Partida Rol por web

Doce meses: El Sol Plateado

Prólogo: Despertar al atardecer

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12/04/2020, 17:35
Narrador

Envuelta en la oscuridad, Edith ascendía sin control con el alarido de la criatura aún resonando en sus oídos. Sobre ella, una tenue luz titilaba en la parte alta de la grieta. El aire se ondulaba y arremolinaba junto a aquel misterioso resplandor y la guerrera caía hacia arriba sin control alguno ni forma de cambiar su rumbo. Iba directa hacia lo que fuera aquello.

Traspasó aquella bruma luminosa y tuvo una sensación que en escasas ocasiones había notado en su vida. El suave hormigueo de la magia recorría su piel y la gravedad cambiaba de dirección haciendo imposible distinguir dónde estaba arriba y abajo. Una luz anaranjada cegó a la joven y cayó con fuerza impactando sobre un suelo terroso.

Cuando logró levantar la cabeza, la sorprendió el cielo en el atardecer. La boca aún le sabía a tierra y sangre y la cabeza aún le daba vueltas.

- ¡Que el Radiante en persona venga a darme dos guantazos! - gritó una figura que se encontraba a menos de una docena de pasos de Edith. - ¡La Lilenda tenía razón! ¡Estás aquí! Y no has cambiado nada...

Turbada aún por la extraña situación, la mujer acorazada trató de enfocar la vista sobre el origen de esa voz. Se trataba de un hombre de avanzada edad, ataviado en una armadura en buen estado aunque sin duda había visto tiempos mejores. Llevaba una maza colgando de la cintura y un arco a la espalda. Miraba a la joven con una amplia sonrisa desde lo alto de su yegua baya junto a una mula con amplias alforjas. El guerrero estaba cubierto por el polvo del camino y olía a que llevaba demasiado tiempo junto a su montura.

Al ver que Edith no compartía su sonrisa, parpadeó sorprendido.

- ¡Claro! No me reconoces... - comentó pensativo. - Soy Remkay, de la segunda unidad de infantería.

Remkay era un chico que apenas había visto ocho primaveras y trabajaba como mozo y escudero junto a Edith en el ejército del duque. Era un chico pelirrojo, alegre y capaz de soltar semejantes blasfemias capaces de sonrojar a un bárbaro enano borracho. Aquello no encajaba de ninguna manera. No tenía sentido.

Notas de juego

Comenzamos. Ojo a los destinatarios al responder.

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14/04/2020, 17:26
Edith
Sólo para el director

Con gran dificultad y sin dejar de mirar al extraño, logra sentarse en el suelo y busca a tientas sus cosas. No bajare la guardia, nunca lo hago. Cualquiera puede ser un adversario. Mientras busca su arma, le intenta distraer de su objetivo con una charla casual.

-¡No es posible! Remkay solo tenía 8 años cuando estaba en el ejercito. Solo era un mocito con mala lengua. Ahora tendrá 10 años y vos es imposible...

Edith todavía estaba algo mareada por el viaje y bastante confusa. No esperaba a nadie arriba y menos alguien que finja ser otra persona. Tuvo que escupir pues notaba su sangre en la garganta.

Vaya leñazo que me he metido y encima me recibe un loco. Aja, te encontré. Con fuerza, agarra la empuñadura y se apoya en ella para ponerse en pie . A duras penas se mantiene.

-De acuerdo Renkay, supongamos que te creo y que tu eres aquel niño mal hablado. Antes nombraste a Lilenda, ¿debería conocerla?.

Notas de juego

¿Puedo tirar por algo para saber quién es Lilenda?

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14/04/2020, 18:38
Narrador

La sonrisa del hombre se ensanchó notablemente de nuevo al escuchar las palabras de Edith. Asintió enérgicamente y soltó una carcajada que retumbó en las colinas circundantes.

- Me alegro que al menos me recuerdes después de todo este tiempo. Aunque sin duda, los años han sido mucho más generosos contigo. Mucho ha cambiado el mundo desde que dejé de ser ese mozalbete.

Renkay dio un paso al frente sin acercarse demasiado a la guerrera. El sentido común dictaba que aproximarse a una persona con la espada desenvainada no era una idea demasiado buena y nadie llegaba a anciano desoyendo al menos común de los sentidos.

- La lilenda es una de nuestras guías espirituales. Una profetisa que previó tu llegada desde hace casi una década. - respondió en tono solemne. - Creí que no viviría lo suficiente como para verte de nuevo.

