Partida Rol por web

Lunes, 19 de noviembre de 1984 - 19:45

Damara y Calandra habían llegado a casa del segundo y el ambiente estaba mucho menos animado que antes. Ni Larry ni Wylard se encontraban en casa; según Craig, tenían un encargo con el jefe del club, algo que podía ir desde un ensayo hasta una orgía de lo más turbia. También, al parecer, habían dejado un mensaje para el pooka: o empezaba a pensar en presentarse a las actuaciones o podía dejar de cobrar. O de ser tenido en cuenta en el futuro.

Craig había limpiado la casa casi hasta el punto de hacerla irreconocible. Cuando llegaron, la capa de polvo sobre la repisa de la chimenea falsa ya no estaba. Por debajo tenía un bonito color madera. Quién lo diría.

Con todo lo de Stevron y el feudo Calandra se había olvidado completamente de que tenía que comer para vivir. Le dio las gracias a Craig por limpiar la casa y le dijo que se preparase, que iban a salir.

-Este es Diana. ¿A que parecen de verdad? -preguntó, señalando en la dirección general de los pechos de Damara-. Éste es Craig. Es el hijo secreto de Van Doren o algo así. ¿Has visto qué guapo? ¡Y limpia!

Acto seguido saltó dentro de su habitación para meter unos cuantos complementos en una bolsa de papel. Encontró un gran silbato rosa y una mochila de Dina para que Damara pudiera guardar el libro, y volvió al salón en menos de un minuto y medio. Le dio el silbato a Craig y la mochila a Damara.

-Toma, cielo. Si alguien te mete mano dale al silbato y acudiré a tu rescate. Ahora vámonos o mamá va a acabar en la calle otra vez.

-...¿Qué? -preguntó Craig con su habitual desconcierto-. ¿A dónde vamos? ¿Para qué es el silbato? Hola, Diana...

-Por si alguien te mete mano -aclaró Damara en un susurro con el rostro totalmente inexpresivo-. Encantada de verte de nuevo. ¿No hay nada para mí por si eso pasa? -dijo colgándose la mochila y volviéndose hacia Calandra-. Pasa mucho desde que el cirujano se dio tanta maña -dijo levantando una ceja y apuntando mentalmente preguntar sobre aquello del hijo secreto de Van Doren.

Les condujo fuera del apartamento y les enfiló hacia el Naughty Cherry.

-Tú no lo necesitas, cielo. Va a estar a reventar de maricas, y tú eres demasiado mujer para cualquiera, imagínate para todas esas locas. De todos modos puedes considerarme tu princesa de brillante armadura: alejaré de ti a todos los moscones que me pidas. Igual hasta me quedo alguno -añadió, y le guiñó un ojo a Craig.

El Naughty Cherry era un club del Castro donde solía haber espectáculos variados los fines de semana, y algunas noches laborables también. Aquel día había un espectáculo de variedades que había conseguido llenar el aforo hasta la mitad. Nada mal para un lunes.

No había mesas libres, pero encontraron sitio en la barra. La música y las voces de los cantantes sonaba algo distorsionada y atronadora. Resultaba algo molesto.

Craig pidió una cerveza y se apoyó en la barra para ver el espectáculo con ojos brillantes. Tanto Calandra como Damara pudieron sentir en él la semilla del Glamour que podía crecer, como la de un niño que empieza a aventurarse por el mundo. Llevaba el silbato colgado al cuello y lo toqueteaba distraído mientras sostenía la cerveza en la otra mano. Parecía contento.

Calandra saludó al camarero y le hizo un cumplido por su peluca. No pidió nada, dado que no tenía dinero para pagarlo y dudaba que a los jefes les gustara que además de no presentarse al trabajo gorroneara bebidas.

Se estiró en el taburete y buscó a Taboo y a Wy con la mirada.

-¿Y bien? ¿Ves algo que te guste? -preguntó sin dejar muy claro a cuál de los dos.

-Sí -dijo ella, mirando hacia la puerta con aire melancólico. Había demasiada gente y demasiado ruido. Aún así se encaramó al taburete y le pasó un billete a Calandra, preparándose para lo peor-. Pide tres de lo que toméis vosotros.

Calandra le dio las gracias con un beso en la mejilla y se volvió para pedir tres bebidas a base de licores de frutas, sombrilla y guinda.

-Sí, ¿eh? Venga, vamos a ver. Estoy seguro de que puedo encontrarte algún hetero por aquí. O por lo menos alguno al que no le importe mucho dónde la mete.

Deslizó dos de las bebidas por la barra hacia Damara y se quedó con una, de la que dio un sorbo mientras oteaba el local en busca de un pretendiente para Damara.

Craig bailaba disimuladamente con el trasero pegado a la barra y sin soltar la bebida. Volvió la cabeza con una sonrisa tierna, les guiñó un ojo y siguió mirando el espectáculo.

-No me busques a nadie, se irá solo a casa... -dijo dándole un trago a su bebida.

Con cierto esfuerzo apartó la mirada de Craig y se volvió hacia Damara con una sonrisa bobalicona dibujada en los labios.

-¿Oh? Bueno, seguro que puedo encontrarte alguna chica que te de cariño, entonces. Aunque tendríamos que ir a otro bar. Sabes, siempre me había preguntado de qué palo ibas...

-N-no... no es eso... -dijo agarrándose a la copa como si fuera un escudo y orientándolo en dirección a Calandra.

Calandra dejó la copa en la barra y giró el taburete para mirar de frente a la sluagh, olvidándose momentáneamente de Craig.

-¿Ah, noooo? ¿Y entonces qué es? Vamos, vamos, no me obligues a emborracharte, que te recuerdo que estás pagando tú las copas.

-No estoy interesada en encontrar a nadie, hombre o mujer. No busco pareja y si buscara ya sabría donde buscar... -miró a otro lado, como si de repente le interesara muchísimo el espectáculo-. ¿No ibas a buscar a alguien para Craig?

Aquellas palabras le sonaban extrañas a Calandra, y un poco sacrílegas. Obvió el comentario sobre Craig porque ya le había encontrado a alguien y porque acababa de oír algo mucho más interesante.

-Ah, no, no. No me cambies de tema. Y no hagas como si no me oyeras, que sé que los sluaghs podéis oír la meada de una mosca a cien metros de distancia. ¿Qué es eso de que ya sabes dónde buscar?

-Pues eso mismo. Si buscara pareja ya habría alguien con quien podría establecer una relación posiblemente satisfactoria -dijo volviendo a beber de su copa e intentando ignorar lo mucho o poco satisfactoria que sería la susodicha relación-. Pero no quiero una relación ni con ella ni con nadie... así que nada.

-Ella, ¿eh? Nos acercamos a una confesión completa. Vengaaaaaa, me lo puedes contar, somos amigos, ¿no? ¿La conozco? -frunció el ceño-. ¿Es Van Doren? Dime que no es Van Doren, por favor.

-No es... ¡claro que no es Van Doren! -dijo plantando la bebida en la barra-. No la conoces, ella no tiene nada que ver con el feudo, por lo cual es doblemente mala idea. Triplemente. O más. Es una buena amiga, eso es todo.