Partida Rol por web

- Criatura repugnante...

Sin más dilación, y después de haber esquivado los zarpazos de quel ser, Elyas se dispone a aplastarle la cabeza al genestealer con su puño de combate

La criatura se movió demasiado rápido para ser vista. Supervivencia, se trataba de eso. Y esa era su especialidad. Los Genestealers, la vanguardia de las invasiones tiránidas, habían sido biodiseñados para infiltrarse en planetas de todo tipo y liderar los primeros pasos (y también los más sutiles) de la ofensiva. Eso implicaba sobrevivir. Y la criatura acababa de demostrar por qué los tiránidos eran tan peligrosos: porque estaban muy bien adaptados, como diseñados por una mente grotesca, desquiciada y cruel.

Sin apenas dificultad, como previendo las trayectorias de los ataques, el genestealer se hizo a un lado para esquivar con facilidad el puño de combate y luego, escorado, encogió su cuerpo membranoso en un ángulo imposible para evitar la rugiente espada sierra.

De repente una criatura se lanza sobre el hermano apotecario hiriéndolo de gravedad... de extrema gravedad por lo que parece... Movidos como un resorte los tres Astartes rodean a la inmunda criatura - no lo puedo creer, no le han dado ... - Esquiva esto, ¡¡BICHO!!

El tambor de la pistola bolter resonó como el tañido de una campana celestial, anunciando implacable venganza contra los blasfemos enemigos del Emperador. A apenas unos centímetros del fibroso cuerpo del Genestealer era imposible fallar, aun en modo Semiautomático, y el Lobo Espacial logró dos impactos a bocajarro.

El primero golpeó en una de las placas del caparazón de quitina de la monstruosa criatura, atravesándola límpiamente y proyectando a su alrededor pequeñas gotas de icor vital. Pero el segundo fue mucho más espectacular. La bala, una vez alojada en los órganos vitales del Genestealer, estalló en ondas que reverberaron en la caja torácica, licuando literalmente todo el contenido de esta y proyectándolo hacia delante en una lluvia de biomateria y restos orgánicos que empaparon la servoarmadura del Hermano Elyas. La criatura se desplomó, con un pequeño agujero en la espalda y una enorme oquedad irregular en el pecho del tamaño de más de dos palmos de diámetro.

Muerto. Muy muerto

El letal actuar del Hermano Skold acabó con el xeno en dos benditos disparos. Las municiones de su pistola bólter acabaron con el Genestealer como si no fuese más que una bestia doméstica, demostrando la enorme superioridad de los Space Marines ante un hombre común.

Lamentablemente no todos los miembros de la escuadra pueden lucir esa superioridad, pues soy yo mismo quien tiene una enorme cantidad de heridas en el sitio donde la garra del enemigo me impactó. El dolor es grande, pero no es capaz de vencerme. Miro la herida y la ignoro deliberadamente, pues no hay tiempo para eso ahora.

Me saco el casco y arranco un pedazo del enemigo para meterlo en mi boca y comerlo. Un poco de probar su cuerpo es lo que necesita mi Omofágea para darme datos útiles en este momento. Mientras mastico vuelvo a ponerme el casco, pues no me gusta estar en misión sin él.

- "Hermano Elyas, sigue buscando la habitación que necesitamos encontrar. No hay tiempo que perder. Mantengamos los ojos abiertos, puede haber más de estas bestias por aquí."

Luego reviso el cadáver que era la trampa. Reviso sus bolsillos además para saber si porta algo que nos sirva. Necesito sanar mis heridas, pero no es el momento y no sé si pueda hacerlo yo mismo.

Tras reventar literalmente al maldito xenos Skold se siente reconfortado, ha conseguido acabar con con un siervo del caos que probablemente hubiese dado cuenta de Lucian, ya muy maltrecho. Su forma de ser hace que se alegre enormemente de la suerte corrida por el apotecario, podría haber sido mucho peor - Podríamos ser uno menos en este momento. No debemos confiarnos, el instinto animal de estas bestias está muy desarrollado por lo que debemos pensar como un animal si queremos anticiparnos y evitar sus trampas. Y en esto tengo ventaja...