El gesto del veterano se ensombreció. No era difícil imaginar que se encontraba rememorando algunas de sus vivencias. Algo común en las gente de tan avanzada edad. La sonrisa había dejado de aletear en sus labios, dejando tan solo una expresión firme y autoritaria. La expresión de un guerrero curtido.

- Han pasado muchas cosas desde que desapareciste. Los eruditos llevan décadas tratando de explicar algunas de ellas y que me cuelguen si mi conocimiento llega más lejos que el filo de mi espada.

Sin realizar ninguna clase de movimiento brusco y manteniendo las distancias con la joven, rebuscó entre los pliegues de su túnica para sacar un pequeño pajarillo de latón. Lo sujetó entre ambas manos y susurró con delicadeza.

- Soy Renkay. Ella ha vuelto. - dijo en una voz apenas audible.

Abrió las manos y el pequeño pájaro comenzó a volar hasta alcanzar una docena de pies de altura y desaparecen en una nube brumosa.

Notas de juego

No tienes ni "Saber (religión)", ni "Saber (arcano)" por lo que no tienes ni idea de qué o quién es.

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16/04/2020, 18:58
Edith
Sólo para el director

Apoyada en su espada, observaba con respeto y cierta admiración aquel extraño pájaro de latón que alzaba el vuelo. ¿Qué ha sido eso?, ¿Es posible que aquel escudero, su único amigo en el ejercito, hubiera envejecido tanto?. Fue entonces, con su particular risa todavía resonando en sus oídos, cuando noto que él le era familiar. Pero muchos fueron los años de desconfianza hacía lo desconocido.

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tiro por Averiguar Intenciones para saber si me dice la verdad

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16/04/2020, 20:13
Narrador

Tras el enorme fogonazo y el ensordecedor estruendo, llegaron el silencio y la oscuridad. No había nada salvo ellos.

Solos en mitad de un abismo de negrura donde el tiempo y el espacio no parecían tener sentido alguno. Podían verse sin luz y oírse en el vacío. El hambre y la sed no parecían encontrarles en aquel lugar. Condenados a flotar en el abismo sin poder encontrar una muerte.

Solos como el último vestigio de su maltrecha compañía. Salvo ellos, no conocían cual era el destino de nadie. Si hubieran estado separados, la locura les habría encontrado pronto

Solos sin la certeza de que todo hubiera salido de acuerdo al plan. Sin conocer si ciertamente el portal había sido deshabilitado.

Solos sumergidos en las tinieblas por el resto de la eternidad. O tal vez no...

Un rayo de luz purpúreo irrumpió en su mundo. Tras tanto tiempo entre la penumbras, quedaron cegados. Una puerta se dibujaba frente a ellos aunque el resplandor les impedía ver lo que se encontraba al otro lado.

- ¡Rápido! ¡Por aquí! - llamaba una voz ansiosa. - Esto es demasiado inestable.

Una mano se aferró a ellos y los sacó de aquel infinito abismo. En cuanto sus ojos se acostumbraron al exterior de nuevo, pudieron ver dónde se encontraban. Pudieron reconocer el claro a pesar de que parecía extrañamente cambiado. Los restos de la infame puerta flotaban perezosamente en el aire conformando el portal por el que habían salido y un joven elfo que aparentaba poca más edad que la adolescencia humana les miraba con los ojos abiertos y una ancha sonrisa en los labios. El joven llevaba una túnica bordada de símbolos arcanos y su pelo ondeaba al viento descontroladamente. Un pesado tomo refulgía a sus pies.

Sin embargo, todo parecía tener un aspecto extraño, bañado por aquella luz violeta. Un trueno fue la respuesta a aquella incógnita. En el cielo se arremolinaban unas densas nubes púrpuras que relampagueaban constantemente. El viento arreciaba y el aire olía a tormenta.

El elfo soltó un suspiro y el resplandor del libro se esfumó junto con el portal que se encontraba tras ello. Los restos de la roca que levitaban cayeron esparcidos por el fuerte viento. La sensación de que la magia impregnaba el aire prevaleció.

- Y creían que estaba loco por decir que podía hacerlo... - dijo para sí henchido de orgullo. - Que el Maelström me mataría... Que no tendría suficiente poder. La tormenta arcana sería lo que me otorgaría el poder necesario en lugar de matarme.

Un rayo caído a apenas un centenar de pasos de donde se encontraban le sacó de su autoadoración. Alzó la vista a los recién llegados, casi recordando que se encontraban allí todavía aturdidos tras décadas de aislamiento, silencio y oscuridad.

