Partida Rol por web

Asiento con la cabeza ante las palabras, mientras miro a mi compañero de reojo para que después de su reconocimiento se haya cerciorado que no hay enemigos.

- Bien. ¿entonces, estará conmigo de acuerdo que colaboraría con la Inquisición si así se lo pidiera verdad?- abro las manos- Porque todo el mundo sabe, que esos perros hijos de Feth, tienen a gente muy expeditiva, que serían capaces de matarle, incluso aquí- le señalo justo donde está de pie- en la casa del amado emperador.

Sigo manteniendo un tono serio y grave, sin sonrisitas ni patochadas. El Sacerdote se está jugando su vida en cada respuesta y aunque no quisiera hacerlo, nos es más útil vivo, pero sus reservas ante las expliaciones de Lucius le han puesto en esta situación.

     - Pero... murmura el anciano visiblemente asustado. - ¿Porque querría la Inquisición matar a un sacerdote del Dios Emperador? ¿Quienes son ustedes y que quieren de mi? El hombre está arrinconado, sabiendo que no tendría ninguna oportunidad de escapar del fornido acólito ni aunque lo intentase, y sin entender nada de lo que estaba ocurriendo. 

Lucius daba la impresión de la puntilla del grupo. De leve reprobación en su rostro, pero más por los métodos de su compañero que por otra cosa. No eran formas en la cada dedicada del Emperador, en verdad... pero a veces estas cosas son necesarias.

-Calma, padre. Nadie morirá aquí, no somos la gentuza que vive en este barrio... pero mi compañero tiene un admirable celo en su trabajo, como ya habrá visto -dijo- Solo buscamos su discreción y eventual colaboración, nada más.

Eran una versión del poli bueno poli malo, el funcionario razonable y el guardia exaltadp... y ni siquiera habían tenido que fingir. No una mala pareja, quizás, después de todo.

     El clérigo se relaja un poco tras las palabras de Lucius. - ¿Debo entender por sus palabras que ustedes son agentes de los Sagrados Ordos?

Me levanto y camino un poco por la habitación con paso lento-

- Padre, usted es una persona inteligente- suelto una bocanada de humo- le voy a dar un momento más para pensar que si no fueramos de la Santa orden, habríamos actuado de otra manera.

Me siento de nuevo y me paso la mano por la cabeza rapada.

-Le tengo respeto, a usted y a su labor, pero no ha funcionado y ahora entramos nosotros en acción- me coloco el cigarro en la boca- este distrito está alejado de la visión del emperador, pero no se da por vencido, vamos a hacer lo que hemos venido a hacer, tanto si se une a nosotros como si no.

Le doy una calada larga.

- Si le tengo que mostrar lo dedicado que estoy a mi Ordo... No le va a gustar- abro las manos con las palmas hacia arriba- Necesitamos este templo, necesitamos la guia del emperador, lo que no necesitamos es alguien que nos de problemas.

     El sacerdote parece seriamente intimidado por la presencia amenazante y las palabras de Smul. - Unos agentes inquisitoriales... en mi capilla. Se sienta, o mas bien se deja caer sobre el banco que tiene a su espalda. - Bien... no entiendo muy bien que es exactamente lo que quieren de mi, pero tendrán mi cooperación. Estoy a su disposición. El hombre parece haber envejecido cinco años mas en escasos cinco minutos.

Dejó que Smul hiciera su trabajo, esta vez sin poner nada más que una leve visión desapasionada de la escena. El enorme cofrade sabía hacer bien su trabajo, imponiendo mediante una mezcla de su presencia física e insinuaciones sobre el poder que detentaban. Notable. Sin contar todo el trabajo en charlas tediosas que eso les ahorraba, que eventualmente les hubieran conducido al mismo lado, sí... pero con la clase de misión que tenían, perder media hora podía ser algo que acabasen lamentando profundamente.

-Magnífico -sonrió levemente- Como ya le hemos dicho, cooperación y discreción. No tenemos nada contra usted o su iglesia, antes bien al contrario, así que tranqulícese, Padre -dijo, conciliador- Si mi compañero tiene a bien, procederá a explicarle la situación...

Choco el puño cerrado contra mi otra palma abierta.

- Bien Lusus, muy bien. Toda operación necesita un cuartel general, un centro táctico, si se me permite la expresión militar... y eso es lo que queremos- Apago la colilla en el suelo y me levanto- venga, levántese- camino inspeccionando el lugar en su compañía- me gusta este sitio, habrá que hacer algunas modificaciones pero seguro que lo entenderá, por aquí empezará a aparecer gente, usted sólo responde ante Lucius o ante mí, no haga preguntas innecesarias, cuanto más sepa peor para usted, pero le aseguro, que si todo sale bien- le golpeo con un dedo en el pecho- le aseguro, que su nombre no aparecerá en ninguna de nuestras listas en este mundo.

Le paso un hombro por encima.

- Esto necesita una limpieza, pero tiene posibilidades- asiento y le sonrio, o lo que yo entiendo por sonrisa- ¿estas de acuerdo conmigo Lucius?- Pregunto por encima del hombro a mi compañero.

Bien, bien... no todo lo civilizado que podría esperarse, pero la civilización es sólo el barniz con que se cubren los hombres mientras están bajo la gloria del Dios Emperador, allí donde la luz flaquea la barbarie y la molicie imperan. Procurarás que ninguna luz se apague nunca. Decálogo del Buen Pastor, St. Adramaxus, L-MDCXVIIII

-Completamente -dijo, mientras observaba con ojo crítico las obras del lugar.

