Partida Rol por web

Domingo, 2 de diciembre de 1984 - 12:15

Donde antes había estado la sala de audiencias en la que el feudo al completo se reuní apara discutir los problemas del feudo había ahora muebles tapados con sábanas y una capa de polvo considerable que, sin las atenciones de Bernadette, había terminado por establecerse y engordar.

Calandra, que sería el señor, se sentaba en un sillón de orejas. Van Doren ocupaba el sofá junto a Eddie, que al igual que Shyam parecía resacoso. Glenn, rabiando y murmurando por la presencia del redcap en la sala, apretaba su arma con un puño tan grande como la cabeza de la pooka. Pero había dado su palabra de que aceptaría su ayuda sin matarlo mientras pelease para recuperar el feudo, aunque no dejaba de murmurar las cosas horribles que había hecho. Eddie, por otro lado, sonreía con orgullo a cada nueva hazaña recordada.

Meredith se levantó.

-Os he reunido aquí para recopilar toda la información con la que contamos acerca del paradero de Rob. Presumiblemente, tendrá la antorcha con el fuego del hogar y la lanza robada del tesoro de la Baronía. Nosotros hemos recuperado los pendones y el resto del tesoro. -Señaló a su espalda, donde colgaba el estandarte de la Mansión del Polvo-. Debemos dar al sátiro su merecido y recuperar lo que es nuestro. Eso es lo más importante.

Los amigos de Rob no han soltado aún dónde puede estar, pero sabe moverse por el Ensueño con cierta soltura y podría ser imposible encontrarlo. ¿Qué podéis aportar vosotros?

-Yo lucharé con y por vosotros hasta mi muerte. Debemos entregar a Rob a la justicia. Pero... Mi señor Calandra -El troll se arrodilló, y aún quedó por encima del escuálido pooka-. Quiero juraros lealtad como caballero. Es todo lo que siempre he querido, ser vuestro... bueno, ser el caballero de algún señor.

Eddie se rascó un lado de la cara. Tenía los ojos más vidriosos que de costumbre y cuando había ruidos fuertes encogía los hombros. Sostenía la mano de Van Doren en la suya.

-Yo tengo pasta. Más que todos vosotros juntos, por cierto. Si puedo haceros más fácil la búsqueda con dinero, pedídmelo. Eso sí, si descubro que estáis usándolo para vuestros propios intereses os abriré la cabeza como un melón con uno de estos -Se tocó el mango del machete-. Que conste que sólo estoy en esto por Van Doren, lo que me recuerda que... Puto marica, si vuelves a insultarla voy a follarte con una hoja de metal de veinte centímetros. Adivina cuántas pollas te van a caber a la vez después de eso. -Cuando Glenn aulló una maldición, Eddie repuso una sonrisa afilada-. Pero de buen rollo.

Calandra se encogió en su sillón y se encaramó a uno de los brazos del sillón, claramente incómodo con la idea de ser penetrado con un machete. Hizo un gesto displicente con el brazo en dirección al redcap.

-Vale, primero de todo. Eddie, tesoro, no tengo ni idea de qué estás hablando. Me moriría antes de decir una mala palabra sobre Van Doren. Segundo, Glenn, qué coño haces. Levántate, anda, que me voy a pensar lo que no es. Y escucha a Meredith. Lo primero es lo primero. ¿Cómo encontramos a Rob?

Shyam no era el genio de las ideas. Él encajaba más en el estereotipo de blandir un arma valerosamente y morir con honor, así que se mantuvo hundido en el asiento ligeramente ausente.

-Yo puedo ayudar si se trata del Ensueño. Pero primero necesito una dirección por la que moverme -comentó, aunque no era nada nuevo que no supieran ya de él.

Van Doren tenía al lado al redcap, y había estirado la mano para coger la suya y apretarla. La pooka entornó los ojos y omitió la aportación de Calandra para dirigirse a Meredith.

-Yo podría intentar consultar el horóscopo de nuevo para ver que nos depara a cada uno este mes, pero no se si funcionará. No se hasta que punto sabe esquivarme el tal Rob.

Garin emergió de alguna parte.

-Yo puedo ayudaros a encontrar a Rob.

El sluagh tenía una pinta bastante siniestra, y no sólo por la naturaleza propia de su especie. Parecía más encogido sobre sí mismo, más delgado, más desgraciado.

Meredith miró a Garin como si estuviese contemplando una mosca moribunda, con una mezcla de asco y desprecio.

-¿Cómo sabemos que no es una trampa? ¿Crees que apareciendo de la nada y diciendo eso borrarás todo lo que has hecho hasta ahora?

Garin frunció los labios y posó la mirada en Calandra.

-Ya nos ha estado ayudando, Meredith, no seas así. Dinos, Garin.

-Va a reuniones de enfermos los lunes y los jueves. Me lo he topado ya dos veces. Está en el centro. Se disfraza para ir, pero cualquiera con ojos se daría cuenta de quién es -susurró.

-Perfecto, ¿no? Lo único que tenemos que hacer es esperar para que caiga en nuestra red. Es una pena no poder cogerle antes, pero no todos los días se alinean los astros. Es lo mejor que tenemos, dama Meredith.

-Habrá que preparar la red, entonces. No podemos sencillamente entrar y llevárnoslo, pero si intenta escapar puedo intentar competir con él a la carrera.

-Delante de los mortales poco se puede hacer -dijo Meredith-. ¿Y si le tendemos una trampa dentro? Podríamos convencerles de que la reunión se ha retrasado para que no vayan...

Calandra dudaba mucho que pudieran darle caza a un sátiro a la carrera, de modo que se inclinaba por la trampa. No sonaba complicado.

-Muy bien, ¿cómo hacemos eso? ¿Ponemos un cartel, o...? Espera, Shyam, ¿tú no estabas metido en esos rollos? ¿Hay alguien a quien puedas llamar?

-Si es el mismo grupo al que yo iba, sí. Claro. Puedo inventarme alguna excusa para que me ayuden con esto.

-Podrías convencer a alguien para que le pidiera que se quedase después de la sesión. ¿No conoceréis a su hada madrina, no?

-Sí, eso suena plausible. Me acercaré más tarde a hablar con ellos para pillarle cuanto antes.

-Entonces está decidido. Eso es lo que haremos -dijo Meredith-. Estad preparados para lo peor. Quizá tengamos que usar fuerza letal.