Con la satisfacción del deber cumplido, tras erradicar el Mal encostrado en la vieja ermita, el grupo pudo, al fin, salir al exterior. La fina lluvia caía, tranquila, sin un soplo de viento. El joven Astor, como había prometido, ya había preparado las monturas que, tras una buena ración de hierba, junto al cereal que les había puesto el acolito, esperaban, satisfechas, al inicio de la marcha.

La reja de acceso a la Ermita, rota por los golpes de Kartag, no pudo ser cerrada, pero el grupo no dudaba en que, pronto, la gente de Delembert la reemplazaria, ahora que, de nuevo, parecía que eran libres para venerar a los Dioses.

Con las indicaciones del alcalde Kenither, no les costó volver sobre sus pasos, y encontrar, antes de llegar a la Villa, el camino a que se dirigía al norte, hacia donde debería estar la Torre del infame Helion y su "ahijado", Elzid Natholin.

Sin más compañía que una agradable vista, y el ruido de las monturas al andar, al paso, remontaron un pequeño y ligero puerto de montaña, donde, a ratos, hubieron de ayudar a superar pequeñas cuestas al carro de material, tarea nada difícil para el músculo con el que contaba el grupo.

Tras el puerto, se abrió una amplia meseta cubierta de hierba, denso matorral espinoso y grupúsculos de olmos, nogales y enebros. Algún que otro animal, alertado por el ruido del carromato, levantaba la cabeza para después, con celeridad, esconderse entre los arbustos. Tras un breve parón para comer, donde no se encendió fuego, porque la persistente lluvia seguía cayendo, fina, continuaron camino, con la misma tranquilidad que les había acompañado durante todo el día.

Hacia media tarde la vieron, a unos 400', una suave colina cubierta de hierba y parches de árboles donde reposan los restos destrozados y ennegrecidos de una vieja torre. A juzgar por los anillos de cascotes, pudieron confirmar que, en efecto, debió sufrir una potente explosión...

Incluso desde la distancia, se puede ver como una pequeña bandada de córvidos se acumulan, entre graznidos, en los arboles y rocas cercanos a la torre.

 Camino al lado de mis compañeros, mientras me mentalizo para lo que vamos a hacer. Sin duda esta tarea va a ser más difícil que la anterior...

Kartag caminaba con el resto aun magullado, esperando a ser sanado por alguno de los clérigos del grupo, al haber repuesto estos sus conjuros diarios.
Aun recordaba el combate que habían librado y la emoción del momento.
Bien me haría algo de sanación, para no malgastar las pócimas de curación! Exclamaba cuando de pronto atisbo la torre que buscaban.
Pronto descubririán que era lo que había ocurrido.
Creo caballero Leviathan, que en el siguiente combate me mantendré a tu lado para intentar flanquear al mago o lo que quede de él!

deberiamos dirigirnos al pueblo y avisadles, ademas alli podriamos coger unas habitaciones para atender esas heridas, y si podemos pedir algun aldeano alguna hiervas para hacer algun cataplasma o algo para esas heridas antes que se infecten.- digo mientras me acerco a mi caballo y lo acaricio para tranquilizarlo, y me quedo esperando la respuesta de los demas.

Baigron se mantuvo todo el camino silencioso, el reciente roce con lo divino le habia demostrado que aun estaba muy lejos de estar libre de la presencia de lo divino, le gustase o no, Baigron era el canal de algo, fuera lo que fuera y quien fuera el o la que estuviera detras del poder que notaba correr por sus venas y alma.

A pesar de estar perdido en sus propìas divagaciones, Baigron ayudo con su fuerza cada vez que fuera necesario, puede que estuviera atormentado pero esa no era excusa para atormentar a los demas; eso seria egoista y desconsiderado, sus problemas con las deidades eran problema suyo.

No presto atencion a las palabras de los demas, salvo que su nombre saliera mencionado, mucho mas interesado en el campo abierto ante el, tras años de caminar por la infraoscuridad, el aire libre era toda una bendicion.

Sonriendo al clérigo de Kirit jolith, kartag exclamo: Me temo hermano que estamos ya muy avanzados para dar la vuelta.

Dirigiendose a continuación al atormentado baigron, le dijo: Y tu hermano, podrias hablarme del poder que fluye por ti? Siento curiosidad por saber como realizas conjuros divinos.

