Partida Rol por web

Una pequeña risa se escucha a través del vocalizador de mi casco y con un gesto de mi mano, le permito el paso al Hermano Skold para ponerse en la vanguardia a la vez que hablo:

 - "Eres valiente, Hermano Skold, como debe ser todo Astartes. Te mereces el honor de dar el primer paso y todos los demás."

Me quedo en segunda posición, cubierto por ambos compañeros, que están mejor que yo en salud y en quienes confío completamente mi vida.

- Señor... -duda, parece nervioso- ...yo... no lo sé con seguridad. Señor ¿qué hacemos? Están a distancia de disparo. ¡Se nos echan encima! Hemos de decidirnos ya, Señor, o... o será tarde.

Mientras, la hueste no para, corriendo desbocada hacia vosotros. Solo hay dos cosas que hacen a un humano correr tanto...

...una es el miedo...

...otra, la ira

El nivel inferior es muy distinto a los demás. Se trata de una enorme sala que, tras una rigourosa comprobación de la tarjeta de identificación, se abre ante vosotros. En ella hay multitud de monitores que muestran tanto los exteriores como los interiores del almacén y los anexos, así como multitud de consolas que sirven para controlar el Emperador sabe qué.

Destaca, al fondo de dicha sala una enorme puerta de seguridad doble con un águila imperial en bajorrelieve y un cráneo. El símbolo de los Adeptus Astartes. La puerta no tiene cerradura ni agarradera o manillar alguno para abrirla. De hecho, lo único que parece tener es... un bajorrelieve con forma de puño de combate.

Tus prodigiosos sentidos, agudizados aún más por la ancestral tecnología de la servoarmadura no dejaban lugar a dudas: los veloces humanos que corrían como si el mismo Caos Absoluto les persiguiera eran, sin lugar a dudas, hombers pertenecientes a las Fuerzas de Defensa Planetaria, como atestiguaban sus insignias y uniformes y aun más, su armamento. Era un único regimiento, del mismo tamaño aproximado que los dos que obraban bajo el mando de Sepheran en el momento

Al abrirse la compuerta después de todas las revisiones de seguridad, veo el lugar y todo lo que contiene. Pienso en que el Hermano Elyas puede accionar la compuerta del final, pero no creo que tengamos tiempo para eso, pues hay una labor que es mucho más urgente. Hablo a mis hermanos sin perder un segundo:

- "Hermanos míos, activemos el sistema de defensa para apoyar a nuestros aliados en la superficie. Luego veremos el resto."

Corro hacía la consola más grande y me dedico a entender cómo funciona para activar las ametralladoras y así salvar a nuestros soldados de las FDP y a nuestro Hermano Sepheram.

Nunca había un tecnomarine cuando hacía falta. El conocimiento de Elyas acerca de esos mecanismos era, en el mejor de los casos, rudimentario, así que no veía la razón para perder el tiempo intentando trastear con unos sistemas que desconocía, pudiendo hacer algo más útil.

- Somos tres. Podemos hacer ambas cosas.

Sin más, se dirigió a la compuerta con el símbolo Astartes y colocó su puño de combate en la abertura

Sepheran bajó el enorme bólter pesado, y alzó un puño para que todos los hombres lo vieran, mientras gritaba en voz bien alta, fruto de sus poderosas cuerdas vocales astartes.

¡ALTO EL FUEGO! ¡ALTO EL FUEGO! ¡QUE NADIE DISPARE! ¡SON DE LOS NUESTROS!

Sargento Black urgió al hombre que estaba junto a él encárguese de distribuir a esos hombres entre los nuestros, que refuercen nuestras posiciones defensivas, y que su oficial al mando se presente ante mí de inmediato. ordenó sin tacto ni contemplaciones Vienen huyendo de algo, y no creo que tardemos en saber qué es, pero si podemos adelantarnos a ello, mejor.

Y sargento... añadió a última hora que los demás hombres no les pierdan de vista. Solo por si acaso...