- Bienvenidos de nuevo al mundo. Soy Celegorn Aerenthis Finrod Alhastamo, el genio que os ha liberado. - concluyó mientras se inclinaba en una reverencia.

Notas de juego

Con esto comenzamos. ¡Cuidado con los destinatarios!

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17/04/2020, 16:33
Siroc

Paradójicamente, lo primero que hizo el genasí de aire fue inspirar todo el aire que pudo, llenar sus pulmones y espirar. No le era necesario, pero deseaba algo que no hacía desde no sabía cuándo, captar todos los olores posibles.

Tras unos segundos en los que estuvo estirándose y percatarse de que, entre otros muchos olores que percibió, lo que necesitaba urgentemente era un buen baño. Siroc respondió a su salvador.

- Pues muy agradecido Cele… mmm… Fini…  bueno, que muchas gracias genio. –dijo de sopetón al ver que había prestado más atención al rayo que cayó que a la locución de su salvador. - ¿Y quién has dicho que te envía? ¿Ha sido Albeis? ¿Cuánto tiempo hemos estado ahí? –preguntó sin muchos rodeos el monje al joven elfo.

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17/04/2020, 17:57
Isaea

Al salir al exterior Isaea tuvo la necesidad de parpadear varias veces para que sus ojos se acostumbrasen a la luz después de ¿tanto? tiempo en esa profundad oscuridad. Realmente, ¿cuánto tiempo habría pasado? No podía saberlo, no sentía hambre ni sueño en ese lugar y eso había hecho que su percepción sobre el tiempo hubiera quedado tremendamente desdibujada.

Cuando se acostumbró a volver a ver lo primero que vio fueron los restos de la puerta destruida y su corazón dio un salto de júbilo. ¡Lo habían conseguido! Fue a decírselo a Siroc cuando recordó al resto de sus compañeros y toda su alegría se esfumó. Habían ganado pero no había nada que celebrar.

Entonces miró al cielo y vio esas extrañas nubes de color púrpura. Nunca había visto algo así y los pensamientos más funestos acudieron a su mente. ¿Qué había ocurrido? ¿De verdad habían ganado?

Tremendamente preocupado el paladín se acercó a Celegorn y le tendió la mano.

Gracias—dijo sinceramente entonces alzó su cabeza hacia el antinatural cielo—. ¿Qué es lo que ha ocurrido? ¿Consiguieron abril el portal?

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18/04/2020, 19:25
Narrador

El veterano guerrero alzó al vista siguiendo la trayectoria del pajarillo al igual que Edith hasta que desapareció. Sin embargo, ambos vieron algo más en el cielo. A primera vista, parecía un simple cuervo pero había algo extraño en aquella figura. El ave parecía llevar muerta varios días pero no haberse percatado de su propio fallecimiento. Comenzó a volar sobre ellos en círculos amplios y perezosos.

- Nos han encontrado. - sentenció Renkay para sí mismo. A continuación, resopló y soltó tal ristra de blasfemias y juramentos que hubieran dejado sin palabras al mismísimo Asmodeo.

Sin duda, era Renkay.

Sin perder un segundo, sacó una daga de la bota y corrió hacia su mula. Con un tajo rápido, cortó las correas que sujetaban las alforjas y las tiró al suelo. Montó sobre la mula con soltura, especialmente para alguien de avanzada edad con armadura y miró alarmado a Edith.

- ¡Rápido, sube! - gritó desesperado señalando a su caballo. - Está ensillado, es fuerte y pesas menos que yo. Podrás cabalgar durante rato a galope. - Luego, miró al horizonte y volvió a hablar para sí. - ¿Por qué no te han llamado ya? No deberías estar aún aquí.

Una figura humanoide apareció sobre una de las colinas. Una tras otra, gran cantidad de siluetas comenzaron a dibujarse sobre aquellas colinas hasta llegar a ser casi un centenar. Lentamente se dirigían hacia ellos.

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19/04/2020, 18:50
Edith
Sólo para el director

Algo no iba bien. Edith lo notaba preocupado y ansioso como en aquellos años de servicio. Se enderezo, empuño su arma y salió corriendo hacía él sin perder de vista aquellas figuras que se aproximaban. Siempre se mostró sincero y leal a su persona. Apenas pasaron unos segundos pero se le hicieron eternos. Freno en seco junto a él y se subió al caballo lo más rápido que se lo permitió la armadura.

- ¿Qué son esas criaturas y por qué me buscan?-pregunto con sumo cuidado para que no le oyesen

- Tiradas (1)

Notas de juego

La tirada de montar apresuradamente ha sido un éxito. Se me paso poner +10 en montar. Total 22.