Espero que estén bien señoritas, han hecho un trabajo digno de un niño, enhorabuena camaradas - comenta Skold entre risas, no pretende ofender a sus compañeros pero cree que este tipo de palabras servirán para relajar la tensión acumulada segundos antes - Lucian haznos un favor, trata de abrir los ojos la próxima vez. Y tú, rey de la sabana estelar - comenta dirigiéndose a Elyas - espero que ese armatoste de tu puño sirva al menos para aplaudir mi actuación...

Y ahora prosigamos con la búsqueda - dice justo cuando el hermano apotecario introduce la carne del xeno en su boca -¡Pero qué... ¡Por el Trono! Hermano Lucian, suelta eso por el amor del Emperador...puagh! Piensa en la inmundicia que puede contener... Oh!!, vaya ideas... usar tus habilidades de Astartes para tal fin, eres un radical ¿lo sabes? - Skold se gira en redondo, no quiere contemplar el espectáculo - Llámame exquisito, pero tengo mucho aprecio por lo que introduzco en mi organismo. No quiero saber lo que pasó en Marcragge... !Válgame el Trono¡

- Un poco más lento, lobo, y el que te habría aplaudido con esas garras enormes habría sido el genestealer -respondió con simpleza.

No estaba para tonterías; el hermano apotecario estaba en lo cierto cuando decía que tenían que darse prisa. Esas criaturas rara vez actuaban en solitario. Tenían que encontrar la sala con los controles de las defensas cuanto antes. Se puso a analizar el mapa en busca de la habitación.

La carne del tiránido es chiclosa y de un sabor ácido. La textura es muy desagradable y te cuesta masticarlo durante varios minutos. Tu cuerpo absorbe las sustancias vitales de la criatura, y entonces, todo sucede muy rápido. El sabor te trae recuerdos viscerales*, recuerdos de una vida anterior que no viviste. La visión se torna rojiza, con distintos niveles de intensidad, como la de un visor infrarrojo, solo que el ángulo es extraño, pues ves en un ángulo de 180º. Y sientes, también sientes, una enorme consciencia descomunal de la que solo eres una minúscula parte. Una neurona, ni tan siquiera eso.

...rojo... todo es rojo... y se mueve lento...

Gente moviéndose de aquí a allá. Enemigos. Incomprensión. Comida. El goteo del agua. Llamada. Criaturas. Aliados. Compañeros. Comida. Barras huecas de acero. Gorgoteos. Fuego, mucho fuego. Peligro. Madriguera. Fuego. Agua. Madriguera. Seres corpulentos. Enemigos. Muerte.

... y de pronto todo se vuelve negro. Te despiertas mareado, no sabes cuanto tiempo ha pasado, tal vez tan solo unos segundos. Pero notas un ardor claro en el estómago y sabes que tu organismo está luchando contra lo que has ingerido.

Un leve ardor me incomoda un momento después de ingerir la repugnante carne del Genestealer, pero no pasa a mayores gracias a la espectacular resistencia a toxinas que me confieren los implantes otorgados por mi Capítulo. Las visiones recibidas son intensas, sumamente intensas y comienzo a entender de a poco como está funcionando la coordinación psíquica de los invasores.

"La criatura por si misma no es muy inteligente, no más de lo que lo es una bestia intentando sobrevivir. Aquí lo interesante es como se coordina para ser parte de algo mucho mayor y de como, sin saber lo que está haciendo, es capaz de formar parte de un plan maestro que culminará con la invasión completa de este mundo."

Miro a Elyas, quien está analizando el mapa, esperando una respuesta por su parte que sea capaz de guiarnos y darnos el objetivo que necesitamos para cumplir nuestra misión actual y seguir así con nuestro propio plan maestro.

La interpretación del mapa es sencilla y no os lleva más que un par de minutos. Os encontráis en el penúltimo piso, y el último piso del subterráneo, cerrado por una compuerta especial, parece contener tanto las municiones que tanto ansiais como la sala de control de todos los recursos automatizados (luces, compuertas, sistemas de defensa, cámaras etc.).

