Partida Rol por web

Siguiendo las precisas instrucciones del Codex Imperial, Sepheram abrió fuego sostenido de nuevo contra la turba de insurgentes que rodeaban al hermano apotecario Lucian.

El líder de la escuadra debía haber detectado un peligro potencial, pues decidió cargar directo contra el enemigo en busca de algo que Sepheram no alcanzaba a distinguir. Probablemente, se tratara de los transportistas de las cargas explosivas que habían mencionado minutos atrás. En todo caso, no importaba. El ángel sangriento le abriría paso destrozando a cuanto rebelde se interpusiera en su camino.

Afianzado en su posición, Sepheran apretó el gatillo del bólter pesado, sintiendo la indomable voluntad del arma imperial al escupir sus enormes proyectiles. El retroceso hubiera partido en dos a un humano corriente, pero los astartes eran mucho más que humanos, y el guardia de la muerte se mantuvo estoico en su puesto, dejando que el chorro de muerte sesgara las vidas de decenas de rebeldes.

El rugido de los retrorreactores de Elyas le propulsó por encima de los rebeldes directo a la torre desde donde las ametralladoras estaban masacrando a las fuerzas leales.

Le vieron acercarse a tiempo. Y le dispararon por puro pánico con todo lo que tenían.

Una densa andanda de plomo barrio el aire, sin dejar espacio suficiente para que nada pudiera pasar indemne. El repiqueteo incesante de la ametralladora automática refrigerada con agua a presión escupió muerte sólida contra el pecho del Marine Espacial, logrando varios impactos en el pecho de este. Si hubiera sido un rifle, probablemente el Ángel Oscuro hubiera salido indemne, pero se trataba de un arma pesada, y logró atravesar la servoarmadura. Una vez más, Elyas tuvo que darle las gracias: sin ella, ahora estaría muerto. Muy muerto

La horda ya está cerca de mí y su sola presencia despierta una ira en mi interior que, aunque no es propio de alguien como yo sentirla, la aprecio por ser un regalo del Emperador como todos mis sentimientos. Cargo empuñando con furia mi espada de sierra hacía esos rebeldes, cuya sangre es preciso derramar por el bien de la misión.

Mientras mis pasos avanzan, miro a los objetivos y diviso claramente a quienes atacaré con mi arma, que resuena furiosa mientras la cadena que porta los filos recorre toda su extensión en busca de carne que desgarrar:

"Atacar a los enemigos sin piedad... Destruir el corazón y la cabeza de la bestia..."

Los pensamientos del Códex son repasados en mi cabeza mientras llego hasta el enemigo, momento en el que, usando todo mi peso, lanzo un golpe descendente con mi espada, cortando la ropa, armadura y carne por igual, acabando así con la mayor cantidad posible de adversarios en nombre del Dios-Emperador.

La horda continuó avanzado, más preocupados por el cumplimiento de sus objetivos que por los Marines Espaciales que, además de estarles masacrando, parecían del todo invulnerables a sus ataques como si de enviados divinos se tratase. Quizá lo eran, quizá eran su castigo por haber desobedecido los mandatos de su Dios Emperador, quizá eran la materialización vengativa de que sus actos eran una equivocación. Quizá por eso, por mucho que les golpearan con palos, con hachas, con espadas, bates y cadenas los superhombres no parecían ni notarlo.

El hermano lobo carga contra el grupo rebelde él solo, empuñando su cuchillo de combate en una mano y disparando ferozmente con su pistola en la otra, pero sus disparos se dispersan aquí y allá, levantando pequeñas nubes de polvo y gravilla

Elyas no emitió un grito ni un quejido; se limitó a escupir sangre y siguió adelante; aquellas heridas no iban a frenarle. Las había recibido peores, y hacía falta mucho más que eso para frenar a un Marine Espacial. Aterrizando frente al nido de ametralladoras, cargó contra los rebeldes dispuesto a poner fin a aquello. No pronunció grito de guerra alguno; solo el sonido de la batalla ya componía un salmo perfecto para la gloria del Emperador.