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24/04/2020, 19:21
Narrador

La sonrisa del extraño individuo se ensanchó al escuchar que el genasí le respondía usando el apelativo que él mismo se había asignado. Estrechó la mano del paladín efusivamente. La andanada de preguntas no le pilló desprevenido. Cruzó los brazos con gesto de suficiencia y se colocó correctamente un mechón suelto de su cabello. Un gesto totalmente absurdo en mitad de lo que amenazaba en transformarse en una tempestad.

- ¿Albeis? No, el Sol Plateado me ha enviado. Aunque nadie confiaba que pudiera sacaros de ahí. - contestó meditabundo, repasando mentalmente las respuestas a las preguntas formuladas. - Si mis cálculos no me fallan, han transcurrido casi siete décadas desde la que los sabios acabaran llamando “la Batalla de la Puerta”. La puerta nunca llegó a abrirse hacia donde estaba destinada. Al explotar, el portal se hizo jirones y se crearon diminutos semiplanos altamente inestables como en el que os encontrabais.

El viento huracanado removió la capa sobre la cabeza del hechicero dejándole con un porte poco épico y algo cómico. Cuando recobró la compostura, dedicó unos instantes a estudiar la tormenta púrpura.

- Deberíais ser llamados ya. Sin duda, el excedente de energía es demasiado alto. Si no nos vamos ya o hacemos algo, la tormenta posiblemente acabe por matarnos. No tenemos mucho tiempo... - concluyó pensativo más bien para sí mismo.

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25/04/2020, 02:00
Narrador

En cuanto la guerrera subió a la montura, Renkay se agarró con fuerza a las crines de la mula y la espoleó con fuerza. El caballo, bien adiestrado apenas necesitó que Edith hiciera nada y salió al galope tras su dueño. En aquella llanura donde sólo algunas colinas salpicaban la planicie podían vislumbrar a sus perseguidores desde bastante distancia aunque apenas podía diferenciar unas formas casi humanas.

- Son no-muertos de la Reina de Marfil. - respondió mientras se concentraba en mantenerse sobre su montura sin silla. - Buscan a todo lo que respire, especialmente esta luna.

Antes de que pudiera continuar con la explicación. El veterano alzó la vista de nuevo y maldijo como ni siquiera antes lo había hecho. No sin esfuerzo, alzó un brazo señalando su flanco derecho mientras gritaba. Un segundo grupo de criaturas se unía a sus perseguidores y estaban mucho más cerca. Ahora la joven podía ver con claridad que se trataban de esqueletos, zombis y otros tipos de criaturas nigrománticas de los más variado.

Les seguían, incansables, paso a paso.

El galope se tornaba cada vez más frenético y nuevos grupos de enemigos aparecían a diestro y siniestro. El círculos se iba estrechando sobre ellos. Los jinetes jadeaban por el extenuante esfuerzo de mantenerse sobre los corceles. Las monturas sudaban y espumeaban por la boca. No tardarían en caer, Renkay se había percatado de ello.

- ¡Allí! - gritó el hombre mientras señalaba con el mentón.

No demasiado lejos de ellos, las ruinas de un torreón se alzaban sobre una colina. La estructura apenas parecía poder mantenerse en pie pero el corcel de Edith ya se había tropezado una vez a causa del agotamiento. Si seguían a ese ritmo, el caballo moriría en mitad de la carrera.

Hicieron girar de nuevo a las monturas para alcanzar su objetivo. Tardaron muy poco, cabalgando a toda velocidad. Cuando Renkay trató de detener a su mula, el animal se derrumbó con las piernas acalambradas y el guerrero cayó con él rodando por el suelo. Se levantó a toda velocidad, ignorando a su pobre corcel y sus propias magulladuras.

- Corre, entra. - dijo a su acompañante antes de continuar hablando para sí casi sin aliento. - Tenías que haberte marchado hace ya tiempo...

Notas de juego

Recuerda especificar las propiedades de tu arma de Kensai y tirar tus DG. Puede que los necesites en tu próximo turno

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25/04/2020, 11:22
Isaea

¿El sol plateado?—preguntó sin entender.

Entonces el elfo hizo mención a que habían pasado siete decadas desde la Batalla de la Puerta y un mareo sobrevino a Isaea que tuvo que dar unos pasos atrás para no caerse de espaldas. ¡Setenta años! Habían estado fuera setenta años. El paladín estaba preparado para morir, sabía que ni él ni ninguno de sus compañeros iba a sobrevivir, pero después de acabar en ese extraño lugar... ese semiplano como lo había llamado su liberador... tenía confianza de volver. Pero a quién iba a ver. Sus padres, sus pocos amigos del pueblo... todos estarían ya muertos. Quizás, en el monte Argoplanum todavía estarían Urim y Tumim.

