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Dragon Age: Las Cenizas de la Ruina

29. Allá en la Cima del Cielo

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12/01/2018, 15:44
Lynn

Como estabas arrastrándola, al volverte le diste sin querer con la puntera del pie a Lynn en un costado, aunque irónicamente eso pareció despertarla porque soltó un quejido y trató de encogerse, que fué cuando la soltaste.

La clériga se hizo un ovillo en el suelo y se llevó ambas manos a la cabeza, parpadeando varias veces en un intento por orientarse. Aunque lo que al final pareció darle alguna pista fueron tus botas. Más que nada porque las tenía delante y aquello la hizo fruncir una ceja.

¿Quien... ?

Se apoyó trabajosamente sobre un codo y miró hacia arriba.

—¡Alexei!—exclamó con algo que de algún modo era preocupación y alivio a la vez—. ¡Bendita Andraste! ¿Estás bien? ¿Qué ha... ? ¿Dónde estamos?

Empezó a mirar a ambos lados.

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12/01/2018, 19:37
Gabrielle

—¡Porque te quiero! —respondió inmediatamente Gabrielle, en un tono quejicoso.

Sorbió por la nariz.

—Después de todo lo que hemos pasado juntos, te has convertido en alguien muy importante en mi vida. Me importa lo que te pase. Me importa si te duele. Me importa si te estás muriendo. No quiero estar sin ti, ¡no puedo estar sin ti! —le explicó al espíritu lo que para un humano hubiera sido de perogrullo

Porque por cómo había hablado el espíritu, parecía que estuviera muriendo. Gabrielle aclaró también ese punto.

—Por lo que hemos averiguado, creo que los espíritus no podéis morir realmente del mismo modo que no se puede matar una idea o un sentimiento. Pero da igual, te necesito en mi vida. ¡Y no quiero que me olvides a mi como has olvidado tu pasado!

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12/01/2018, 22:13
Astucia

Lo único que percibiste en un principio fué que los ojos del espíritu se abrían volviéndose algo más grandes mientras que las pupilas hacían justo lo contrario: volverse pequeñitas.

Entonces agachó la cabeza como si lo apenase decir lo que iba a decir.

Un espíritu no puede existir fuera del Velo—contestó—. Es como si tú pretendieses vivir en el océano.

A despecho de la frase, estiró el meñique del puño que aún mantenía en alto y agarró el tuyo. Quizá aquellos gestos fueran propios de humanos pero probablemente había deducido cómo se "contestaba".

—Pero quizá... si que hay algo que pueda hacer.

Abrió los dedos y te cogió la mano entera.

¿Recuerdas lo que dijo Allure en Ostagar?—dijo—. Debido al vínculo tú eres mi única "puerta" al Velo. Hasta ahora la sola idea de cruzarla me repudiaba, me parecía demasiado similar a lo que hacen los demonios cuando quieren poseer a alguien. Sin embargo...  ahora veo que hay una diferencia.

Cogió aire pese a que realmente no lo necesitaba. Así que no te quedó muy claro por qué lo hizo.

—Los demonios hacen eso buscando hacer daño. Pero yo te haría daño si no lo hago—volvió a levantar la vista y te miró—. Esa es la diferencia. Yo no quiero hacerte daño como lo haría un demonio.

Los lúcilos empezaban a ser cada vez más frecuentes.

—Estoy dispuesto a intentarlo... Sólo si quieres. No tengo ni idea de si funcionará pero es la única oportunidad que nos queda.

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12/01/2018, 23:06
Alexei

Al ver que tanto Wynne como Lynn estaban bien, Alexei se dejó caer al suelo.

Estamos vivos, que no es poco.

El rubio guerrero se paso la mano por la cara, como hacia siempre que se veía superado. Sintió que sus dedos estaban pegajosos. Se había hecho una herida en la ceja. Resignado resopló.

Supongo que tendremos que buscar una manera de volver a subir hasta el templo sin que el dragón nos vea. Y buscar a Gabby, a Ashtan y a Ayla.

Si han sobrevivido.

