Partida Rol por web

Los Viajeros emprendieron de nuevo el camino. Cargaron los objetos de Gob sobre Hai-iro, la silla de montar le iba un poco grande, pero la podían acomodar a su lomo y ajustar con correas las demás cosas. Takeshi recuperó lo que era suyo, y los demás objetos los guardaron el mochila, a buen recaudo, para venderlo una vez llegaran a Sakurairo.

El cazador los hizo regresar al camino, habían viajado de buena mañana por el interior del bosque, según los cálculos podrían atajar y salir antes del anocher. Sakurairo estaba un poco más cerca que el día anterior. Se detuvieron a comer en un hermoso claro de tonos verdes y coloridos, con el zumbido de las abejas de fondo y el aroma de las flores flotando a su alrededor. Algún que otro animalillo apareció por allí, escucharon cantar a los pájaros y por el hueco que dejaban las ramas de los árboles vieron pasar nubes blancas recortadas sobre un cielo azul muy limpio. Tras un pequeño descanso, reaundaron la marcha, siguiendo siempre el camino. La tarde fue cayendo y los Viajeros entablaron algo de conversación. Llevaban unas horas caminando cuando, de repente, se les hizo de noche. Absortos en sus propios pensamientos o sencillamente, acomodados al ritmo del camino, no se dieron cuenta de que estaba demasiado oscuro para continuar. Todavía estaban en el interior del bosque.

Después del susto de esa mañana al descubrir que les habían robado mientras dormían. No había sido un día tan malo después de todo, habían podido recuperar sus cosas y habían podido conocer a Gob y a Meemu. Menuda historia para cuando volviese a su casa, su familia estarán contentos de escucharla.

Siguieron a Kazuki para volver al camino y continuar hacía Sakurairo, no quedaba tanto para llegar y tenían que darse prisa, cuanto antes llegasen, antes conseguirían la medicina de Meemu.

Y en eso se fue el resto del día, mientras no hablaban de como conseguir el dinero para la medicina, podía tomarme un rato de descanso para... mientras no me observaban, frotarme las rodillas, aun dolían después de la caída de esa mañana. Y quizás fuese ese el motivo, iban tan ensimismados en sus conversaciones que para cuando se quisieron dar cuenta poco se podía ver, la noche había caído sobre ellos y hasta ese momento ni lo habían notado.

Para esa hora ya deberían haber estado fuera del bosque y con el campamento montado, pero por algún motivo no había sido así. Y como no, puede que yo hubiese sido ese motivo. Puede que sin darme cuenta hubiese frenado ligeramente al grupo, la edad no perdona nunca.

Toque ligeramente la punta del bastón y esta comenzó a brillar como si hubiese encendido una linterna.

- Bien, tenemos que decidir que vamos a hacer. Aún no hemos salido del bosque, pero la noche se nos ha echado encima. Pienso en lo sucedido la noche anterior y en que podría ocurrirnos esta si continuásemos en el bosque. Propongo seguir hasta salir del mismo, aunque mañana podamos estar un poco mas cansados, creo que es preferible dejar atrás el bosque y continuar por zona abierta.

Kazuki se sentía ligeramente frustrado con el bosque, no era la primera vez que erraba el camino entre las ramas frondosas y se había detenido más de una vez para corregir el curso, algo que los había atrasado al punto que había anochecido y aún estaban en el bosque.

Las palabras de Shiso lo hicieron reflexionar, si seguían retrasándose probablemente no llegarían al festival, pero viajar de noche por un bosque oscuro implicaba un peligro adicional de caídas, algo que había sido una constante durante el viaje. Miró las caras de sus compañeros bajo la luz de la vara del abuelo, no podía saber si estaban cansados o si las sombras lo hacían parecer así. - Por mi parte preferiría parar, de noche corremos más riesgo de tropezar con una rama y lastimarnos, pero acataré lo que la mayoría prefiera... - miró a Shiso y sonrió - O lo que tu decidas 

Yoshi estuvo a punto de marcar los árboles con su puñal para hacer más fácil el trabajo de encontrar el camino de vuelta. Pero se sentía terriblemente inseguro. Además, algunas personas no se tomaban bien lo de marcar los árboles. Prefirió no arriesgarse y guardó silencio. También lo hizo cuando le pareció notar que la ruta no era la correcta. Y de hecho casi toda la jornada se limitó a caminar y escuchar. Cuando fue anocheciendo buscó y echó mano de su lámpara de aceite. Entonces vio como Sisho encendía la punta de su bastón con un gesto y se quedó con la boca abierta por el asombro, con una pinta bastante cómica.

