Partida Rol por web

De nuevo libre de su cautiverio, gracias a los mandobles de Galahad, el agente del Sinthal-Elish emerge de entre los restos destrozados de su prisión de hueso. Lo hace gateando para no ser aplastado y atravesado por los irregulares y afilados fragmentos óseos y se aleja de la batalla apenas lo suficiente para recobrar la verticalidad sin peligro de ser nuevamente atacado.

Desde su posición algo más resguardada que sus compañeros, el Túnica Blanca impulsa telepáticamente su ardiente esfera de nuevo en dirección al destrozado dragón no-muerto pero, en lugar de avanzar, ésta es repelida por una fuerza que supera a la de Suindhël. Sin dudarlo un momento, el mago silvanesti reacciona con premura, arrojando ácido corrosivo contra la bestia.

La criatura ruge en su agonía mortal mientras se va deshaciendo en un charco burbujeante. Y es ese el momento que Xadrielie aprovecha para asestarle el golpe de gracia. Una estocada a fondo atraviesa el cráneo del monstruo cuando, agonizante, deja caer su astada cabeza.

En pocos segundos, los poderosos golpes de Galahad despedazan el cadáver para asegurarse de que no pueda volver a levantarse de nuevo jamás, mientras los ardientes gusanos convocados por Ormin reducen a poco más que cenizas los restos descuartizados.

Habéis vencido al guardián de la caverna y ahora sus tesoros os pertenecen.

Miréis donde miréis veis monedas diseminadas por ahí, piedras preciosas de gran tamaño u objetos de delicada artesanía élfica, algunos de los cuales han quedado completamente destrozados bajo el peso despreocupado de la bestia.

Desde la caverna principal surgen tres pasillos que parecen adentrarse todavía más en las profunidades: uno al noreste, otro al sureste y otro más al suroeste, del que sale un suave resplandor blanquecino.

- Dioses, no pensé que lo lograríamos, y mucho menos que fuese a ser tan... rápido... y fácil. Aunque Falin, antes de sentarte a comer con los demás tendrás que encontrar el modo de asearte y quitarte ese pestazo a muerte. Fue muy espectacular lo de meterde dentro para atacarlo desde donde no se lo esperaba, pero esas cosas tienen consecuencias.

El túnica blanca hablaba rápido, un observador atento podría ver como le temblaban un poco las manos y las rodillas, su cuerpo aún no sabía que hacer con toda la adrenalina que circulaba por su sangre.

A punto de que tanta tensión le provocase un mareo o algo peor, se dejó caer contra la parede y luego dobló las rodillas para terminar sentado en el suelo. Después cerró los ojos para aislarse de todo e iniciar unas rutinas de relajación. Minutos más tarde, ya recuperdo, se levantó de nuevo, lanzó un nuevo conjuro (detectar magia) y se puso a recorrer toda la caverna donde estaban, buscando cualquier cosa que emanase magia, así como cualquier cosa que pareciese cara, oro y monedas incluidas, y lo fue juntando sobre una manta que había extendido. Tenía 7 minutos para hacerlo así que se lo tomó sin prisa pero sin pausa.

- Os dije que no podía ser tan difícil si íbamos todos a una. - Dijo una sonriente Xadrielie, que prácticamente ni se había despeinado en aquel combate. - No obstante, andad con mucha cautela. Puede ser que el dragón no sea el único guardián que mora en estas cavernas. - Miró las inmensas cantidades de tesoros que allí se hallaban. - ¡Y no toquéis nada por el momento! - Comentó. - No hasta que Suindël haya comprobado que no hay peligro arcano o divino que haya maldecido el tesoro. - Todo podía ser. - Además, la prioridad sigue siendo el cofre de las monedas de plata. - Miró al túnica blanca. - ¿Verdad?

El druida cesó su baile y se acercó jadeante a sus compañeros de vanguardia: -¿Estáis bien?- Ormin palpó al Agente del Sinthal-Elish para asegurarse. –Creí que te había merendado- El kalanesti activó su cinturón decorado con un intrincado bordado vegetal y canalizó su energía curativa hacia Falin. Galahad y Xadrielie también estaban heridos y repartió su magia entre los tres luchadores: -Habéis sido muy valientes-

- No obstante, andad con mucha cautela. Puede ser que el dragón no sea el único guardián que mora en estas cavernas. - 

-No hay muchas cosas que puedan convivir con un muerto viviente.- Respondió ojeando los alrededores con cuidado de donde pisaba.

