Partida Rol por web

Los disparos suceden sin piedad alguna y veo como las municiones sobre vuelan nuestras cabezas peligrosamente cerca. Me indigna el ver a esas criaturas cobardes y rastreras, cediendo ante los enemigos de la Humanidad y, volviendose a la vez, propios enemigos nuestros:

"¡No tendré piedad, no dudaré y no conoceré el miedo!"

Al ver que los enemigos del Emperador estaban siendo atacados por mis compañeros, empuño con furia mi espada de sierra y cargo en contra de los enemigos sin piedad alguna.

La sensación de disparar contra humanos no es agradable para Skold - Habrá que pedir las explicaciones correspondientes a los responsables del FDP tras terminar la escaramuza, si es que se termina - Se arrodilla en una posición inmejorable para cubrir las embestidas de sus compañeros y aprieta el gatillo como tan bien sabe hacer.

¡¡Que el fuego purificador del Emperador alimente vuestras almas en el infierno!!

Ubicado en mitad de la refriega, Elyas se dispuso a enfrentar cara a cara a aquellos traidores. Usó sus retrorreactores para impulsar su carga y golpear a tantos como pudiera en su camino, destrozándolos con la energía de su puño de combate. Habían sido advertidos, y aún así osaban disparar contra los Ángeles de la Muerte del Emperador; su destino estaba sellado.

Elyas dejó una estela de fuego tras de sí mientras se abría paso entre los traidores. Uno tras otro iban cayendo, bien aplastados por el poderoso puño de combate, destrozados por el campo de energía, o abrasados por las llamas de los retrorreactores. Nada podía detener la furia de Elyas, que en aquel momento encarnaba el mismo concepto del angel vengador.

Sepheram se permitió sonreir, dentro del casco de su servoarmaduda Mark VII. O lo que él entendía por sonreir, un mero curvamiento de la comisura derecha de los labios.

El combate iba bien. Todos los hermanos de la escuadra estaban cumpliendo con sus respectivos papeles en aquella dramática obra,  en especial el hablador de Elyas. Había que reconocerle algo, sabía manejar ese puño de combate. Pero aquel juguete no podía compararse con la letal eficacia de un bolter pesado.

El angel sangriento se tomó un instante para observar la batalla, eligiendo el mejor ángulo para volver a disparar.

Ahí... entre Elyas y el siguiente grupo de insurrectos. Eso le permitirá acabar con los que ya se le echan encima sin preocuparse del resto unos instantes.

Sepheram apuntó, con clama, sin prisa. Era una cualidad innata en él, y sabía que era la voluntad del Emperador que sus proyectiles destrozasen a los rebeldes. No fallaría.

Así, las enormes balas del bólter pesado surcaron el cielo en dirección a la masa de chusma imperial renegada. Decenas de brazos y piernas fueron sesgadas de cuajo en su camino, y cuando finalmente impactaron contra sus destinatarios finales, la sangre se convirtió en lluvia carmesí...

Hahahahaha   comenzó a reir entre dientes Sepheram, incapaz de contenerse por más tiempo. El frenseí del combate planeaba sobre él... ¡Vamos, venid, venid más!

Aquello parecía ser suficiente para los rebeldes. Los implacables marines espaciales de la DeathWatch habían entrado como un cuchillo sobre mantequilla templada en las filas enemigas y extendían la sagrada justicia del Emperador entre las oleadas y oleadas rebeldes. Una vista aérea de la batalla hubiera revelado una incisión en punta de lanza en el frente de batalla. Allí, 4 solitarios Marines Espaciales se abrían paso entre las líneas enemigas mientras que en el resto, la batalla era encarnizada.

Las filas rebeldes estuvieron a punto de ceder. Por un instante flaquearon sus ganas. Tal vez es que resulta muy desmoralizador que, en apenas unos segundos cuatro individuos hayan matado a más de un centenar de los tuyos. Visteis el miedo en sus ojos. Visteis la duda. Se miraron los unos a los otros como preguntándose si en realidad merecía la pena morir allí, combatiendo contra auténticas y perfeccionadas máquinas de matar.