La aguda visión de los draconianos enseguida detectó, gracias al revolotear alrededor de un grupo de cuervos, algo que, a priori, podría no haber llamado la atención: lo que parece ser, desde esta distancia, un cuerpo humanoide tumbado boca abajo.

El cadaver está situado en la ladera sur de la suave colina donde una vez se elevó la majestuosa torre, justo la direccion desde la que venía el grupo de heroes.

Así mismo, y aunque en un principio las espinas de su espalda se arquearon y un siseo salío entre sus dientes, Kartag también vio, una veintena de metros al este del cadaver, una estatua de alguna tipo de criatura alada que estaba medio enterrada en el fertil suelo de la colina, entre montones de cascotes de la torre.

 Mientras los demás observaban los alrededores, yo examinaba con curiosidad mi nueva arma, tratando de averiguar si tenía algún secreto que se me hubiera pasado ante por alto...

Paseando la mano por la bella factura de la vara, el mago se esforzaba en ver algún signo, algun gesto que indicase, que le contase algo mas de esa poderosa vara, canalizando, también, su voluntad, para notar la esencia que imbuía de magia al artefacto. Notaba su poder, sí, pero no le resultaba fácil centrarlo para su estudio, como si algo evitara o bloqueara sus intentos. Finalmente, con un incipiente dolor de cabeza, hubo de darse por vencido:

- Se que esconde un secreto, pero, al menos de momento, no hay manera de desentrañarlo. Quizá con un estudio mágico en profundidad, o con algún otro tipo de ayuda^*, podría lograrlo..., se vio obligado a pensar, resignado.

 Viendo que no ando desencaminado y que la vara oculta algún secreto, uso el conjuro de Identificar que tengo memorizado, sobre ella, para tratar de descubrir todos sus secretos...

Amigos veo algo a lo lejos, parece un cuerpo! poniendo en alerta al grupo.

Me acercaré a investigar!

Baigron acompáñame! exclamó en draconiano.

A ver si empezaba a soltarse su hermano draconiano, por lo visto era parco en palabras, penso Kartag.

Kartag se aproximó con determinación a investigar dirigiéndose primero a lo que parecía un cuerpo inerte que se encontraba boca abajo. 

Hissss...siseo Baigron ante las cuestiones de Kartag y su cercania, el bazak sabia que no habia malintencion en las acciones del otro draconiano pero sus preguntas y su palpable falta de tacto por el espacio personal era algo que quizas deberia empezar a tener en cuenta de cara a hacer preguntas un tanto indiscretas a alguien que solo conocia desde hacia poco mas de un maldito dia.

Los sentidos de Baigron, recibieron de repente la llegada de un olor y una imagen poco congruente con la bucolica estampa que habia al principio y por ello, el draconiano siseo volviendo su mirada a la torre y apuntando hacia el cuerpo que yacia inerte en las cercanias, a esa distancia poco mas se podia saber de lo que fuera que fuera eso...

Antes de que nadie pudiera decir ni pio, Kartag salio como una exhalacion, llamando a Baigron para que le acompañara.

¡Maldita sea rugio/siseo Baigron espere al resto del grupo!, puede ser una trampa llamo a Kartag que ya iba de camino hacia el cuerpo caido con esa determinacion aplastante que le caracterizaba.

El silencioso minotauro desenvainó su arma y alzó el escudo. Ya había tenido suficiente magia por aquel día, y aquello tenía pinta de segur yendo por el mismo camino.

Soltó un bufido cuando el draconiano, de nuevo, decidió adelantarse a los demás, descubriendo así su posición a cualquiera que acechara en aquel entorno a priori hostil.

Adelantó su posición en post del  reptiliano mientras aguardaba el avance de los demás 

Kartag avanzaba animado cuando escucho el siseo de Baigron instandolo a esperar al resto del grupo, ya que podía ser una trampa.
A pesar de que había quedado demostrado que el era el más capacitado para realizar incursiones y recabar información gracias a sus habilidades de sigilo y ocultamiento, una voz dentro de su subconsciente le aconsejo aminorar el ritmo y dejar que los otros lo alcanzarán.
Quizas el agrable contacto de las sigilosas almohadillas de sus patas reptilianas con la hierba fresca y la suave brisa que acariciaba su rostro le habían impulsado a avanzar así.
Quedándose quieto armonizado con la naturaleza espero a que el resto lo alcanzará, para proseguir a continuación.