El kalanesti vió como se iluminaban los ojos del mago plateado y se sumó a la búsqueda con medios mágicos.

-Además, la prioridad sigue siendo el cofre de las monedas de plata.-

-Algo plateado, desde luego.- Dijo examinando el dragón en primer lugar. Luego continuó por la montaña de objetos que usaba como lecho y finalmente se separó del mago para cubrir otra gruta distinta, dejando la del fulgor para el final.

El caballero contempló sorprendido como la monstruosa bestia caía, y sin dar crédito a la facilidad del combate, optó por darle la razón a sus compañeros, diciendo:

-He de reconocer que ha sido mucho más sencillo de lo que esperaba, teníais razón en lo referente a no esperar -expuso admitiendo su errónea estimación del peligro- no obstante estoy con Xadrielie, no debemos confiarnos, sigamos yendo con sumo cuidado y no os llevéis nada que no os sea necesario, es bien sabido que todos los dioses condenan la codicia... -aclaró esperando que los demás obedecieran- cuando consigamos solucionar todo esto, informaremos a los elfos de este lugar y serán ellos quien repartan las riquezas que antaño pertenecieron a los suyos -concluyó dando su punto de vista y esperando que los demás lo respetasen.

Así pues, y esperando que sus compañeros más avezados en examinar peligros le dieran permiso para seguir, se adelantó al túnel de la luz para averiguar qué había allí. Mientras tanto, el druida se le acercó e hizo ademán de ponerle el cinturón para sanarle, aquello pilló por sorpresa al solámnico que no sabía muy bien cómo reaccionar, por lo que agradeciendo el gesto le dijo:

-Gracias Ormín, pero no es necesario si lo precisas para ti, yo tengo mi propio cinturón, mas no seré yo quien desprecie un buen gesto -expuso con educación siendo consciente de que la única que lo había dañado había sido la propia Thyla y no el temible dragón; no obstante, teniendo en cuenta las veces que lo había sanado, no se lo iba a tener en cuenta, por lo que únicamente se limitó a asentirle y a hacer un gesto despreocupado, dando a entender que sólo era un rasguño.

Os tomáis vuestro tiempo para recorrer la caverna principal y las dos más pequeñas conectadas con esta, rescatando todo aquello que parece valioso y sin entrar por el momento en el pasillo suavemente iluminado.

Las penalidades que habéis vivido en la Pesadilla no desaparecen de vuestras mentes pero sí se atenúan a medida que vais amontonando el tesoro del dragón y recuperando aquellos objetos que todavía pueden ser salvadas.

Hay cientos de monedas de platino, miles de piezas de acero y docenas de miles de monedas antiguas de bronce, suficientes como para llenar un carro con ellas y no tener que preocuparos durante años por vuestro futuro.

Las piedras preciosas, algunas de ellas tan grandes como puños, parecen ser tanto o más valiosas que el dinero que habéis reunido, aunque no lo sabréis con certeza hasta que tengáis ocasión de tasarlas adecuadamente. Y los objetos de artesanía hallados probablemente tendrán un importante valor histórico por el que algunas Casas nobles de Silvanost estarán bien dispuestas a pagar.

Suindhël y Ormin reconocen rápidamente que algunas de las pertenencias encontradas son en realidad de objetos mágicos de poder moderado, si bien sus aptitudes exactas requerirán un estudio más minucioso por parte de los arcanistas del grupo.

Sin embargo, todavía no habéis encontrado el tesoro de plata anunciado y ninguno de vosotros fue enviado a esta misión para hacerse rico, sino para encontrar el santuario de Chislev y conseguir de ella su bendición para liberar Silvanesti de la Pesadilla de una vez y para siempre.

Aunque Xadrilie no pensaba coger nada del tesoro, ante la evidencia de que allí se hallaban objetos mágicos que podían resultar de gran valor durante la etapa final de su viaje, la sacerdotisa no pudo hacer otra cosa que acercarse a éstos y examinarlos más a fondo. Concretamente agarró el estuche de rollos de pergamino y se dispuso a descubrir que clase de pergaminos eran los que allí estaban a buen recaudo y comenzó a tratar de identificarlos.

