Partida Rol por web

Tras localizar a aquel Galeno entre la multitud gracias a la ayuda de la maga, todo el grupo quedó mirándolo como trabajaba. Parecía bueno en su labor. Por ningún lado se veía carruaje alguno, típico de la posición acomodada de esta clase. ¿Provendría de dentro de la ciudad? Era complicado. ¿Cómo habría salido de ahí en tal caso? Fuera como fuese estaba atendiendo a los más jóvenes de modo según parecía altruista mientras las horas iban pasando. El fuego chisporroteaba en el centro de la circunferencia que habían formado los cuatro entusiastas de Holckein. Algunas vituallas fueran consumidas junto a largos tragos de agua y vino, que sirvieron para animarles el cuerpo en aquella noche fría frente a la ciudad. Las estrellas se veían claramente y la luna iba avanzando en el firmamento.

Diego alzó una mano y señaló al galeno.-Alguien puede llamarlo?.-Luego se señaló a si mismo y su estomago herido...nuevamente.-Y lo mas importante...disponemos de dinero que malgastar en mi?...apenas dispongo de algunas monedas de oro que dudo que sean suficientes.-Comenta seriamente el soldado con una mueca torcida, aquello le quedaba grande, demasiado grande...pero era demasiado cabezota como para dejarse llevar por el desánimo y no intentar cumplir la misión.

En vistas del lamentable estado en el que se encontraba el estaliano me levanto y me dirigo hacia donde se encontraba el hombre con el maletin. Disculpe caballero, ¿es usted por casualidad galeno? Verá, resulta que uno de mis compañeros se encuentra en un estado de salud bastante deplorable y requeriría de sus servicios si no le importa.

La búsqueda del galeno dio sus frutos, encontraron uno por la calle y al bruja fue a hablar con él. Mientras lo hacía Otto, como acto reflejo, fue a ajustar las correas de su caballo. Sintió un vacío y un desasosiego cuando se percató de que no estaba.

No pienso poner un karl para salvar a ese malnacido. No le mataré, pero no pienso salvarle.

En ese momento terminaba de atender a una mujer mayor que parecía tener serios problemas para mover sus articulaciones cuando Umbra lo llamó. ¿Sí? Oh claro. Le echaremos un vistazo. Comentó ante la proposición de la maga mientras se levantaba y guardaba su instrumental. Señalando una olla que estaba en una hoguera le dijo a Umbra. Hágame el favor y cargue con esa olla, será necesaria. !Pero no se queme! Tenga. Le tendió un par de guantes gruesos para poder cargarla por las asas, que estaban bastante calientes.

Luego, una vez recogido todo se encaminó hacia el grupo que había señalado Umbra. Nada más llegar se hizo cargo de la situación. Entiendoo... Dijo mirando al maltrecho Diego, que estaba tirado en el suelo junto a la hoguera. Por favor señorita. Ponga la olla al fuego. Dejando el instrumental junto a Diego sobre una manta limpia, miró al grupo y les dijo muy serio. Mis servicios cuestan 10 coronas. ¿Tienen el dinero para pagarlos? Era un profesional y cobraba como tal.

El galeno se impacientaba a ojos vista. Los miraba a todos. A aquellos cuatro sujetos que iban bastante magullados y olían a pólvora quemada. No quería tener problemas, y comenzaba a preguntarse si valía la pena atender a aquel grupo cuando podía centrarse en los que no se habían apartado como si fueran lobos solitarios. Con una simple mirada ve que hay más heridos que el soldado que se encuentra tendido. ¿Entonces? ¿Tienen el dinero o no lo tienen? Hay más gente que necesita mis servicios, y que quizás si tengan coronas con las qué pagar. Gratis solo atiendo a los niños. Que quede claro. Ya se estaba levantando, con intención de continuar su ronda de trabajo y provecho.

- Espere, por favor. - pide al hombre. Girándose hacia Diego, le dice: - Yo puedo poner algo si tú también pones lo tuyo, Diego. Necesitamos estar lo mejor posible todos. La otra opción es conformarnos con el vistazo que te pueda dar yo mañana, pero... seguro que este hombre puede hacer algo más por ti que yo.

Seguro. Dijo tajantemente el galeno mirando a traves de su mascara a la elfa. Sus palabras desprendían desdén a raudales, el desden de quien se sabe necesitado en momentos como aquel.

Tengo monedas para mí -dijo el escudero sacando diez piezas de oro.

!Oh! Pues entonces el perfecto. Venga aquí, venga. Le dijo al escudero señalando un tocón del árbol. Luego con un dedo que movió arriba y abajo indicó las ropas del escudero. Todo eso fuera, aunque haga frío, vamos a ver que tenemos... Una vez que Otto se sentó en el tocón, el cirujano comenzó a curar sus heridas. Todos miraban como el Galeno trabajaba. Era bueno... ciertamente sabía los pasos para tratar una herida de la mejor manera. Incluso Diego miraba con curiosidad, desde su posición tendida, como el galeno obviaba a los que no aportaban el oro contante y sonante. Cuando acabó vendó las heridas de Otto y le ayudó a ponerse la ropa de nuevo. !Listo! Manténgalas limpias.

Ahora que lo pienso... tal vez a mi tampoco me venga mal su ayuda herr galeno le digo después de echarme un vistazo, la adrenalina de la persecución lo había ocultado pero mi estado de salud actual tampoco era muy bueno que digamos y también tengo el dinero para pagar.