Skold no quería verse sorprendido de nuevo, por lo que tras entrar en la sala realizó un minuciosos barrido con su bólter, una vez era más que suficiente... - Nada nos asegura que tras esa puerta, donde se supone han de estar las armas, haya más Xenos... pero claro, ¿cómo explicas eso a un Ángel Oscuro que para más inri posee un puño de combate? - Creo que ese puño de combate tendrá más utilidad con los controles del panel de mando que en esa puerta. Esto de la tecnología...

Tras acercarse al panel de mandos donde se encuentra Lucian e inspeccionarlo a grandes rasgos Skold concluye - Siento no poder ayudarte hermano pero no es una cualidad en la que sobresalga. Dicho esto voy a hacer algo útil -Skold pasea por la sala con su bólter preparado para cualquier eventualidad xénica 

Niego con la cabeza cuando mis hermanos comienzan a hacer otras acciones, ignorando mis órdenes. Sin dejar de mirar las teclas de los ordenadores, les respondo:

- "¡Vengan acá a ayudarme, no es una petición, es una orden! Yo tampoco sé de tecnología, pero nuestros aliados y nuestro hermano necesitan que esto funcione ya y tres cabezas piensan más que una, así que pónganse a trabajar de inmediato."

Sigo trabajando, intentando entender como activar el sistema, pues la tecnología nunca ha sido mi fuerte. No soy un Tecnosacerdote, sino que mi especialidad es la ciencia biológica y los humores del cuerpo. El medicae es mi campo de competencia, no las máquinas.

Si señor - vociferó Skold. No le gustaba que le diesen órdenes, pues cada Astartes sabe perfectamente qué hacer y cuándo hacerlo, las órdenes eran innecesarias. Con total frialdad Skold se acerca al cuadro de mandos, no pretendía desobedecer a su jefe de escuadra, pero no le gustaba el tono - esperemos que no haya nada acechando...

De mucha utilidad la idea de no haber traído con nosotros a ningún soldado de la FDP, seguro que están familiarizados con este tipo de controles. Trataré de establecer contacto - Aquí el lobo. Requerimos información sobre activación de defensas del complejo. Se trata de un cuadro de mando modelo H2X-4512. Cambio. - No dirán del lobo que no puso empeño en cumplir una orden, por poca idea que tuviese... No, no dirán eso de Skold.

La consola no parecía demasiado compleja. Una rápida observación de las filas llenas de botones llevó a la conclusión obvia: muchos botones y pequeños servían para detalles sin importancia. Esto era más simple. Un botón grande, rojo y circular en el que pusiera ON/OFF. Tras unos segundos de búsqueda, el problema fue resuelto por los dos marines: no era un botón, más bien una palanca, y tampoco era rojo, pero conectó los sistemas primarios de defensa, que aparecieron en la pantalla principal en un saludable color verde. En algunas posiciones, sin embargo, aparecía un color amarillo de alarma con el mensaje "weapon not found". Nada nuevo.

Más sorprendente fue la respuesta de la llave con forma de puño de combate. Cuando el Ángel Oscuro introdujo el enorme puño en la ranura, el perfil de la cerradura empezó a brillar con luz azulada. Dicha luz se propagó, fluyendo como si fuera un líquido viscoso, por unos pequeños cables huecos dando forma a la silueta del águila imperial que ocupaba la puerta. A continuación, el cráneo que ésta sujetaba se fue "llenando" y, cuando parecía que iba a rebosar, se oyó un chasquido. La calavera giró sobre si misma como una compleja cerradura y la puerta se abrió dando paso a una armería repleta de munición Astartes. En un estante, además, se encontraban apartados un fulgurante bólter pesado de grisáceo, cuyo cañón tenía la forma de una cabeza de lobo con las fauces abiertas, y unos pocos cartuchos de munición especializada Hellfire y Stalker, así como un Narthecium*.

- Sí señor -se apresuró a replicar el sargento-. Por supuesto, señor -replicó a la advertencia del Astartes-. Se hará como usted diga.

Como replicando también a la orden, se oyó un chasquido a las espaldas de los dos combatientes, y las baterías de autodefensa del complejo (las que aún conservaban las armas, al menos) volvieron repentinamente a la vida como si el Espíritu Máquina hubiera vuelto de nuevo a sus cuerpos antes inertes. Por un instante pareció que el arma iba a abrir fuego contra lo primero que encontrase... ellos... pero nada ocurrió.

