogió de hombros. -Puede que tengas razón, pero ¿ogros?, están muy lejos aún de su territorio, no creo que hayan venido a este lugar.... a menos que hayan decidido mudarse de nuevo!.

Apenas asintió al comentario de Pashma, alistó su flauta y la exibió a los demás -Esta es mi arma -dijo dejando claro su profesión -Y en cuanto a tí, mi querida Niren, Amiga de Shaonn, no sabes el frío que hace en estas tierras en las noches, y si quisieras alejarte de ese punzante frío que te hiela el tuétano del hueso mas escondido de tu cuerpo, tendrías que encender un fuego, y eso..... bueno, eso no sería bueno a no ser que quieras terminar siendo la cena de un draco o una manticora, o de un oso terrible o de una jauría de lobos!. Así que tú quédate en la mansión de Everska que dices, porque yo si deseo pasar la noche bajo techo!.

Khyzorn, Noveno día de la primera Dekhana, Año de los dragones Solitarios.

Había sido un largo y agotador viaje desde el bosque de Arn, donde residías actualmente como una especie de misionero de Mielikki, expandiendo la fe, construyendo una iglesia y ganando seguidores de la señora de los bosques. Todo había empezado en una pequeña comunidad de gnomos del bosque, llamada "El bosque de Grevel". Los aislados gnomos te habían visto como algún milagro proveniente del bosque y poco a poco empezaron a escucharte.

La comunidad entera rezaba a Mielikki, excepto Ólbern Bánnobrand, un clérigo fundamentalista de la fe de Garl del oro luminoso, era el único que te miraba con indiferencia, y era el único que no se refería a tí como "El guardián de Grevel", tu misión se había cumplido con exito en esa villa, donde la líder del clan, Mávheran Jerlskil escuchaba todos y cada uno de tus sabios consejos.

Pero tú eras como un pájaro de Mielikki, un pájaro libre que le gustaba disfrutar de la naturaleza, de los campos, del espacio y no te gustaba permanecer mucho tiempo en un solo lugar, por eso, hacía algunos días, decidiste viajar a Nevesmortas, a tomar un aire diferente, a charlar con el sabio Jeremias Brunt* y tomar una bebida de alguna de sus raras, pero deliciosas hierbas mietras hablaban de todo durante largas horas.... o inclusi días.
Querías poder intercambiar información de la zona con el buen montaraz también seguidor de Mielikki, Helgrim. Venderle algunas pieles de castor, de zorro o de liebre al curtidor Nadia Tilbur, o comprar alguna herramientas útiles en la herrería.

Pero sobre todo, querías un buen trago de aguamiel de la posada la rosa y el martillo, al son de uno de esos alegres cantos del gracioso sátiro bardo llamado Bourdain, que constantemente cantaba irreverentemente al son de su flauta...... Hacía ya varios meses que visitaste por última vez la villa, incluso antes de que llegaran a bosque Grevel rumores de que se había desatado una fiebre del oro en Nevesmortas.

Ya solo hacía falta una jornada más de viaje y el sol ya caía en el horizonte, detrás de las montañas Nezher por las cuales viajabas en este instánte. Aún recuerdas una cabaña abandonada que te servía de refugio en la última noche del viaje, y ahí te dirigias a pasar la noche que ya llegaba....

Justo después del saliente de un pico, pudiste divisar la cabaña, solo tenías que bajar un poco y avanzar unos 30 metros y alcanzar la cabaña, pero ya no era la cabaña que visitaste la última vez....

Ahora se encontraba algo destartalada, un hueco en el techo, la puerta principal colgando de su oxidada visagra y las ventanas tapadas desde adentro, y parecía que no estaba deshabitada del todo....... alfrente y atrás de la cabaña, habían dos fogatas apagadas recientemente, arrojando una linea de humo al cielo.

Justo cuando empezaste a descender, viste algo de movimiento al otro lado de la cabaña, eran personas, pero parecían estar discutiendo, intentando mantenerse ocultos, sin duda no eran los habitantes de la cabaña. Tres humanos, uno de ellos mujer y un tiefling acompañaban a dos humanoides peludos y con pronunciados cuernos. el más pequeño lo reconociste, era el propio bourdain, el irreverente bardo de la posada, pero el otro...... Jurarías que era una vaca bípeda!

- Buenno, sepamos lo que hay ahí anntes de decidir.

Definitivamente, la velocidad a la que Pashma perdía su típico acento era curiosa, pero todavía se notaban rastros de vez en cuando.

Mientras jugueteaba con su fiel Caliope, Angelo avanzaba por el bosque, sin dejar ni el más mínimo rastro de su avance. El Aasimar, poco a poco, empezaba a sentir el cansancio del día y deseaba relajarse en la cabaña para llegar al poblado duranet el día siguiente

Sin embargo, la presencia de los desconocidos lo hizo detenerse y prestar atención a lo que veía. Aprovechando su buena vista intentó detectar lo que pasaba sin acercarse demasiado. Ya habría tiempo para ello... si hacía falta

—Puedo ayudar con eso —dijo en última instancia Valeria.

Sacó de entre su bolsa de componentes un ojo humano con un iris verde. 

—¡Eh! ¡Ese ojo es mío!

Valeria ignoró el exabrupto de Talith y alzó el ojo a los demás para enseñárselo. Al trasluz era visible que la maga roja había cosido un largo hilo de tripa al nervio óptico indicando que Valeria ya había hecho cosas parecidas a esta antes.

—Puedo encantar este ojo para que retenga todo lo que ve hasta un tiempo máximo de una hora. Si alguien puede colarlo al interior, puedo recuperarlo tirando del cordel y ver todo lo que ha visto —bajó la vista hacia la calavera—. Es una pena que no veas en la oscuridad, Talith. Nos habría servido de mucho.