Partida Rol por web

Gabrielle sonrió.

—No te preocupes: cuidaremos de Alexei. Aunque te puedo asegurar que ahora es más que un simple campesino. Le he visto enfrentarse sin parpadear a enemigos que harían temblar a un guerrero de la ceniza... y vivir para contarlo. 

Guiñó un ojo al guerrero de melenas doradas. 

—Alexei, vamos a ir subiendo. Alcánzanos cuando te despidas de tu amiga, ¿hmmm?

A Alexei no le gustó que Anne le dijera que toda la empresa le quedaba enorme. Era algo que él mismo había pensado en innumerables ocasiones, pero que se lo dijeran de una manera tan cruda, como si lo estuvieran minusvalorando, que incluso se sintió dolido. Así que cuando Gabby le defendió no se pudo sentir más agradecido. Aunque le cogió por sorpresa el guiño que la maga del Círculo le hizo al despedirse momentáneamente.

Cuando se quedó solo con la muchacha, el joven guerrero volvió a tomarla de las manos.

—Tienes razón, todo esto se me queda grande—dijo—. Se nos queda grande a todos, excepto a Wynne claro. Pero... somos los únicos que podemos hacer algo. ¿Y sabes qué? Creo que podemos hacerlo.

Alexei volvió a recuperar ese tono optimista que tuvo en Nordale cuando Wynne les ánimo a que no se rindieran. En ese momento Gabrielle le devolvió a la realidad con la pérdida de Trasus, Aline  Sarkee. Pero al final de lo que se trataba era de detener a Adrath y después de viajar en el tiempo, combatir demonios, engendros tenebrosos y seres de leyenda, no parecía una gesta tan imposible. Otra cosa es que todos volvieran de una pieza. El guerrero trago saliva pensando en tan funesta posibilidad, pero no dejó hundirse en esos sentimientos.

—Soy el hijo de un comerciante venido a campesino, pero también soy un guerrero. Estoy lidiando con cosas que no entiendo. No sé de magia y todo esto es muy extraño. Pero hay una cosa que está clara. Ferelden está en peligro. La gente que quiero está en peligro. Y yo puedo aportar mi granito de arena para evitarlo. Así que voy a hacerlo.

El joven apretó las manos de Anne.

—Me gustaría que me creyeses y despedirme de otra forma. Pero tengo que irme.

Alexei no sabía que más decir, así que lo único que se le ocurrió fue:

—Volveré.

Seguramente sonase un poco idiota o infantil. Pero así es como sonaban los optimistas. Él era así, siempre lo había sido y en las últimas semanas se le había olvidado. Y no se le ocurría un mejor momento para encontrarse consigo mismo que éste.

Anne se soltó y se cruzó de brazos.

—Palabras—suspiró—. Sólo oigo palabras y promesas.  Y el único hecho es que...

Se pellizcó el puente de la nariz, haciendo un nuevo esfuerzo por mantener el tipo. O quizá por no darle más vueltas a aquello. O quizá ambas cosas.

—S-Sólo hazlo—terminó diciendo. Dejó de pellizcarse para volver a cruzar el brazo—. Si tan importante es, hazlo. Y tened cuidado.

Se formó un incómodo silencio. No era hostil, simplemente... incómodo. Como si algo faltase. De hecho, Anne ni si quiera parecía por la labor de volver al pueblo. Daba la impresión de que fuese a esperaros allí de pie.

Lynn se había quedado observando la escena con gesto pensativo. En ese momento miró a Alexei y a Anne alternativamente una, dos veces, tres... e inspiró.

—¿Pero cuándo se lo piensas dar?—exclamó de pronto al aire. Aunque por alguna razón parecía que el tono era pretendidamente algo más alto de lo normal, como quien busca llamar la atención—. ¡No se puede ser tan tímido!

Asthan y Wynne miraron a la clériga como si de pronto ésta se hubiese convertido en una halla vestida con sedas orlesianas. Antes de que descubrieran qué mosca le había picado, ella se acercó a Anne que en ese momento trataba de identificar la voz con expresión desconcertada.