Entonces alzó de nuevo a vista y vio esta extraña tormenta morada. Algo malo pasaba. Puede que los diablos no consiguieran entrar pero quizás esto fuera hasta peor. Isaea miró a su amigo preocupado. Siroc tendía a ser más despreocupado que él, pero estaba claro que esta noticia también iba a ser impactante para él.

Creo que nos vendría bien algo más de información. ¿Qué está pasando? ¿Qué es todo esto?—añadió señalando la cielo.

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27/04/2020, 14:12
Siroc

Todo ese torrente de información dejó abrumado por unos instantes al monje.

- ¿Sol Plateado? ¿Estábamos encerrados en un semiplano?... ¡¿Casi setenta años?! –se preguntaba a si mismo mientras extrañado, no dejaba de mirar a su alrededor. Aunque hubo algo que dijo Celegorn, que le hizo salir de sus propios pensamientos.

Iba a intervenir en la conversación cuando oyó a su amigo preguntar, y antes de dejar al joven elfo responder, Siroc tomó la palabra.

- Estoy de acuerdo contigo en que necesitamos respuestas Isaea –apostilló el genasí asintiendo con la cabeza.  – Pero antes creo que deberíamos seguirle, no quiero haber salido de un encierro de setenta años para morir aquí porque me caiga un rayo o vete tú a saber que –concluyó el monje mirando levemente hacia arriba aun sorprendido por el tono purpureo de aquellos nubarrones.

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28/04/2020, 01:28
Narrador

Un severo crujido le despertó de su obligatorio letargo. Era imposible saber cuanto había dormido, conservado y congelado en un carámbano forjado por fuerzas que los mortales apenas podrían lograr entender. El hielo blanco desaparecía lentamente delante de sus ojos, dando paso a una densa e infinita oscuridad.

La sala en la que se encontraba era demasiado grande para ver sus límites, incluso con la avezada vista que el druida poseía. A su alrededor, unas elaboradas columnas cristalinas sostenían una bóveda ornamentada con extraños relieves.

Todo se encontraba en el silencio más profundo, sólo perturbado por los tenues crujidos del deshielo que resonaban en la enorme estancia. De nuevo, un leve resplandor anaranjado iluminó algunas runas grabadas a su alrededor. El fragmento de hielo en el que se encontraba parecía estar engarzado en una especie de altar de carácter religioso.

Tras él se escuchó el sonido de una respiración entrecortada. Aún no libre del todo, Zrabroth apenas podía ver de quien se trataba. En el límite de su visión podía ver a un semielfo delgado y pálido. Sus enseres y su trabajo en las runas que lo rodeaban lo delataban como un experto arcanista pero sus ropajes indicaban lo contrario. En lugar de la típica túnica con llamativos bordados, vestía una sencilla armadura de cuero y portaba un par de dagas a ambos lados del cinturón. Llevaba el pelo largo recogido en un sencillo moño y sus ojos alternaban la vista nerviosamente entre las runas y el propio druida.

- Tenía fe en que fuera cierto pero aún no puedo creer que haya funcionado... - susurró principalmente para sí mismo. Anduvo unos pasos para colocarse frente a Zrabroth mientras susurraba algunas palabras arcanas que hacía latir las brillantes runas. Cada palpitación fragmentaba aún más el hielo y hacía entrar en calor los entumecidos miembros del cautivo. Alzó la vista para mirarle a los ojos e hincó la rodilla el el suelo. - No sé si puedes entenderme... – susurró de nuevo aunque en dracónico en esta ocasión – Bienvenido de nuevo. Mi nombre es Eroden. ¿Cuál es el vuestro, noble guerrero?

Notas de juego

Comenzamos. Que tengas mucha suerte, disfruta y... ¡Cuidado con los destinatarios!

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28/04/2020, 09:23
Zrabroth

Había logrado dormir, pero ya no. Despierta. Frío. El helor cala hasta los huesos, un escalofrío recorre su espina dorsal, produciendo un temblor. No hay espacio para moverse, no en este sarcófago de hielo. Atrapado, perdido, olvidado. Una suave brisa baja aún más la temperatura, azota el rostro, le estremece. ¿Cómo es posible? Vive congelado, no hay variación en la eternidad de aquella fuerza incomprensible, solo la certeza de un final perpetuo. Ganaron y ese fue el coste, alguien tenía que pagar. Una maldición que nunca acaba. Una maldición que ahora tiene que sufrir con los ojos abiertos. ¿Por qué?

