Partida Rol por web

Kuzlass escucha las palabras de la pequeña hechicera humana con atención. 

—¿Un camino estrecho y poco frecuentado? Quizá sea interesante explorarlo. Si la estatua que buscamos sigue intacta, puede que esté escondida allí. 

La muchacha hizo una mueca con los labios. - Y seguro que por pequeña y bocona me envían a mi primero a inspeccionar las cuevas. - Pensó. Suspiró y agregó. - Pues, si creen que podría ser el camino, será mejor echarle un vistazo. - Y luego se acercó hasta la abertura para intentar mirar u oler dentro. Ni su vista ni su olfato eran tan bueno como el de los trolls pero aún así su curiosidad le imperaba a proseguir e intentarlo.

—No es que Ur tenga miedo de sitios cerrados, je, je, je. Ur se arrastra. Ur va delante, así Ur no taponará a los pequeños si Ur se atasca. Si Kuz cree que Ur puede ganar su perdón, entonces ya Kuz tira de los pies de Ur si Ur no puede salir.

Dicho y hecho. Ur dejó la alabarda que era algo que le podía atascar bien seriamente.

Antes de entrar hizo un serio aviso. ¿Podría ser una broma? No.

—Cuidado con antorchas. No acercar mucho a Ur. Ur estar un poco suelto. Si a Ur se le escapa un pedo, a pequeñajos se les rizan las pestañas.

Dado el tamaño de ese culo, y el de la barrigota, aquello no parecía broma, no. Quizá miro con ojos brillantes al elfo.

—Si te quedas atascado tiraré de ti, Ur-El-Que-Se-Comió-Un-Escarabajo —dijo Kuzlass, con un gruñido. Luego le dio un empujón al gran troll para que avanzara y se dispuso a seguirlo al interior del estrecho túnel.

Al final iríamos por el túnel lateral que había comentado la humana. Los trolls avanzaron primero para ver si podían caber por el angosto túnel y nosotros iríamos detrás. No se me pasaba por alto las miradas que me echaba Ur de vez en cuando, aunque no las hice mucho caso. Al hablar el troll, supe en qué posición me iba a poner.

-"Bien, creo que yo cerraré la marcha del grupo. Iré el último." Dije a lo demás.

Si alguno debía de comerse las ventosidades del troll, que no fuera yo.

   Aunque en un principio, se barajó la posibilidad de tomar el túnel ancho, que medía siete metros de lado a lado, al final se decide a introducirse por la estrecha apertura de un metro y medio. Ur se introduce primero, arrastrándose.

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   Con gran sorpresa, Ur no tiene que arrastrarse más de un par de metros en está ajustada situación. Tras rozar las paredes del agujero, sale a un túnel mayor de unos tres metros de diámetro.

   Es un túnel ligeramente ovalado. En la pared este hay un agujero de un metro y medio por donde vais saliendo, aunque en el caso de Ur, y en menor medida de Kuzlass, casi salen como el corcho del cuello de una botella. El corredor es de dura roca de color marrón (esquisto, con incrustaciones de otros tipos). Aparte del agujero sólo hay dos "salidas" ya que estáis en un túnel podéis tomar la dirección hacia el norte, o la dirección hacia el sur.

   O dar media vuelta y volver por el agujero.

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Kuzlass miró el túnel a un lado y a otro. Probablemente la estrecha abertura por la que se habían colado se había formado a partir de algún tipo de temblor o derrumbamiento. Le hizo una señal a Ur dándole en el hombro y señalando a la derecha. Si seguían el túnel hacia la izquierda probablemente llegaran de nuevo a la zona de la que había venido el hombre escorpión.

—Por allí, Ur-El-Que-Se-Comió-Un-Escarabajo —ordenó, con un gruñido. Después, se puso al lado suyo para cubrir el avance en vanguardia, mientras echaba un vistazo a ver si los humanos y el elfo les seguían.

Ur entrecerró los ojos. Kuz era un patrón muy caprichoso. Primero le otorgaba su perdón, y luego volvía sobre la ofensa. Sin duda aquello encerraba algún tipo de enseñanza en la que tendría que meditar... luego, cuando tuviera tiempo. Ahora, y a falta de trollkin, había que hacer lo que había que hacer.