—Soy Lynn—dijo para que la ubicase dentro de la lista de nombres que habíais mencionado antes—. Alexei te trajo un regalo. Lleva todo el viaje hablando de lo mucho que te iba a gustar pero no se atreve a dártelo. Es un caso.

—¿Cómo?

En ese momento visteis que Lynn sacaba a Zeadrel de su mochila. Cuando se lo acercó y Anne sintió algo peludo rozándola, se sobresaltó en un principio. Aunque en ese momento el animal maulló... y el sobresalto pasó a sorpresa.

—¡Un gato!—exclamó aquello mientras estiraba tímidamente las manos otra vez, tratando de localizarlo—. ¿E-Eso ha sido un gato?

—De Tevinter—sonrió Lynn. Esperó a que lo cogiera tras lograr identificar dónde estaba el cuerpo del animal mediante el tacto—. Son muy peluditos. Seguro que aquí en Refugio con la nieve es una maravilla tenerlos.

Anne parecía confusa con todo aquello. Había cogido al gato que le andaba olisqueando el cuello en ese momento... y entonces empezó a ronronear. Aquel sonido dibujó una tenue sonrisa sorprendida en el rostro de la muchacha ciega, llevándose la somrba de las lágrimas. Como un pequeño sol que apartara las nubes en un día encapotado. De pronto parecía alguien a quien le hubiesen quitado algún tipo de preocupación o miedo de encima.

—Me... —pareció darse cuenta precisamente de que estaba sonriendo y carraspeó, poniéndose seria de golpe otra vez. Buscó girando la cabeza, una vez más en un movimiento nacido de la costumbre, pero no sabía dónde estaba Alexei, si se había quedado allí o se había ido ya. Aun así cogió aire.

—Tienes muchas cosas que contarme luego.

Le dijo aquello tratando de hacerse la dura, pero el hecho de que se diera la vuelta indicaba que algo había cambiado para bien. Ahora parecía algo más dispuesta a regresar al pueblo. De hechó, empezó a andar.

Cada vez que daba un paso, tocaba primero con la puntera en el suelo. Debía ser por contarlos como había dicho antes pero parecía apañarse bastante bien sin un guía.

Lynn se había quedado de pie mirando como se marchaba pero cuando la chica estuvo lo suficientemente lejos, suspiró hondamente como si hubiese estado conteniendo el aire todo el rato. Tras un par de segundos se volvió para regresar con vosotros otra vez.

—Las... mentiras piadosas no le molestan al Hacedor—carraspeó jugueteando con el extremo de la trenza—. Siempre y cuando no dañen a nadie.

Alexei sonrió a Lynn. Estaba realmente agradecido por lo que la hermana de la capilla acababa de hacer. Así que sin mediar palabra el joven guerrero se acercó a ella y le dio un fuerte abrazo.

—Gracias—le dijo al oído—. De verdad.

Ovalia tenía razón. El encuentro con Anne no había sido lo que él esperaba. Y en más de un sentido. Pese a estar contento por las formas en las que al final se había despedido de su amiga, Alexei seguía sintiendo una desazón en su interior. Anne, el idiota de su hermano y sus padres eran lo único que le quedaba de su antigua vida. Era algo a lo que deseaba aferrarse. Pero también sentía que había un abismo entre él y todo lo que había en Refugio.

De todas formas, no era ese el momento para pensar en esas cosas.

—Vamos—dijo reanudando la marcha—. Ya os he hecho perder mucho tiempo.

Gabrielle sonrió con gesto satisfecho. Siempre había algo de luz en toda aquella oscuridad. La maga dejó que Alexei tomara la delantera y marchó junto a su maestra. 

A Lynn al principio la sorprendió la efusiva reacción de Alexei pero luego sonrió y le devolvió unas palmaditas en la espalda.

—Dijiste que se quedó ciega hace poco, ¿verdad?—dijo—. Ese "No quiero quedarme sola" me sonó a que quisiera venir, sino a que tenía... miedo.