Por desgracia dicha puerta está cerrada... pero casualmente* el cadáver que os encontráis posee la tarjeta llave adecuada. A buen seguro se trata de un cargo del almacén, aunque eso a estas alturas carece de importancia. Al menos, para él.

Las escaleras de bajada están cerca. Los ascensores más, pero en estos momentos no funcionan.

El hombre arruga la cara:

- No señor. Me temo que carecemos de equipos expertos en cualquier cosa. Mis hombres se parecen más a tropas irregulares que a verdaderos soldados, pero no les faltan ganas ni valor... -calla un momento-... y más con su presencia aquí.

¿Sabe algo de sus compañeros? Están tardando más de lo esperado...

Apenas ha acabado de hablar el sargento cuando percibes movimiento en la lejanía. Un examen más tranquilo te permite ver que se trata de humanos que se dirigen rápidamente hacia vuestra posición. Van bastante desorganizados y se dirigen como una flecha en línea recta hacia vosotros. Emiten ruido de voces, pero es imposible de distinguir. Las palabras se las lleva literalmente el viento.

Elyas registra el cadáver y coge la tarjeta de acceso a la sala del último piso

- Bien, ya estamos cerca. Solo un piso más.

Dicho esto, se dirigió a las escaleras, manteniéndose alerta por si otra criatura saltase de entre las sombras

Escucho la respuesta del Hermano Elyas y asiento a sus palabras al momento que me pongo en camino, encabezando la marcha hacía el nivel inferior. Mientras avanzo mantengo firme mi espada de sierra en la mano derecha y mi pistola bólter en mi mano izquierda, preparado para cualquier emboscada que quisieran darnos. Mantengo mis ojos abiertos, y veo a través de los sistemas de mi casco que amplían mi agudeza visual y auditiva, que junto con mis sentidos desarrollados gracias a mis injertos, me hacen una criatura difícil de sorprender.

Aun así el genestealer me tomó por sorpresa y estuvo a punto de acabarme. Si no fuese porque somos un equipo y mis hermanos están aquí para salvarme, como yo lo estoy para salvarlos a ellos, no habría sobrevivido. Apuro el paso y utilizo la tarjeta que saqué del cadáver del miembro de la FDP asesinado para ingresar y apurar el paso.

Tras su fanfarroneo anterior Skold observa como sus bien adiestrados compañeros realizan concienciudamente el trabajo para el que dedican su vida. Y lo hacen bien no hay duda, pues mientras Skold les observa han inspeccionado el cuerpo, encontrado la llave y estudiado el mapa. En un abrir y cerrar de ojos se encuentran otra vez en marcha, siendo el herido hermano apotecario el que camina al frente con paso decidido. Skold siente verdadera admiración por los dos compañeros que aunque heridos caminan valientemente hacia el último piso subterráneo...

Aguardad hermanos, yo abriré la marcha. Ambos habéis sufrido daños y yo me encuentro sano - Skold se apresura para ponerse al frente de la marcha y continuar avanzando - Entended que no me gustaría tener que volver yo solo hasta la salida superior en caso de que sufrierais un percance... - Skold, debes callarte y estar alerta, estáis haciendo demasiado ruido - Esto...yo...me callo, no quiero alertar a posibles criaturas que puedan andar ocultas por estos lugares y que pudiesen... - ¡¡Skold!! - ¡¡Me callo!!

Apenas nada, sargento, respondió el marine, dirigiendo su mirada hacia algo que le llamó la atención a lo lejos Me han transmitido los planos del complejo, pero no he vuelto a saber nada más de ellos en los últimos minutos.

Aguarde se interrumpió entonces el veterano Angel sangriento, señalando al lugar dónde por fin distinguía algo, un grupo de hombres corriendo hacia ellos en línea recta. O son unos locos suicidas o huyen de algo.

¡Todos a sus puestos de combate! gritó alertando a los guardias imperiales, por si alguno aún no había comprendido la gravedad de la situación. ¡Que nadie dispare si no lo ordeno! 

Sargento, ¿reconoce los uniformes? ¿Pueden ser de los nuestros? preguntó cuando aún estaban algo lejos de su linea de tiro