Miró hacia donde señalaba y avanzó entonces a su señal, y en el orden dispuesto por la antiquísima disciplina troll.

Con las indicaciones de las tal Zashi, inspeccionamos uno de los caminos que nos había indicado, fueron los Troll´s los primero en cruzar el estrecho túnel. Sin escuchar nada que indicase problemas en el interior, empecé a seguirlos, nada mas llegar ya habían decidido por donde seguir nuestra exploración. - Por donde vayáis nos parecerá bien, si abrís la marcha, es justo que elijáis el camino. 

Detrás del misterioso caballero y antes del elfo, Sashi se dispuso a seguir la comitiva por los estrechos túneles. Al llegar vió como ambos trolls habían puesto sus pasos en dirección norte. Asintió para si misma en silencio mostrando conformidad y acompañó la marcha sin hacer ruído a través del nuevo túnel que se abría frente al grupo.

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   El túnel avanza y poco a poco, en una suave curva va girando a la izquierda, es ligeramente ovalado tanto en suelo, paredes y techo. El túnel se curva hacia abajo y hacia el oeste, hay algo que os inquieta en la forma en ese pasillo que termináis de ubicar. En partes del túnel, hay manchas rojizas antiguas, que no podéis sino especular que podrían ser.

   Las paredes van pasando del duro esquito de color marrón a un color verde jaspeado de duro jade, y luego a una consistencia menos dura de color amarillento y leve olor a ácido. El túnel por fin parece terminar, o más bien atravesar, una estancia cuadrada a la que asomáis, los trolls delante.

   - ¡ALTO! -

La Cueva del Altar.

   Está cámara mide seis por seis metros, las paredes son de vetas de jade jaspeado. Por donde entráis en el extremo suroeste está destrozado con un enorme agujero circular, luego el "túnel" por el que os habéis introducido continúa. En el centro de esta caverna resultante hay un altar de piedra.

   Y sobre el altar se alza un fantasma azul con la apariencia de un guerrero que, suspendido sobre la piedra, blande una gran espada.

   - ¡Alto! - repite el espíritu con voz claramente masculina. - ¡Esta es la tumba del Rey y está protegida por la espada de Humakt! -

   Las paredes están cubiertas de frescos de personas efectuando tareas cotidianas (lavando la ropa, sembrando, cazando, etc.) pero con los rostros siempre vueltos hacia la pared.

   - Yo soy la espada de Humakt. Mataré a quien toque este féretro sagrado. -

   - Mi llama mágica abrasará a quien toque al Rey. Derretiré cualquier arma o herramienta que toque mis defensas. -

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El túnel por el que estaban avanzando no le gustaba demasiado a Kuzlass. Olían a ácido, y el ácido solía estar asociado con la presencia del Caos.

Quizá por estar distraído elucubrando sobre las paredes, Kuzlass se sobresaltó al escuchar la llamada de alto. Se volvió hacia el sonido, con el pelo erizado, protegiéndose por el escudo y con la maza en alto. No había oído ningún ruido de respiración o algo que le alertase de la presencia de un enemigo antes de escuchar su voz, y pronto descubrió por qué: era un espíritu el que les hablaba. Probablemente se habría manifestado al acercarse al altar que estaba protegiendo.

Al ver que el espíritu no parecía dispuesto a atacarles si no se movían hacia él, Kuzlass bajó la maza. Un poco.

—Grrrrr —gruñó. Miró de reojo a los humanos, sin dejar de vigilar al espíritu—. ¿Creéis que dentro del féretro estará la estatua que buscamos?

Era poco probable que alguien hubiera metido una estatua allí, pero era la posibilidad de que estuviera allí y pasar de largo era lo único que evitaba que Kuzlass siguiera su camino inmediatamente.

Ugh. Nosotros buscamos dios con cabeza de planta, oh guerrero. ¿Tú sabes algo?

A Ur le daba igual si era un fantasma o no, mientras no traspasara las paredes. Estaba listo para machacarlo si podía, pero también le hablaba con respeto.