Alexei sintió una punzada en el corazón. ¿Y si habían compartido el destino de Cedric? ¿Y si sólo quedaban ellos para detener a Adrath? Tenía que ser positivo, se lo había dicho antes de comenzar el ascenso. ¿Pero como serlo en una situación como esa? ¡Y Refugio! ¡Como iban a vivir con un monstruo tan cerca del pueblo! ¿Y si le daba por descender?

El joven estaba consternado y seguramente Wynne y Lynn se habían dado cuenta. Ellas eran más perceptivas que lo que él mentiroso. Así que prefirió no darles oportunidad a que le preguntasen en que pensaba. Alexei se levantó con dificultad y luego le tendió la mano a la Hermana de la Capilla forzando una sonrisa.

Vamos—le dijo—. Creo que estamos llevando demasido lejos lo de que caemos para aprender a levantarnos.

No tenía humor para bromas, pero no se le ocurría una mejor forma para aliviar la tensión.

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12/01/2018, 23:36
Gabrielle

Las lágrimas empezaron a resbalar por su rostro, rápidas. Las muy malditas no habían pedido permiso. 

Aquello era todo contra lo que le habían avisado. Abrirle la puerta a un espíritu del Velo era una llamada a convertirse en una abominación. Si fracasaba, no sólo dejaría de ser ella misma. Pondría en peligro no sólo a sus seres queridos. Wynne podía detenerla pero ¿y si en su locura si la evitaba a ella y descencía a Refugio a matar a todo el mundo?

Un momento.

—¡Hay una diferencia! —le dijo al espíritu, teniendo una epifanía—. ¡Hacedor! ¡Hay una diferencia! ¿Cómo no me he dado cuenta antes?

Miró a Asthan.

—¿Cuándo un mago se convierte en una abominación? ¡En un momento de tentación o de debilidad! Pero yo no quiero nada para mi, ¡lo quiero para ti! No soy débil. Soy fuerte, porque arriesgo todo lo que soy, pongo en peligro todo lo que amo ¡para salvarte a ti! ¡Eso es!

Tomó la mano de Ashtan entre las suyas y, mirándole a los ojos, rezó un salmo de las Transfiguraciones. Muy apropiado en aquellas circunstancias y allí, en el templo de las cenizas de Andraste.

—"Por las sendas de este mundo y hasta el siguiente. Para la que confía en el Hacedor, el fuego es agua. Como la polilla ve la luz y se dirige a las llamas, ella verá el fuego e irá hacia la luz. Para ella, el Velo no es incierto, y no le tendrá miedo a la muerte, pues el Hacedor será su faro y su escudo, sus cimientos y su espada."

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13/01/2018, 00:28
Astucia

—Cuando...

Una nueva sacudida de dolor lo interrumpió, estremeciéndolo, o eso dedujiste porque soltó un grito ahogado y cayó sobre un codo aferrándose los costados con ese mismo brazo como si fuese a explotar o algo así. Notaste como la mano que cogías se agarraba con mucha fuerza. Cada vez había más lúcilos en el ambiente y tuviste la espantosa certeza de que se estaba desintegrando.

Sin embargo, el espíritu que hasta ahora había apartado la tristeza de tu alrededor, intentó volver a hacerlo aunque fuera una última vez: Se soltó a si mismo y volvió a plantar la mano en el suelo. Se volvió a enderezar trabajosamente y esbozó una sonrisa dolorida.

Vaya desastre, ¿qué clase de caballero hace llorar a su damisela?—dijo recordando la primera broma que habíais hecho cuando lo habías conocido en el Velo, y que por lo visto no había olvidado. Aunque enseguida un nuevo latigazo de dolor se la borró de la cara. Apretó los dientes y tras unos agónicos instantes la sacudida remitió, con lo que se quedó encorvado sobre las rodillas y el brazo tembloroso que apenas lo podían sujetar—. Escucha...

Levantó la cabeza para mirarte. Se acababa el tiempo.

—No sé lo que va a pasar. No sé si funcionará o si ya es demasiado tarde—resolló—. Sólo tengo una cosa meridianamente clara: si en algún momento tuviera la más mínima sospecha de que pudiese pasarte cualquier cosa, volveré atrás aunque eso signifique desaparecer.  Y no es negociable.

