Partida Rol por web

La verdad es que estoy asustada. Que de acuerdo que no parecíamos prisioneros, pero con todo podían hacer con nosotros lo que quisiera. Ya me veo entregada al jefe o subastada entre los guerreros. Una mujer rubia…

Intento apartar de mi cabeza semejantes pensamientos oscuros, así que me dedico a no perder detalle de cuanto acontece en el campamento. Hay mucha actividad, nadie parece estar ocioso. Me fijo en todos ellos, en sus ropas, su aspecto, y, en cierta manera, presto más atención a la vestimenta y peinados de ellas. 

-¿Qué crees que quieren de nosotros, William?

Lo primero es tranquilizar a mi compañera ante su pregunta por mi estado.-Me encuentro mejor, gracias por preocuparte. Se ve que los vendajes han conseguido parar la hemorragia, y la presión en a herida, hace que a penas sienta dolor.-Tras un breve viaje de unas pocas millas, llegamos ante el campamento de los indios. Son muchos, niños mujeres, ancianos y otros jóvenes pero que no portaban armas. Llegados a un punto, se detienen y esperan a que bajemos de los caballos, son muchos los que vienen para vernos. Ante la pregunta de Meredith:-No se que puedan querer Meredith, de momento parece que no tienen intenciones hostiles. Quieren que desmontemos, así que hagámoslo y veamos que podemos hacer aquí. Tal vez alguno de ellos pueda comunicarse con nosotros y nos aclare sus intenciones. Tranquila y bajemos del caballo, de nada nos sirve oponer resistencia.-Y bajo con mucho cuidado del caballo para no hacerme daño en la herida.

El rancho parecía a todas luces el mejor lugar en el que buscar refugio, así que Thomas se dirigió hacia allí haciendo caso omiso a sus síntomas: su fin era recuperar a aquel tipo, ya tendría tiempo de hacerse preguntas luego. 

Permanecería atento, en todo caso, a su alrededor por si podía ver o escuchar algo. 

A partes iguales, empalizada y alambrada, unas aquí otras allá. Azuzaste tu montura y cabalgaste hacia aquel punto más abajo, descendiendo la loma y atravesando el Llano Estacado. En cuestión de unos diez minutos estuviste abajo, habiendo sorteado peñascos y descendiendo por donde el caballo pudo haberse manejado bien. El caso es que al acercarte a dicho rancho te extrañaste de lo desvencijada que estaba su vivienda. El tejado estaba como carcomido y las paredes algo negruzas. Los dos cobertizos eran en realidad establos, seguramente de animales de tiro y ganado vacuno o bovino. No obstante, estaban también como en ruinas: tablones arrancados, disparos incrustados en sus paredes (como si fueran de hacía tiempo) y un pésimo estado, todo ello bajo el sofocante sol del Llano. ¿Estaría por allí Harlan?

Después de bajaros con cuidado y cierto temor, comprendísteis que érais el atractivo estrella de todo el poblado. El jefe de la escuadra os hizo gestos con las manos para que le siguiérais, y pronto os adentrásteis en uno de aquellos tipi, el más alto de todos. Aquel cono recubierto de pieles de bisonte guarecía bien el interior, y entonces os obligaron a entrar en él. Detrás de vosotros acudían los mismos indios que os encontraron, con los rifles entre las manos por precaución.

En el interior del tipi (adornado con utensilios por doquier) había un hombre anciano, un nativo Apache. Quizá fuera el hombre más anciano que habíais visto en vuestra vida. El pelo canoso, casi por completo (tan sólo unas estelas de gris a modo de mechas), y cayendo de sus patillas varias trenzas aderezaban su arrugado rostro. Sobre su cabeza un tocado de plumas hacia arriba, decorado con medallones de tela bordados de algún modo. Al principio no se dignó a miraros desde su posición sentada, pero luego levantó la cabeza. Entendísteis que la jerarquía de aquellos Lipanes comenzaba en él, y luego, tal vez, debía seguir en el hombre-soldado de la lanza (el que trató de comunicarse con vosotros).