- Vaya... Si sería un problema, la verdad. Lamentaría perderme el festival. Por otro lado, no disfrutaremos demasiado si estamos rendidos de caminar... No se, quizás podamos caminar de noche un tramo. Tenemos luces de sobra. Creo.-y enrojeció un poco.

El día había llegado con tanta rápidez que la llegada de la noche fue una sorpresa. Y tampoco era de sorprender, porque con lo que habían vivido ese día como poco tenían bastante a lo que darle vueltas y en lo que pensar. Era curioso cómo justamente algo en un principio tan negativo como un robo había terminado en toda una experiencia y un objetivo, aunque eso tampoco terminaba de quitar el disgusto que se habían llevado inicialmente.

En cualquier caso, tenían que tomar una decisión, y lo cierto es que Kosuke aún se sentía un tanto fresco, quizá porque había podido descansar un rato mientras el resto entraban en la cueva. Además, viajar de noche también podía tener su qué, aunque quizá no tanto en un terreno tan traicionero como el de un bosque.

- Yo también apretaría un poco más antes de acampar. No está mal el caminar bajo el amparo de las estrellas de vez en cuando, y teniendo luz y cuidado, creo que tampoco debería ser muy complicado. - Argumentó Kosuke, después mirándo al resto de sus compañeros - Pero si alguno está demasiado cansado y prefiere que paremos tampoco me parece mal. ¿Cómo lo ves tú, Minako?

La joven se había mantenido en silencio, pasando la mirada de uno a otro de sus compañeros mientras cada uno hablaba. Lo cierto es que de momento no había tenido muchos problemas para seguir el ritmo. Podría haber sido suerte o que su físico estaba más acostumbrado a caminar que el de una persona media, pero durante estos días había llegado a la conclusión de que era mejor esperar a que los demás se pronunciasen sobre si se debía parar o no, ya que ella no era el mejor baremo para medir el cansancio del grupo.

- Yo no se mucho de acampar en medio de un bosque, y tampoco de orientarme por mitad de uno. Dice al fin. Pero supongo que con lo que ha pasado no creo que pudiésemos dormir muy tranquilos si paramos aquí mismo.

El bosque, aunque fuese inofensivo, ofrecía una imagen bastante amenazadora ahora que la oscuridad lo envolvía. Las fuentes de luz les permitían ver dónde estaban, pero creaban sombras aún más inquietantes según se iban desvaneciendo en la distancia.

- Supongo que podemos avanzar un poco más, aunque me preocupa un poco que estemos todos de acuerdo en hacer lo contrario a lo que dice nuestro cazador. Esta última frase está dicha en un tono más jocoso y termina acompañada de una sonrisa alegre. Puede que sea la primera vez que se permite hacer una broma delante de sus compañeros. Tampoco es que las hiciera muy a menudo en su hogar, no es su naturaleza, pero la aventura con el goblin ha terminado sin que nadie sufriese ningún daño y no puede evitar sentirse más alegre de lo habitual. A pesar de que para ella la situación de tener que orientarse en un bosque de noche no es nada normal, confía en que si siguen juntos todo seguirá saliendo bien.

Kazuki rió, y su risa se esparció alegre como un arroyuelo - Sigamos entonces, según veo tenemos suficiente luz y podemos intentar salir del bosque sin demasiados problemas. - palmeó alegremente el hombro de Minako - Dado mi historial de caminos desviados y presas no obtenidas creo que lo mejor será no hacerme caso. - le guiño el ojo - Al menos hasta que salgamos del bosque.

- Muy bien pues, continuaremos hasta salir del bosque y ahí acamparemos, no creo que este demasiado lejos.

Cambie de mano el bastón para procurar que nos diese la mayor cantidad de luz posible a todos, no creía que fuese suficiente, pero con la ayuda de alguna antorcha mas no tendríamos demasiados problemas en caminar por el bosque.

Observo en silencio a Minako, parecía que su participación y el buen termino al que nos había llevado su conversación con el goblin había mejorado su animo. Mas confianza era lo que hacía falta en el grupo.