La propia Anne os había confirmado que, en efecto, no quería por nada del mundo intentar subir a la montaña.

—No poder ver, no tener a nadie cerca en esa oscuridad, tiene que ser muy angustiante. Con la compañía de Zeadrel no se sentirá tan sola—añadió con un suspiro compasivo. Aunque enseguida volvió a recuperar la sonrisa y le guiñó un ojo al guerrero—. Además, tú me ayudaste en el callejón de Denerim. Estamos en paz.

Lynn: Amistad (+5) [Alexei]

—¿Por qué no ha hecho nada?

La voz de Ayla casi os hizo dar un bote en el sitio. La apóstata había estado tan callada que os habíais olvidado de que estaba ahí. Cuando os girásteis visteis que mantenía la postura de haberse estado mordiendo una falange, con la mano cerca del rostro. Y miraba a Wynne.

—¡Usted es una de las mejores sanadoras del Círculo!—añadió. Y más que reproche en su voz, lo que detectábais era un extraño sentimiento de malestar—. ¿Por qué no la cura?

Los ojos de Wynne se llenaron de compasión.

—Porque no puedo, cielo... —respondió—. Por desgracia la magia de sanación tiene sus límitaciones. Podría haber curado una herida como esa en su momento. Pero una vez cicatrizada el daño ya está hecho, no puedo regenerar ese tipo de cosas. Al igual que en ningún caso tampoco se puede regenerar un brazo cortado.

Ayla resopló con una mezcla de desasosiego y frustración.

Lynn hizo ademán de ir a abrir la boca.

—¡Está así por mi culpa!—interrumpió la apostata en previsión de algo que por lo visto se veía venir—. Yo nunca... ¡Urgh!

Resopló sonoramente renunciando a conversar y se puso a caminar de un lado a otro como un animalillo enjaulado, inquieto y frustrado.

Alexei se sintió costernado cuando escuchó a Wynne. Seguramente Ayla había esperado a hacerle la pregunta por los mismos motivos que él, para que Anne no tuviera durante un mínimo instante un atisbo de esperanza. Bastante desolador ya era para él, y también para la "apóstata", saber que no había solución.

El joven guerrero iba a insistirle a la encantadora cuando vio que Ayla volvía a inculparse de todo lo ocurrido.

—No fue culpa tuya—le dijo—. Sólo hay un culpable y ese es Adrath. Ya te lo dije cuando salimos de Nordale, nosotros somos víctimas de sus tejemanejes. Sin su mano, tú no te habrías visto a huir, Gabby y Lynn no se habrían visto obligadas a buscarte, mis padres estarían vivos, Anne no habría perdido su vista, la Capilla de Nordale no se habría incendiado, Trasus y Sarkee seguirían con sus excavaciones...

Conforme Alexei mencionaba cada uno de los hechos y tragedias que la obra de Adrath había empujado a ocurrir su tono se fue tornando más duro y amargo.

—No hace falta que siga, ¿verdad?

El joven aspiró fuertemente. Se acababa de decir a si mismo que tenía que ser más optimista y no parecía que esa fuera la mejor manera.

—Vamos a subir a esa montaña y vamos a detenerle. No podemos cambiar el pasado, pero si podemos hacer justicia.

Con la idea de dejar el tema de la culpabilidad por zanjado, Alexei se dirigió entonces a Wynne.

—¿No existe ninguna manera de curarla entonces?

Al hacer la pregunta el guerrero se dio cuenta de que había sonado impertinente. Wynne era una reputada maga, si decía que no era posible, realmente no era posible.

—Quiero decir, quizás no algo tan sencillo como un conjuro, pero quizás si exista algún método más complejo. No quiero decir que los conjuros sean sencillos, pero...—Alexei intentaba agarrarse a un clavo ardiendo pero conforme intentaba explicarse iba a peor, sólo le quedaba aceptar la realidad—no sé. ¿De verdad no podemos hacer nada?

