Partida Rol por web

Los páramos desolados eran si lugar a dudas un rival tan duro como los mismos pieles verdes, no había prácticamente nadie allí, salvo algunas cuantas granjas solitarias y algunas casas aisladas, cuyos habitantes, como pudieron comprobar, amaban demasiado la soledad. No obstante, no fue raro ver en su travesía distintos grupos de rebaños de ovejas y vacas lecheras, fuente de sustento de aquellos que habitaban esas tierras.

Tras su partida aquella noche, no hubo otra opción más que internarse en las colinas. El camino a través de los lindes del bosque muerto era demasiado peligroso, y si la cólera del Lord era tan grande como el sacerdote Tarhun les había comentado, entonces sería mejor no seguir ningún camino conocido pues su marcha era sumamente lenta; más aún al internarse de lleno en los páramos.

El viaje fue al inicio sumamente molestos pues al dejar atrás las más altas colinas que bordeaban el bosque muerto, se habían adentrado en sin fin de colinas bajas que en sus laderas confluían con una vasta cantidad de ciénagas y pequeños lagos muy poco profundos. Así, tras avanzar con dificultad por una dura colina, tenían que enfrentar una amplia ciénaga antes de volver a tomar otra colina. Al menos las ciénagas borraban por completos sus rastros impidiendo que cualquiera pudiese seguirlos. Así por varios días, estuvieron aislados del mundo.

El grupo de mercenarios avanzó durante seis largos días a través de los páramos desolados, tiempo en el cual, tanto Grii como Seiger iban mostrando mejorías. Fue entonces cuando en las proximidades de la famosa ciudad imperial Heffengen, que Fanel decidió adelantarse para buscar ayuda en la torre del duque, aunque era claro también que ya estaba harto de acompañarles.

Heffengen estaba situada justo al centro de la liga de Ostermark, en los confines de los páramos desolados, justo entre estos y el pastizal, que era como se conocía al amplio valle al norte del rio Brunwasser. El propio río estaba justo al norte del poblado y permitía viajar directamente hasta la capital a través del mismo. El poblado, de unos 100 habitantes con múltiples granjas y casas regadas en las tierras colindantes, se dedicaba principalmente a la agricultura y la cría de caballos. De hecho, los comentarios de los pobladores apuntaban a que muchos de los mejores caballos del imperio se conseguían justo allí, y eran los llamados caballos del verano.

Desde Heffengen, el grupo pudo partir hacia el norte por el camino principal de Ostermark que iba directamente a la capital, Bechafen. El grupo tuvo la intención de viajar en trasbordador a través del río, pero eso fue imposible, nadie quería subirles toda su mercancía y a los heridos si no pagaban una cuantiosa cantidad. Por ello, con la esperanza de que Fanel les auxiliase pronto, el grupo continuó andando hacia el norte. Aunque justo antes de partir notaron un curioso anuncio en las paredes del muelle del poblado, el cual indicaba que se buscaba vivo o muerto a un tal “Cuervo Negro” de quien se decía era un peligroso pirata de Sartossa. Lo más impactante de todo es que se ofrecían por el un total de 500coronas.

El grupo llego al poblado de Remer tres días despues, el cual era una de las cuatro ciudades más grandes de Ostermark. Aquí el grupo pudo descansar más cómodamente y a la par enterarse de que un misterioso elfo había pasado cabalgando a toda prisa hacia dos días atrás. Por lo que al menos en apariencia, Fanel si se estaba apurando.

La mañana siguiente, al salir de Remer, el elfo Fanel apareció por el camino a Bechafen acompañado por cuatro jinetes armados con lanzas y un carromato de gran tamaño, sin duda propiedad del duque. A la par, habían traído consigo cuatro corceles frescos que, si bien no eran suficientes, ayudarían a jalar de la carreta llenar objetos con mayor facilidad, mientras que los heridos irían en el carromato. Un día y medio después, estaban ya en las proximidades de Bechafen, y en poco tiempo más estarían en la torre del duque.

Seiger apenas había recuperado la consciencia, hablando un poco en voz baja a ratos, apenas abriendo los ojos. Desde luego, seguía sufriendo grandes dolores, y era incapaz de caminar, ni siquiera con ayuda. Bastante costó trasladarle de su lugar al nuevo vehículo, aunque cuando el doloroso proceso se hubo completado, agradeció la nueva comodidad. Y, por lo que veía en sus ratos de consciencia, estaban ya cerca de la torre del duque. Pronto aquel asunto terminaría. 

El enano empezaría a recuperarse de sus graves heridas mas rápido de lo normal. Y es que los enanos estaban hechos de otra pasta.

Hacía unos días se encontraba medio muerto en un campo de batalla, y ahora se atrevía incluso a sostener pequeños objetos con su malherido brazo, para probar como estaba de recuperado. 

Su humor, el de siempre. Sereno, aguantando la compostura y sin hacer demasiado ruido. Siempre atento. Si no quería pasar por el mismo episodio otra vez, mas le valía andar mas listo, y hacerse con una armadura mas eficiente. Contaría sus fondos mentalmente, el el siguiente asentamiento un poco importante que vieran se haría con lo que le quedaba de armadura de mallas, y terminaría su proyecto de coraza. Quien sabe si algo mas... Todo dependía del precio que sacaran por toda la morralla conseguida en la batalla. Vería el cartel por 500 monedas de oro en el puerto.

- Después de nuestra última experiencia con ladrones... Creo que esto nos queda un poco lejos. Aunque nunca se sabe... Igual siempre es mejor que intentar parar los golpes de un campeón orco...

