Partida Rol por web

Para Teolfo no era desconocido saber que el conde había prohibido la entrada al bosque para los aldeanos. Aparentemente lo hacía para evitar que posibles espías de Quart de Sacre pudieran reunirse con informantes en el bosque, pero desde que vio los ojos rojos en el bosque se hacía a la idea de que podía haber otras razones.

-Jo t'acompanyo -se ofreció para acudir junto a Llanos al bosque-. Vull arribar a el fons d'aquest assumpte. És possible que les desaparicions estiguin relacionades amb el que jo vaig veure.

Mi instinto me decía que abandonara aquel pueblo de inmediato y me olvidara de los asuntos del conde, la iglesia y de todo el mundo, pero todas mis cosas estaban en un hogar al que no podía regresar sin haber limpiado mi nombre o derrocado a aquel noble, en ambos casos lo mejor era quedarme con mis nuevos compañeros.

-Seis ojos ven más que dos, contad conmigo. Si ese maldito conde esconde algo, estoy segura de que averiguaremos que es.  

Sonreí a Llanos y a Teolfo para mostrarles mi predisposición a formar equipo.

-De això res, jo puc anar al bosc si vuic, que no estic tan major -protestó.

Por su tono de voz ni siquiera él parecía convencido, y sus temores se hicieron realidad nada más salir por la puerta. 

CRAC.

-Ai, ai, ai, la esquena -dijo llevándose una mano a la espalda-. Tens raó Llanos, estic major per a estes desventures. 

No es que Don Ramiro tuviera mala salud, pero a su edad aquel día ya había dado suficientes pasos. Con la espalda y el orgullo herido, el capellán se retiró al pueblo lentamente. 

No obstante, la bruja, la curandera y el soldado tenían ante ellos el inmenso bosque, cuyos secretos aguardaban entre sus ramas. Eran conscientes de que no pocos se habían adentrado en él y nunca habían regresado, pero quizás allí se encontraba la clave. 

- Buenas noches tenga usted, Don Munter.

Se limitó a decir con una total cordialidad, con aquella sonrisa tranquila con que adornaba todas sus palabras. En cuanto salió el conde por la puerta, Pau se dirigió a los estantes y con un gesto preocupado chasqueó la lengua.

- Aquesta tasca va a ser complicada... -dijo casi más para sí mismo que hacia su compañero- Dalmau, si no li importa, em faria paper que es quedés una estona i m'ajudara a clasificar alguns volums. Promet deixar-li temps per a que descanse en condicions.

En aquella lúgubre biblioteca y bajo la tenue luz titilante, Pau parecía incluso más menudo de lo habitual. Se movía rápido entre muebles, tomos y escalerillas, así que parecía una auténtica rata que podía ver y manejarse en la penumbra de aquella biblioteca, a pesar de no ser del tipo que acostumbraba. Iba de aquí para allá separando los tomos humedecidos de los que se encontraban en buen estado, que le iba pasando a Dalmau para que los apilase con cuidado en un lateral de una amplia mesa.  Pensaba en cubrir los tomos húmedos de arena y serrín a la mañana siguiente para ver hasta qué punto se podían recuperar.

- Bò, company, demà m'encarregaré dels humits... -dijo mientras se subía con cuidado a una silla para alcanzar los volúmenes que se encontraban más arriba, esta crujió de pronto y Pau se asustó visiblemente, aunque no pareciese que fuese peligroso en realidad, miró con pánico al caballero- Em faria el favor de subjectar la cadira?! 

El capellán no podría acompañarles, por lo que volvían a ser tres. Teolfo imaginaba que las dos mujeres, o como mínimo Llanos, tendrían más experiencia que él internándose en el bosque, pero aun así decidió echar un vistazo al exterior de la cabaña, fijándose con detenimiento en el suelo para determinar qué dirección podrían tomar.

- És una llàstima que Don Ramiro no ens acompanyi -comentó, lamentando no poder contar con el capellán a la hora de internarse en lo desconocido.

Mientras el viejo les aburría con sus bravatas y sus absurdas intenciones de internarse en el bosque, Llanos se dedicó a descolgar algunas verduras que se guardaban en el aire, y algo de carne seca, y dispuso la mesa para comenzar a cocinar.