- ¿Podéis seguir buscando el cofre de palta? - Les pidió a aquellos que no estaban ocupados. - Estos pergaminos podrían sernos de mucha utilidad en el santuario. No sabemos a que nos enfrentaremos allí. - Se explicó.

-Gracias Ormín, pero no es necesario si lo precisas para ti, yo tengo mi propio cinturón, mas no seré yo quien desprecie un buen gesto –

-Bah- Se encogió de hombros restándole importancia. –Si me aplasta el próximo monstruo, agradeceré que te queden cargas para salvarme el pellejo-

-La naturaleza es sabia y aprovecha todo lo que tiene a su alcance- Sonrió ojeando el tesoro como si se tratase de un mercadillo de bagatelas. –¿Me pregunto para qué servirá esto?- Murmuró pensativo probándose las tobilleras de Mithril mientras sujetaba la pirámide bajo la axila. El kalanesti empezó a dar saltitos a la pata coja para no caerse y no tardó en recibir una mirada reprobatoria. –…Mejor te hago caso Xadri- Se disculpó dejando los objetos en el montón, esta vez con más cuidado.

–Aunque Perezoso podría ayudarnos a cargar buena parte del tesoro, creo que debería ser alguien más sabio que yo el que se encargase del inventario*-

El druida se propuso registrar hasta el último rincón sin pasar nada por alto y al fin llegó al pasillo iluminado. Consciente de que podría no reconocer una trampa aunque la viera, tanteó el suelo con su larga lanza como si fuera un bastón de ciego. En el fondo, era así como se sentía. –Sabéis, antes de ver esa montaña de huesos furiosa pensaba que sería el propio dragón el que habría que bañar en el lago- Se lamentó por no haber podido conocer a Namhias en vida. –Debió de ser una criatura simpática- Dijo contemplando la cueva que tanto le recordaba a su hogar en el exilio.

Ashe extrae de su mochila su ya famoso cofre de plata y cristal encantado y, de su interior, un saco vacío que comienza a llenar a dos manos con el tesoro del dragón que habéis ido amontonando.

—Cargar con el botín no es un problema —comenta, sin dejar de recaudar—. Si esto tiene algún límite en cuanto a la cantidad de cosas que se pueden guardar en él, yo todavía no lo he descubierto. Y si queréis donar la parte que os corresponde a la beneficencia o al organismo que consideréis oportuno, estáis en vuestro derecho. Yo, al menos, sí reclamaré mi octava parte de todo. Hace tiempo que aprendí que una no puede fiarse de que los políticos del Sinthal-Elish harán las inversiones adecuadas para nuestra gente y hacen falta vías alternativas de financiación.

»Los campamentos de los kirath están tristemente desabastecidos. Al ser un cuerpo de exploradores voluntarios, a la mayoría de los nobles no les importa nada en absoluto cómo nos las apañamos. Los reclutas necesitan botas nuevas, ropas de abrigo, armas de calidad... Si no sabéis en qué invertir vuestro dinero, esa sería una buena obra, sin duda.

—Yo le tengo el ojo echado a un laboratorio de alquimia con frasquitos de vidrio soplado silvanesti —fantasea Jaenis, extrayendo de su mochila un fardo de arpillera que resultan ser tres sacos hechos un gurruño y dejándolos caer al suelo—. Si vosotros los vais llenando, yo puedo echarles un vistazo a los objetos mágicos que Suindhël ha detectado.

Se sienta en el suelo y comienza a ojear el puñado de artefactos que el Túnica Blanca ha dejado apartados tras considerar que poseían propiedades arcanas.

También Xadrielie se lo toma con calma, estudiando los rollos de pergamino encontrados mientras musita una oración a Kiri-Jolith para que le permita comprender lo que en ellos está escrito.

Galahad se extrañó de que los en apariencia justos elfos dieran dicho trato desigual a sus fuerzas armadas, por lo que fiándose del criterio de la semihumana, al cual le daba bastante crédito tras todo lo vivido añadió:

-Sea pues, considerad mi parte del botín como una donación para los kirath, no conozco con exactitud vuestra patria, pero si lo que dices es cierto, y confío en ti para creerlo, quiero ayudar como buenamente pueda; pues yo poco uso le voy a dar al dinero, ya que si fracasamos en la misión de poco me servirá, y si triunfamos, confío en no tener que mendigar para comer tras nuestra hazaña -aclaró con un entendimiento bastante simple en cuanto a la riqueza.

