Partida Rol por web

Estaba harto del estorbo que aquellos cajones suponían. Harto de lo que debería haber sido una ayuda, pero había extendido aquel combate más de lo que su paciencia podía soportar. Olvidándose por un momento de su rival, de hacer cualquier intento de herirle, dio un paso atrás apoyando fuertemente la bota en el suelo y cargó con toda la rabia acumulada contra el cajón que había hecho de cobertura para el rufian al que se enfrentaba. Apretándo los dientes e ignorando el dolor en su hombro, incluso haciendo caso omiso del intento de ataque de su sorprendido rival, apartó el cajón lo suficiente para abrirse paso y enfrentarlo cara a cara, sin nada que se interpusiera entre ambos.

Caminó hacia el guerrero, espada en alto mientras desviaba con el escudo sus envites.

-Tuviste tu oportunidad para rendirte... ¡Todos la tuvisteis! - sentenció mientras avanzaba hacia él espada en mano - Es momento de que afrontes tu juicio.

Su enemigo parecía cada vez más nervioso. La posición de seguridad con que había empezado el combate había desaparecido, la superioridad numérica ya no era clara. Atacó a Aiden con desesperados y toscos golpes, fáciles de desviar para el paladín. Aprovechó uno de ellos, fuerte pero previsible. Lo desvió hacia fuera con el escudo, dejando completamente indefenso a su enemigo, y contraatacando rápido para atravesarlo con su espada.

Sin detenerse tras dejar caer el cuerpo al suelo continuó hacia el hombre que se ocultaba entre dos cajones a en el lado derecho del almacén. Había esperado atento para aprovechar un error en su guardia en su enfrentamiento con el guerrero, pero este había sido tan corto que no había existido posibilidad. Sin vacilar, Aiden cargó contra el. No iba a permitir que aquello se alargase más. Tenían una misión que cumplir. Tenían que encontrar a la futura duquesa. Tenían que descubrir quien estaba detrás de aquello. Tenían que rescatar a las mujeres desaparecidas. Tenían que rescatar a Gina.

Con violencia trató de empujar al ladrón contra la pared, pero este se revolvió con agilidad. Aprovechando un hueco en la defensa del paladín lanzó un tajo que apenas fue capaz de atravesar la armadura. Rodó entonces para intentar ganarle la espalda pero Aiden vio bien sus intenciones. Giró rápidamente sobre si mismo haciendo que el escudo golpease el arma del ladrón, lanzándola por los aires, y rápidamente descargó un tajo en diagonal de abajo a arriba que acabó con su vida de un solo golpe.

La pelea se estaba alargando demasiado, y cada segundo era oro puro para las mujeres secuestradas. Apunté nuevamente al rival del explorador, cuando sentí crujir de pronto el suelo de madera sobre el que me apoyaba ¡Aquel tablón medio podrido por la humedad se combaba y amenazaba con partirse de un  momento a otro! Y justo, en ese instante, el oponente de Hugh daba un paso atrás y ofrecia todo el torso al descubierto. Suspiré:- Bueno, he tenido decisiones peores...- dije, y apreté el gatillo.

El virote voló certero hundiéndose en el pecho del rufián arrancandole un último estertor, pero eso no lo llegué a ver. Mi mundo se redujo al crujir de la madera, una rápida caida y el impacto contra el suelo. Pude hacerme justo un ovillo para absorber parte del impacto, pero aún así mis costillas se resintieron. Al momento y con un sonoro quejido, me incorporé y miré a mi alrededor, buscando a mis compañeros.-¿Acabamos de una vez?

El estruendo que provocó el paladín golpeándose contra las cajas dio una idea a Rislân. A su izquierda, uno de los luchadores se asomaba entre las rendijas de dos de ellas. El monje podía introducir la lanza por allí, pero eso le proporcionaba al rufián una cobertura inesperada, así que iluminado por la luz de Aiden se apoyó en el bastón a modo de pértiga y golpeó con fuerza uno de los cajones.

La madera crujió y rechinó mientras se desplazaba hacia el bandido, saltando un montón de esquirlas por el aire. Temeroso de que la caja fuese a aplastarle el malhechor gritó y en un intento desesperado de evitar el impacto del cajón salió con la espada en ristre. Con el movimiento sesgó el muslo de Ris. La sangre manó oscura a través del ropaje del monje a la vez que caía justo frente a su enemigo, que había tropezado en su torpe huida y quedaba de rodillas en el suelo.

El viejo agradeció no ver la cara de hombre cuando alzó el bastón en el aire y colocó la punta acerada para que penetrase en la parte alta de la espalda, la unión entre en el cuello y la columna. Sin apenas un ruido, la lanza se hundió con potencia en el cuello del tipo, que cayó en un charco de sangre.

Luego miró alrededor. Parecía que habían vencido.

Repentinamente consciente de las heridas recibidas, como siempre que el fragor del combate pasaba, Gogri se apoyó en el hacha con el estilo depurado de quien ya había tenido que recurrir otras veces a esa farsa para simular encontrarse en perfecto estado.