- És una llàstima que Don Ramiro no ens acompanyi 

La bruja alzó la cabeza, clavando el cuchillo sobre la tabla de cortar.

-No pensareu que anem a eixir al bosc ara. Sense saber el que estem buscant, sense proteccions, o armes. Sense conèixer-nos! -Lanzó una risa al aire que sonó como el alarido de un collote-. Sí, aneu, aneu, i bona sort.

Negando con la cabeza y sonriendo con sarcasmo, la mujer siguió cortando algunos nabos, antes de echarlos sobre el caldero.* 

-A aquesta xiqueta la tinc que cuidar jo -señaló a Leonnie con la barbilla, al tiempo que removía el agua caliente-, perquè no pot tornar a sa casa, però a tu -ahora se dirigió hacia el guardia- no et conec. D'acord, vols protegir al poble, però aixó no és garantia de res...

Estuve a punto de seguir al padre fuera para irme pero su repentino dolor de espalda y la sorna de las palabras de Llanos me frenaron. Algo avergonzada ayudé a a sentarse al viejo Don Ramiro - Permítame que eche un vistazo a su espalda- tras un vistazo rápido vi que los achaques de la edad habían inflamado su músculos y agravado una columna ligeramente torcida - Parece que no es grave, no tengo nada de mi equipo aquí pero quizá Llanos pueda ayudarnos.

Me acerqué a la cocina para acompañar a la señorita Fabrat y pedirle algunos ingredientes - parece que Don Ramiro no podrá andar demasiado, ¿no tendrás por casualidad sauce blanco, menta o aceite de clavo? Podría improvisar un remedio  temporal para el pobre diablo.

La petición resultó aceptada mucho más fácilmente de lo que había pensado en un principio, y la cena prosiguió con normalidad, aunque, a pesar de su esfuerzo, el conde dejaba entrever que no estaba realmente allí con ellos. Acabado el ágape, el propio Onofre los guió hasta la dicha biblioteca, que a todas luces parecía hallarse bajo tierra, o al menos esa era la impresión que causaba entre la escasa luz y el entorno de piedra. Ojeó un poco los libros, la mayoría apenas eran legibles debido a la falta de cuidado, a saber cuanto tiempo había pasado desde la última vez que alguien había arreglado de verdad aquél lugar.

El conde no tardó en dejarles privacidad, aunque dejando a uno de sus sirvientes con la tarea de asistirlos en lo que necesitasen, así como de seguramente vigilar sus movimienos. Él tampoco pintaba demasiado allí entre libros, ya que aquella era la tarea de Pau, si bien su misión era también el echarle una mano con lo que pudiera — Per suposat, encara que haurás d'especificarme qué necesites. La meua relació amb els llibres quasi va acabar quan vaig aconseguir aprende a llegir i escriure — respondió al joven monje. Estaba claro que aquél era el entorno natural del muchacho.

Fue haciendo caso de lo que le decía, leyendo algún título que otro de los volumenes que iba recibiendo, hasta que se acabaron los de los estantes inferiores y a Pau le tocó encaramarse a algo para poder llegar a los de más arriba. Acudiendo a su lado, aferró la silla con fuerza, evitando que se moviera o resbalara debido al peso que llevaba encima.

-Aaai, no hace falta muchacha. Es sólo la vejez, nada más -dijo con un fuerte acento. 

No obstante, Don Ramiro no se alejó demasiado, por si Llanos tuviese alguno de los remedios que estaba mencionando Leonnie. El sacerdote conocía de sobra a qué se dedicaban aquellas dos mujeres, pero no era extraño ver a los capellanes hacer la vista gorda o incluso pedir su ayuda. Puede que sus superiores lo desaprobaran, pero tampoco tenían por qué enterarse. 

Mientras tanto, a la salida del hogar, algo había captado la atención del soldado Teolfo. Unas huellas que no correspondían con ninguno de ellos estaban presentes en el barro. Como decía Llanos, puede que fuese peligroso salir a explorar sin prepararse, pero aún tardaría en anochecer, y llegado el momento sus conocimientos oscuros podrían resultar útiles. 

parece que Don Ramiro no podrá andar demasiado, ¿no tendrás por casualidad sauce blanco, menta o aceite de clavo? Podría improvisar un remedio  temporal para el pobre diablo.

