Partida Rol por web

—¿Los vaesen? No... no sé que es eso —respondió la niña algo confusa con aquella pregunta—. Pero creo que ese es el fantasma de la posada del que hablaba mi madre en sus notas, el que lleva apareciéndose desde principios de año. Mi madre creía que la posada estaba poseída por uno de los parientes de mi padre. 

Sophia trataba de hablar con calma para responder a las preguntas de Lotta. La escritora le había dado tanta confianza que creía que sí le contaba todo lo que sabía podría ayudarle a acabar con aquella pesadilla. 

—Mi madre, al igual que yo, era una amante del arte, y también de lo oculto. Mi padre, en cambio, odia todo eso. Sé que es porque... bueno, porque mi madre le fue infiel con un actor antes de casarse y de que yo naciera. Lo leí en el diario de mi madre —confesó con pesar.

Eamon escuchó la conversación de sus compañeros con la joven Sophia, aunque aún un poco aturdido su mente empezó a hacer cábalas sobre lo que estaba pasando ahí.

-Señorita, quién era ese actor? Donde se encuentra? Quizás esa persona podría iluminarnos sobre lo que está pasando aquí.

Se dirigió a sus compañeros también:

-El padre, el sabe más de lo que habla, tenemos que interrogarlo, me da la sensación de que nadie dice la verdad en este lugar. Todos esconden algo. 

Lotta meditó lo que la joven, ahora ya más tranquila, les estaba contando. Desde luego sus palabras suscitaban muchas preguntas pero Sophia estaba respondiendo como buenamente podía.

—Sophia cariño —dijo dulcemente; no quería que volviera a perder los nervios—. ¿Tienes el diario de tu madre? Esas anotaciones de las que hablas... ¿Las tienes? —Quizás conociendo un poco la historia de la mujer contada por ella misma pudieran obtener un atisbo de claridad en aquel oscuro misterio—. Si aún conservas tú el diario ¿nos lo dejarías leer?

--Bien, parece que Sophia está más calmada y nos puede ayudar-- pensó Víctor mientras estaba a su lado. Le sonrió. A continuación la dejó con Lotta, con la que parecía haber conectado, y se acercó a Eamon.

—¿El padre?..— le dijo poniendo una cara de tristeza mientras negaba con la cabeza —..le perdimos la pista en cuanto Kiran y yo salimos a buscarlo. A saber dónde se encuentra ahora el pobre. Estaba fuera de sí. Creo que sería muy difícil dar con él a estas alturas— le respondió Víctor

El sacerdote se acordó en aquel instante de las personas durmientes que habían dejado en la planta de abajo.

—Oíd, voy a bajar a echar un vistazo a los demás..— les dijo a sus compañeros mientras abandonaba el pequeño teatro del desván en dirección al salón principal —..avisadme si hay alguna novedad—

Kiran se cuadró, esperando a que Alex le diese instrucciones, pero por el ademán que hacía, daba la impresión de que quería dar caza al espectro y asegurarse de paso de que el padre Simonsson no corría peligro.

—Yo también creo que el posadero oculta información, pero dudo que en el estado en que se encuentra vaya a ser de mucha ayuda. No atendía a razones, solo aullaba de remordimientos pidiendo disculpas a su difunta esposa.

—Lo desconozco —le respondió la niña a Eamon—, aquello fue antes de que yo naciera y mi padre nunca habla del tema.

Sophia se mantuvo junto a Lotta, sin dejar de abrazarla mientras hablaba y respondía las cuestiones del grupo. Contestó primero a lo que la escritora le preguntaba, aunque quizá no debería desvelarles aquello.

—El diario está en la habitación de mi madre, la primera a mano izquierda tras subir las escaleras. Por mí lo podéis leer, pero mi padre mantiene cerrada con llave esa habitación y no permite que nadie entre. Ni siquiera yo.

-Señor Simonsson yo le acompaño, necesito salir de esta habitación. 

Salió del desván aún con paso lento sin estar completamente recuperado. 

—Parece que se hace prioritario encontrar a Sami. Nos tiene mucho que contar —dijo sin soltarse del abrazo de Sophia—. Quizás tras lo ocurrido entre en razón y si nos dejara la llave de esa habitación...

Pero Lotta dudaba que el cabezota de Harjula entrara en razón y mucho menos que les dejara husmear entre las posesiones de su esposa. Quizás, siempre por un buen mayor, deberían intentar forzar la puerta aunque dudaba que sus compañeros aceptaran una propuesta como aquella.

Pero la escritora consideraba que leer ese diario seguramente les daría alguna pista, alguna clave para entender qué estaba sucediendo en la posada.

-Dejemos la tarea de convencer a Sami a Eamon y Victor-dijo Alex-, creo que podríamos tratar de entrar en el cuarto de la difu... de la madre de Sophia-dijo mirando a la niña de reojo- y ver si allí encontramos algo de utilidad.

