Partida Rol por web

Nadim asintió

No te atormentes más, nadie va a echarte en cara que seáis de la misma Casa. Quizás ha sido el Ensueño el que ha puesto todas esas ideas en su mente, quién sabe. Aunque imagino que pedirte que le des una segunda oportunidad es como pedirle peras a un olmo

Sonrió, consciente de que, como Fiona que era, sus palabras probablemente caerían en saco roto

-Si quieres ayudarle puedes saltar del avión. Yo no voy a detenerte.

Nadim alzó las manos en tono conciliador. Sin embargo, en su rostro se pudo adivinar que aquellas palabras le habían sentado mal

Tranquilo, no tengo interés en defenderle. Es solo que...

Se calló, sin saber como terminar la frase

Shyam se quedó a la espera, pero al ver que no terminaba la frase volvió a mirar al frente.

Nadim no dijo nada más. Aunque le miraba de vez en cuando, no volvió a intentar hablar con Shyam

Entre Nadim y Shyam tuvo lugar el siguiente intercambio:

-Shyam... Cuando el sidhe le miró dio un respingo, pero no apartó la mirada ¿Estás bien? ¿Quieres hablarlo?

-¿Hablar de qué? ¿De Silveth?

-Sí. Parecías alterado antes. Sé que tampoco es que fuera tu amigo ni nada por el estilo, pero...

-Me da vergüenza decir que pertenezco a su mismo linaje y, más aún, a su misma casa. Antes era una persona de honor, alguien que se merecía mi respeto. No lo quiero a mi lado, y mucho menos lo quiero al lado de las personas que me importan.

-No te atormentes más, nadie va a echarte en cara que seáis de la misma Casa. Quizás ha sido el Ensueño el que ha puesto todas esas ideas en su mente, quién sabe. Aunque imagino que pedirte que le des una segunda oportunidad es como pedirle peras a un olmo

-Tranquilo, no tengo interés en defenderle. Es solo que...

-Si quieres ayudarle puedes saltar del avión. Yo no voy a detenerte.

Calandra se encontró el sujetador al deslizarse dentro del asiento y, no encontrando a nadie a quien pudiera pertenecer, lo tiró del avión mientras alzaban el vuelo. Después se encogió para seguir quejándose de su pierna quemada, incapaz de disfrutar del viaje.

El viaje prosiguió sin más dragones ni criaturas homicidas. Aunque en avión hacían el camino diez veces más rápido, tardaron día y medio en llegar al siguiente Paso. Habían contemplado cientos de paisajes imposibles allí abajo y hasta habían visto los Flirchis cambiantes azotarlos, trocando las junglas en glaciares y las montañas en cañones. El ojo atento de Damara había permanecido fijo en la Senda de Plata, abajo, y los eshu no tuvieron problema en guiar a Amelia. Cuando descendió, al anochecer, hicieron campamento en el pico truncado de una montaña de barquillo y helado, junto al río de chocolate caliente que fluía como un volcán. Estaba tan bueno que era difícil dejar de comerlo, y untado en esquirlas de galleta era un manjar.

Bajo las alas del avión no era difícil dormir y por suerte no llamaron la atención de ninguna otra criatura, de modo que se levantaron descansados y preparados para otra jornada de viaje. Hacia el mediodía, Amelia descendió de nuevo y les señaló el camino para pasar al otro lado. Ella les aseguró que les esperaría dos días más en los alrededores por si conseguían volver a tiempo para que les devolviese al Paso del Ensueño Próximo. Les deseó suerte y despidió con la mano mientras subían la intrincada senda que comunicaba con el Paso...

No podía decir que me desagradase la situación. En su momento fui un gran guerrero, líder de soldados. No llegaría allí por mera fortuna. Desde el accidente de mi crisálida, nunca había hecho nada por mi mismo, siempre dependiente de otros. Encontraría mi propia dosis del agua de la vida, mi propia curación. Haría mi ida y mi vuelta, por mis propios medios. necesitaba demostrarme a mi mismo que no era una carga. Además, habría un par de bocas a las que podría callar. Sonrío satisfecho.