Cogió aire y miró hacia arriba, en busca de aquel azul que tanto le había llamado la atención reflejado en el Lago Calenhad la primera vez que se había asomado a ver Thedas... y que tú le habías dicho que era el cielo, no el agua. Otra cosa de la que al aprecer tampoco se había olvidado.

Pero el cielo no era azul, estaba cubierto por nubes blancas.

Volvió a bajar la mirada y con un esfuerzo cada vez más notable estiró una mano para quitarte las lágrimas de la cara. Luego te puso las dos sobre los hombros

Pase lo que pase ahora... Gracias—dijo—. Por todo.

Sin dejarte responder, te dió un abrazo que te hizo notar por un instante aquella aura familiar tan vigorosa, cálida y agradable. Pero que ahora sólo podías sentir a aquella mínima distancia.

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13/01/2018, 00:28
Narrador

Sentiste como si un brío increible de energía te invadiera, como si tus cinco sentidos fuesen de pronto catapultados a la velocidad de la luz muy lejos de allí. De hecho, dejaste de percibir los alrededores. ¿Aquello era lo que se sentía cuando una entidad del Velo te empleaba de puerta?

No eras consciente de los alrededores, te sentías como flotando en medio de ninguna parte... ¡pero eras consciente de ti misma! Tu voluntad no había desaparecido sustituida por otra como sucedía con las abominaciones.

Entonces empezaron a suceder cosas.

«Oye... No estás enfadado con nosotras, ¿verdad?»

¿Aquella era la voz de Lynn?

«¿Qué? ¡N-No! Claro que no»

Una imagen pasó por tu mente y pudiste ver a la clériga desde el punto de vista de alguien que estaba sentado bajo un árbol. Te estaba ofreciendo algo con una sonrisa.

«¿Quieres una galleta? En son de paz»

Desde tu punto de vista te viste estirar la mano para cogerla, sintiéndote contenta y curiosa a la vez. La visión desapareció en ese instante y otra voz que no reconocías acudió a tu mente.

«¡Q-Que me voy a caer!»

La imagen de una halla en medio de un bosque se materializó delante de tus ojos, si es que estabas viendo aquello con los ojos. Era un animal precioso, nunca habías visto una tan de cerca. Solo que el jinete, en vez de estar montado gallardamente sobre ella, se encontraba aferrado al cuello de un modo bastante gracioso tratando de no partirse la crisma. Colgaba casi cabeza abajo por el lado contrario a ti.

Sentiste unas ganas tremendas de echarte a reir. Estabas feliz.

La imagen volvió a desaparecer y una angustia y una desesperación tremendas te apuñalaron el corazón en brutal contraste. De nuevo aquella inmensa avenida jalonada de enormes estatuas y abarrotada de gente acudió a ti. Aquella visión que ya habías tenido una vez de correr intentando abrirte paso a empellones mientras algo te perseguía tratando de atraparte.

«¡¡DETENEOS!!»

La ira explotó dentro de ti como un fuego abrasador que incineró la imagen haciéndola rielar en el aire para transformarse en una de... ¿Allure? ¡Y del propio Astucia! Ésta por alguna razón se emborronaba y aclaraba a ratos, como las aguas de un estanque tranquilo que se distorsionasen por las ondas de algo al caer. Pudiste distinguir que se estaban aferrando trabados en una postura tensa, como si una se lo quisiera quitar de encima y el otro la quisiera sujetar. Aunque resultaba demasiado desconcertante: la expresión de ella era de miedo y de tristeza. Una tristeza tan grande que estaba al borde de las lágrimas y a ti misma te entraron ganas de llorar también. Sentías una descorazonadora impotencia al ver aquello. La expresión de Astucia sin embargo te perturbó; parecía furioso y miraba a la otra entidad con auténtico odio mientras sostenía en la mano un granate que no paraba de chisporrotear.

Las descargas de luz de la gema se desbocaron y escuchaste gritar a Allure pero la imagen se disipó... y entonces te viste a ti misma. En medio de un paisaje nocturno alumbrado por la luz pálida de la luna.

«¿Creéis en mí?» dijo tu imagen con tu voz. Y te sentiste extraña observándote a ti misma desde fuera; estabas mirando a tus propios ojos «Porque si creéis en mi, estoy dispuesta a llegar hasta la Ciudad Negra y de vuelta para ayudaros»

Y entonces todo se detuvo.

