Partida Rol por web

18 de noviembre de 1984 - 20:35

Calandra regresó a su casa y vio que la fiesta estaba decayendo por momentos. Aunque la música seguía alta, Larry se había quedado dormido en el sofá y roncaba como una morsa. Wylard había ido a cocinar y Craig, encogido y con las manos apretadas entre los muslos, trataba de pasar desapercibido. La llegada del pooka le puso nervioso y trató de saludar y desaparecer al mismo tiempo.

Calandra llegó con el sombrero y la peluca en la mano. Sonrió al invitado y después miró a Larry.

-Tranquilo, cariño, que no muerdo. Hazme un favor, ¿quieres? Búscame algo de beber mientras me quito todo esto. Y despierta a la puta de Larry y dile que se vaya a la cama.

Sin más dilación se metió en su cuarto para quitarse el vestido y limpiarse el maquillaje.

Cuando volvió, Craig estaba poniéndole una copa de vino que le tendió muy inseguramente. Larry se había ido a dormir refunfuñando y Wylard traía consigo una fuente de sandwiches variados.

-Siento haber ocupado tu cama -se disculpó el chico-. Me iré enseguida. Esta noche puedo dormir en el sofá, si no os importa...

Se bebió el vino y le devolvió la copa a Craig para que volviera a llenarla. Ver los sandwiches le hizo darse cuenta del hambre que tenía y empezó a mordisquear uno, rompiendo su norma de no comer nada que hubiese preparado Wylard sin insultarle primero.

Con el sandwich en la mano se sentó en el sitio que había dejado libre Larry y cruzó las piernas.

-No seas tonto. Mira, piensa que somos tus hadas madrinas: Fauna, -se tocó el pecho muy teatralmente, y después señaló a Wylard-, Flora, y la marica borracha esa es Primavera. Menudas hadas madrinas seríamos si te pusiéramos a dormir en un sofá en tu cumpleaños, ¿no te parece?

Aquello consiguió arrancar una risita a Craig, pero se le arrugó la frente al decir:

-Pero no quiero dejarte sin cama...

Se inclinó hacia delante y estiró la mano para pedir una copa.

-¿No te creerás que voy a dormir en este sofá lleno de mierda? Oh, pobrecito. -Sacudió la mano para quitarle importancia al asunto y dio un mordisquito al sandwich-. Bueno, háblanos de Maléfica.

-¿De quién? ¿De mi madre? -preguntó Craig cogiendo un sandwich.

-De quien te haya puesto a la fuga, sí.

Con el orgullo herido, Calandra se levantó para llenarse una copa. Se llevó la botella al sofá y la puso en el suelo, a su alcance.

-Oh. Eh... Bueno, ella... Encontró unas revistas y unos folletos que me habían dado y se puso hecha un basilisco y preferí marcharme. La señora Van Doren, que es mi vecina, no estaba y no sabía a quién acudir... Habría dormido en la calle si no hubiese sido por Wylard. -El humano dio un bocado al sandwich y se sorprendió de lo bueno que estaba.

-Los maricas tenemos que ayudarnos los unos a los otros -dijo Wylard-. Si me hubiesen encontrado a mí a tiempo, no estaría tan perdida...

A Calandra se le escapó el vino que tenía en la boca; tuvo que escupirlo de nuevo en la copa para no duchar al sofá.

-¿Has dicho Van Doren? ¿Van Doren, Lady Látigo? -saltó, interrumpiendo la que seguro iba a ser una historia melodramática e insípida de Wylard.

-¿La conoces? Es mi vecina. A mi madre no le gustaba demasiado, pero al final se hicieron amigas. Ella me recomendó que fuese a Chainges para... hum... bueno, conocer gente.

-¿Que si la conozco? ¡Somos íntimos! -Se puso de pie, incapaz de contener la emoción, y dejó caer el sandwich encima de la mesa de café-. ¿Qué opinas? Si le decimos que te he cuidado bien, ¿me invitaría a unos azotes por cuenta de la casa? -Giró la cabeza para mirarse el trasero, y se dio una palmada, lleno de afan demostrativo-. Estoy necesitado de unos buenos azotes, la verdad.

Mientras que Craig apartaba la mirada y ponía caras, Wylard les interrumpió escupiendo trozos de sandwich.

-¡Pero qué dices! ¡Si te ha azotado medio San Francisco a estas alturas! Deberían haberte hecho miembro honorífico de tu propia ONG: Mamadas sin fronteras. Si el casero nos cobrase en mamadas, igual hasta me parecía útil que fueras tan puta...

-Cállate, tragasables envidioso. A ti lo que te pasa es que nadie te da bola. Ni bola, ni polla, ni nada. Y normal, mira cómo lo estás poniendo todo, so cerda. Si la chupas igual que comes, cariño, claro que no vas a mojar. -Miró a Craig y le señaló la boca de Wylard-. ¡Mira cómo mastica, qué ansia animal! ¡A saber a cuántos pobres desgraciados les ha hecho una avería esta bestia hambrienta de rabos!

Craig dejó escapar una carcajada que intentó evitar poniéndose una mano frente a la boca. Wylard cogió la fuente de los sandwiches y se marchó, ofendido. El chico miró a Calandra como pensando en si lo que acababa de ocurrir había sido real o no.

Se bebió el resto del vino e hizo una reverencia. Le dio la copa a Craig y esta vez, para estar seguros, le señaló enfáticamente la botella que había dejado en el suelo mientras se sentaba a su lado.

-Vas a tener que perdonarle. Se cayó de unas plataformas en el Naughty Cherry y se dio en la cabeza. No ha vuelto a ser el mismo. Aunque entre tú y yo, no es que antes fuera muy espabilado. -Suspiró, conmovido por la tragedia de Dina Myte-. Bueno, cielo, fuiste al Chainges...

-Ehm... Sí, hace un par de semanas -contestó él-. No tenía muy claro nada y la señora Van Doren me dijo que debería salir y probar o algo por el estilo. Conocí un chico, era simpático... Luego me asusté mucho porque creí que podía haberme pegado el bicho, pero un amigo de la señora Van Doren me explicó que no era muy probable. He estado sano desde entonces, así que supongo que estoy bien. Y probablemente no debería haber dicho eso... -Craig se llevó las mano libre a la cara-. Estoy sano, de verdad. Me asusté porque parece que todo el mundo puede pegarte cosas sólo con darte la mano, pero Andrew me dijo que no era así. Ni siquiera tuvimos sexo. O sea, estoy bien.

Ya se estaba sirviendo otra copa, dado que nadie lo hacía por él, pero viendo que Craig la necesitaba más se la puso delante y bebió directamente de la botella. Asintió, comprensivo, y se preguntó si Andrew sería el Andrew que el conocía como Shyam.

-Oh. Es bueno saberlo -se rió, pero inmediatamente se puso serio. Era una bendición tener a alguien a quien aconsejar para no tener que pensar en lo que se le venía encima. Le acarició la mejilla en un gesto más maternal que seductor-. Pero eh, estás bien, ¿no? Y Van Doren puede pisarle los huevos a cualquiera que te lo haga pasar mal, y luego cobrarles. Lo que hubiera dado yo por eso. Hubiera matado a mi madre por una Van Doren, y a mi abuela de propina. Mientras tú estés bien...

Craig se rió.

-¿De qué conoces a la señora Van Doren?