Se quedó unos segundos pensativa y despues se dirigió a la adolescente.

-Oye Sophia, ven con nosotros. Es mejor que vayamos juntas mientras ese espíritu esté por ahí, no quiero que te pase nada-le dijo a la chica.

Sophia aceptó la propuesta de Alex, pues de todos modos prefería no estar sola después de lo ocurrido en el desván. Así decidieron que la detective y su sirviente tratarían de forzar la cerradura de la habitación de Nora, la madre de Sophia, mientras el resto iban en la búsqueda de Sami Harjula, a quien el último en ver había sido Kiran y según el indio, el posadero no se encontraba muy predispuesto a colaborar.

Cuando bajaron por la trampilla del desván y regresaron al piso de las habitaciones, todavía estando juntos, un rayo cayó cerca de la posada e iluminó con fogonazos allí donde no llegaban a alumbrar sus lámparas, el trueno todavía retumbaba en el aire cuando de imprevisto se encontraron al otro lado del pasillo a Samuel. El posadero estaba completamente empapado, tanto su barba, su pelo y su ropa estaban inundados de agua después de haber pasado un largo rato bajo el intenso aguacero. Miraba hacia ellos pero no daba la impresión de estar viéndoles. Tenía la mirada perdida, algo triste incluso. Permanecía quieto al filo de las escaleras, con el agua que se escurría por sus ropas y su cuerpo goteando sobre el suelo de madera y formando un charco a sus pies. En las manos llevaba una soga enrollada.

La visión del señor Harjula, en medio del pasillo, totalmente empapado, y con una soga en la mano paralizó al sacerdote. Una buena noticia, habían encontrado al Sami, otra mala, parecía estar totalmente ido, o incluso peor.

Víctor intentó no hacer movimientos bruscos y moviéndose lentamente dio un paso hacia el señor Harjula extendiendo las manos con las palmas hacia abajo, mostrando un mensaje de calma.

—Hola, ¿Señor Harjula?, ¿Sami?.. hemos estado buscándole,.. ¿está usted bien?..— continuó hablando —..me gustaría hablar un momento con usted.. — Víctor observó la mirada perdida de Sami —..¿quiere hablar conmigo, Sami?.. ¿por qué no bajamos usted y yo, y me cuenta lo que le ocurre?.. vamos,.. usted y yo solos, ¿vale?..— el sacerdote intentó apelar a su condición sabiendo lo religioso que era el padre de Sophia —..¿Vale?.. usted y yo,..— viendo la soga que tenía en la mano añadió —..pero antes tiene que soltar esa soga,.. no nos vayamos a hacer algún daño, ¿ok?— 

El sacerdote no tenía muchas esperanzas de conseguir nada, pero intentó mantenerse tranquilizador, sin embargo no se relajó, ya que posiblemente la respuesta del señor Harjula no fuese tan calmada.

Encontrar al dueño de la posada fue tarea más fácil de lo que Lotta había creído. Completamente empapado, con una expresión ida en su rostro y sujetando una soga que nada bueno presagiaba, el señor Harjula se encontraba en el mismo pasillo que ellos una vez bajaron del desván.

La escritora se fijó en sus ojos que parecían no estar viendo al grupo que acababa de aparecer ante él. Razonar con el posadero parecía que iba a ser una tarea muy difícil ya que daba la sensación de que estaba en otro mundo muy distinto. Aún así, Lotta asintió cuando el sacerdote fue el primero en acercarse a él. Victor sabía mantenerse tranquilo y estaba acostumbrado a dirigirse a la gente; si Harjula era un hombre en verdad creyente, seguro que el sacerdote sabría cómo llegar hasta él.

Por eso Lotta se mantuvo expectante y, cosa rara, en silencio a pesar de estar ansiosa por leer el diario de Nora, convencida de que allí encontrarían alguna pista que les ayudara con todo lo que estaba sucediendo en la posada. Deseaba con todas sus fuerzas que aquel pobre hombre entrara en razón y acabara aceptando la ayuda que el grupo le estaban ofreciendo. Si quería que todo terminara de una vez por todas, Harjula tendría que confiar en ellos.

Harjula se quedó quieto todavía unos instantes después de que Victor terminase de hablar, aunque era como si no hubiese escuchado nada de lo que el padre había dicho. De pronto reaccionó. Alzó levemente la cabeza y asintió, dando la sensación de que había tomado una determinación en aquel momento. Sin mirar a ninguno de los presentes, se giró hacia la habitación contigua, una de las que Sven había preparado para ellos, y se dirigió hacia ella. Pudieron escuchar que iba murmurando algo. 

—Lo que hice fue algo horrible... Me lo merezco... me lo merezco... — iba diciendo mientras se dirigía a la habitación y aflojaba la soga de sus manos. 

