Partida Rol por web

La gracia de Chilvev permitió al druida salvar a su compañero murciélago. Cuando Las bestias remataron a las plantas, El águila chilló de alivio. El ave prendió en llamas como un fénix y flameó los restos vegetales antes de recuperar su forma de vetusto kalanesti.

-Gracias amigos míos. No lo habría conseguido sin vuestra ayuda- Agradeció a las bestias. En cuanto hubo desaparecido el peligro Ormin devolvió a su plano a sus aliados para evitar cualquier conflicto. Con la mano en su cinturón curativo descargó todo su poder para devolver a su fiel Perezoso la salud suficiente para escapar de aquel horrible lugar.

-¡Trigsi, señor Gómez!¡Hora de volver al zurrón. Rápido, si nos quedamos aquí no tardará en caernos cualquier desgracia, eso ha quedado claro-

El viejo druida puso a buen recaudo a todos sus amigos y alzó el vuelo de vuelta al campamento. –De poco nos ha ido, ¿eh? -  acarició al murciélago lanzando un largo suspiro.

Shinarai, 26 Mishamont del 362 A.C.

Montar guardia con uno menos obliga a Ashe a hacer la suya en solitario pero, afortunadamente, ningún nuevo peligro os sobresalta durante el descanso nocturno; ni durante la guardia de vuestra guía, ni durante la de ninguno de los demás.

Lo que sí os ocosa durante buena parte de la noche son aullidos y alaridos de agonía que os impiden conciliar el sueño adecuadamente mientras Thyla y Xadrielie rezan sin descanso para que los dioses de la Luz alejen el peligro de vosotros.

Así pues, el amanecer os descubre cansados pero bien dispuestos a alejaros de allí para acometer el último tramo de vuestro viaje de acuerdo con las indicaciones de la vieja flautista kalanesti. Cabizbajos y silenciosos, apesadumbrados por la suerte de Ormin, avanzáis hacia el suroeste tras un frugal desayuno.

Sin embargo, al poco de reemprender vuestra andadura, escucháis a alguien llamándoos a voces desde las alturas. Al alzar la vista, divisáis en el cielo al druida kalanesti a lomos de su monstruoso murciélago.

No tarda en encontrar un claro un poco más adelante en el que aterrizar y reunirse nuevamente con vosotros.

- ¿Ormin? - Preguntó al escuchar el aleteo del gigantesco murciélago. Al alzar la cabeza y localizar al druida no pudo hacer más que sonreir. - ¡Ormin! ¿Qué haces aquí? - Le preguntó. 

Le sorprendió en cierta medida ver de nuevo a ese extraño elfo con vida. No fue una gran sorpresa. Si había alguien que podía regresar de la muerte, ese era Ormin. De hecho, lo hacía una y otra vez.

A todos los problemas del viaje, ahora se sumaba la falta de sueño. Suindhël nunca había sido un fiestero, casi nunca trasnochaba y cuando lo hacía luego dormía hasta tarde. Solía bromear con la idea de que los elfos tenían vidas longevas porque hacían pasar por meditación lo que en realidad era dormir con los ojos abiertos.

Así que para el mago, la falta de sueño era muy agotadora, aunque por lo que veía alrededor los demás no estaban mucho mejor.

Cuando el druida aterrizó, Suindhël simplemente se acercó a él y lo abrazó. Sin mediar palabra.

Ormin devolvió el abrazo al orador de las estrellas. Su pequeño y nudoso cuerpo temblaba por el frío y el cansancio. El kalanesti sonrió a Xandrielie. Los surcos de su frente eran aún más pronunciados y parecía haber envejecido años en su breve ausencia. – Quise poner a salvo a Perezoso para espiar al dragón verde, pero lo atacó una enredadera y casi consigo que lo maten- Dijo todavía apoyado en los brazos de Suindhël. El druida respondió a las caras de asombro de sus compañeros: - Solo sé que esa artera lagartija sobrevuela la zona y no he podido dar con el santuario. Siento no haber sido de más ayuda. - Después señaló a su montura: -He gastado todos mis conjuros en curarlo, pero aún está herido*. Yo simplemente estoy fatigado**- El druida forzó una sonrisa para tranquilizar a sus compañeros. –El tiempo apremia y no podemos permitirnos descansar otra jornada, así que os seguiré en cuanto recobre el aliento-

El druida anotó en el mapa de sus compañeros el lugar del avistamiento del dragón, así como todo lo que recordaba haber visto desde el aire por si era de ayuda para la exploración.

