Partida Rol por web

-¡Perros!- qué gusto daba gritar eso sin que nadie se ofendiese- ¡Esperad a que el fuego acabe! ¡¡Apartaos!!

Los perros se apartan un rato y poniéndome delante de la Dama lanzo una bocanada de fuego.

-¡Ahora! ¡Al ataque de nuevo!- les rujo a mis canes.

Visto el resultado tan afortunado que había conseguido Carlsson con los mastines, me decidí a probar fotuna con las ventajas que nos había otorgado ésta maldita torre, pero resultaba evidentemente mi falta de talento para controlar semejantes poderes.

Kaalim vuelve a conjurar el mismo hechizo, pero esta vez no logra impactar contra la criatura. 

Stanley gruñó cuando el golpe hendió sólo el aire. Estaba seguro que había conseguido herir a la criatura, pero había algo en ella que hacía que no la percibiera con normalidad.

Usando el arma de nuevo con un movimiento ofensivo, intentó golpear a la extraña pantera

Este combate se estaba alargando más de lo esperado, pero no podíamos perder la concentracíon.

Aún así, cuando intenté golpear de nuevo, me di cuenta de la posición de mis piernas. Mi cabeza no estaba lo suficientemente centrada, y mis ataques no iban a ser efectivos hasta que me centrara. El golpe falló y me puse en la posición correcta para volver a atacar bien

El orco se revolvió en su sitio iracundo, por un momento empezo a batir las cadenas contra la criatura que tenía en frente en frenesí. Un grito, que sonó mas parecido a un aullido, salío de lo profundo de su garganta mientras intentab alcanzar la criatura. Grito de nuevo...

-¡¡¡KEBAKARAN!!!-

Y al final del grito un mezcla incandescente emanó de su boca como un vomito llamas, que se extendió rapidamente por la habitación en dirección a las bestias que les atacaban.

Seifer trata de nuevo de impactar pero la criatura vuelve a desmaterializarse y falla, entonces las criaturas volvieron a atacar, esta vez hirieron de nuevo a Seifer y a la Dama Roselina, que a pesar de su protección lograron impactarla y herirla.

Urkk comenzó a crear una tormenta de fuego que provenía de su boca. El velo de fuego hirió a dos de las bestias y también al pobre Stanley que estaba en medio. El daño no fue demasiado para su compañero y quizá fuera necesario, ahora se dieron cuenta que ante la magia las bestias no titilearon y no fallaron.

El ataque del orco fue seguido por Mal que lanzó su aliento contra la criatura contra la que estaba luchando y también comprobó que no se desmaterializó, aunque si que logró esquivar parte del daño. Aún así, los restos de las llamas eran apreciables en su cuerpo.

Después los perros atacaron y gracias a que tenían a la criatura flanqueada lograron casi morderla y herirla con sus colmillos, pero solo una acertó puesto que de nuevo se desvaneció.

Y después tanto Kaalim, como Stanley y la Dama Roselina fallaron todos sus intentos de dañar al oponente.

Pero tras bajar la guardia, tanto la Dama como Urkk se vieron sometidos a nuevos ataques por sus enemigos aunque tan solo lograron herir al orco.

El Orco no fue siquiera consciente de lo que había provocado, en aquel momento simplemente aferró su cadena y la descargó con furia terrible contra la bestia ams cercana.

-¡¡¡Darah untuk Darah tuhan!!!-

El guerrero notó las quemaduras en su piel, el olor a chamusquina de su pelo al arder.

Maldito orco.- pensó mientras volvía a atacar al animal

El combate empezaba a complicarse demasiado dado que las tres criaturas parecían conseguir evitar cualquiera de nuestros ataques como si fueran sombras insustanciales. ¿Acaso habría alguna manera de conseguir anclarlas a éste mundo con la suficiente consistencia como para erradicarlas?

-¡Perros no paréis!- rugí. Si la magia les dañaba, magia tendrían. Me concentré y supliqué al Bahamut que me protegiera.

Intento atacar a la criatura con mi espada mientras cambio el aura dracónica que nos cubre a todos.

El combate se recrudece, pero esta vez Kaalim decide quedarse en segundo plano. Quiere guardar sus energías en caso de continuar la investigación de la torre.

Seifer dio un paso atrás y se retiró del combate, no se encontraba en condiciones de continuar y no quería arriesgar más su vida. Quizá desde la distancia podría intervenir, pero no sería ahora el momento. Entonces la bestia cambió de objetivo y se dirigió hacia Stanley para golpearle con ambos tentáculos, y así lo hizo, y no solo eso sino que las otras dos también lograron encajar dos buenos golpes a Urkk y a Roselina. El estado de los aventureros cada vez era más preocupante pero aún así no se amedrentaban y continuaban luchando.

Urkk volvía a fallar en su ataque puesto que esta vez le esquivaba sin la necesidad de parpadear, pero al menos Stanley encajaba un nuevo golpe a la criatura que ahora le estaba atacando a él 

Kaalim que parecía poder tener una oportunidad usando sus poderes contra las criaturas decidía retroceder para analizar la situación y estudiar los movimientos del enemigo, quizá si analizaba su estrategia pudiera lanzarles un golpe que no fallase.

Por último, los perros y la única mujer de la sala trataban de encajar algún golpe al enemigo, pero ésta parpadeaba o esquivaba una y otra vez cada asalto, y tan solo uno de los perros lograba hacerle una ligera herida.

Un nuevo golpe me hizo dar un paso atrás ¿cómo era posible que lograran encontrar siempre la abertura en mi defensa? ¿Que oscura magia les permitía localizar siempre ese recoveco?

¿Cómo es posible?

Pienso incrédula mientras se hace evidente que las heridas sufridas y el desánimo se juntan para hacerme imposible llegar a encajarles un espadazo siquiera.

Urkk se revolvió de nuevo claramente afectado por todo aquello, la ira le cegaba la vista haciendo que el control sobre sus cadenas fuese ligeramente mas torpe de lo habitual. Un  gran rugido nacido de lo profundo de su garganta volvió a concentrar la magia de la torre liberandola en un vomito de fuego que envolvió a las bestias.

Stanley hacía mucho tiempo que no sufría tanto daño como el que le había infligido esa criatura. Viéndose al final de sus fuerzas, apretó los dientes y conjurando uno de las ayudas que le había concedido la torre, realizó un último ataque

Kaalim debía actuar. Quedarse al margen no era opción, habida cuenta de los problemas que estaban ocasionando las bestias en el grupo. Así pues, siguió con su estrategia. Volvió a disparar un rayo hacia una de las criaturas, pero el psiónico volvió a fallar.

Hago un movimiento rápido a la izquierda y amago a la derecha para atacar a la criatura desde la izquierda, intentando despistarla lo suficiente para que no desaparezca antes de golpearla.

-¡Perros morded, maldita sea!- gruño.