Los Viajeros decidieron continuar el viaje tras un breve debate. Tras lo sucedido en el bosque, no confiaban en lo que pudiese suceder mientras dormían. Aunque su encuentro con Gob había acabado bien, no sabían si podía pasar algo más y que no fuese tan bondadoso como una pareja perdida de goblins en una cueva.

La noche se fue cerrando en torno a ellos y todavía no salían del bosque. Las lámparas, antorchas y luces parecían ser insuficientes y lo que por la mañana les había aparecido un maravilloso paseo por el campo, con la oscuridad comenzó a sentirse inquietos, inseguros y asustados como niños pequeños. Caminaron más despacio, Takeshi decidió ralentizar la marcha para evitar accidentes y caminaban muy juntos. El burrito se detuvo unas cuantas veces, haciendo sufrir a Minako, porque si se ponía terco no lo moverían jamás. Los sonidos eran totalmente diferentes a esa hora, el chirriar de los grillos era relajante, pero el silencio daba escalofríos y más de una vez les pareció escuchar el aullido de un lobo. Una tontería, en aquella zona no había lobos. O sí. Pero ellos no lo podían saber, ni siquiera Takeshi, porque a lo mejor en ese bosque había tigres, fuese lo que fuese un tigre, o dragones. Y no dragones amables, precisamente, sino alguna criatura nocturna que devora Viajeros en horas intempestivas. Cada vez que alguien pisaba una rama, todos se quedaban quietos, parecían principiantes, como si nunca hubiesen estado al aire libre por la noche. Pero el bosque imponía demasiado respeto a esas horas.

La densidad de árboles disminuyó cuando encontraron un nuevo Ryuuzoh, bajo el pedestal del dragón brillaba un fuego fatuo que indicaba el camino y marcaba la salida del bosque. La luz plateada les ofrecía seguridad y allí decidieron montar campamento.

Yoshi pidió a los demás que le alumbraran mientras localizaba el lugar donde extender los sacos de dormir.

- Creo que este es el punto que utiliza todo el mundo. Por algún buen motivo, creo yo.

Era una pequeña loma al lado izquierdo del Ryuzooh. La hierba en aquel lugar crecía menos. Dejaba una vista estupenda del cielo, donde la luna había tomado ya camino del horizonte y las nubes habían dado una tregua, dejando a la vista cantidades inmensas de brillantes estrellas.

En algun lugar, hacia el valle, las luciernagas volaban aqui y allá. Seguro que algún río estaba cercano.

El aire ominoso del bosque había desaparecido. Ahora todo parecía más amable y soñador, invitando a dormir a los viajeros. Yoshi no tardó en extender su saco y hacer caso a sus instintos.

Kazuki puso su bolsa de dormir cerca del Ryuzooh, donde había señalado Yoshi, y se echó a dormir sin importarle demasiado el tema del fuego o las carpas. Estaba agotado y necesitaba descansar si quería hacer las cosas bien al día siguiente. No tardó demasiado en sentir que los sonidos se apagaban, llevándose con ellos la pesadilla de un día demasiado largo, con demasiadas emociones, y en el que sus equivocaciones no habían hecho más que retrasarlos.

Cuando se levantó al día siguiente decidió que no cometería el mismo error que en días anteriores y consultó a sus compañeros con respecto a si estaba leyendo bien el mapa o que camino preferían seguir. Incluso le pidió prestada la brújula a Yoshi, si accedía quizá las cosas saldrían mejor y si no, entendería que no accediera ya que era su tesoro más preciado y ayer había estado a punto de perderlo.

Al llegar al claro con la estatua todo el mundo parecía de acuerdo en acampar allí. Lo cierto es que era un sitio mucho más agradable que el bosque que habían abandonado hace unos pocos minutos. Aunque no muy diferente en aspecto, si daba una sensación mucho más acogedora.

Sin mucha ceremonia, Minako extiende su saco, se asegura de que Hai-iro esté bien y se echa a dormir. No ha sido un día de demasiada actividad física pero sí han andado más de lo que deberían, y por peor terreno. Además las emociones también afectan al cansancio, y de eso sí que han tenido su buena dosis.

Se tumba, enrollándose en su saco, y antes de darse cuenta ya está dormida.

Se había imaginado la caminata de forma muy distinta, aunque le quedó el consuelo de que de los errores es de donde más se aprende. El bosque por el día definitivamente tenía muy poco que ver con el bosque por la noche, y aunque al final sintió alivio cuando llegaron hasta el Ryuuzoh, el tramo hasta allí se le antojó hasta un poco agónico.