Silveth siguió caminando incansable hasta el cadáver del dragón envuelto en raíces y ramas. Le habían apuñalado en los ojos y en diversas partes del cuerpo, allá donde las escamas mostraban algo de carne blanda. Mientras observaba tamaña belleza destruida, el dragón exhaló un aliento ardiente y abrió el ojo que le quedaba.

-Ah... Kithain... No esperaba de los nobles sidhe que se regodeasen en la muerte de otros -dijo el dragón con voz grave y moribunda.

Me había acercado a la poderosa quimera pensando en sacar de ella carne, piel, hueso y sangre. Serían materiales útiles para la creación de quimeras inertes. Pero no esperaba que el espectáculo fuera tan dantesco. Creía que su muerte habría sido más digna, más noble, como le correspondía a tamaña criatura.

Al llegar, se mueve y exhala una llama, lo que me sobresalta. Pero el asombro se convierte en tristeza (y tan solo asombro, que no miedo, soy un Fiona al fin y al cabo) cuando su gutural y profunda voz suena en la llanura. Tan profunda es la pena de ver a tan magnifica criatura perecer que las lágrimas inundan mis ojos y se desbordan surcando mis mejillas, apartando la arena a su paso y marcando el camino del reguero sobre mi piel.

-¿Como me voy a poder burlar de la muerte de un ser que encarna el ensueño? Poderoso y majestuoso. Tu raza es la más cercana a los sidhe dentro de las quimeras. Tu sufrimiento me duele tanto como el de un hermano. Esos changeling, no saben respetar la belleza del Ensueño, y es normal, puesto que la temen, incluso aquél que entre ellos la encarna.

Camine rodeándolo, dejándole ver que no portaba armas, evaluando las heridas, contemplando las escamas se acoplaban unas sobre otras formando una coraza flexible más poderosa que la que cualquier Troll podría amartillar. Sobre todo me preguntaba si mi teoría sobre su relación con la aviadora sería cierta y por tanto el dragón estaría bajo los efectos de un Geas.

-Te voy a curar, hermano mío, pero necesito que hagas algo para mí. ¿Me llevarás con tus alas al destino que deseo alcanzar?.-Digo mientras me acerco a su cabeza y apoyo las manos en su quijada, notando el calor que emana de su cuerpo y su aliento. Apoyando los labios entre las aletas de su nariz, con un beso dejo fluir el Glamour que portaba conmigo, haciendo que le inunde y se extienda con el fluir de su sangre. Reparando los huesos, tejiendo los músculos, sellando la piel herida.

-Si con ello recupero la vista y escapo de esta prisión -dijo el dragón-, te llevaré donde quieras.

La infusión de Glamour hizo crecer la carne y el hueso allá donde no había. Las escamas recobraron el brillo y los ojos la visión. Majestuoso de nuevo, un prodigio de plata y fuego, el dragón cortó las raíces con las alas y los dientes y se inclinó para que Silveth se subiese sobre su lomo.

-Agárrate fuerte, noble señor: mi vuelo no es apropiado para pasajeros flojos.

Y, diciendo esto, el dragón se elevó tan rápido como una centella.

Agarrado a las escamas de su cuello, y notando la poderosa musculatura bajo mis piernas, me siento a ahorcajadas teniendo por límite sus omóplatos. Pego mi cuerpo al suyo para ofrecer la menor resistencia posible al aire, no quería ser derribado por la imprudencia de mirar. 

Intento hablar, pero el viento se lleva mis palabras y mi aliento, estaba demasiado centrado en sostenerme como para hacer algo más. Pero cuando al tomar altura su vuelo deja de ser perpendicular a la tierra y la propia gravedad me hace estar apoyado contra su escamosa piel consigo tomar aire para comunicarme con él.

-Deseo encontrar las aguas de la vida.-grito para que la corriente no ahogue el sonido.- Hay que seguir la senda de plata.

Había tantas cosas de las que quería hablar con él, pero tan magnifica criatura no podía tener interés alguno en una Fae sin título, un don nadie sin poder, más allá de saldar su deuda por haberle devuelto la salud.