Así pues y teniendo en cuenta que no había ningún arma en el botín se dirigió con el druida a examinar el pasadizo restante...

Mientras el resto se ocupaba de registrar las estancias.. Falin se apresuró a limpiarse como pudo, pues los fluídos del cadaver del dragón eran repugnantes. Esperando que hubiera algún arma que le pudiera resultar útil, se decepcionó al ver que había poco más que unos pergaminos arcanos.. ignorando el resto del tesoro, se encogió de hombros para luego asentir  apostillando a lo dicho por el solámnico. 

En estos tiempos, cualquier ayuda para los kirath es poca.. disponed de mi parte como mejor convenga al cuerpo de exploradores de élite, dijo dirigiéndose a Ashe. 

—Sois muy generosos los dos —os asegura la exploradora semielfa, visiblemente impresionada con la actitud de Galahad y Falin—. Me aseguraré de que no haya un solo kirath que no sepa lo que estáis haciendo por ellos y podéis estar seguros de que no os faltarán amigos entre nuestras filas. Este donativo contribuirá sin duda a una recuperación más rápida de Silvanesti y a la expulsión de las fuerzas enemigas que nos han invadido en el norte.

La temperatura ambiental baja a medida que avanzáis por el pasillo suavemente iluminado. Vuestra respiración forma nubes de vaho y vuestros cuerpos tiritan de forma incontrolable a pesar de vuestras prendas de abrigo o vuestros conjuros protectores.

El estrecho pasadizo desemboca en una caverna lateral cuyas paredes están totalmente congeladas y, en ese momento, la armadura iluminada de Galahad se apaga de repente. A pesar de la oscuridad que se cierne en ese momento sobre vosotros podéis ver que, atrapado entre el hielo de la pared que se encuentra frente a vosotros, un enorme huevo plateado de unos sesenta centímetros emite el suave resplandor que os ha atraído hasta aquí.

Pero eso no es lo único que llama vuestra atención. El suelo de la gruta está sembrado con los huesos blanqueados de un segundo dragón de dimensiones similares al anterior; intactos e inmóviles.

—Dulce Quenesti Pah, ¿es este el tesoro de plata que hemos venido a buscar? —pregunta Thyla, con un involuntario temblor en su voz, asomándose desde detrás de la armadura completa del solámnico— ¿Hemos venido a saquear el hogar de unos padres amorosos, que murieron en la Pesadilla protegiendo a su cría? ¿Merece Silvanesti semejante sacrificio?

- Parte de la labor de aventurero es hacerse más poderoso, crecer, y así poder enfrentarse a enemigos más poderosos. No conozco a ningún aventurero de los que admiraba mientras estudiaba en la torre que no dispusiese de un gran equipamiento: espadas poderosas, armaduras invencibles, anillos que detienen el tiempo, gafas para ver la realidad siempre como es... y no eran cosas hechas por ellos, eran parte de sus botines, o bien encargadas con su parte de sus botines. Me alegra ver tanta generosidad, pero si logramos eliminar la pesadillar quedarán mil horrores a los que enfrentar, y mi consejo es que toméis vuestra parte y os hagáis máis fuertes. Porque si salimos de esta nos tratarán como héroes, pero eso también implica que os exigirán como a héroes, y os tocarán las misiones más difíciles. Así que salvo que estéis pensando en jubilaros de esta profesión, vais a necesitar lo mejor que podáis encontrar. Yo por mi parte es lo que haré, y así quizás la próxima vez no me enfrente a un dragón no-muerto pensando en si me cagaré en los pantalones nada más verlo. Esas cuatro cosas que he separado son mágicas, las lentes y el monóculo despenden magia de adivinación, pero no he podido saber más. Lo que sí os puedo decir, o al menos supongo, es que ninguno de los cuatro es lo bastante interesante para que un dios lo pida como sacrificio para restaurar el equilibrio. Seguramente lo que nos pedía estará en esa última caverla, la iluminada, y sería mejor que fuésemos todos juntos por lo que pueda pasar. Intuyo que ahí dentro habrá algo más que un simple tesoro de plata, seguramente un poderoso artefacto mágico de esos que será enormemente tentador retener para mí, o dejar que se pierda en las mareas del tiempo, así que si vamos todos, no tendré tanta tentación de quedármelo...