Lo peor era, eso sí, que había subestimado lo cansados que estarían al llegar hasta allí, y eso lo descubrió, sobre todo, cuando llegó la mañana. Lo que los rodeaba volvía a ser tan precioso como lo había sido durante el día anterior, pero su cuerpo sufrió para levantarse e íncluso después de la rutina mañanera seguía sintiendo todos sus musculos entumecidos. Estaba tan cansado, de hecho, que ni tocó, lo cual era raro para él.

- Tengo que admitir que esto quizá no fue la mejor idea... - Gruñó bajito, frotandose los ojos con los primeros rayos de sol del día.

Shiso tenía entendido que los goblins rezumaban maldad. Aquel pequeño ser de piel verdosa en cambio, no le había parecido malvado. Era un ladronzuelo, eso era más que evidente, pero no malvado. Quizás tuviera un concepto de la propiedad muy distinto al que tenían los humanos, pero eso no le convertía en un ser malvado. Cogía cosas porque le parecían útiles, bonitas o vete tu a saber la razón por la cual las cogía. Se adueñaba de ellas sin tener en cuenta que pertenecían a otros, pero lo hacía únicamente por la terrible curiosidad que sentía por ellas. O eso creía la menos Shiso. Lo que si era evidente era que su capacidad de raciocinio era muy limitada.

Fuera como fuera se habían comprometido con Gob para ayudarle con la medicina. No obstante, Shiso estaba agotado. El ajetreo que había llevado aquel día, había sido demasiado para él. Cenó de forma frugal y se acostó en el interior de su saco de dormir, dispuesto a tener el más reparador de los sueños, aunque claro, durmiendo a la intemperie no siempre era posible y lo más probable era que despertase con tortícolis o con un buen resfriado. Era evidente que el viaje que había emprendido, no era para él. Le estaba pasando factura, pues ya no era ningún jovenzuelo, pero de momento estaba valiendo al pena.

- Buenas noches... - Se despidió de sus compañeros. - Será mejor que tratemos de descansar. Mañana nos espera otra dura jornada de caminata y a saber que sorpresas más... - Sonrió. - Como todas las anteriores... - Pensó.

No tardó demasiado en quedarse completamente dormido. La dura jornada había hecho mella en su cuerpo, pero al menos le ayudó a conciliar rápidamente el sueño.

Kazuki preparó el desayuno, seguramente se levantarían con hambre y cansados tras un descanso corto. Un buen café ayudaría a despejar las nieblas de la mañana al menos por un rato y un bocadillo de pan y queso acallaría los estómagos. Cuando todos hubieron desayunado se acercó a Shiso y le pidió que le ayudara a elegir la mejor ruta hacia Sakurairo. Tras un par de indicaciones le quedó claro que tenía mucho que aprender del abuelo, rápidamente le indicó un par de marcas en el mapa y le señaló por donde quedaban basándose en la posición del sol. Takeshi finalmente entendió lo que había estado haciendo mal los días anteriores y giró el mapa noventa grados. Respiró aliviado al comprender que Shiso acababa de ahorrarles un nuevo retraso, si hubiera sido por él habrían arrancado en la dirección equivocada y habrían tenido que corregir el rumbo durante el día... como los días anteriores.

- Gracias Ab... Shiso, - le dijo con una sonrisa al tiempo que palmeaba su espalda - Espero no volver a cometer el mismo error nuevamente. - miró a sus compañeros - Cuando esteis preparados, esa es la dirección a seguir - afirmó mientras señalaba uno de los caminos que cruzaban el Ryuzooh

- Perfecto. - Dijo Shiso una vez hubo llenado su estómago con pan y quedó y una buena taza de café. - Cuanto menos retrasos tengamos, mejor. La infusión que le di a Gob obra milagros, pero si su esposa no recibe a tiempo la medicina... - No acabó frase. No quería ser pájaro de mal agüero.

El viejo se puso en pie y recogió su saco. Acto seguido recogió el resto de su equipo y se puso la mochila a la espalda dispuesto a emprender la marcha. Esperaba que no fuera un día demasiado accidentado, pero lo cierto era que no pondría la mano el fuego por que nadie saldría lesionado durante la jornada. Habían tenido bastante mala suerte en ese sentido hasta el momento y no parecía que tuviera que cambiar ahora.