Sophia intentó llamar a su padre, asustada y con voz temblorosa, pero Samuel no le hizo caso tampoco a ella. Una vez en la habitación, el hombre liberó la soga y pasó un cabo por encima de una de las vigas del techo. Ató el otro extremo a la pata de la cama y colocó la mesilla bajo la cuerda, dispuesto a subirse a ella. 

Kiran había permanecido delante del grupo por su a Harjula se le ocurría atacar a alguien, pero al parecer solo tenía intención de herirse a sí mismo.

Sin mediar palabra ni pensárselo dos veces, el criado se arremangó y cargó contra Sami para tratar de inmobilizarle.

—Será mejor que te calmes, amigo.

En cuanto Víctor vio la reacción de Kiran, este también reaccionó intentando impedir el suicidio de Sami, y se fue rápidamente a desatar la cuerda de la pata de la cama. 

—¡Sujétalo!— le dijo el sacerdote al indio mientras deshacía el nudo lo más rápido que podía.

Eamon vio al posadero empapado a solas en la oscuridad. La imagen era bastante tenebrosa lo que hizo que Eamon volviera s sentirse nervioso recordando lo que acababa de ocurrir con el vaesen. 

Cuando el señor Harjula entró en la habitación y comenzó a preparar la soga el nerviosismo de Eamon aumentó e instintivamente sacó de nuevo la daga. El perro comenzó a ladrar sintiendo los nervios de su amo. 

- Pero es que no hay nadie cuerdo en esta casa? 

Y caminó a toda prisa detrás de sus compañeros.

Lotta se llevó la mano a la boca para ahogar el grito histérico que a punto había estado de escapar de su garganta. Comprobar cómo Harjula parecía destrozado, sumido en a saber qué sombras de su pasado, completamente ido y sin reconocer a nadie y a punto de quitarse la vida la había dejado bastante impresionada.

Pero solo durante un instante ya que, una vez comprobó que sus compañeros se encargaban del pobre hombre impidiéndole quitarse la vida, Lotta se giró con rapidez hacia Sophia para abrazarla con fuerza y así no permitir que presenciara la intención del padre. Bastante había sufrido la joven como para añadir un dolor más.

Harjula hizo un nudo al extremo de la cuerda que tenía en las manos de forma que creó un lazo y después preparó una banqueta para subirse en ella, pasarse el lazo por el cuello y ahorcarse allí mismo, delante de ellos y de su propia hija. Lotta se encargó de abrazarla e impedir que sus ojos contemplaran el grotesco espectáculo con el que pretendía deleitarles su padre, la niña trataba de zafarse y mirar, pero asustada y nerviosa las fuerzas no le daban para librarse del cariñoso pero firme abrazo de Lotta. 

El resto del grupo se dispuso para evitar que Samuel se hiciera daño a sí mismo. El padre Simonsson trató de deshacer el nudo del extremo de la soga amarrado a la cama, aunque descubrió que Sami había hecho un nudo bastante difícil de deshacer, un nudo marinero complejo. Eamon sacó su daga, aunque el grosor de la cuerda era considerable y tardaría unos instantes en cortarla. Instantes que podían ser vitales. Pero antes de que Harjula consiguiese su propósito, Kiran saltó sobre él y logró inmovilizarlo para que no cometiera una estupidez. 

—¡Suélteme! ¡Tengo que hacerlo! ¡No tengo perdón, maldita sea! ¡Soy culpable de un crimen atroz!—Gritaba el posadero forcejeando con Kiran. 

Harjula se revolvía, resoplaba enfurecido tratando de liberarse del abrazo de oso del criado indio, pero Kumari era más fuerte que él y no le dejó escapar. Ambos se movían por la habitación forcejeando, con Harjula intentando liberarse y Kiran impidiéndole hacerlo. Finalmente, Harjula tropezó y se fue al suelo con el cuerpo del criado cayéndole encima. El posadero soltó todo el aire de golpe y se quedó quieto. Más tranquilo, pero completamente desorientado. 

—¿Qué? ¿Qué hago aquí? ¿Qué.... qué está haciendo? —dijo sorprendido de tener a Kiran sobre él. 

Kiran soltó lentamente al posadero, pero sin perderle de vista.

—Estaba asustando a su hija, señor Harjula —contestó resollando—. Tuve que pararle los pies.

Aún no estaba convencido de que fuese seguro dejarle libre, pero no quería empeorar las cosas revelando lo que había estado a punto de suceder, y mucho menos delante de Sophia. Como si el simple hecho de mencionarlo pudiese invocar los más terribles presagios.

Alexandra fue la única persona en la habitación que podía entender la relación de Kiran con el suicidio. La única que podía comprender por qué el semblante del criado se había ensombrecido al ver las intenciones de Harjula.