Partida Rol por web

Gabrielle no podía creer lo que estaba escuchando. Ni tampoco abrir más la boca.

—Pero ¿por qué? 

Podía entender muchas cosas viles en la naturaleza humana pero...

—¡Era un Encantador Superior! ¡Había hecho un trabajo de investigación sobre este artefacto! ¡Tenía que conocer los riesgos! ¡Tenía que...!

Se le estranguló la voz en un sollozo entrecortado, y de pronto, los ojos se le arrasaron de lágrimas. Había nacido en Nordale, pero el Círculo era su hogar. Lo había sentido cuando había vuelto al pueblo, que ya no pertenecía del todo a sus calles y a sus jardines. "Puedes dejar el Círculo" le había oído decir a Irving "pero el Círculo jamás te deja a ti". 

La Gabrielle de antaño hubiera caído de rodillas en el suelo y se había puesto a llorar. La Gabrielle de ahora, aguantaba de pie, pero se había tapado la cara con la mano y se enjugaba las lágrimas con las yemas de los dedos. Sus amigos, compañeros y profesores podrían estar todos muertos. Se obligó a tomar aire.

—Bienaventurados los que se yerguen ante los corruptos y los perversos, y no temen. Bienaventurados los guardianes de la paz, campeones de la justicia. Bienaventurados los justos, luces en las sombras. La voluntad del Hacedor se escribe con su sangre —musitó Gabrielle.

Levantó la vista.

—¿Qué podemos hacer nosotros, Wynne? 

Esperaba que existiera una salida. Que pudieran cerrar la brecha y devolver el Círculo a su lugar. Que ensamblar Gandlivallis les permitiera que todo volviera a ser como antes. Pero no estaba segura de que eso fuera a ser posible. Tal vez Adrath habría destruido algo que no podían recomponer.

Por primera vez desde que se embarco en toda esta locura, Alexei entendió lo que Wynne y las magas hablaban. Y eso hizo que una noticia ya de por sí horrible, fuera mucho peor. Durante todo este viaje el joven guerrero había aprendido muchas cosas, entre ellas que la vida era más sencilla cuanto menos sabía uno. 

El muchacho quiso decir algo pero no encontró las palabras adecuadas, así que lo único que hizo fue poner su mano en el hombro de Lynn, que parecía la más afectada, para reconfortarla y mirar a Wynne con determinación. Podían contar con él para lo que fuera necesario.

En principio no te habías dado cuenta pero era como si aquella ya acostumbrada sensación de contención contra las emociones negativas hubiese... "tardado en llegar". Al echar un mejor vistazo te percataste de un detalle innecesario hasta la fecha: Asthan había tenido que acercarse.

El espíritu hecho carne estaba pálido por la noticia y miraba a Wynne con expresión sombría.

—Porque es un completo gilipollas—bufó Ayla más por desahogarse que porque realmente quisiera responder a la pregunta retórica de Gabrelle. La apóstata caminaba de izquierda a derecha como un felino irritado dentro de una jaula, aunque se paró antes de añadir:—. ¿Qué ha pasado con quienes esaban dentro?

Se formó un incómodo silencio durante el cual Wynne formó una fina y apretada linea con los labios, como si estuviese debatiendo algo interiormente. De hecho, no descruzó los brazos hasta que finalmente dejó ir un suspiro.

—No lo sé... —confesó—. Esto es un acontecimiento sin precedentes, no tengo en qué basarme para asegurarlo pero pienso que la torre no debería sufrir daños sólo por ser trasladada al Velo.

—¿La torre? ¡Estámos hablando de un edificio lleno MAGOS en medio del VELO!—exclamó Ayla. Cuando se dió cuenta de que recordar aquello había hecho que la arruga de preocupación en la frente de la anciana se acentuase un poco, se mordió el labio inferior con evidente fastidio—. Perdón.

—Todavía tienen a los templarios—dijo repentinamente Lynn. Se había quedado sin habla en principio así que había tenido que agradecerle el gesto a Alexei con una mirada. Pero parecía haber recuperado la voz lo suficiente como para tratar de imponerse a su propia congoja—. S... Si la torre sigue entera estoy segura de que Greagoir e Irving sabrán qué hacer para proteger el Círculo.

Wynne esbozó una sonrisa lánguida pero cálida al escuchar a Lynn, aunque cuando habló fué para responder a la pregunta de Gabrielle.

—No ceder a la desesperanza—dijo—. Lo único que podemos hacer ahora para ayudar es subir ahí arriba y encontrar el pedazo de bastón—entonces volvió a ponerse seria y frunció el ceño—. Me da igual que no seamos el ejército que pretendíamos; esta vieja no se quedará sentada mientras un lunático trata de destruir nuestro Círculo y Thedas. Por segunda vez.

Miró hacia la entrada de Refugio.

—Pero antes estaba intentando recabar algo de información en el pueblo sobre lo que podemos esperar en la montaña; desde hace un tiempo no peregrina nadie. Lo cual me recuerda... —se volvió hacia Alexei—. Hay alguien que en cuanto se enteró de que te conocía no ha parado de preguntar por ti, quería enterarse en cuanto llegases. ¿Te suena una muchachita llamada Anne?