Tras esta interrupción, el sargento se dispuso a cumplir las órdenes recibidas, y regresó tras unos minutos con un acompañante.

- Vaya, que agradable sorpresa -comentó Elyas ante el bolter plateado. De todos modos, ese arma no estaba hecha para él, así que se limitó a coger granadas y munición para su pistola bolter.

El desconocido viste ropas de la FDP, respira con dificultad dada la larga carrera a la que se ha sometido, pero trata de ocultar su cansancio manteniéndose firme y serio dentro de sus posibilidades. Sus galones y uniforme le identifican como teniente, concretamente como el Teniente Haiden. Su mirada es grave, como la situación, y no parece sentirse cómodo ante la presencia de un enorme superhombre con servoarmadura completa. Nada nuevo.

- Señor... -dice, con respeto-, a sus órdenes, señor.

Al activarse el armamento automático del almacén se activaron también multitud de escáneres, rastreadores y otros sistemas anexos a estas armas (puntería, seguimiento, detección y un largo etc). Las diferentes pantallas y placas de datos se llenaron de multitud de símbolos verdes y empezaron a escupir cantidades exorbitadas de información innecesariamente y difícilmente interpretable, seguida de algunos mensajes de error y otra serie de cosas absolutamente incomprensibles. Pero de entre todo ese maremágnum de información podían sacarse algunas conclusiones interesantes. En el exterior parecía haber novedades. El sistema detectaba tres grupos de humanos (de la FDP, al parecer), dos de ellos en formación defensiva y uno nuevo sin formación alguna, tan sólo un grupo de soldados completamente desordenados. Destacando entre todos ellos se encontraba un Sepheran.

Los sistemas se han activado y el equipo se ha mostrado a nuestra disposición después de que el Hermano Elyas pusiera su puño de combate en la cerradura. Desde mi posición me parece ver que hay cosas que nos serán útiles, pero ahora debo preocuparme de lo que tengo enfrente, por lo que me concentro en las pantallas.

Busco como seleccionar a nuestros grupos de aliados de las FDP y al Hermano Sepheran, excluirlos como objetivos del sistema de defensa y hacer que nuestras armas ataquen a discreción a todos los otros presentes. Deseo que el sistema apoye a nuestros aliados y a mi hermano para que así sean capaces de aguantar hasta el momento en que volvamos.

Luego de eso, me dirijo al almacén y tomo el Narthecium, revisando que esté todo en orden. Con ese sagrado instrumento podré sanar a mis Hermanos de manera mucho mejor. Luego tomo la munición Hellfire, pues la recuerdo de las guerras tiránidas, donde se inventó para acabar con esas criaturas, cosa que hace de manera muy efectiva.

Finalmente miro a ver qué hay para que sea repartido entre los Hermanos de Batalla, para así ir a cumplir nuestra misión mejor equipados de lo que vamos ahora.

Bienvenido, teniente.   saludó el astartes sin más concesiones a la diplomacia. El no era un simple soldado humano, y no tenía porqué preocuparse del bienestar del orgullo de la guardia imperial. no obstante, sabía de primera mano lo que unos soldados desmoralizados, o que no se tomasen sus labores en serio, podrían representar para un ejército, y no iba a tolerar aquello en nadie. Soy el hermano Sepheram, de la Deathwatch. Por ahora estoy al mando aquí.

En todo caso, el intento por no mostrar su agotamiento del teniente le granjeó cierta afabilidad por parte de Sepheran. Algo que no admitiría nunca ante los otros astartes.

Informe de situación. ¿Por qué huían sus hombres? preguntó tras comprobar que las armas automáticas volvían a estar operativas, listas para defender el complejo.

Un examen un poco más cuidadoso de la situación en el exterior parece señalar que el grupo de recien llegados ha entablado conversación (o negociación) con vuestros aliados. El escáner detecta un hombre en posición de firmes frente a Sepheran, posiblemente hablando con él en este momento.