Cruje, se rompe. Llega el calor. El blanco cegador se oscurece. La oscuridad se abre ante él. Una habitación, enorme, majestuosa, antigua, extraña, como él mismo. ¿Dónde estoy? Un contorno borroso a lo lejos observa. A él. Después de... ¿Cuánto? El hombre se acerca, el sueño se desvanece, él siente el calor una vez más. Libre.

El druida intentó moverse, pero su cuerpo, aunque cada vez menos, aún seguía anclado por varios lados. Notaba como sus músculos habían encogido, no respondían bien. Nunca había sido fuerte, pero aquél cautiverio le había debilitado aún más. Por suerte, su mente seguía intacta, protegida. Ha estado así siglos antes de ser atrapado. Y ahora... ¿Milenios? ¿Eones? Miró a quien tenía delante, arrodillado, le estudió. Un mestizo. Guerrero y arcano. Una buena combinación. Él le había sacado de la tumba.

Te... Entiendo. No... Te... Postres —respondió también en la arcaica lengua de los dragones. Le costaba a hablar, tras tantísimos años sin articular una sola palabra. A pesar de tener la boca seca, evitó beber del agua producida por el deshielo, incapaz de discernir que causaría en su interior si lo hacía—. Soy... Zrabroth. Tú... me has... Salvado. ¿Quién... Eres? ¿Por qué? —A medida que lo hacía, iba cogiendo ritmo, recuperando sus capacidades. Pronto se recuperaría del todo, estaría bien, sería otra vez quien había sido.

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01/05/2020, 18:13
Edith
Sólo para el director

Edith se sujetaba con tanta fuerza que notaba sus manos agarrotadas. Sin bajar la guardia, mantuvo su espada en alto y no perdió de vista a ninguno de los enemigos que se aproximaba . A pesar del largo rato que había permanecido cabalgando sobre el caballo, este no se había rendido pero se notaba exhausto. Parece un animal curtido en la guerra, acostumbrado a los peligros. De repente, Renkay la saca de sus pensamientos y al alzar la vista puede divisar una torre un tanto ruinosa.

-Renkay no se si esto es seguro... pero supongo que nos servirá-Le comenta Edith mientras baja torpemente del caballo y observa a su compañero dándole indicaciones.

Buen chico. Edith le acaricia el morro al caballo apresuradamente y corre hacía la torre. Apenas a cinco pies de esta, Edith frena en seco. Busca con la mirada a Renkay y lo frena a él también. Observa con extrema atención el suelo que los rodea en busca de huellas, excrementos o cualquier señal que le indique alguna muestra de que alguien o algo había pasado por ahí. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

-Tiro por avistar para ver señales, rastros...

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01/05/2020, 18:55
Narrador

El hombre les miró con su eterna sonrisa, como si aquella endiablada tormenta no fuera algo que le preocupara. Aunque sin duda, sí que lo era.

- Vuestro azulado amigo tiene razón. - contestó a Isaea en tono afable. - Todo esto ha sido para traeros de vuelta. Ha sido por vosotros. Sería algo totalmente improductivo. Luego habrá tiempo para las explicaciones, espero. Aunque dudo que pueda ser yo quien os las de a pesar de ser alguien de los más cualificados para dicho menester. Ya deberíais haber sido convocado aunque sin duda, hay alguna clase de problema.

Echó un vistazo en derredor, sopesando las posibles opciones para solventar aquel problema. El arcanista parecía un remanso de paz en mitad de la tensa situación.

- Sólo se me ocurren dos opciones viables para salir de aquí con vida. La primera es correr como alma que lleva el diablo y rezar para que la tormenta no elija una dirección demasiado afín a la nuestra. La segunda es consumir la energía restante para abrir un segundo portal, similar al que os contenía a vosotros. El principal problema es que desconozco que clase de engendros podrían haber quedado encerrados al igual que vosotros. ¿Qué preferís?

Mientras tanto, el elfo se recogió las mangas y los bajos de la túnica preparado para iniciar un nuevo ritual o correr al máximo que le permitieran sus delgadas piernas.

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02/05/2020, 03:22
Narrador

Aquel era un días especial. Telvor se encontraba en la biblioteca inmerso en sus estudios, buceando en innumerables tomos rebosantes de conocimientos. Todo permanecía en un delicado silencio tan solo perturbado por una suave melodía ambiental y los continuos susurros del paso de las páginas y las plumas arañando los pergamino. Fue entonces cuando un crujido retumbó por las salas de la biblioteca y las luces arcanas parpadearon un instante.