-Eso parece, desde luego - dijo el enano, conteniendo un gemido por el escozor en el abdomen -. No es forma de morir, entre cajas vacías en mitad de un almacén, pero ellos lo han decidido. Al menos han empuñado bien las armas.

Gogri levantó una de ellas con el filo de su arma e hizo como si mirase debajo.

-Ahora tendremos que buscar a la humana secuestrada, ¿no es así? Esto no ha terminado para nosotros ni para ella, hasta que la alcancemos. Los remiendos tendrán que esperar.

Se afanaba por asestar el golpe de gracia al perro contra el que se enfrentaba. Hasta que éste cayó desplomado al suelo, atavesado por un virote de Hank. -¡Al fin!- Susurró. Mientras, Silentz ladraba en la puerta. Sin embargo, no pensaba darle la orden. Sus enemigos eran muchos y muy rápidos, por nada en el mundo quería poner en juego la vida de su fiel amigo, asi que soltó las armas y sacó su arco de la espalda. Acto seguido comenzó a arrojar una flecha tras otra. -¡Hank, Rislan precisa ayuda!- Gritó a su compañero. Pero al girarse, vio que este había desaparecido. El sin embargo, comenzó una lluvia de proyectiles que ayudó a sus compañeros a acabar con todos los rufianes secuestradores. Busquemos a Margheritte. No debe andar lejos.- Y junto a Silentz, retomó la busqueda.

Silent acudió presuroso, pero inquieto, seguía gruñendo un poco y, ahora que le veía, Hugh entendió que sus nervios eran porque oía gente aproximarse. La guardia no estaría muy lejos, tal vez a un par de calles, aunque equipados con pesadas armaduras, aún les quedaban unos minutos para registrar aquel almacen diáfano.

Coordinados, Rislân, Gogri y Aiden hicieron la inspección rápida que evidenció que no había gente por allí, ni dentro de las cajas mientras Hank y Hugh buscaban cosas más ocultas. La ayuda del lobo fue muy útil para notar que una de las cajas, la única que tenía otra apilada encima, estaba un poco descascarillada señal de que era arrastrada con cierta frecuencia. Evidencia remarcada por las rozaduras en el suelo.

Hizo falta coordinar el esfuerzo de los cinco para mover los cajones y revelar una mareante peste a cloaca que ascendió por un estrecho conducto que descendía a la oscuridad. Era obvio que en tiempos tuvo una rejilla y era un desagüe para el sangrado de un matadero, pero ahora no tenía protección podía ser usado para bajar con amplitud. Algunas fibras de seda verde estaban prendidas de la escalera de metal oxidado que se adentraba en las tinieblas.

Una pista, paraecía clara. Todo indicaba que era aquel el lugar por donde habían llevado a la Condesa. La ruta por la que debían seguir.

-Este es el camino, rápido, hemos perdido mucho tiempo en este almacén... - los apresuró Aiden - Quien sabe donde pueden estar ya... Vamos, antes de la guardia se nos eche encima.

Dio un vistazo rápido a sus compañeros para comprobar su estado de salud. Casi todos se mantenían bien en pie, salvo el bueno de Risla.

-Espera un momento amigo - le detuvo - ¿Te encuentras bien? No es descartable que tengamos otro combate en lo que queda de noche ¿Necesitas ayuda?

Gogri esperó pacientemente en la ridícula puerta de entrada. Una caverna, pensó el enano. Una caverna para acabar con esto. Que me place, vaya.

No dejó de mirar a todos. En cuanto estuvieran listos, él guiaría la bajada.

Las palabras del paladín me calaron hondo. Ciertamente, quizá estuvieramos cerca de encontrar a las desaparecidas...y a mi Mara. Avancé rapido hacia la obertura mientras apartaba restos de madera y polvo de mis ropas.- Permitidme que eche un vistazo.- comenté a mis compañeros.- No me fío ni un pelo de todo esto.- Y me dispuse a bajar, prestando atención a lo que me rodeaba.

Rîs se apoyaba en su largo bastón como podía, así que ante el ofrecimiento del paladín, pese a que intentó negarlo con la cabeza, su cuerpo se tambaleó, fallándole las rodillas.

Asintió a Aiden, en todos los aspectos. Debían ir a por las mujeres desaparecidas sin más dilación, y no le vendría mal algo de curación, que él mismo no podía dispensar.

-Tranquilo amigo - le sujetó cuando le fallaron las rodillas - Solo será un momento.

Apoyó la mano sobre el pecho del anciano y cerró los ojos un instante, mientras susurraba una plegaria.

-¿Mejor? - preguntó unos segundos después - Vamos, deberíamos ponernos en marcha.

Descendiendo por las escaleras, angustiado por el largo tiempo perdido en el combate, se adentra por el túnel recientemente descubierto. -Que alguien porte una antorcha, necesitaremos luz ahí abajo.- Instó a los compañeros. Mientras, chasquea los dedos para que Silentz se acerque a él. Rodeandole con el brazo derecho, comienza el descenso tras sus compañeros. -Ahí hay más restos del traje de la duquesa.- Informa al ver las fibras prendidas de la escalera. -¡Estamos cerca!