Y entonces la duda se disipó, y atacaron con fuerza renovada. Porque de entre la muchedumbre salió un individuo, a todas luces algún tipo de líder o campeón de entre ellos. Era un humano, sí, pero vaya especimen. Medía algo más de dos metros de puro músculo y mala hostia y portaba como única defensa una armadura antifragmentación salpicada de sangre de víctimas anteriores. En su mano derecha portaba una espada sierra, a saber de dónde la habría sacado, y en la izquierda empuñaba una pistola. Su tamaño y su furia sirvieron de bálsamo a los ánimos rebeldes, que se lanzaron otra vez a la lucha con energías renovadas... y número reducido.

Los ataques cayeron desde todos los ángulos, imposibles de parar. Por suerte, ese día el Emperador estaba con ellos en forma de servoarmadura, y los ataques de las rudas armas de los rebeldes rebotaron sobre ellas una y otra vez, pues no hay armadura más potente que la fe, y el odio. Frustrado, el líder se lanzó con un rugido de furia casi animal sobre el Ángel Oscuro, que tales destrozos causaba en sus filas, e intentó golpearle con su espada sierra. Con una elegante finta, apenas medio paso, el marine esquivó un ataque que podría haber esquivado atado y con los ojos cerrados

El enemigo parece flaquear ante los ataques de mi poderosos Hermanos de Batalla. Elevo mi espada de sierra y la bajo a gran velocidad, intentando acabar con varios de los rebeldes de un solo golpe. El sonido del arma inunda mis oídos y la sangre que brota del ataque llena la escena completamente mientras me emociono por destruir a los enemigos del Emperador.

Temiendo ser menos que sus hermanos, el apotecario despliega su furia guerrera, derribando brutalmente a la gran mayoría de los restantes. La sangre salpica por doquier: las heridas de una espada sierra son particularmente espectaculares.

Ante tal masacre, los rebeldes no lo dudan más y echan a correr por sus vidas como si no hubiera mañana. Y a su líder... bueno, a ninguno parece importarle su destino.

Skold no ha sido de excesiva utilidad en esta batalla y lo sabe. El hermano Elyas ha utilizado su arma en combate cuerpo a cuerpo de forma devastadora, mientras que Sepheran ha hecho papilla con los cuerpos de los rebeldes. Es tu turno Skold, demuestra que también sabes disparar.

Apunta... y... dispara!! Ajá, justo en el blanco. Bueno Skold bien hecho...

Cógelo Elyas!!! - grita mientras sonríe.

La bala parece desplazarse a cámara lenta desde la perspectiva de Skold en un mundo en el que todo parece haberse quedado petrificado. Y de repente, como de vuelta a la realidad, impacta con precisión implacable en la cabeza del corpulento líder de los rebeldes, derribándolo por la fuerza del impacto.

Cuando el líder cae, la batalla parece haberse detenido. Elyas y Lucian miran a su alrededor y no ven a ningún combatiente enemigo. Están solos, ellos dos, en medio de un significativo grupo de cadáveres esparcidos. No hay ningún enemigo a menos de 50 metros.

Irónicamente, en otros sectores la batalla sigue en su máximo exponente. Aunque ahora el frente rebelde está partido literalmente en 2 y la batalla ha sido ganada de forma espectacular en el centro de la línea, la FDP sufre aún un asalto implacable en ambos flancos.

Al este, por el cementerio, su única esperanza parece ser las barricadas. Es la zona mejor fortificada, pero también la zona que sufre un asalto más duro. Al oeste, por el contrario, la posición de la FDP es muy inferior, pues los rebeldes tienen apostados dos puestos de ametralladoras en terreno elevado, concretamente en un edificio en ruinas, está masacrando filas y filas de defensores y les impide tomar posiciones adecuadas de defensa

Puedes observar que a través del cementerio, al este, un grupo de rebeldes carga con sigilo, en medio de la confusión, cargas de demolición. No tardarán mucho* en llegar a la barricada y tienen potencia suficiente para hacerla saltar por los aires.