Le sigo con el brazo por encima mientrás le empujo hacia el muro más alejado de la puerta esperando encontrar habitaciones o algo parecido.

-¿Tienes alguna habitación por aquí?, usaremos la habitación principal como almacén pero no estaría mal poder echar una siesta de vez en cuando- añado- Puede que incluso vengan mujeres por Feth- Me rio ante la cara del sacedote- es broma, es broma... creo.

-Demetrius llama al resto del equipo e indicales que ya tenemos punto de encuentro, tu sabes más de telemetría que yo- no es del todo cierto, ya que tengo instrucción en pilotar land speders o copilotar marauders- Imagino.

Lucius se apartó para manejar el aparato, hablando en susurros durante unos instantes en código, que al padre Lusus le disuadiría si tenía alguna curiosidad instintiva. Cuando terminó, separó el índice y corazón de la oreja, cortando las comunicaciones.

-Hummm... tenemos que irnos -dijo Lucius, tras no aprobar demasiado el uso de nombres reales con una breve mirada, pero resignado ante las palabras que no se podían retirar- Volveremos pronto, padre; para que nos reconozca, usaremos la frase "pájaro espino". Me gustaría, si tiene a bien, que prepare un plano esquema con las dependencias de la iglesia, si es que no tiene alguno a mano. Nos será útil, y se lo agradecería.

Miró a Smul.

-¿Salimos ya?

Miro levantando una ceja al médico, me gustaría saber que cojones tienen los del otro lado que no se quieren mover de su posición, espero que sea algo bueno o empezaré a repartir hostias sagradas por todos lados. Me levanto y señalo al padre con un dedo. Me mantengo así un tiempo como advertencia muda.

Luego asiento a Lucius para irnos, me coloco bien la capa por encima de la armadura y salgo el primero bien atento por si alguien nos espera fuera, estar preparado.

     Perplejo por el desarrollo de los acontecimientos, el viejo sacerdote escucha las palabras de Lucius y asiente. - Veré que puedo hacer... dice en un susurro. Al ver que los dos acólitos se marchan, hace el signo del aquila sobre el pecho y tras su salida de la capilla, vuelve a cerrar la puerta a cal y canto.

     Al salir a la calle los acólitos se encuentran con una extraña escena. Hezabel y Uriel miran con semblante contrariado sus placas de datos, mientras un servocraneo detecta vuestra presencia y se os acerca.

    Tras el proceso habitual de comprobar vuestra identidad, las nuevas órdenes que se descargan en vuestras placas de datos son, cuando menos sorprendentes. Parece ser que ha habido reasignaciones en el equipo. Las dos mujeres han sido reclamadas al Palacio Tricorne, mientras que otros dos agentes han sido asignados a la misión en curso, uniéndose a la célula recién creada. Las órdenes incluyen el transmitir la información al resto de componentes del equipo si es que los servocraneos no consiguen dar con ellos, así como las claves de autenticidad para reconocer a los miembros del nuevo grupo. Parece ser que las nuevas adiciones al grupo ya se han reunido con el grupo B.

     Las expresiones de indignación se suceden mientras cada miembro del grupo asimila las órdenes recibidas. ¿A qué estaba jugando Nihilus? Tal parecía uno de sus típicos juegos de la silla, en los que si no estabas atento, te tocaba sentarte en el suelo al acabar la música...

     Hezabel parece bastante enfadada con las nuevas noticias. - Ésto no es serio... pero no hay nada que hacer. Órdenes son órdenes... se encoge de hombros, aunque su cara refleja que no está para nada de acuerdo con la situación.

     Uriel por su parte mira a Smul con la placa de datos aferrada entre sus manos y una pregunta silenciosa en el rostro. ¿Y ahora que? Parece decirle.

Miro la cara de Uriel y luego cojo la placa de datos, no me puedo creer lo que pone. La releo y bajo los brazos por un momento. Sin pensarmelo dos veces le suelto un puñetazo con rabia al servocráneo con mi guante enfundado de armadura. y escupo en el suelo.

- Hijos de Feth- niego con la cabeza- no me da la gana, iré contigo para ver que quieren, tu y yo trabajamos juntos, siempre- Señalo a Lucius- este tio es competente, los otros son unos chapuceros.

    La desprevenida máquina recibió el impacto del puñetazo de Smul como si de un martillo pilón se tratase. De algunas partes mecánicas del aparato comenzaron a saltar chispas, a la vez que se puso en movimiento, ascendiendo rápidamente en zig-zag con un sonoro zumbido. En un segundo o dos como mucho había desaparecido de la vista de los acólitos a través de un conducto abierto en una pared, seguramente a causa de alguna subrutina defensiva programada.

     - No hagas eso Smul. No lo pongas mas difícil... dijo la mujer cuando vio marcharse al servocraneo. - Ahora servimos a la Inquisición y son ellos quienes deciden, por mucho que no nos gusten la órdenes. Su voz no sonaba muy convincente. 

     - Si enfadamos a nuestros maestros solo conseguiremos problemas. Añadió Hezabel con cara de disgusto. - No creo que sea buena idea estropear sus juguetes... por no mencionar que suelen llevar cámaras.