La sensación fué de ir en un carruaje a toda velocidad y que de pronto éste echase el freno. Aunque irónicamente no sentiste inercia: te caiste de culo donde estabas en lugar de salir disparada. Sacudiste la cabeza con desconcierto pero cuando miraste a ambos lados reconociste los alrededores enseguida: Estabas sentada sobre la hierba en aquel bonito valle tapizado por una alfombra de pasto salpicada de flores blancas y azules.

Ya habías estado allí con anterioridad... cuando visitaste a Astucia en el Velo y éste te había dicho que era su lugar favorito, creado por él mismo. La presencia de lúcilos flotando aquí y allá perezosamente como lo harían las mariposas en un campo real y el difuso tono sepia del ambiente te lo confirmaron: Estabas en el Velo. Pero había algo diferente en la estampa... el cielo se mostraba encapotado de nubes blancas y una tenue brisa barría de vez en cuando el lugar dándole un aspecto solitario.

No tenías ni idea de qué acababa de pasar.

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13/01/2018, 00:28
Lynn

Lynn fué a darte la mano pero se contuvo mordiéndose el labio inferior: la tenía llena de sangre.

De hecho, todo su brazo derecho, el hombro, la mitad del rostro y la cabeza estaban cubiertos por la sangre de Cedric.

Sin decir nada, optó simplemente por darte la izquierda para no embadurnarte y cuando tiraste de ella para que se pudiese levantar no faltaron las muecas doloridas. Debía sentirse tan magullada como tú.

—Espera—masculló poniendo una palma sobre la ceja en la que antes habías advertido tener una herida.

Viste un pequeño resplandor dorado que te hizo entornar el ojo y enseguida el dolor palpitante que sentías allí se disipó. Cuando también lo hizo la luz, Lynn bajó la mano y suspiró con resignación. Una herida menos aunque fuese pequeña.

—Algo es algo...

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13/01/2018, 00:28
Wynne

Wynne no os había localizado hasta que hablásteis así que en ese momento la oiste suspirar de alivio.

—¡Alexei! ¡Lynn!—os llamo—. Gracias al Hacedor.

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13/01/2018, 18:38
Lynn

—¡WYNNE!—el rostro de Lynn se descompuso al ver a la anciana apoyada de espaldas contra la pared con aquella postura—. ¡Por la pira de Andraste! ¡¿Estás bien?!

Corrió hacia ella con tanta prisa que tropezó y a punto estuvo de irse de narices. De hecho se dejó caer de rodillas tan rápido a su lado que derrapó ligeramente.

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13/01/2018, 18:38
Wynne

—Tranquila, hija—respondió la Encantadora Superior—. Me duele un poco la cadera porque me he dado un costalazo contra una roca en la caída pero sólo...

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13/01/2018, 20:14
Lynn

—¡No! No, no. Déjame a mí—la clériga puso las dos manos encima para lanzar un conjuro de sanación—. Guarda todos tus conjuros mientras podamos permitírnoslo. Son lo más poderoso que tenemos.

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13/01/2018, 20:16
Wynne

—Lynn.

Ella no contestó. Y te fijaste en que había preocupación en el rostro de Wynne. Cuando te fuiste a dar cuenta te percataste de que la muchacha estaba conteniendo las lágrimas mientras se esforzaba por terminar el conjuro. Quizá por respeto aquella estoicidad, la Encantadora Superior no dijo nada más hasta que terminó.

—Lynn, cielo...

La clériga gimió y Wynne la abrazó importándole un ardite embadurnarse de sangre en el proceso.

—Siento que hayas tenido que ver algo tan horrible así de cerca—la consoló—. Jamás imaginé que íbamos a encontrarnos con semejante sorpresa...

Le acarició el cabello y te miró a ti.

—No os preocupéis, encontraremos a los demás. Más importante... ¿Dónde está el dragón?—dijo, quizá para darte conversación y que no te atragantaras con tus pensamientos. ¿Te había cazado? Daba igual, el caso es que aquella iniciativa te ayudaba a no volverte loco con ellos—. ¿Y nosotros? ¿Habéis visto si hay algún modo de subir?

