Partida Rol por web

Aunque hacia demasiado tiempo que no visitaba la casa de su padre, su mente divagaba entre los recuerdos vividos tras las cuatro paredes. Él y su hermano jugando mientras su padre se encargaba del negocio, o su madre regañándolos por hacer trastadas de niños, un clásico que se vivía en todas las familias.

Ahora el lugar estaba totalmente cambiado, dejando que el paso del tiempo quebrara esos bonitos momentos a base de hiedras y raíces, como si llevaran no años, sino siglos deshabitada. Bajó la mirada hacia el suelo, antes madera de cedro que se había teñido de un oscuro preocupante por las capas de polvo que tenía, desplazando un pie sobre ello para ver lo que antes era el color.

Con las manos en los bolsillos y la mirada perdida en cada rincón, no fue consciente de que se había quedado anonadado hasta que escuchó el grito de Knox, alzando el rostro mientras caminaba con la parsimonia tranquilidad de aquél que está recreándose en cada paso. ¿Dónde estás, padre? – Por costumbre fue a apoyarse en la barandilla de las escaleras, pero la suciedad y las bacterias que pudieran haber con el simple contacto hizo que cambiara de idea, manteniendo especial cuidado en ascender escalón por escalón.

Antes de dirigirse al despacho quería inspeccionar levemente por su cuenta, cogiendo un pañuelo blanco con sus iniciales grabadas en una de las esquinas para ponerla sobre el picaporte de la puerta del cuarto y abrirla, evitando así cualquier tipo de contacto. La habitación, como el resto del hogar, parecía una selva. Dudaba que hubiera siquiera cualquier tipo de actividad reciente aunque, para asegurarse, intentó abrir los cajones o armarios si las enredaderas lo permitían, aunque apenas podía caminar sin tener que saltar algunas de ellas.

Desistió de la habitación, cerrando la puerta con el mismo procedimiento y sacudiendo el pañuelo después para quitarle el polvo, doblándolo en un cuadrado perfecto para guardarlo en su bolsillo interior de la chaqueta.

Se acercó al despacho y se mantuvo en el marco de la puerta, comprobando qué es lo que pasaba en el interior, carraspeando una única vez para que supieran que estaba ahí. No sabía por qué estaban intentando mover una estantería y, aunque eso terminara por destrozar el despacho de su padre, no hizo comentario alguno al dudar que pudiera quejarse de un par de libros caídos teniendo en cuenta el estado de la casa.

- ¿Novedades?

Cleveland tiró de la estatua de Anubis para cogerla y observarla más de cerca y en cuanto lo hizo, se dio cuenta de que estaba unida a través de un cable a algún tipo de dispositivo... que se accionó automáticamente.

¡Click!

La puerta que estaba cerrada, se abrió.

Kenneth se acercó a su hermano, con cara de circunstancias. No habían perdido a un cliente, ni a un amigo: Habían perdido a un padre, por fría que hubiera podido ser la relación entre ellos, y si en algún momento había sido necesario apoyarse el uno en el otro, era entonces. En ese caso, sin embargo, no era sólo apoyo lo que lo llevaba hasta él: Según estuvo delante le extendió la pila de fotos, aunque sin mucha esperanza.

- No creo que ninguno de estos te suene, ¿Verdad? - Preguntó, mirando una vez más él mismo la fotografía donde aparecía con aquellos cuatro hombres -.

Quizá lo que más dolía era pensar que quizá esa fotografía, cuyo contexto e integrantes desconocían, sería el último y más reciente recuerdo de su padre. Su última marca en el mundo, la última prueba física y tangible por los sentidos. Bufó y negó con la cabeza. No. No podía perder la esperanza tan rápido.

Aunque tampoco podía dejarse llevar por ella. Era todo tan raro...

Las elucubraciones se rompieron de raíz cuando, de pronto, la puerta cedió por sí sola. Parpadeando, se giró para acercarse mientras preguntaba.

- ¿Cómo lo habéis conseguido?

Y no dudó: Buscando la aprobación del resto durante un momento, intentó asomarse para ver qué había al otro lado.

La puerta se abre y da a una habitación de espacio reducido en la que hay libros y documentos. Es como una especie de despacho o biblioteca secreta. Una bombilla desnuda cuelga del techo. y todo está lleno de polvo. Hay un escritorio con tapa corrediza y una silla de madera.

En las paredes hay dos retratos de Roger y Kenneth de cuando eran pequeños.