- ¿Y vosotros porqué emprendísteis este viaje? - Les preguntó a todos. Ya habían hablado aquello con anterioridad, pero aunque llevaban mucho tiempo juntos, Shesi creía que no se habían abierto los unos a los otros y creía que esa era una buena manera de romper el hielo. - Yo llevaba planeando este viaje mucho tiempo. Primero no pude por mis padres. Necesitaban de mi. Luego fue la aldea. No podían quedarse sin sanador. Ahora que nos hijos son mayores y han aprendido de mi, creí que era la hora. ¡Era ahora o nunca! - Soltó una risotada.

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- Yo por necesidad. Mi padre abandonaba el trabajo y si no lo cogía yo, aparecería alguien que desearía llevar la ruta. Es un trabajo que conozco, aunque hay quien dice que me faltan dos o tres años de rodaje. Pero mi padre no podía más y confiaba... -Yoshi arrugó el entrecejo y sus ojos brillaron por un instante-... confía en que lo haré bien. Sakurairo es mi primer destino. Por eso tengo tantas ganas de llegar.

El propio Yoshi levantó la mirada, sorprendido de escuchar su voz hablando de forma tan osada. Estaba tomando confianza a aquella gente, eso era evidente. Pero volvió a escudarse en el silencio, dejando espacio a los demás para contar su propia historia.

- Es un viaje de trabajo entonces. - Sonrió complacido ante la confesión. - Cada uno viaja por sus propios motivo. Es curioso que nos una un viaje que hacemos por tan diferentes razones. Es poético en cierta forma. - Suspiró. - Después de tantos días echo de menos a mi familia. Aunque... - Se lo pensó dos veces antes de decir aquello. - No tanto como creía que lo haría. - Sonrió algo contrariado. - Quizás sea feo decirlo, pero creo que no necesito tanto a los míos como creía. Mis hijos ya son mayores y ellos... - Tomó aire. - Tienen su propia vida ya. No sé si me explico. ¡Necesitaba hacer este viaje! - Exclamó y entonces clavó su mirada en el infinito. - Lo necesitaba hacía mucho tiempo... - Susurró aunque todos pudieron oírle. 

El día había amanecido fresco, el rocío empañaba las hojas de los árboles del bosque y la piedra del Ryuuzoh; tras un desayuno y unos estiramientos antes de comenzar la marcha, los Viajeros siguieron las indicaciones de Takeshi y comenzaron a alejarse del bosque. No habían dado ni dos pasos cuando Kosuke tropezó con una piedra, la única piedra de aquella planicie, y al removerla, de debajo salió una serpiente, más asustada que ellos. Takeshi reaccionó empuñando la daga, pero la serpiente salió disparada hacia el bosque y Minako tuvo que agarrar las riendas de Hai-iro para evitar que se asustara y saliera disparado en cualquier dirección. Repuestos de aquel pequeño susto, continuaron el camino.

Hacía bastante calor aquella mañana. De hecho, demasiado calor y el sol cayó de pleno sobre sus cabezas. Se vieron obligados a beber más agua, la temperatura era más alta de los últimos días y no corría ni una pequeña brisa. Takeshi los llevó por una planicie para acortar camino, pero pronto se dio cuenta de que no los estaba guiando por el camino correcto. Con discreción, Shiso sugirió tomar otra dirección y pronto la marcha continuó. Se detuvieron a comer, por fin, cerca de los cerezos que indicaban el camino hacia la ciudad y comenzaron a divisar a algunos Viajeros que también llegaban a Sakurairo. Sin embargo, aún quedaba un trecho y el último tramo se hizo demasiado largo.

El calor les pasó factura. Se les quemó la nariz a casi todos, el calor estaba siendo especialmente duro. Debido a eso, muchos comenzaron a sentir los pies hirviendo dentro de los zapatos y roces muy dolorosos. La marcha redujo su velocidad, comenzaron a ir más lentos y la ciudad parecía que estaba cada vez más y más lejos. Al dolor de pies se sumaron las agujetas del día anterior y el cansancio. Intentaron no darle mucha importancia, pero los últimos metros fueron un autentico infierno.

Finalmente, cuando la luna ya estaba en lo alto, llegaron a la puerta de la ciudad. Sakurairo se alzaba ante ellos con sus faroles encedidos, las gentes todavía en las calles y miles de colores brillantes.