Ese días se había reunido el Consejo de la Virtud. Nadie conocía los trascendentales asuntos que les habían llevado a convocar aquella reunión. Sin embargo, en una misma sala se encontraban posiblemente los siete hombres mas sabios del mundo conocido:

Siempre ataviado con su brillante túnica roja, allí estaba Kenec Eadric, Erudito de la Humildad. Famoso por haber creado variantes más sencillas de complejos hechizos, salvando vidas de ingentes arcanistas en apuros y formando a una nueva generación de magos exploradores que se encargarían de buscar conocimientos en las zonas más alejadas de la civilización.

Chughye Bertre, Erudita de la Caridad y representada por un rayo naranja poseía ascendencia orca como indicaba su nombre. Se trataba de una sacerdotisa de Boccob entregada a sus fieles con grandes dotes para la oratoria y el discurso. Trabajaba siempre duramente para ayudar a difundir la cultura entre las clases más bajas y, además, una prolífica mecenas de las artes y las ciencias.

Junto a ella siempre viajaba Ames Hopeth, Erudito de la Diligencia aunque también conocido como el “Destello amarillo”. Era un mediano vivo y alegre hasta el punto que se decía que era imposible hacerlo enfadar. No obstante, aquellos que habían logrado tal gesta conocían el origen de aquel sobrenombre. Ames era un asombroso evocador entrenado en lejanas tierras capaz de lanzar enormes cantidades de conjuros en un corto espacio de tiempo.

También estaba en aquel momento en la reunión Philia Greray, Erudita de la Castidad, como siempre deslumbrante con su cabello tintado de azul a juego con su túnica. Era una ferviente defensora de que la magia y el conocimiento eran bienes demasiado preciados como para malgastarlos en frivolidades. Según ella, aquel poder obtenido debía usarse solo para conseguir el bien de la humanidad.

Con el color verde, estaba Heodbald Ceadwy, Erudito de la Generosidad. Era un famoso druida semielfo que se había ganado el título de “El Maestro de los mil alumnos” puesto que siempre estaba dispuesto a compartir sus conocimientos sobre la Madre Tierra.

Gauwill Harparr, Erudito de la Templanza solía pasear por aquellos pasillos vistiendo su majestuosa túnica índigo. Aquel hierofante de Wee-Jas conocía los insidiosos peligros y las oscuras tentaciones que se escondían tras los más ocultos conocimientos. Cómo la tentación y la sed de poder podían cegar a la mente más preclara. Fue él quien tubo que eliminar a su antecesor y maestro tras descubrir que estaba llevando un ritual para trascender a la no-vida.

Por último, Nieleon Hewe, Erudito de la Paciencia, un sabio y erudito elfo que había dedicado una infinidad de años en laboriosas investigaciones. Tenía una edad asombrosamente avanzada incluso entre los suyos y era el único superviviente de los fundadores de El Prisma. Fue entonces cuando adoptó el color azul en su indumentaria.

Para sorpresa de todos aquellos que se encontraban en el Santuario del Saber, sede principal de El Prisma, el único portal que les conectaba con el plano material acababa de desaparecer. Muchos de los más famosos arcanistas trataron sin éxito de reestablecerlo y clérigos de diversas deidades estudiaron el fenómeno. Era imposible crear un nuevo portal desde el interior del lugar donde se encontraban y usar un hechizo de teletransportación traía un riesgo inadmisible para todos los allí presentes y el saber que guardaban en el edificio.

Sin embargo, el Consejo tardó algo en llegar a la sala. Uno de ellos había muerto.

Todos los presentes en el Santuario fueron convocados a la Sala del Prisma, lugar de reunión del consejo. Aquella era una situación sin precedentes puesto que la entrada en aquella sala estaba vetada para todo aquel ajeno al propio Consejo.

Al entrar, Telvor pudo maravillarse con aquella habitación al entrar. En el espacioso centro de la estancia se encontraba una mesa amplia circular rodeada por siete sillas de sencilla madera con escaso ornamento. El poco artificioso mobiliario contrastaba con el resto de la sala. El techo estaba sustituido por una cúpula de cristal que dejaba ver el vacío del plano en el que se encontraban mientras una esfera enorme de luz hacía las veces de sol recorriendo lentamente el suelo. En el aire, un millar de fragmentos de cristal tintado de diferentes colores tintineaban con destellos iridiscentes arrancados de la luz artificial coloreando así las paredes de la estancia.