El anciano habló con alguno de los que os escoltaban, y éste marchó rápidamente para hacer entrar a una joven por el lado trasero del tipi (pues tenía dos aberturas). Entonces algo os extrañó: la muchacha que entró, que era tal vez de la edad de Thomas, no era una Apache de sangre. Se notaba en su color de piel, su rostro y su color de ojos claros. No obstante, vestía a la manera de aquellos indios, con un camisón de piel y unas protecciones artesanales para sus pies, hechas de piel de algún animal. Os miró fijamente, sobre todo a las vendas de William.

Entonces os sentásteis tras ser invitados por el anciano, y pronto quedásteis ambos solos con ellos dos (anciano y muchacha). Entre los dos hablaron en alto en su propio idioma. La muchacha entonces os miró y os habló.

Tu herido... -le dijo a William. Parecía estar traduciendo las intenciones del anciano para con vosotros-. Jefe Roca Cálida preguntar qué pasado...

Estaba claro que eran la principal atracción de aquellas gentes, pronto les dirigen a la mayor de las tiendas, en cuyo interior hay un aciano que parece muy viejo. Les indican que se sienten y al rato entra por la parte de atrás una mujer que no es apache. Aunque viste como ellos, tras hablar con el jefe le pregunta en su idioma por la herida.-Habíamos atrapado a un malhechor, pero sus hombres nos han atacado y ha logrado huir. Uno de los disparos de los atacantes acertó en mi hombro y estuvo cerca de acabar conmigo. Íbamos tras el delincuente huido, cuando nos encontramos con el grupo que nos ha traído hasta aquí.-Era de mala educación ponerme a hablar con aquella mujer, era una interprete para poder hablar con Roca Cálida, pero no me pude reprimir.-¿Y que haces tu viviendo como uno de ellos?-De momento mejor esperar a ver que tenía que decir el jefe. 

Madre mía, este hombre es más viejo que Matusalén, fue mi primer pensamiento. ¿Será el jefe de la tribu o el chamán? ¿Los jefes eran tan viejos? Yo pensaba que los jefes de las tribus indias eran adultos de mediana edad. y desde luego no creía posible que llegasen a una edad tan avanzada.

Me queda mucho por aprender de este mundo salvaje.

Sí, parece el jefe. Miré hacia atrás cuando todos marchan y nos quedamos a solas con el anciano y la joven india. ¿India? ¿No sería de esas niñas blancas secuestradas? ¿O era una mestiza? Me sentí temblar. ¿Y si alguno de los indios se encaprichaba conmigo?

Me muero. 

Dejé que hablase William. Asentí con la cabeza -Un malhechor es un bandido, un criminal. Dan Harlan -no les sonaría el nombre pero lo digo de carrerilla - ¿Qué queréis de Will y de mí. Ah, él es William. Y yo, Meredith. -señalé con las manos al pistolero y a mí misma. 

¿Pero cuánto tiempo lleva abandonado todo esto...?

Thomas echa un vistazo a su alrededor, con cierta mezcla de indignación y pena, está claro que ver un rancho en ese estado le disgusta... y quizá es eso mismo lo que le distrae.

Trata de acercarse al edificio principal en primer lugar, buscando siempre mantener algún tipo de cobertura para que en caso de que ese malnacido estuviera por allí y decidiera acribillarle a tiros tuviera alguna opción.

Por la pinta de dejadez y ruina, aquel lugar debía estar abandonado hacía algún año, a lo sumo. Quien sabe si aquel diminuto rancho habría sucumbido al aislamiento, la calurosa meseta del Llano, los Apaches o los cuatreros de poca monta, como Harlan. Avanzaste hacia la vivienda*, escopeta en mano, aún sobre el caballo.

¡¡BANG!!

Una sombra se alzó y  disparó saliendo de una de las ventanas del piso superior de la vivienda. El balazo impactó en el suelo, junto a tu montura. El caballo se asustó un poco, pero sujetaste las riendas del mismo y pudiste controlarlo. Luego la sombra se agachó tras la ventana.