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13/01/2018, 20:27
Narrador

El saliente en el que os encontráis es muy grande y sobresale de la ladera del acantilado en la que estaba la explanada del templo. Pero desde donde estás al menos no ves por los alrededores nada que te llame la atención a simple vista.

- Tiradas (1)
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13/01/2018, 23:42
Gabrielle

¿Algo había ido mal?

No. Tenía poder sobre si misma. No se había transformado en una abominación. 

Entonces, ¿qué había pasado? Probablemente algo único, como las circunstancias que habían rodeado a Astucia y a ella durante sus periplos por el Velo y por el mundo material. 

¿Una tesis sobre el Velo? Bastaría con poner por escrito todo lo que había vivido para revolucionar lo que se sabía actualmente del Velo y de los espíritus.

—¿Astucia? —preguntó buscándolo en derredor—. Astucia, ¿estás aquí?

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14/01/2018, 00:06
Narrador

Lo único que te contestó fue una ráfaga de viento y luego... el eco.

«¿Astucia?»

Un momento. Eso no podía ser el eco, faltaba un trozo de frase.

En ese instante un lúcilo paso frente a tus ojos y te giraste por inercia para seguirlo. Fué cuando te viste a ti misma... o mejor dicho, ¡un eco de ti misma! Pero no sonoro, sino uno del Velo: una silueta tenue que iba dejando un rastro de lúcilos mientras caminaba por el prado.

«¿Te sabes aquélla de la hermosa damisela que cuando se veía en apuros llamaba a su caballero andante?»

Aquella era la voz de Astucia pero sonaba igual de lejana que la tuya misma, la cual acababas de escuchar. Te volviste a girar para ver aparecer otro eco, el suyo, igual de tenue pero más brillante, que emuló lo que una vez había hecho él: acercarse al tuyo volando y darle varias vueltas en redondo.

«¿O era brillante? Nunca me acuerdo... »

Las dos figuras se disiparon en el aire e instintivamente avanzaste hasta donde habían estado. Volviste a escuchar tu voz sin cuerpo reir.

«¿Entonces me estás diciendo que soy hermosa? Que gentil, mi caballero brillante. ¿Me llevaréis a dar un paseo por este bello paraje?»

Recordabas aquello. Había sucedido hace lo que parecía un millón de años la primera vez que habías acudido al Velo en busca de tu espíritu, cuando todavía os encontrábais tras la pista de Ayla, cuando todavía no habíais descubierto la inmensidad de lo que Adrath pretendía. Pero seguías sin tener ni idea de qué sucedía. Ni de por qué de pronto se reflejaban aquellos ecos.

«¡¡AAAAH!!»

Tu propio chillido agudo no fué suficiente, pero cuando algo luminoso se materializó repentinamente a tu lado y salió disparado dejando un rastro de lúcilos casi se te sale el corazón por la boca. Voló por el cielo de aquel lugar y pudiste ver que era otro eco: La silueta de Astucia cogía a la tuya en brazos.

Recordabas también aquello... más que nada por haber descubierto que cerrar los ojos para no ver lo alta que estabas sólo te había hecho imaginarte lo alta que estabas.

Las visiones se disiparon en el aire como volutas de humo. Corriste por el suelo sin saber qué más hacer, mirando hacia arriba, al lugar en el que habían desaparecido. Cuando llegaste hubo sólo silencio durante lo que te pareció una eternidad hasta que de pronto una nueva voz del pasado llamó la atención de todos tus sentidos.

«Siento haberme ido antes... Tenía que irme»

De nuevo era Astucia. Te giraste en redondo pero no viste ningún eco. ¿Algo había ido mal? Volviste a preguntarte, pero esta vez no pensando en ti. Te volviste a girar otra vez, y otra. Nada cambió. Hasta que a la tercera te encontraste contigo misma, es decir, con un eco tuyo que casi te provoca otro soponcio de la impresión. Venía caminando, sonriendo con las manos cogidas ociosamente a la espalda... y simplemente te atravesó.