El estrecho hueco de descenso comenzaba con unos eslabones de hierro clavados en la pared a modo de peldaños. Pronto se quedaba demasiado oscuro para descender sin luz y Hank y Hugh tuvieron que esperar a que sus compañeros de arriba iluminasen el descenso. El túnel descendía unos ocho metros, la pareja de exploradores bajaban lentos y atentos, lo que fue un acierto, puesto que al plantar el peso en un varios eslabones consecutivos, tras dos metros de bajada, éstos cedían. Un descenso lento les permitía aferrarse con las manos e ir tanteando, pero si hubieran ido más rápido - por ejemplo, persiguiendo a alguien - habrían acabado asidos por completo a eslabones que cedían y se hubieran precipitado al vacío.

Descubierta la trampa, sólo Gogri podría haber tenido problemas, su altura un poco justa para descolgarse de los últimos elabones estables a los últimos, pero su fuerza y destreza trepando le permitían la proeza de quedarse colgando totalmente de los brazos y luego sostenerse con los pies para seguir bajando unos peldaños.

El hedor de la alcantarilla fue haciéndose más y más profundo a medida que el quinteto de héroes descendía. Llegó un punto en que era vomitivo y les costaba contener las arcadas. El suelo del pasadizo al que descendieron, de apenas un metro veinte de altura estaba resbaladizo por la inmundicia que caía desde media docena tuberías, canalizaciones y pasadizos similares al que habían bajado, aunque ninguno tan amplio ni dotado de accesos.

Una abundante colonia de ratas les recibió con chillidos furiosos y asustados, corriendo pasillo abajo alejándose de su luz. Llegó un punto donde la colonia se detuvo justo al final del pasadizo donde parecía desembocar a otro más alto y amplio, se giró, bufó y gruñó. Durante un segundo pareció que les harían cara, Hugh como conocedor de las costumbres animales, lo encontraba raro, su teoría es que las ratas tenían mucho miedo de salir del pasadizo. Finalmente la presencia de cinco humanoides y un lobo resultó ser más intimidante que el terror desconocido y las ratas huyeron al túnel más externo desapareciendo en segundos en mil direcciones.

Ese pasadizo era más amplio, con dos metros y medio de radio y forma perfectamente cuadrada. Estaba antinaturalmente límpio, salvo por una corriente de aguas fecales que discurría por el fondo ligeramente semiesférico y que era capaz de albergar una corriente cuatro o cinco veces mayor, las paredes estaba muy lisas y pulidas. El pasadizo tenía numerosas galerías laterales como por la que ellos salían, tanto hacia arriba como hacia abajo y, aquí y allá, se intuía una ligera luminosidad arriba en pequeñas aberturas que, sin duda, eran los desagües para la lluvia que se podían ver en la superficie, aunque por ellos no podrían más que sacar una mano.

Si Gogri no se equivocaba, corriente arriba traía pendiente y ascendería hacia el distrito de mármol, corriente abajo la pendiente se moderaría y - suponía - acabaría en el distrito inferior o incluso en el río.

Gogri aspiró el aire como si fuera una brisa primaveral y soltó una risotada.

-Vamos, no nos detengamos admirando el paisaje. JA JA. ¿Por dónde ahora? Estos son unos jaques, nada más, así que yo diría descender... o puede ser que haya buenos motivos para que un secuestrador quiera a sus víctimas en sus suntuosos palacios. ¿Quién será el culpable? Venga, hagamos esto junto.

Siguió a Gogri a través de las alcantarillas tapándose la nariz tratando de mantenerse apartado de aquel espantoso hedor. No fue suficiente, pese a esforzarse por mantenerse en silencio no podía evitar toser ocasionalmente. Apoyaba la otra mano en la pared, asegurándose de mantener el equilibrio. Los gases de aquel lugar le estaban mareando y lo ultimo que quería era caer entre la mugre.

-¿Alguno de vosotros... cough... - tosió - ve algo? ¿Algo que nos diga por han ido? Puede que haya algún resto de ropa, o hayan perido algo si huían con prisa...

Este pasadizo esta demasiado limpio para tratarse de una cloaca.- Dijo.- La duda es qué rumbo tomar.- Planteó una vez Gogri dijo hacia donde se dirigía cada lado del mismo.-¿Abandonarán la ciudad con las mujeres para tratar con ellas o quizá haya a algún escondrijo aquí abajo?

Lo que si puedo deciros, es que esas ratas temían a algo más aparte de a nosotros.

A pesar del repulsivo hedor, mi estomago aguantó bastante bien mientras avanzamos por las cloacas. No era la primera vez que me encontraba en el subsuelo de alcantarillas de una ciudad, ni sería la última. Repimiendo una risa ante los comentarios de Gogri, avancé con cautela hacia las bifurcaciones. ¿Abajo o arriba? Equivocarse podía costarnos un tiempo precioso... Así que agudicé mis sentidos tratando de captar alguna pista que nos orientara...