¡Ven aquí si te atreves, hijo! -aunque apenas habías podido ver la figura, era Harlan, por su timbre de voz-. ¡Aún no tienes lo que hay que tener! ¡Yo no maté a tu padre, pero si sigues persiguiéndome querré matarte a tí! -todo esto lo gritaba sin que pudieras verle-.

Thomas desmonta y le da una buena palmada en los cuartos traseros al caballo para que se aleje, confía en entenderse lo suficientemente bien con él como para que regrese llegado el momento y no esta para nada dispuesto a que Harlan se lo apropie y consiga una huida fácil. Intentará que la montura desande lo andado, que en todo caso sería más propio del animal que explorar terreno desconocido por su cuenta, con un poco de suerte llegará hasta la periodista y podría alertarle de lo que ocurre. 

- ¿Me vas a decir que no tienes ninguna cuenta que rendir con la justicia? - interpela, seguir hablando es una buena forma de ganar tiempo y de saber donde está el otro. Con un poco de suerte llegaran los demás y le arrinconaremos. 

La mujer fue traduciendo como podía vuestras explicaciones. Cuando esta escuchó a William referirse a ella, bajó la mirada, pero no contestó. El jefe Apache asentía mientras os miraba, y luego siguió hablando con la mujer, ahora unos segundos más.

Roca Cálida quieres saber po... porqué estar con el hijo de noche... "El hijo de la Noche" -comentó ahora-. Querer saber...

No entendíais muy bien a quién se refería. La mujer insistió, nerviosa y tímida, para que aquel hombre de tocado emplumado diera más explicaciones, y se las debió dar porque ahora él continuó su charla en su idioma haciendo aspavientos con las manos.

Jefe hablar de otro hombre. Qué hacer a su lado, pregunta. Quienes ser vosotros para estar a su lado. "El hombre" -referido a ellos mismos como tribu, quería decir ella- vigilar al hijo... de la Noche. Ser peligroso con él ahora. Dejarle solo... -parecía un consejo-.

Entonces el jefe Apache se incorporó un poco. Tomó un bastón lleno de abalorios colgando y lo estiró hacia William. Quería que este se girase un poco para ver las vendas. Cuando el nativo estuvo seguro de lo que ver, comentó algo a la mujer, y ésta os lo dijo a vosotros.

Curar ahora, sanar puedes -a William-. Levanta y tumbar aquí. Aquí... -señaló el mismo espacio donde estaba sentado Roca Cálida, y éste se apartó a un lado.

Tu caballo comenzó a marchar hacia atrás. Por supuesto, esto podría hacerlo sólo algunos metros*. Por tu parte, no escuchaste a Harlan contestar, aunque sí que le estabas dando un tiempo precioso como para que él hiciera cualquier cosa. Poco podía hacer, claro está, sólo tenía un revólver y no tenía montura alguna, pero estaba atrincherado en ese lugar, y ese malnacido era peligroso hasta con un hierbajo entre sus dedos. Miraste un instante hacia atrás, es decir, cuesta arriba hasta el monte del que habías descendido, pero allí, en las alturas, no había rastro de Meredith, ni de Williams...

Tus manos, de nuevo, volvían a enrojecerse y sangrar. Se salía ahora sangre bajo las uñas, y ésta se quedaba parcialmente bajo la propia uña. Lo cierto es que te dolían un poco mas que antes. No entendías mucho...

Como era de esperar, la mujer no dice nada de cual es el motivo por el que esta con los apaches. Y luego hablan del "Hijo de la noche" y William no sabe si se refieren a Harlan o a Thomas.-No entiendo a quien se refiere con el hijo de la noche, si a un joven que es nuestro compañero Thomas, o al hombre malvado que es Harlan. Meredith, tienes tu idea de quien es ese hijo de la noche, supongo que Harlan, o no?- Cuando vio que los apaches podían extraer su bala, no lo pensó demasiado, esa bala dentro era un enorme riesgo y en sus actuales circunstancias era la mejor oportunidad de poder recuperarse de la herida.-Meredith, parece que pueden tratar de curarme, y no creo que vaya a tener otra oportunidad como esta, así que no puedo dejarla pasar.-Me levante y me tumbe en el lugar que me indicaban, muy agradecido de que intentasen curarme. Y le dije a la mujer blanca:-Es muy amable por su parte, que traten de curarme, estaré en deuda con vosotros, y trataré de ayudarles en lo que pueda. Dígaselo al jefe Roca Cálida, por favor. ¡Muchas gracias!