La mirada del galeno se movió lenta pero fluidamente de su instrumental que estaba hirviendo en la olla a la joven que lo había llamado. Bueno... Si hay dinero, hay atenciones especiales. 10 Coronas, eso es lo que cobro, ni más ni menos. ¿Las tienes? No podíais saber qué aspecto tenía el hombre que había bajo la máscara especiada de galeno, pero su voz delataba una mediana edad. Tono culto, muy versado probablemente, con un claro deje despectivo. ¿El dinero? Probablemente su religión, ni Sigmar, ni Ulrich, ni nadie.

Aquí tiene herr galeno, diez coronas como solicita le digo sacando las coronas de debajo de la túnica.

El galeno tomó las 10 monedas de oro de la mano de la maga y le ayudó a tenderse. Su operación llevó más tiempo que la de Otto, pues estaba en peor estado. El trabajo del galeno eran las reparaciones, del cuerpo al fin y al cabo, pero reparaciones, y era bueno en su oficio. Antes de comenzar hizo beber a Umbra una pócima para eliminarle el dolor, pues el procedimiento sería doloroso. Siguió similar proceso que con Otto pero con mucha más delicadeza y cuidado. Sin importarle que el cuerpo fuera el de una joven, y tener que tratarlo al descubierto. Cuando hubo finalizado tras una hora entera de procedimiento le hizo la misma advertencia que a su otro paciente. Es muy importante, manténgalas limpias. Tras eso, una vez más y con mucha delicadeza, volvió a echar el instrumental al agua que bullía.

Diego miró al hombre desde su posición tumbada, nuevamente en su rostro se denotó el dolor de la factura que costaría salvarle la vida¨Por los dioses, los médicos son usureros sanguinarios¨ y su rostro se torció por la circunstancia.-Dioses, me han apuñalado y casi matado un grupo de fanáticos asaltantes, me impiden entrar en la ciudad para ganarme el pan y poder continuar mi peregrinaje y ahora usted trata de rematar el trabajo de aquellos monstruos sanguinarios con esta factura tremenda...-Guardó silencio y recordó la factura y las palabras del anterior galeno que lo atendió.-El anterior galeno que visité hace tiempo me atendió en una consulta, con una ayudante, comida, material desinfectado en una cómoda mesa de operaciones desinfectada y con diversos remedios médicos innovadores por el mismo precio que vos...-Señaló al galeno y le preguntó.-Decidme que tenéis todo eso ahí guardado y os pagaré gustoso vuestras atenciones o por favor tened compasión de este buen hombre, compartid nuestro pan y nuestra sal buen señor si lo necesitáis, pero por favor no me arrebatéis todo el dinero que tengo...tengo una familia que alimentar!.-Exclamó casi compugnido por la desorbitada factura que por supuesto el solo no podría afrontar.

!Yo también tengo familia que alimentar! Ese no es mi problema. ¿El anterior galeno tenía todo eso? Bien... entonces ve hasta el anterior galeno y que él te cure en su estupenda consulta. El hombre se volvió mientras secaba el instrumental y señaló hacia Middenheim. Yo también tengo una consulta, y una ayudante que pagar, así como una casa que pagar, en la que podría estar durmiendo ahora mismo en vez de atendiendo a la gente en la intemperie, pero aquí estoy. Terminó de guardar las cosas y se dio la vuelta para marcharse. Un grupo le hacía gestos para que se acercara, al parecer se trataba de una mujer embarazada. Sin oro no hay servicio. Desde su máscara de galeno sus ojos brillaron un segundo. Bienvenido al infierno tras la guerra, soldado.

Diego alzó la mano y miró al Galeno.-Está bien, cuervo de desesperación.-Dijo diego sacando su bolsa de monedas y mirando luego a la elfa.-Te pagaremos los dos mis cuidados...tome su maldito dinero.-Dijo tendiéndole la bolsa de monedas Oro al hombre y esperando que la generosa elfa pusiera la otra parte.-Dar la vida por el imperio para esto...-Masculló el hombre en respuesta a las palabras del ambicioso galeno.

Ohhh. Perfecto perfecto. Pasó por alto las palabras del soldado, pues seguramente estaría acostumbrado a ello. Lo tumbó en el suelo sobre una manta razonablemente limpia y con ayuda de un farol que dejó sobren un tocón, y una pócima que hizo nuevamente beber al soldado, lo dejó todo preparado. Aquella operación volvió a llevar tanto o más quizás que la de Umbrá... Diego estaba destrozado, en un estado muy lamentable, y el galeno no hacía más que comentar: Hummm... si... bien... esto aquí... Cosemos esto... Tras largos ratos de observar como el galeno remendaba a diego y nuevas líneas de sutura se juntaban con las antiguas, todo quedó listo. Bueno, ya está. Lo mismo que tus compañeros. Tomarlo con calma y no ensuciéis las heridas. Mirad, aquí os dejo este envoltorio que contiene vendas, mañana os las cambiáis como os las he puesto hoy, y sanará rápido. La limpieza es la mejor vía para la sanación. Volvió a hervir en silencio el equipo y tras recogerlo emprendió la marcha hacia otros grupos. Ya comenzaba a amanecer sobre la ciudad de Middenheim. Aun era oscuro ciego, pero por el horizonte, se veía una leve mancha luminosa.