Veo como la puerta se abre tras la intervención del señor Cleveland, el Señor Kenneth se acerca  a la recién accesible sala con intención de echar un ojo, mi aun me asaltan las dudas de porque Thomas tiene una habitación secreta en su despecho espero que lo que encontramos dentro nos saque de dudas, hasta el momento todo son interrogantes y ninguna respuesta, por lo que se ve la estancia es reducida y solo cabe una persona - Adelante señores entremos a ver que descubrimos, si no les importa ire  yo primero a ver si puedo detectar algo en el escenario sin modificar, seria bueno que entraramos todos de uno en uno, quizas haya detalles que solo a alguno de nosotros le llamen la atencion- digo llevado por la necesidad de saber que pasa en aquel sitio.

Miras a tu alrededor. Es un lugar que se te antoja incómodo, pero también íntimo, personal, en donde sin duda, Thomas Fell podría haber trabajado aislado del resto del mundo.

Cuando abres el escritorio encuentras su diario...

En él hay información que no acabas de comprender del todo, hasta que llegas a una serie de fotografías y anotaciones personales que tienen que ver con sus compañeros de viaje.

• Franco Gruber: Arqueólogo alemán especializado en escultura inca; ha estado en Perú en diecisiete excavaciones. Su inglés es pobre.
• Jules Farquarson: Experto en transporte y viaje francocanadiense con contactos por toda Sudamérica.
• Wu Han: Montañero y cavador a sueldo chino. Trabaja barato a cambio de su oportunidad en los Andes.
• James Kellerman: Cazador deportivo, trampero y explorador americano. “Entre ese bigote en forma de manillar y el revólver que siempre lleva, pensarías que era un vaquero”.

Tras entrar en la estancia y observar lo bien llena de polvo que esta ,no me cabe duda de que Thomas no le da uso desde hace demasiado tiempo, quizás antes de que esa extraña vegetación asole la casa, pero por desgracia es algo difícil de comprobar, examinado los cajones del escritorio con cuidado, encuentro el diario de Thomas, pese a que no me gusta ahondar en los pensamientos privados de mi amigo, dada la situación empiezo  indagar en él, hay anotaciones que se escapan a mis conocimientos pero he encontrado algunos datos que podría ser importantes, así que salgo de la estancia con el diario en la mano.
-He encontrado el diario de Thomas, no entiendo muchas de las anotaciones técnicas de lo que he leído por encima quizás a medida que entran quieran examinarlo ustedes también, yo lo que he sacado en limpio viendo unas fotografías del interior y unas anotaciones breves, es la identidad de los compañeros de Thomas, que cita de la siguiente manera:

• Franco Gruber: Arqueólogo alemán especializado en escultura inca; ha estado en Perú en diecisiete excavaciones. Su inglés es pobre.
• Jules Farquarson: Experto en transporte y viaje francocanadiense con contactos por toda Sudamérica.
• Wu Han: Montañero y cavador a sueldo chino. Trabaja barato a cambio de su oportunidad en los Andes.
• James Kellerman: Cazador deportivo, trampero y explorador americano. “Entre ese bigote en forma de manillar y el revólver que siempre lleva, pensarías que era un vaquero”.

 

Al acabar de investigar la casa si no logramos descubrir nada de Thomas, movere mis Hilos a ver que puedo averiguar algo sobre ellos- termino diciendo esperando a ver que pueden sacar en limpio mis acompañantes de aquel diario,

Vaya golpe de suerte. Parece que el bueno de Anubis guardaba un secreto. Al abrirse la puerta, el señor Wright entra en la pequeña habitación y sale, al poco rato con el diario de Thomas.

- Así que esos iban a ser sus compañeros de expedición. Thomas estaba preparando algo, una expedición que le tenía absorto. Me había convencido para que le ayudara con la financiación, pero no sabía nada más…hasta hoy. Creo que deberíamos ponernos en contacto con alguno de estos caballeros.

- ¡Vaya, muy interesante! - Afirmó Konx al escuchar lo que el señor Wrigth acababa de encontrar. 

Le sonaba alguno de aquellos nombres, pero no sabía a ciencia cierta si los conocía, había leído algo suyo o simplemente no los conocía de nada y aquella familiaridad no era más que una broma de su subconsciente. En cuanto pudo se hizo de nuevo con la fotografía y releyó los nombres tratando de recordar si realmente conocía a alguno o si en cambio se lo había imaginado.