- Lo importante Ormin, es que estás aquí con nosotros de nuevo. - Sonrió la sacerdotisa. - Nunca lo creí posible, pero... - Soltó una carcajada. - ¡Había empezado a echarte de menos!

Dicho aquello y tras esperar unos momentos a que Ormin recuperara el aliento, Xadrielie se puso de nuevo en marcha. Debían encontrar aquel templo antes de que fuera demasiado tarde. El tiempo se les estaba echando encima y no se lo perdonaría si llegaban demasiado tarde. O más bien no se lo perdonaría a Galahad y Suindhël, ellos eran los que más les habían retrasado teniendo que regresar a devolver la montura y ayudando con el tema de aquel río putrefacto.

Me sorprende tanto como me alegra reencontrar al independiente y desaparecido druida. Sin él a nuestro lado, difícilmente hubiéramos podido hacer lo que se suponga que debamos hacer en el santuario de Chislev. A fin de cuentas, él es quien tiene una conexión más profunda con la Naturaleza.

Me divierte el modo despreocupado en que cuenta sus andanzas, como si todos esperáramos de antemano que su objetivo original fuera salir a buscar y espiar a uno de los dragones verdes de la región en lugar de encontrar el lugar de culto.

—Así que te topaste con un dragón y sobreviviste para contarlo. ¡Bien hecho! —le felicito sinceramente, bastante impresionada por la hazaña pese a saber que los kalanesti son un pueblo extraordinario— Y te lo digo yo, que algo sé de eso.

No es fácil para mí hablar de este tema, que aún hoy me resulta tan doloroso.

—¿Nos seguirás desde el cielo o temes encontrarte nuevamente con un Verde en las alturas?

- Conozco algún conjuro para explorar sin riesgo, pero es de corta distancia. No puedo volver a usar el que usé ayer para explorar la cabaña, no pudiendo descansar no he podido volver a prepararlo, pero sí puedo usar algún otro... en concreto uno que me permite explorar los alrededores a través de los ojos de los animales. Pero tendríamos que estar más cerca del Santuario, el alcance y la duración son pequeños.

El solámnico no daba crédito a lo que veían sus ojos, cuando todos daban por muerto al druida, y después de asimilar la terrible pérdida, ahora aparecía de nuevo en sus vidas, y aunque siempre es bueno tener un compañero más, la noticia de que el dragón verde estaba cerca no era nada alentadora, pero al menos ahora serían uno más para hacerle frente. Por lo que Galahad digo algo más animado:

-Es un placer tenerte de nuevo entre nosotros amigo, por nuestra parte ayer redoblamos nuestra marcha para poder llegar al altar a tiempo, por eso estamos también bastante agotados, y hoy seguramente nos tocará hacer lo mismo de nuevo; en cuanto a ti, si Perezoso puede continuar, sería de agradecer que nos guiaras desde el cielo, pero eso sí, mantente siempre cerca nuestra y a la menor señal de peligro te vienes con nosotros al suelo, que al menos podamos ayudarnos los unos a los otros -aclaró esperando que el resto estuviera de acuerdo también.

- Respecto al verde... algo me temía en lo más profundo porque tengo preparado un conjuro para mejorar las defensas contra dragones, pero solo afeca a tres personas. Pero cuando me escapé con aquella novicia a las montañas, tras lo de los osos en la granja, tuvimos bastante tiempo libre y una noche nos dedicamos a repasar los conjuros que yo iba a estudiar en los próximos años, y algunos eran conjuros que, a su manera, también ella podría estudiar. Y estoy bastante seguro que este es uno de ellos. Quizás los que obtenéis vuestra magia de los dioses lo conozcáis, nosotros lo estudiamos como "aura antidragones"

Ormin se deshizo en abrazos con todos los que le mostraron su afecto.

-Siento haberos preocupado- Respondió todavía preocupado por no haber encontrado el santuario.

—¿Nos seguirás desde el cielo o temes encontrarte nuevamente con un Verde en las alturas?