-Mi padre lo que necesita es dejarse de jueguecitos y aventuras, y quedarse en su casa. No corteza de sauce, ni aceite de clavo -Expuso Llanos, dejando caer sobre la mesa la cuchara con la que había estado removiendo el contenido del caldero.

Acto seguido, se dirigió hacia la puerta de su vivienda, y escudriñó el cielo. Aún parecían quedar bastantes horas de luz, a pesar de lo frenético del día. Suspiró.

-Si voleu eixir, té que ser ara.  

Poco a poco, Bernat y Dalmau se pusieron manos a la obra para encontrar lo que les había pedido el Dr. Llorenç. Sin embargo, de momento no habían hallado nada, y bajo la vigilancia de aquel sirviente sería más difícil, si bien no estaba prestando demasiada atención. 

-Hay huellas de alguien más -informó Teolfo a las dos mujeres, señalando el suelo, justo donde se hallaban aquellas huellas que no se correspondían con las de ninguno de los presentes-. Estoy seguro de que no pertenecen a ninguno de nosotros cuatro. Creo que deberíamos seguirlas mientras aún no ha anochecido.

El soldado estaba decidido a seguir las huellas, pero no estaba seguro de cuál era la intención que tenían al respecto tanto Llanos como Leonnie, por lo que les dirigió una mirada, esperando por si estaban dispuestas a salir o preferían quedarse en la cabaña.

La seca respuesta de Llanos me dejó descolocada y solo pude decir - De acuerdo - antes de volver a mi asiento. ¿Don Ramiro era realmente el padre de Llanos? Eso me generaba muchas dudas y preguntas pero quizá era mejor guardarlas para más adelante puesto que Teolfo nos advirtió de un visitante no deseado.

- Si es un hombre del conde y descubre que estamos aquí es probable que mande a su guardia,  debemos detenerle antes de que logre informar - Dije levantándome de un salto alarmada.

-Hay huellas de alguien más. Estoy seguro de que no pertenecen a ninguno de nosotros cuatro. Creo que deberíamos seguirlas mientras aún no ha anochecido.

Llanos recogió algunos pertrechos, un zurrón con vejigas de cabra llenas de agua y algo de comida, y se cubrió con un manto de lana. 

-Què vol dir aixó? Creus que algú ha estat a ma casa? -Revisó las huellas que señalaba el guardia, escéptica-. Crec que m'estic perdent un poc. Fins on sabem, hi ha quelcom que ronda pels boscos, i creiem que això és el que provoca les desaparicions. Què pinta el comte en tot açò?

Mientras hablaba, la bruja instó a todos a que salieran de su casa, y antes de cerrar la puerta, trazó un par de símbolos en el umbral con tiza.

Por mucho que buscaran, en aquella biblioteca maltrecha y oscura no parecía haber nada de valor, o al menos algo que fuese de su interés. No obstante, cerca de allí parecía haber otras salas. Quizás podrían inspeccionarlas si lograban distraer al sirviente.

Pau hizo un pequeño ruido de frustración y miró a Dalmau de forma enigmática. Después comenzó a hablar en voz alta, al caballero le pareció que el volumen era demasiado alto para su cercanía, pero entonces el goliardo le hizo una señal hacia el sirviente.

- Amb aquesta mala llum no es veu un poll... -se levantó, dirigiéndose hacia el criado- Escolte bon home, ens estem deixant els ulls a aquest lloc entre les lletres borroses i la foscor, qué seria vosté tan amable de portar-nos unes candelàries més? Li estariem de lo més agraïts.

Esperó con una sonrisa a su respuesta, esperando que abandonase su vigilancia para poder colarse en la siguiente estancia.

El sirviente miró a Pau. Parecía nervioso y dubitativo ante lo que le había pedido el muchacho, puede que porque no entendía bien el idioma, o por algo más. Dio un paso atrás, apartó la vista, y finalmente se dirigió a Pau.

-Ehm, bueno... de acuerdo, iré a por algo más de luz -dijo ladeando la cabeza.

El sirviente se alejó, dejando solos al estudiante y al hidalgo. Cerca de la biblioteca había otras tres salas, dos de ellas algo apartadas. En aquellos pasillos la luz era muy escasa y apenas se distinguían las enormes compuertas en la oscuridad.