- Como ve, señor Cleveland... - Se dirigió entonces al mecenas. - ...no tengo nada que ver con esta expedición. No espero sus disculpas por el brusco modo en que se me presentó al llegar a la residencia de mi buen amigo, pero sí espero que no se repita. - Y dicho esto se propuso introducirse en la estancia secreta por tal de inspeccionarla y sacar algo en claro que se le hubiera podido escapar al señor Wrigth.

La biblioteca "secreta" es todo un compendio de libros de ocultismo completamente desconocidos para ti. Los Manuscritos Pnakóticos, El Pueblo del Monolito, La vida como un Dios... todos ellos, rarísimos. De hecho, al examinar este último, te das cuenta de que la cubierta está hecha con un tipo de piel especial... muy parecida a la piel humana.

Pero aparte de eso, no ves nada más de interés.

Esperó a que alguien le explicará qué habían encontrado o las noticias que podría haberse perdido mientras estaba en otra casa, comprobando que estaban ocupados siguiendo el hilo del misterio en el que estaban envueltos. Iba a volver a preguntar cuando su hermano se acercó con una fotografía, cogiéndola y mirando fijamente la cara de todos los hombres.

Reconocía a su padre aunque estaba cambiado. No recordaba la última vez que lo vio y eso, en estos momentos, le reconcomía la mente, ¿por qué esperar tanto tiempo a recuperar el contacto? – No, no los conozco.- No le sonaba la cara de ninguno, eso o su memoria no le permitía reconocerlos.

Mientras el resto seguía investigando, Roger volteó la foto para desengancharla del marco y sacarla, queriendo comprobar si tras la imagen había algún tipo de inscripción que pudiera ayudarlos.

Escuchó una puerta abrirse a una especie de habitación secreta la cual desconocía. Había pasado tanto tiempo en esa casa, recorriendo los eternos pasillos, que saber de la existencia de otra zona oculta se le hacía casi imposible. A través del recodo pudo ver brevemente el interior, fijándose sobre todo en los retratos que colgaban las paredes.

Quería entrar para descubrir qué había dentro pero se adelantaron, aprovechando esos momentos para acercarse a Norman Wright.

¿Dónde encontró el diario? ¿Puedo verlo? – Tendió su mano, esperando así encontrar algo dentro que pudiera ayudarlos.

Knox salió del minúsculo despacho del su amigo. Su cara era de horror, pues lo que había encontrado allí dentro, lejos de aportarle nada en claro acerca del paradero de Thomas, le daba escalofríos. Libros sobre ocultismo era lo que esperaba encontrar en un lugar como aquel conociendo como conocías a Thomas Fell, pero... ¿Encuadernados en piel posiblemente humana? No, eso no lo esperaba.

- ¿Les importa que fume? - Dijo dando por hecho que nadie se opondría y sacando un pitillo para encenderlo de forma inmediata. Una vez dio la primera calada ya estaba preparado para desvelar lo que había encontrado. - Allí dentro hay libros muy extraños. Libros sobre ocultismo y materias esotéricas. Hay uno que me repulsa especialmente. - Dio una profunda calda a su cigarrillo. - Creo que está forrado con piel... - Hizo una pausa, pues no se creía lo que tenía que decir. - ...parece piel humana. - Miró entonces a Roger. - Pase usted. Husmee lo que desee. Igual encuentra algo que yo pasé por alto... - Le dijo mientras volvía a ponerse el cigarro entre los labios.

Con las descripciones del diario a un lado y la fotografía a otro, realmente no era muy díficil deducir quién era quién, pero mientras estuvieramos en la casa no tenía por claro que fuera a ser de gran ayuda. Se llevó una mano a la nuca, cerrando los ojos y dándo unas cuantas vueltas a la situación.

- Si entrar en contacto con ellos fuera una posibilidad no tengo duda de que haría encontrar una salida a este entuerto una empresa más sencilla, pero, visto lo visto, no me terminaría de extrañar que ellos, como mi padre, estén en paradero desconocido - Había algo de amargura en su voz, y no tardó en reprenderse a sí mismo por ello. Tenía que mantenerse positivo, por díficil que fuera - Señor Cleveland, ¿Hace cuánto ocurrió eso? ¿Cuando financió la expedición de mi padre?

Giró la cabeza hacia Makepeace cuando lo escuchó, perdiendo un poco de color en la piel. Aunque había esperado lo mejor, se había preparado para lo peor: Que el fin hubiera alcanzado a su padre. Pero en su lugar, lo único que había visto era lo equivocado que estaba. ¿Expediciones buscando Dios-sabe-qué? ¿Habitaciones secretas? ¿Libros encuadernados con piel humana? Se le revolvía el estómago.