El jinete sacudió la cabeza. No conocía criatura más veloz que un dragón.: -Solo un loco no le impondría enfrentarse a semejante monstruo, dama Ashe. Pero lo que realmente me preocupa es llamar su atención sobre vosotros. Perezoso no es suficientemente rápido para huir, y tampoco puedo vencer a un dragón en combate singular. Estoy comprometido a guiaros desde las alturas, pero todos tendréis que asumir que eso puede llevarnos a un combate con el verde.- Dijo volviendo con su murciélago y ajustando las cinchas de su silla de montar. La decisión implicaba a todos y por eso no la tomaría él solo.

Entonces Suindhël mencionó cierto conjuro para ver a través de los ojos de un animal.

-He consumido buena parte de mi poder, pero aún podría volver a transformarme en un águila una última vez, si eso fuera de ayuda- Respondió al mago. Seguía sin ser suficientemente rápido para dejar atrás a un dragón, pero era algo más discreto que un jinete-murciélago. –En ese caso, os confiaría a Perezoso-

- Déjame intentarlo a mí antes de arriesgarte. Si nuestros guías creen que el objetivo está cerca, puedo tratar de encontrarlo. Como decía, es un conjuro de corta duración. Eso sí, me quedaré ciego mientras lo uso así que tendréis que protegerme.

- Hagamos lo que dice el túnica blanca. - Afirmó la sacerdotisa. - No quiero volver a arriesgar tu vida y menos si no es completamente necesario. - Miró entonces a Suindhël. - Nosotros te guiaremos el tiempo que permanezcas cegado por el conjuro. No tienes que de preocuparte.

Suindhël no había dicho la verdad, aunque no por acción sino por olvidadizo. Antes de lanzar el conjuro lo repasó mentalmente y su memoria le había fallado, sí era un conjuro de larga duración.

Y además, como buen mago adivinador, podía hacer un uso bastante intensivo de aquella capacidad. O al menos eso creía porque nunca lo había intentado antes. No veia nada en contra, pero la magia a veces era un poco impredecible. Por si acaso revisó el conjuro en su grimorio, aunque lo había revisado el día anterior y además era un conjuro de adivinación de bajo nivel y para él era totalmente natural usarlo, podría hacerlo sin revisar pero...

- Me fallaba la memoria, sí es de larga duración, puedo estar varias horas buscando, y puedo volver a usar mi vista cuando quiera. Simplemente avisadme de obstáculos o peligros para recuperar la vista. Voy a intentar revisar también el terreno por donde avanzamos.

Cuando lanzó el conjuro no lo hizo una vez, sino tres. Buscó tres animalillos pequeños y rápidos que se moviesen a ras de suelo y los tocó levemente. No era importante si eran cazados porque eso solo trasladaría su visión al depredador. Su mente fue saltando rápidamente de uno a otro animal, lo bastante rápido para no perder la ruta que llevaba aunque era difícil desde una perspectiva tan baja. Con tres visiones por delante que iba abriendo en abanico no solo podía tratar de encontrar el altar, sino también podía detectar peligros antes de encontrárselos. Solo cando habia un obstáculo que le obligase a prestar atención volvía a usar sus propios ojos, el resto del tiempo, y aunque era un poco agotador, iba saltando de uno a otro foco sin parar

Durante un rato asistís a la casi cómica persecución del ojeroso Suindhël de los animalillos del bosque. Del pajarillo que alza el vuelo cuando se le acerca, de la ardilla que trepa a un árbol cercano mucho antes de que el Túnica Blanca llegue hasta ella, del feroz mapache de Ashe que intenta arrancarle un dedo de un mordisco cuando el mago extiende hacia él la mano, de la mofeta que le recibe de espaldas y la cola levantada obligándole a retroceder...

Por suerte, Ormin y la exploradora mestiza no tardas en sumarse a Suindhël para ayudarle en su ingrata labor y consiguen capturar para él, tras no pocos esfuerzos, una zarigüeya y una libre. O, al menos, las versiones inquietantes de estos animales cuyos antepasados seguramente quedaran terriblemente deformados por la magia del Orbe de los Dragones que arrasó el bosque hace ya trece años.