El objetivo de Elyas eran los rebeldes que operaban las ametralladoras, para impedir que pudiesen seguir disparando. Su puño de combate se abrió paso entre los rebeldes, aplastando y matando a los artilleros, pero aún quedaban muchos rebeldes que eliminar.

Aquello fue demasiado para los improvisados artilleros. Ellos no eran profesionales entrenados, y menos para resistir ese tipo de cosas. En este caso el "tipo de cosas" era un Marine Espacial de más de dos metros de alto armado con un puño de energía que acababa de matar y no de cualquier forma a muchos de sus compañeros tras haber recibido una andanada de balas que debería haber tumbado a un jabalí. En este caso, "no de cualquier forma" se refería a desmembrar e incluso sencillamente licuar a varios de los desafortunados que se encontraban en la primera fila.

Sin pensarlo un instante, el resto del grupo rebelde de las ametralladoras se apresuró a intentar huir (sálvese quien pueda) escaleras abajo por el edificio, aunque era evidente que no había sitio para todos y que muchos de ellos morirían pisoteados por sus propios compañeros.

Por otro lado, los rebeldes que hace un momento aterrorizaban a las inferiores fuerzas de defensa planetaria intentaron golpear al Lobo Espacial, pero sus habilidades en combate no podían equipararse a las de éste, ni sus armas atravesar la armadura reforzada y santificada.

Pregunta antes de postear.

Cuerpo a cuerpo debería tirar ha, pero voy con pistola bolter y cuchillo (tiro hp por pistola y ha por cuchillo)

Tengo maestría con armas bolter, supongo que se aplica a la pistola pero no se si en cuerpo a cuerpo

Si pego con el cuchillo puedo hacer más bajas que si disparo con la pistola? En semiautomática solo puedo hacer dos bajas (segundo número no??)

Qué la furia de los Astartes acabe con vuestra miserable existencia!!!

Skold utiliza su pistola bolter para acabar con los rebeldes, enemigos del Emperador. Atraviesa a enemigos con certeros disparos mientras avanza a través de las filas enemigas.

Traidores, y además cobardes. Que desperdicio que semejante basura haya estado una vez bajo la Luz del Emperador

Elias no estaba dispuesto a permitir que ninguno de aquellos cobardes escapase con vida del edificio. Dejó caer una de sus granadas perforantes sobre el suelo, y activó sus retrorreactores para escapar de allí antes de que el edificio se desplomase. Se uniría al hermano Skold para terminar con lo que quedase de las fuerzas rebeledes de esa zona.

El frenesí de la batalla comenzaba a apoderarse de nuevo del ángel sangriento, que disfrutaba una vez haciendo lo que mejor sabía hacer, y lo que más disfrutaba, y por si fuera poco, cumpliendo la sacrosanta voluntad del Emperador.

Una vez más, miembros eran amputados por las balas trazadoras del bólter, que eran seguidas por chorros de munición gigantesca que partían en dos torsos, abrían cabezas y agujereaban cuerpos sin cmpasión ninguna.

¡RAAAAAAAAAAAAH!  gritaba Sepheram en el interior de su casco, aislado del ruido exterior, presa de tan sólo él mismo y la adrenalina que recorría su cuerpo. Balas de escaso calibre, armas de filo embotadas, incluso palos y piedras rebotaban contra su armadura de ceramita inofensivamente. Era la representación física de su Dios Emperador, y aquellos salvajes no podrían detenerle.

Eran dementes. Era la única explicación posible. Porque pese a las innumerables bajas sufridas y la inevitable torna de la batalla seguían avanzando hacia su objetivo. Eran fanáticos, locos, poseídos o desesperados. No había razón tan poderosa. Atrás dejaban a los muertos y a los heridos, y seguían adelante, cargando los explosivos como si de sus hijos se tratase.

Contra algo de lo que quedaba ya poco de carácter humano, apenas un resquicio, solo quedaba el exterminio.

La granada repiqueteo en el suelo con un sonido metálico casi juguetón. Esos juguetes siempre resultaban de lo más inocentes, al menos durante los cinco primeros segundos.

El estallido posterior, diseñado para penetrar, fundir y destruir el blindaje de vehículos pesados reventó la estructura, que se derrumbó con un quejido triste, piso tras piso, sepultando a la dotación completa en su interior.