Al escuchar el nombre de la muchacha un torrente de recuerdos inundó la cabeza del joven guerrero. Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, que toda su vida en Lothering y Refugio ahora parecían muy lejanas.

—¡Hacedor!—exclamó sorprendido—. ¡Sí claro! ¿Como está? La última vez...

Alexei hizo un silencio recordando la última vez que la vio. Fue justo antes de marcharse de Refugio, cuando vio a Ayla, Rhagos hizo acto de presencia y mató a sus padres y quemó a la muchacha.

—¿Está bien? ¿Sabes dónde está?

Tras la sorpresa inicial, Alexei fue consciente de que estaba siendo bastante irresponsable preocupándose por algo menor teniendo en cuenta que el Círculo había desaparecido en el Velo.

—Bueno... creo que podríamos dejar los reencuentros para otra ocasión. Deberíamos subir a la montaña cuanto antes.

—Nos pilla de camino, de todas formas —observó Gabrielle en un gesto de empatía—. Podías ir a verla y, si crees que te va a llevar mucho tiempo, reunirte con nosotros más tarde.

—Está bien—concedió Alexei aliviado.

Realmente quería ver a la muchacha. No sólo por tantos años de amistad, sino también por la manera en la que se habían despedido. Se sentía responsable de haberse marchado tan abruptamente cuando estaba herida. Había sido tan idiota.

Al menos vamos mejorando. Creo.

—¿Sabes si está en su casa Wynne?—le preguntó a la maga—. Seré rápido.

—En la plaza central de Refugio, aunque lo de si está bien creo que sabrás decirlo mejor tú que yo—Wynne sonrió con ternura—. Como ya dije, necesitamos pasar por el pueblo por si alguien sabe qué podemos encontrarnos ahí arriba, de todos modos. Desde el derrumbe no ha subido nadie. Así que no te metas más prisa de la necesaria.

—¿De... rrumbe?

—Sí, aunque por suerte no fué en el interior del templo sino en estancias exteriores, o en las escaleras. O algo así tengo entendido—respondió Wynne—. Estaba preguntando por la alcaldesa de facto para informarme mejor cuando llegásteis. Necesitamos detalles.

—¿Estás bien, Asthan?—Lynn miró al dalishano—. Tienes la cara pálida.

—Hace frío—carraspeó escuetamente el elfo—. Nunca he estado tan al norte...

Os encaminasteis hacia el interior de Refugio mientras algún que otro copo de nieve caía revoloteando cual papelucho. No nevaba pero el ambiente estaba fresco y de vez en cuando se veían. La entrada al pueblecito de montaña era una cuesta de tierra salpicada de parches de nieve aunque el interior había sido barrido concienzudamente por los habitantes y la plaza central por la que pululaban los lugareños tenía un aspecto agradable y acogedor.

Las casitas de madera conservaban sin embargo sus tejados blancos y al fondo podía verse un embarcadero en el lago cercano, el cual no llegaba a estar congelado pero tenía un puñado de placas de hielo flotando en la superficie. Otro sendero flanqueado por antorchas ascendía más allá hacia la montaña y podía verse la silueta de una capilla no muy grande.

Algunas de las miradas de los pocos pueblerinos que iban de aquí para allá en sus quehaceres se posaban en vuestro grupo a intervalos irregulares. Si Wynne había llamado la atención, un grupo en el que había más túnicas de mago e incluso una de la Capilla podía con la curiosidad de los pobladores.

En ese momento, una anciana vestida con una sencilla túnica larga del color de las bellotas maduras se adelantó hacia vosotros. Tenía el cabello blanco y fino asomando por debajo de la capucha. La tela de la túnica caía en pliegues desde sus hombros hasta el dobladillo, ocultando hasta la última línea de su cuerpo enjuto y un tenue y agradable aroma a menta mezclado con manzanilla llegó hasta vosotros cuando estuvo cerca. Alexei la conocía muy bien.

—Bienhallados—saludó con una voz cascada pero amable—. Soy Ovalia, la alquimista del Refugio y también alcaldesa de facto. Usted es Wynne, ¿cierto? No pensé que volvería nunca a nuestro humilde pueblo pero es un honor.  Siento la espera; estaba buscando un poco de raíz élfica y han tenido que ir a buscarme... ¿necesitábais algo de mí?

La última pregunta la hizo englobándoos a todos con la mirada y al hacerlo reparó en Alexei.

—¡Oh, Alexei! Has vuelto. ¿Cómo te fué en tu viaje, cielo? ¿Encontraste lo que buscabas?

—¿A... usted no la he visto yo antes en otra parte?

—No salgo del pueblo así que quizá me has confundido con mi hermana, me pasa constantemente. Aunque a ella le va más la agricultura—respondió la anciana con una risita—. Vive en Risco Rojo y le encanta viajar de acá para allá vendiendo sus productos.