Impresionante. - Dijo la muchacha. - Hay un espíritu allí. - Juntó ambas palmas y cerrando los ojos murmuró una plegaria. - Qué tu descanso no sea perturbado joven guerrero. - Luego observó a los trolls asomándose por la pared que daba a la cripta desenterrada. - No creo que esté allí la estatuilla. Toda esta red de túneles parecen ser templos antaño abandonados. Debe haber en algún lugar un recinto olvidado, antiguamente sagrado, donde esté lo que buscamos. - Volvió a observar en dirección al guerrero, y nuevamente juntando sus manos hizo una pequeña reverencia. - No buscamos perturbar la tumba de tu señor, descansa joven alma.

La pequeña hechicera humana estaba casi segura de que la estatua no estaba allí, y Kuzlass asintió al modo humano. Ur estaba tratando de hablar con el espíritu, pero el troll negro dudaba de que le respondiera de un modo coherente: los espíritus de los muertos, sobre todo las débiles almas de los humanos, solían tener una visión muy limitada de lo que sucedía a su alrededor, más allá del ancla que les unía al mundo de los vivos. 

Aún así, el troll negro se relajó visiblemente y esperó a ver si el espíritu respondía a las preguntas de sus compañeros.

De todo lo que podíamos haber encontrado en nuestra expedición, lo peor con mucho eran los espíritus y mas si eran espíritus guardianes o al menos eso me contaron en mi pueblo ... cabezones y vengativos a mas no poder. - No quiero enfrentarme a esa cosa, si hay remedio. Aunque pudiese ser una bravata de la criatura quizás si fuese capaz de realizar las proezas que decía y destruir nuestros instrumentos de batalla.

Tras pasar por el pequeño agujero, llegamos a un túnel que discurría de norte a sur. Fui detrás de todos, enfilando hacia el norte, cuidando la retaguardia; con mi arco preparado. Tras andar unos cuantos metros y varios giros del túnel, llegamos a una sala donde había un altar. Un espíritu nos dio el alto, conminándonos a que no osáramos tocar la tumba de su rey. Varias pinturas decoraban las paredes, frescos que narraban la vida cotidiana de la gente. El susodicho fantasma parecía peligroso, por sus exageradas advertencias... y tal vez fuera así.

-"Sí, yo también creo que la estatua que buscamos no está aquí. Dejemos al espíritu en paz y vayámonos." Les dije a los demás.

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   Tras esperar unos segundos, y como no hacéis amago de avanzar hacia donde está él guardando el altar y el esqueleto que yace sobre el mismo, continua.

   - Soy Azul Espada Ancha, Espada de Humakt y guardián del Rey Varalz. Desde que nació le he protegido, en el amor y en la guerra. Mi padre es un dios, no puedo fallar. Fui amigo del Rey, protector de su salud. El yace aquí, sumergido en místicos viajes para encontrar ayuda contra el caos. Corrían rumores de una invasión, del retorno de Termain Osboropo, y como buen caudillo, corrió en busca de ayuda para su pueblo. Se encontraba ausente cuando llegaron los asaltantes. -

   Mientras habla podéis observar, con algo más de calma ahora, que sobre altar se encuentran unos fragmentos de bronce que cualquiera que haya bregado en tumbas antiguas o ruinas enterradas reconocería como restos pertenecientes a un cofre.

   - Un repugnante gusano penetró en la roca. Lo oímos aproximarse a través de la piedra y nos preparamos para recibirlo. Yo era uno de tantos, y cuando por fin llegó, lo atacamos con todas nuestras fuerzas. Pero aún seguí avanzando cuando mi señor despertó de su sueño para combatirlo. Entonces fue cuando Termain Osboropo mostró que él también había encontrado el nuevo poder de Muerte que mi padre conocía. Termain atacó al Rey Veralz, enviando a su espíritu indefenso a través de los planos sin guía alguna. Yo fui el único superviviente, ligado por los votos que mi padre me había hecho jurar, haciéndome permanecer junto al Rey. Esto es todo lo que queda. No puedo marcharme si no es través de la muerte, y ni aún ella va a liberarme. -

   En la parte inferior de la piedra, hay unas formas esculpidas, pero se han borrado y son irreconocibles por la parte que da al sendero, ahora sabéis que del gusano, por donde habéis venido. Las otras tres caras muestran una misma escena de mujeres que escoltan a un hombre coronado, entre flores y campos de cereales.

   Hay un esqueleto que aún conserva algunos abalorios y harapos, aplastado contra el altar y colgando de él.

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