- Disculpadme un momento - Pronunció apresuradamente al tiempo que salía del despacho, necesitando un momento de soledad para respirar.

Fuera, cerró los ojos. Todavía esperaba despertar en algún momento, y que toda la situación fuera poco más que una pesadilla. ¿Había sido siempre así su padre? ¿O era él el culpable? ¿Había sido la decepción en su hijo el que lo había llevago a las garras del ocultismo, de la locura?

Volvió a abrirlos. Lo averiguaría. No sabía cómo, pero lo haría. Miró hacia el despacho, pero en lugar de volver a entrar, caminó hacia el dormitorio. Quería volver a examinar la piedra con más cercanía: Estaba claro que había sido de importancia para su padre. Y si no había dejado constancia escrita de por qué, se pondría en sus ojos.

Roger entró en aquel lugar escondido del que no sabía nada y lo examinó de un punto a otro. Olía a rancio y también a secretismo, justo lo que más le disgustaba de su padre.

-Hace mucho tiempo que mi padre dejó de hablarnos, pero reconozco que no esperaba algo como esto -dijo, mirando al azar algunos de los libros.

-Muchos de estos libros están en latín antiguo y no sé en dónde los habrá conseguido, pero no hay nada bueno en ellos. Parece que hablan de ocultismo, satanismo y cosas del estilo.

Papá, ¿en qué demonios te habías metido?

-Me temo lo peor, señores. Si no está aquí, y estaba como dicen preparando algún tipo de viaje, debe ser que algunas de las personas con las que se haya asociado, ya sean estas o cualesquiera otras, han debido hacerle algo. Claro que aún no hemos registrado el sótano, ¿verdad?

Entonces miró a su alrededor y se dio cuenta de que su hermano no estaba por allí.

-¿Dónde está mi hermano? -preguntó, inquieto.

La piedra no parece demasiado especial. Es grisácea, del color del cemento, compacta y parece ser solo una pequeña parte de una formación mayor. Está desgastada debido a la acción de los elementos atmosféricos y podrías jurar que tiene naturaleza caliza con pequeñas betas de obsidiana, de claro origen volcánico.

La respuesta que iba a dar a Kenneth queda en el aire con la marcha de este. Lo de los libros de ocultismo me llama la atención así que me dispongo a echar un vistazo también. Asomo la cabeza a la habitación secreta del señor Fell para poder ver dichos libros.

Aunque no comprendes completamente todo lo que se dice en ellos (se necesitarían estudios mucho más profundos y traducciones de muchos de los párrafos) sí que ves que muchos tratan temas tan dispares como los alinenígenas y los monolitos. La estela de piedra que le enviaste para iniciar las investigaciones parece que le sirvió de punto de partida pero que también se desvió hacia temas esotéricos.

- Me temo señor Roger, que su hermano se encuentra algo indispuesto ahora mismo. - Dijo el señor Makepeace. - Lo cierto es que todo lo que hemos descubierto en esta vieja casa, es abrumador. - Dio una calada a su cigarrillo. - Entiendo perfectamente que le esté afectando. - Se rascó el mentón de forma exagerada, era algo así como un tic nervioso. - Y ahora que lo dice... no. No lo hemos examinado. El sótano digo. - Dio una profunda calada a su cigarro. Se le notaba tenso y nervioso. No lo estaba pasando bien, pero a diferencia de Kenneth, el ahogaba sus nervios en el tabaco. - El sótano, sí... - Tragó saliva. - Ese puede ser un buen punto del que sacar información. O puede que no hallemos nada de interés, pero pondría la mano en el fuego de que sí. En cuanto acaben con ésto... - Dijo refiriéndose al señor Cleveland principalmente. - ...deberíamos bajar allí.

Sin duda, sin duda. Si es el único lugar que nos queda por explorar, debemos ir. Mi padre no parece encontrarse en la casa, pero ahora mismo me preocupa mucho más lo que hemos descubierto en ella. Esa... extraña roca, y todo lo que han hallado ustedes aquí, en el despacho... Es como si nunca lo hubiera conocido realmente.

Roger se sentía sobrepasado por aquello. Su padre siempre había preferido llevar su vida al límite y de manera separada a ellos, pero jamás habría pensado que desapareciese sin dejar rastro o que estuviese relacionado con cosas de ocultismo. Era como si hubiese perdido la cabeza.

Me pregunto si se metería en algún tipo de secta o algo parecido. Es de lo más inquietante todo esto.