—Alexei tiene razón —añadió Gabrielle con dulzura—. Ni siquiera es culpa de Rhagos. Si hay un culpable, ese es Adrath. No obstante, entiendo que te sientas responsable. Aunque no pretendo ser quién para saber lo que sientes, yo lo haría de estar en tu lugar.

Almibaró su sonrisa.

—Eso habla más de la pureza de tu corazón de lo que realmente ha pasado aquí.

Depositó, con afecto, un beso en la mejilla de Ayla. Quién le hubiera dicho, hacía unos días, que acabaría haciendo algo así con una maga en apostasía. Tras separarse con suavidad de la maga, se dirigió así a Alexei y a Wynne:

—Pero sí hay una cosa, ¿no? Las cenizas de la Sagrada Profetisa. Si curaron al arl Eamon, podrán curar la ceguera de Anne. Y ya que vamos al templo de todas maneras...

Si Gabrielle hubiera sabido lo que era el baloncesto, diría que acababa de tirarse un triple. No estaba exento de lógica, pero sabía que era, cuanto menos, improbable. Empero, la maga estaba más que dispuesta a tirarse un triple si encestar beneficiaba a que un amigo, Alexei, estuviera un paso más cerca de alcanzar la felicidad.

—¡Me siento mal igual!

Ayla había protestado aquello a la respuesta de Alexei, aunque la de Gabrielle la desarmó. La cara de la apóstata adquirió un color acorde con su cabello y se caló la capucha con las dos manos hasta la nariz.

—No es para tanto—masculló cruzándose de brazos—. ¡Dejad de decir esas cosas! Hacedor...

Wynne se rió entre dientes. Ayla no sabía exrpresar que le daba vergüenza que le hicieran cumplidos pero el comentario de Gabrielle y la insistencia de Alexei le habían dado más alivio a la apóstata del que estaba dispuesta a admitir. Precisamente por eso no parecía tener intención de decir nada más...  pero de pronto levantó la cabeza tan rápidamente que se le volvió a caer hacia atrás la capucha.

—Pues claro, las Cenizas—jadeó con los ojos abiertos de par en par en una genuina expresión de sorpresa—. ¡Las Cenizas! ¡Eso debería funcionar!

Repentinamente se descruzó de brazos, agarró a Gabrielle por uno, a Alexei por el otro y tiró de ellos echando a correr cuesta arriba con lo primera expresión remotamente parecida al ánimo que le habíais visto en todo el viaje. Hasta el punto de sorprenderos de que supiera cómo se desfruncía el ceño.

—¡E-Espera! ¿Y el Guardián?—carraspeó Lynn corriendo detras—. Tengo entendido que...

—El Guardián que no sea rácano o le provocaré un dolor de cabeza del tamaño del templo a base de insistir—respondió la apóstata recuperando instantáneamente su expresión gruñona habitual—. ¡Moved el culo!

Desde detras os llegaron las carcajadas rebosantes de buen humor de Wynne.

Ayla: Amistad (+7) [Gabrielle]

Ayla: Amistad (+7) [Alexei]

Alexei ha ganado un logro:

Tras dejar a Fritz esperando en el pueblo por su propia seguridad, ascendisteis por aquella ladera de piedra.

No tardásteis en empezar a oir el ulular del viento entre los picos nevados de la Espalda Helada que se alzaban en lo alto sobre vuestras cabezas, como gigantes observandoos.

El aire era fresco y soltábais volutas de vaho al respirar. Os sentíais como pequeñas hormigas insignificantes en medio de aquella vasta extensión de roca y nieve, como si bien pudiérais ser las últimas personas sobre la faz de Thedas. La sensación de inmensidad y soledad era sobrecogedora.

De vez en cuando el eco del aullido de un lobo en algún lugar de las montañas llegaba hasta vosotros sólo para que al rato, otro par se les uniesen aún más lejanos y se difuminasen en el más absoluto silencio. Llegásteis a oir el penentrante chillido de algo también... ¿un águila? ¿un halcón? Y un bramido también apagado y lejano de a saber el Hacedor qué criatura oculta en las laderas alpinas.

Pero mientras las siguiéseis escuchando lejos era lo que importaba.