Elyas levantó su pesada bota blindada y aplastó la mano del líder rebelde, obligándole a soltar la espada sierra que todavía empuñaba a pesar de estar medio muerto. Con su mano libre, lo agarró por el pecho y lo levató del suelo hasta ponerlo a su altura.

- Tu vendrás con nosotros, traidor

Llevando al traidor bien agarrado, regresó junto a sus hermanos.

- ¿Que opinais, hermano apotecario? ¿Lo interrogamos ahora, o dejamos que los de las Fuerzas de Defensa Planetaria lo vigilen mientras nos encargamos de esas ametralladoras?

La batalla había terminado para nuestros enemigos inmediatos con una masacre de rebeldes menores y un líder abatido de un disparo por parte del Hermano Skold. Luego el Hermano Elyas toma al moribundo líder rebelde y me pregunta acerca de su destino, a lo que respondo de inmediato:

 - "Ese traidor no puede hacernos perder tiempo ahora. Lo dejaremos para las FDP, pues ahora necesitan ayuda por el lado oeste y no podemos demorarnos con un interrogatorio. Hermano Elyas, tu eres el iluminado del Dios-Emperador para esta tarea: Debes tomar ese puesto de ametralladoras con los dones que nuestro Padre-Soberano te ha brindado mientras nosotros te cubrimos. Una vez lo inutilices, avanzaremos hacía el frente llenando de divina justicia a estos impuros. Cuento contigo, Hermano mío."

Luego miro a todos mis hermanos y vuelvo a hablar:

 - "Lo han hecho excelente, todos. Hemos traído esperanza y luz en esta hora funesta para los defensores del Imperium. No debemos detenernos ahora hasta haber purgado a todos los rebeldes y repeler el ataque. Ya han oído el plan, ejecutémosle como solo nosotros sabemos hacerlo. ¡Por el Emperador!"

Levanto mi espada de sierra en alto al momento de terminar mis palabras y me dirijo raudo hacía el lado oeste, donde unos pocos miembros de las FDP aun resisten dignamente, como se espera de los valientes miembros del Imperio de la Humanidad.

Elyas asintió sin añadir nada más; sabía lo que tenía que hacer. Cuando pasaron junto al puesto de las FDP al que acababan de librar de una muerte segura, arrojó al traidor frente a los soldados

- Vigilenlo y manténgalo con vida; se le interrogará cuando hayamos terminado aquí

Skold se gira y mira en derredor, analizando cada línea enemiga. La situación más alarmante parece ser el puesto de las dos ametralladoras - el hermano Elyas necesitará fuego de cobertura para conseguir llegar - Skold hace un último barrido de la situación de batalla - Válgame el Trono, ¿Qué es eso?

Hermanos allí!! Cargas de demolición, harán saltar la barricada por los aíres si no los detenemos rápidamente* A través del cementerio, al este un grupo de rebeldes planea hacer saltar por los aires la barricada.

Elyas, yo puedo cubrirte en el asalto al edificio y llegar a tiempo para la carnicería. Sepheran, ¿te ves capaz de acabar con el grupo de demolición?

- Fader, vejlede vores styrke -

Heh, la duda ofende, hermano respondió Sepheram con un deje de diversión en su voz, lo más humano que han llegado a detectar en el Angel Sangriento en todo el tiempo que llevan juntos en la escuadra de la Deadwatch. Buana caza, pues. gruñó, alejándose paso a paso con su bólter pesado aún caliente por la masacre reciente.

¡Por el Trono de Terra! ¡Por el Emperador! se le oía gritar mientras avanzaba implacable hasta situarse en una posición adecuada para el disparo. Esos rebeldes no verían un nuevo amanecer.

Y así, el rugido del bólter pesado de nuevo ensordeció cualquier otro sonido...

Si bien en aquella ocasión los rebeldes estaban más desperdigados, y lograron aguantar mucho mejor que sus camaradas el ataque, muchos de ellos murieron por el ataque sorpresa desde el flanco...