Estar enfermo era la única explicación posible, sería eso... Dios le tenía en escaso aprecio vistos los últimos meses de su vida, ser propietario de un rancho era un privilegio pero perder a un padre un precio demasiado alto. Recordar el incidente no hizo más que darle el valor que le faltaba para intentar entrar ahí a por él, quizá... quizá el factor sorpresa. No se lo esperaría ¿o si? 

Remover los sucesos no hacía sino levantarte en ira. No es que Harlan lo hiciera a propósito (¿o tal vez sí?), aunque lo que era cierto es que aseguraba no haber sido el autor como tal de aquel fatídico asesinato. El caso es que mientras estabas en la línea entre el descabalgar y entrar patada y escopeta en mano en aquella maltrecha vivienda o el de recular y esperar acontecimientos, oíste un berrinche detrás de tí.

Varias voces agudas se aproximaban, y tu cuello giró de manera instintiva hacia atrás. Por la ladera de la que habías descendido hacía unos minutos descendían también (aunque un poco más transversalmente y procedentes del oeste), una escuadra de...

¡APACHES!

Eran una decena (alguno más, a lo sumo), y algunos de ellos llevaban rifles en su espaldas o hachas de combate en alto, al tiempo que cabalgaban feroces hacia el rancho. Éstos no parecían tener cuidado de sus monturas, ni temer una caída: apretaban a las bestias cuesta abajo, sin buscar el mejor sitio de descenso, al tiempo que jaleaban arengas nativas propias de una batalla... Viendo su descuidado descenso, para ellos una refriega o una lucha no entendía de precuaciones. En cuestión de segundos estarían justo a tu lado.

El hijo de la noche…Ni idea. ¿De quién hablan? Estoy perpleja. Dicen que vigilan al hijo…¿Y qué estamos con él? Que es peligroso…

-No lo se, Will. ¿Harlan? ¿Thomas? Eso de hijo de la noche es muy turbio, por qué eso nombre? ¿Por qué actúa por la noche, en la oscuridad?

Miro a los jos cansados e inteligentes del viejo jefe, y luego a la chica - ¿Nos puedes decir cómo es el hijo de la noche? ¿Cómo es su cara? ¿Y por qué le dais ese nombre?

Pronuncio con lentitud y vocalizando mucho para que me entiendan bien. Después, estoy de acuerdo con el pistolero.

-Es buena idea. Si nos quieren matar o encerrar ya lo habrían hecho –que no significa que estemos a salvo- . Estaré pendiente, por si puedo ayudar y si necesitan mi ayuda.

Dudábais en quién podría albergar la identidad del "Hijo de la Noche", según palabras del jefe Apache. Mientras William asentía al ofrecimiento de sanación de aquellos nativos, Meredith volvía a preguntar al indio a través de la mujer sobre el mencionado.

Tras un intercambio de palabras, el jefe miró extrañado a Meredith, preguntándose en su interior cómo podrían estar preguntando por el joven muchacho con quien habían compartido hasta el día de hoy un viaje...

Sin embargo, Roca Cálida no respondió, sino que se levantó y salió del tipi. Entonces mandó llamar a alguien para que acudiera. Un tipo algo más joven, pero igualmente entrado en años acudió. Era casi un anciano, como él, y tenía una especie de sombrero de piel de alimaña en su cabeza, y algunas trenzas de raíz en sus grises cabellos. Éste, a su vez, mandó llamar a dos mujeres, y éstas marcharon al tipi con cuencos llenos de agua, raíces de plantas y una antorcha recién encendida.