Con la torre ya a la vista, le encargo a Asthor la tarea de vigilar y que nadie nos interrumpa. Si llega la noche que encienda un fuego y que tenga agua caliente y paños por si volvemos heridos. No puede acompañarnos esta vez, no sabemos nada del enemigo, y su parte es tan importante como la nuestra.

El enorme solamnico acompañó el siseo de Baigron y el bufido de Zoak con una sonrisa. Ese draconiano, Kapak, tiene la habilidad de caerle bien, aunque todo lo que hace lo pone en peligro, sólo espero que sus dioses lo tengan como su favorito, porque va a necesitar suerte.

Se dirige hacia la zona donde está le cuerpo en el suelo junto con el resto, igual que yo, Zoak no se fia, así que desenfundo mi mandoble y me abro un poco hacia la izquierda y le digo por señas al minotauro que se abra un poco hacia la derecha. Dejando al grueso del grupo avanzando entre nosotros.

Como solía, siempre diligente, Asthor se dispuso a preparar el campamento, a esos 400' de la herbosa colina donde se encontraba la destrozada torre, aunque antes de hacer los mandados, Leviathan pudo ver como dejaba la ballesta cargada, y la espada a mano.

Las acciones de Kartag nunca pasaban desapercibidas para el resto, así que cuando detectaron que había un cuerpo caído en la cara sur de la colina, y este salió disparado hacia allá, las acciones no se hicieron esperar, aunque, para sorpresa de muchos, el kapak frenó en su avance, esperando a que llegarán sus compañeros. Con Leviathan y Zoak en los flancos, y el resto del grupo unos metros por detrás, el monje se acercó al cuerpo, que, desmadejado, yacía boca abajo sobre la suave hierba.

Era una mujer, y, a juzgar por el estado del cuerpo, debía llevar algún tiempo muerta. Nada más girarla, Kartag pudo ver que la armadura de cuero que llevaba portaba el blasón de Delembert. Al parecer, debía ser uno de los integrantes del grupo enviado por el alguacil Griwett tras la explosión que sacudió la región.

Aunque tuvo que arrugar el morro por el olor y la imagen del cuerpo hinchado picoteado por los corvidos, el draconiano no temía a la muerte, así que se dedico a observar el cuerpo con eficiencia, y en poco tiempo se dio cuenta de dos cosas que llamaron su atención:

- Una fea marca amoratada en su cuello, como una picadura.

- No tenía nada, ni armas, ni bolsa. Nada.

Los demás esperaban, expectantes, por si alguien pensaba emboscarles, pero sólo bandadas de cuervos lanzaban sus estridentes y gritos, como molestos por la incursión del grupo en su territorio.

Olisqueo el aire, no le gustaba nada aquello, tan abierto de escondites, tan solitario a primeras y muerte. 

Preparo, como siempre la llevaba, su ballesta de mano y se quedo un poco más rezagada del grupo, pues si tenia que disparar seria a distancia.

Baigron mantuvo la vaina de Fleshrend holgada, con una mano lista en la empuñadura, al menos signo de problemas, el draconiano estaria listo para desenvainar y dar cuenta de lo que pudiera amenazarlos.
La presencia del cadaver no era algo que perturbara al draconiano, despues de lo que habia sufrido en la infraoscuridad, la carne corrupta de la mujer muerta no era mas que una molestia pasajera, para Baigron era mucho mas importante saber quien o que la habia matado.

Baigron se mantuvo alerta y se acerco al grupo que examinaba el cadaver.

Algo peculiar en la difunta? pregunto a sus compañeros.

 Me acerque con precaución al cuerpo, esto cada vez tenía peor pinta. Me acerqué y me dispuse a examinar la fea marca amoratada en su cuello, temiendo mis sospechas anteriores sobre aquello a lo que podríamos estar enfrentándonos...

El minotauro aguardó a que el resto buscará pruebas o pistas en aquel cuerpo. Alguien mataba y hacía que aquellas pobres gente vivieran atemorizadas, con un poco de suerte acabarían con el mal que asolaba el lugar.

Levantó el escudo protegiéndose el torso y observó el entorno en busca de posibles amenazas.