La reunión comenzó a mediodía. Justo cuando la esfera luminosa se encontraba en lo más alto de la cúpula, todos los reflejos de luz de los pequeños fragmentos convergían en los asientos formando columnas de luz de los colores de sus respectivos dueños en un espectáculo sobrecogedor.

Ese día, para colmo de males, se comunicó que Gauwill había muerto sin causa aparente. Aunque el hecho de que hubiera coincidido con la desaparición del portal parecía poco fortuito. Sin embargo, no disponían de más medios para investigar aquel incidente.

Doce días deliberó el Consejo en busca de un sucesor. Sin haber sido avisado con antelación ni recibir ninguna clase de aviso previo, Telvor Alluhinël fue nombrado sucesor del Erudito de la Templanza. Después se decretó que todo el mundo continuara con sus investigaciones e intentara mantener la normalidad mientras se buscaba una forma de recuperar la comunicación con el exterior. Poseían suficientes recursos como para sobrevivir indefinidamente en aquel lugar, por lo que podían permitirse mantener la calma.

Medio siglo pasaron confinados todo ellos, simulando que no pasaba nada. Hasta que un día, una voz de alarma corrió por todo el Santuario. El portal de salida se había reabierto durante unos instantes. Era débil e inestable pero allí estaba. Aquel suceso se repetía de forma sistemática cada día al caer el sol y sólo durante unos suspiros.

El Consejo de la Virtud volvió a reunirse y se acordó que uno de ellos debía salir y tratar de conseguir respuestas, además de intentar buscar un modo más fiable para volver a comunicar el Santuario con el exterior. El elegido fue Telvor. Era el más joven y tenaz de los siete. Además un buen mago, capaz de comprender los entresijos de un portal sencillo. El Erudito de la Templanza tenía derecho a llevarse a su asistente, un avispado semielfo que se había ganado la confianza del mago.

En aquel momento, ambos se encontraban en los aposentos del elfo. El día había sido largo, revisando una y otra vez los preparativos para el viaje. Unos golpes el la puerta anunciaban que alguien les había venido a buscar.

Se acercaba el momento

Notas de juego

Comenzamos. Que tengas mucha suerte, disfruta y... ¡Cuidado con los destinatarios!

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03/05/2020, 00:15
Isaea

Isaea frunció el ceño. ¿Y si todo se trataba de una trampa de los diablos? Nada impedía que todo fuera un ardid, una ilusión, con el fin de torturarlos a él y a Siroc. Pero si así era, estaba claro que no iba a hacerles el juego de correr como un loco por dónde fuera que estuvieran. Él era un guerrero, un paladín del dragón de platino. Ya había estado dispuesto a morir luchando, y lo seguía estando. Así que él lo tenía claro. Fuera verdad o mentira, estaba dispuesto a luchar.

—Nunca he sido amigo de dejar al azar lo que pueda conseguir con mis propias manos—el paladín desenvainó su espada—. Estoy listo a enfrentarme a lo que sea.

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03/05/2020, 19:41
Narrador

El joven se levantó lentamente manteniendo la mirada sobre el druida. Cuando éste calló, el mago miró nerviosamente a su espalda como si esperara que alguien le sorprendiera en cualquier momento.

- Me enorgullecería decir que os he liberado como recompensa a las innumerables batallas por este mundo en las que habéis luchado. Como pago por todos los sacrificios que habéis hecho por todos nosotros. - susurró y suspiró dolido, tal vez, por lo que aún quedaba por decir. - No obstante, me temo que no es así. Os he buscado durante años para poder liberaros y pediros un último favor. Otra gran batalla por el mundo se libró sin los vuestros y la humanidad fue derrotada. En esta guerra ya perdida aún queda una última batalla en la que el mundo no puede permitirse una nueva derrota. Os necesitamos.

La intensa mirada se alargó al menos unos latidos de corazón más. Como activado por un resorte, el semielfo bajó la mirada y volvió con su trabajo entre las runas para terminar de liberar a Zrabroth de su gélida prisión, concentrado y en silencio.

Apenas unos instantes más tarde, el druida estaba totalmente libre aunque aún un poco entumecido. El muchacho volvió a hablar, en esta ocasión, sin siquiera levantar la vista.

- El Antiguo está libre – susurró y una pequeña esfera de luz salió de entre sus manos y se perdió en la oscuridad de aquel extraño lugar. - Ayudadnos, por favor. Pronto seréis llamado.