El tercer animal "voluntario" para someterse a los conjuros del adivino silvanesti es Rowlet, el búho real de Jaenis, quien nunca se aleja demasiado de su ama.

La idea, a priori brillante, comienza a pareceros dudosa tan pronto como los mamíferos destinatarios del sortilegio son liberados y echan a correr en direcciones opuestas y ninguna en la que conviene a vuestro destino.

Durante un rato, Suindhël se empeña en mirar a través de los ojos de los tres erráticos animales e ir saltando de uno a otro y después de algunos insectos con los que estos se cruzan pero solo consigue provocarse a sí mismo un insoportable dolor de cabeza.

Dándose por vencido, termina centrando su visión a través de los ojos de Rowlet, quien no solo es el único que viaja en vuestra misma dirección sino que además le ofrece una perspectiva más amplia de los alrededores al volar por debajo de las copas de los árboles.

Por su parte, Ormin opta por alzar el vuelo ante la ausencia de voces en contra de sus compañeros. Abandonar aquí a su montura no es una opción y, por su tamaño y constitución, Perezoso no puede avanzar por tierra con la misma soltura que por el aire.

Tras las ideas propuestas y el plan de avanzar con cautela parecía que lo tenían todo encaminado, y pese a las discusiones de cuando sería el mejor momento del ritual, estaba claro que cuanto antes llegaran mejor. No obstante, la realidad se mostró más cruda de lo esperado, el hechizo de Suindhël no fue tan fructífero, aunque al menos gracias al búho de Jaenis, sí que resultó útil.

Así pues, adaptándose cada vez mejor a las duras condiciones del bosque, consiguieron avanzar un buen trecho y cuando tocó la pausa para comer, entendió algo de lo que decía la clériga, sobre si sabían algo del altar, ante lo que Galahad negó con la cabeza y únicamente añadió:

-Yo no saber -dijo mencionando lo obvio, pues si había alguien alejado de temas élficos era él- pero si Dioses querer que nosotros encontrar, esto suceder -expuso en su tosco uso del idioma, sin saber muy bien si lo había hecho bien, o como mínimo si lo habrían entendido.

—¿Alguno sabe cómo es el lugar que estamos buscando? -

EL druida hace una mueca al escuchar la pregunta. -No te falta razón Thy, yo creía que sabría reconocer un templo de Chislev cuando salí de la ciudad, pero ahora…- Cualquier cosa era posible en la pesadilla. El Kalanesti describió algunos de los templos que había visitado a lo largo de su dilatada vida. –Algunos son cascadas, otros grandes árboles, ¡tranquilos, no pasan desapercibidos!- Insistió, aunque sus descripciones más bien aseguraban lo contrario. Pues el resto de razas únicamente concebían edificaciones prolijamente ornamentadas.

- pero si Dioses querer que nosotros encontrar, esto suceder –

-¡Bravo Galahad cabeza-dragón!¡Ya hablas como un salvaje!- Bromeó usando con ironía el término con que los demás elfos se referían a los kalanesti. –Os aviso señoritas, que dentro de poco podréis ver al humano corriendo por el bosque desnudo, JIJIJI-

Suindhël había leído muchas cosas en su vida, especialmente antes que el estudio de lo arcano ocupase todo su tiempo como una nube de vapor de agua saliendo de una cacerola en una cocina cerrada. Pero no había profundizado gran cosa en ninguno de los campos. Por un momento se esforzó en recordar cualquier cosa útil que se escondiese en el fondo de su memoria.

- No se como puede ser  el templo. - Dijo Xadrielie. - Lo único que se es lo que he escuchado desde que empezamos con esta misión. Lo mismo que acaba de repetir Ormin. Y estoy con Galahad, sigo confiando en que llegado el momento, los dioses que nos seleccionaron para este cometido, nos revelarán la localización del templo. - Sonrió. - Sólo hace falta tener fe, amigos, sólo hace falta un poco de fe...

Y Xadrielie tenía fe, aunque era difícil mantenerla, se negaba a creer que todo lo que habían hecho, por todo por lo que habían pasado, había sido en vano. No, Xadrielie estaba convencida de que la victoria era segura y que aunque era posible que no todos lo consiguieran y vieran de nuevo aquel bosque con el esplendor que le carcterizó años atrás, su sacrificio valdría la pena.