«No tienes que disculparte conmigo. Te quedaste a mi lado cuando más lo necesitaba, es todo lo que me importa»

No sentiste nada cuando lo hizo pero no dejaba de ser algo muy perturbador cruzarte con tu propio "fantasma". Cuando te giraste para seguirla viste algo también familiar: una gran piedra plana. Aquella gran piedra en la suave loma sobre la que ya os habíais sentado alguna vez. De hecho, sólo al mirar localizaste a otro eco de Astucia allí sentado, de espaldas.

Se volvió y te miró, aunque en realidad estaba viendo a tu eco. Lo viste dar unas palmadas con la mano en la superficie, instándote a sentarte... sólo que no era a ti, era a tu eco. Recordabas también aquel momento. Ambas figuras se disiparon en el momento en que la tuya se sentaba.

Y reinó el silencio. Un silencio más atronador que cualquier cosa, si es que eso tenía agún sentido. Y una nueva y solitaria racha de viento volvió a barrer la hierba levantando pétalos blancos y azules aquí y allí.

«Gabrielle»

Aquella voz sonaba mucho más clara. Sentiste un latido en la cabeza.

«¡Gabrielle!»

El paisaje rieló y sentiste otro latido, como si algo empujase tu consciencia fuera de allí.

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14/01/2018, 01:16
Ayla

Abriste los ojos de golpe con un respingo y sentiste repentinamente el corazón latiéndote a toda velocidad, retumbando en tus sienes.

Estabas tumbada en el suelo boca arriba y había alguien inclinado sobre ti. Al principio sólo distinguiste un borrón anaranjado pero se te aclaró poco a poco la vista cuando algo te sacudió.

—Hacedor... por una vez no soy yo la única que se despierta apaleada y desorientada en un lugar desconocido.

Oiste suspirar a Ayla y finalmente reconociste su rostro. La apóstata tenía el cabello revuelto y varios arañazos supercidiales. Te miraba con el ceño ligeramente fruncido pero no era enfado lo que te transmitía el gesto, sino inquietud.

—¿Estás bien? Tienes...

Se fué a llevar el dedo a la mejilla pero entonces algo pareció hacerla dudar y desvió la vista dándose unos golpecitos con él en la comisura del labio.

— ... algo de sangre aquí.

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14/01/2018, 09:43
Gabrielle

Gabrielle parpadeó confusa unos instantes antes de abrir mucho los ojos y apartar a Ayla de su camino. Se levantó trabajosamente y empezó a mirar en derredor con un gesto de angustia.

—¿Ast...han? ¿Has visto a Ashtan?

¿Dónde había ido el espíritu? Tanteó su vínculo.

«¿Astucia?»

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14/01/2018, 13:25
Alexei

Alexei se sintió avergonzado. Había intentado alejar de su cabeza los funestos pensamientos con una estúpida broma sin reparar en que era Lynn quién se había llevado la peor parte. La clérigo lo había visto todo, y si sólo de pensarlo a él le habían dado ganas de vomitar, no quería imaginarse como se sentía ella

El dragón está lejos— dijo aturullado mientras sacaba una camisa y la cantimplora de la mochila—. Y nosotros, sé que estamos del lado del templo. Pero no veo ninguna ruta para subir.

El joven guerrero mojó la camisa con algo de agua, se acercó a las dos mujeres y espero a que Lynn se separase de Wynne para ofrecérsela. No sabía que decirle así que optó por callarse.

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14/01/2018, 13:40
Ayla

Ayla soltó un chillido agudo de sorpresa cuando la derribaste que en otro tipo de situación te habría resultado increíblemente cómico. La apóstata sacudió brazos y piernas en el aire como una tortuga panza arriba durante unos segundos tras los cuales se logró volver a sentar.

—Tomaré eso como un "sí"—masculló frotándose la coronilla.

Tu vínculo te devolvió algo inquietante... porque nadie te contestó. Sólo podías oir la brisa de aquel valle.

—No, no he visto a Asthan... —añadió Ayla siguiéndote con la mirada al verte tan angustiada—. Ni a Evelynn, ni a Alexei, ni a Wynne.

En ese momento se volvió a escuchar otro lejano rugido del dragón retumbar entre los picos colindantes, la apóstata se agazapó y miró hacia arriba.

—Y espero que a esa cosa no le dé por bajar o vamos a tener problemas—carraspeó mirándote de reojo—. Oye... ¿seguro que estás bien?