Ormin se arrebujó en su andrajoso abrigo intentando mantener el calor -Se me están congelando los…¡POR LA SABIA DE CHISLEV!- Alzó la voz de forma involuntaria al ver el huevo.

El druida se quedó sin habla unos momentos soñando con la posibilidad de que quedase un dragón bueno en el continente.

¿Hemos venido a saquear el hogar de unos padres amorosos, que murieron en la Pesadilla protegiendo a su cría? ¿Merece Silvanesti semejante sacrificio?

-Yo no comulgo con algo así- Asintió pensativo. El druida entrecerró los ojos contemplando la escena y añadió: -Quisiera creer que el huevo eclosionará al sumergirlo en las aguas del lago…Y que este cadáver no se alzará contra nosotros- Dijo señalando los huesos de dragón con su lanza, pero con respeto de no tocarlos. –…Pero es solo la esperanza de un viejo druida. No perdáis cuidado al acercaros- Dijo sin decidirse a avanzar. Tras permitir que el resto del grupo valorase la situación, se decidió a dar el paso: -No le hago ascos a ningún tesoro, pero todos sabemos a qué hemos venido- Dijo remangándose y acercándose al huevo finalmente. –Vale, vosotros vigilad que esa cosa no se levante. Voy a fundir el hielo de los alrededores con cuidado de no dañar el huevo- Dijo frotando las manos con muérdago e invocando unas pequeñas llamas alrededor de sus manos. –Al menos moriré caliente, maldita sea- Se consoló  cuando apoyó sus manos ardientes contra la pared de hielo.

El solámnico asintió ante el agradecimiento de Ashe, aunque le dijo que prefería que su donación fuese anónima, no lo hacía para vanagloriarse; eso sí, que le quedase bien claro a los beneficiados que la finalidad de ello era salvar vidas y a eso deben enfocarse.

Tras ello y dejando al túnica blanca explicando por qué él no iba a donar nada, fue con Ormín, Thyla y Falin al túnel restante, allí lo que vio lo sobrecogió, parecía claro lo que había ocurrido allí y eso hacía más difícil lo que debían hacer, por lo que le respondió al druida diciendo:

-Yo también espero que el hecho de sumergirlo en el lago de Chislev servirá para devolverlo a la vida, de todas formas aunque su destino sea más aciago, dudo que sea peor que el que le espera aquí, abandonado y congelado hasta que el túnel se derrumbe y quede enterrado para siempre... -expuso dolido por el posible aciago futuro que le esperaba pero sabiendo que dejándolo allí tampoco iban a poder ayudarlo.

Finalmente dejó que el kalanesti emplease su magia y se preparó para cargarlo si era necesario.

Ormin avanza un paso con cautela, sin quitar los ojos de encima al osario que cubre el suelo de la caverna. Nada ocurre. Otro paso más. Todo tranquilo. Suspiráis aliviados.

El druida kalanesti vuelve sus palmas hacia arriba mientras conjura un sortilegio para hacer brotar el fuego de ellas pero, para desencanto y desconcierto de todos, no veis más que un chisporroteo agonizante y algunas pequeñas volutas de humo que se disipan rápidamente en la gélida gruta. El conjuro no ha surtido efecto.

- Vaya... - Exclamó algo fastidiada la sacerdotisa de Kiri-Jolith. - Es un pergamino arcano. Contiene un conjuro de disipar magia. - Miró a Suindhë y a Jaenis. - A vosotros os servirá más que a mi... - Confirmó. 

Al reparar en que todos los pergaminos estaban anudados con lazos azules o blancos, pudo especular, que quizás todos los que tuvieran un lazo blanco, como el disipar magia, serían conjuros arcanos. Podía ser que los que portasen lazo blanco fueran divinos y el que portase un lazo negro quizás... no sabía muy bien a que atenerse con ese lazo negro. Pronto lo descubriría, pues sería el siguiente en leer.

Suindhël está a punto de ponerse con otro objeto cuando levanta la vista y ve a Xadrielie a punto de examinar el pergamino negro.

- Cuidado, podría ser una maldición. Si quieres puedo usar un detectar magia con él para ver si es nigromancia o algo así. O ver el poder de su aura, si es una maldición poderosa debería poder detectar su poder al menos.

Xadrilie se encogió de hombros. 

- Si quieres probar... - Le pasó el pergamino al túnica blanca y ella cogió uno de los pergaminos con lazo azul. ¡Sería por pergamimos!