Negaría para sí mismo. Había intentado parar un gigante escondido detrás de su escudo para salvar al noble, y no solo no lo había conseguido sino que además un sucio orco rastrero lo había abatido por un costado. Todo mientras muchos no estaban siquiera trabados en combate... Pero la vida era así.

Pronto estarían en tierras del Duque, y podría prepararse algo mejor para futuros encargos. Habría también que responder a muchas preguntas... Pero estaba preparado para todo esto, era sin duda la parte mas fácil de la misión.

Aenalor iba más pendiente de sus pensamientos que de todos los demás y de que la gente, o escasez de ésta, que les rodeaba. Era todo así, una ciénaga sin fin que amenazaba con vomitar algún tipo de peligro salvaje; pero que nunca llegó.

Al ver aquél cartel de búsqueda, no pudo evitar negar con la cabeza. En el Viejo Mundo había más delincuentes que civilizados, o al menos esa era la apariencia que le daba al Alto Elfo. Añoraba el orden de su isla natal y si pudiera llevar un poco de él a ese lugar, para el Alto Elfo sería un milagro y un lugar de tranquilidad.

Cuando llegaron los cuatro jinetes con Fanel y el carromato, el Alto Elfo inclinó ligeramente la cabeza.

-Una vez más, Fanel, nos consigues una gran ayuda. No hay palabras para demostrar la deuda que estamos teniendo contigo durante este viaje.

El viaje de vuelta no fue tan terrible como algunos vaticinaron que lo sería sino que más bien fue lento y caro. No hubieron ataques, no hubo necesidad de dar muchas explicaciones ni tampoco tuvimos que sacrificar nada ni nadie de lo que iba en la carreta. Simplemente seguir avanzando.

Solo gracias a que Fanel es un desagradable hijo de perra, nuestro viaje se hizo mucho más ligero una vez que tuvimos más caballos y un mejor carruaje donde llevar a los heridos de gravedad. Después de eso todo fue fácil. Pude volver a subir a la carreta, entre el botín que conseguimos. Así descansaron algo mis pies por lo menos.

Recuerdo que me fijé mucho en un anuncio de recompensa por un tal Cuervo Negro, un pirata por el que ofrecen una cantidad extravagante. Recuerdo que pensé que iría tras él si esto del Duque se acaba ahora. Con ese dinero podría vivir una muy buena vida por un tiempo.

Finalmente llegamos donde el Duque y espero que sienta sus arcas excesivamente llenas pues no me molestaría una buena contribución a mi bolsa, así como un buen descanso pues ha sido una misión jodidamente larga e intensa. Creo que me merezco un pequeño descanso.

Seis días por páramos desolados y a una velocidad adecuada para no dañar mas los magullados cuerpos de nuestros compañeros. Era demasiado tiempo para no pensar como había fallado al grupo, al no poder realizar ni rápidos ni mejores conjuros. Pasé la mayor parte del tiempo canalizando y soltando la energía que acumulo en forma de hielo mientras seguimos en caminos abandonados....tenía que mejorar y no sabía otra manera para de hacerlo.

Cuando por fin llegamos a unos remedos de civilización y pensábamos que nuestro viaje estaba apunto de finalizar la falta de oro nos hizo seguir por el camino mas largo. Nuestro nada apreciado Fanel siguió con su manera de ser y abandonó la comitiva para según él solicitar ayuda al duque y aunque regresó con ayuda...digamos que seguía sin ser de mi agrado.

- Habría que vender todo lo ganado en esta misión, llegar toda esta quincalla a las puertas del duque...bueno ya somos suficiente reclamo con nuestro aspecto, como para parecer cargados como buhoneros.

La carta no hacía sino confirmar las sospechas que hacía ya más de un mes le había manifestado al Duque. El orco es un peón en esta maniobra, un peón que ni siquiera sabía lo que hacía allí. La clave precisamente estaba en quiénes eran sus amigos, quienes sus enemigos, cuáles eran sus logros y responsabilidades y quién querría matarle por ello. Ni siquiera se había equivocado al señalar que los orcos no les darían respuestas, sin embargo, la suerte se había aliado con ellos y los pieles verdes habían conservado aquella carta, una pieza útil para proseguir con su investigación, aunque sin lugar a dudas lo habrían hecho por alguna razón que todavía escapaba a su comprensión.

Con aquellas cuestiones en la cabeza el viaje prosiguió tranquilo para la elfa, no era que el entorno le fascinase, porque no, pero estando sana, el ritmo que llevaban hizo que el tránsito fuera poco más que un paseo para ella. Su única preocupación fue velar por el descanso y recuperación de Grii, aunque intentando que este no se diera cuenta de sus atenciones.

Con el viaje a punto de finalizar, la elfa, estaba de acuerdo con Resha y si bien habrían de vender el botín obtenido, aquél no era el momento, menos ahora que habían salido de Remer. Entretenerse en aquellos menesteres les apartaba de su objetivo real, que seguía siendo investigar la muerte de Haldir. Por otro lado, el Duque podría estar interesado en aquél material, y sin necesidad de grandes esfuerzos podría él actuar como intermediario en las transacciones, aparte, tenían que cobrar las 40 Coronas de oro que les había prometido por su vuelta más una corona de oro por goblin y 2 por orco muerto, quedando también el asunto de si se habían ganado o no las 5 coronas extra que había negociado Resha.

El tener que atravesar las colinas para alejarse del lugar de la batalla, del pueblo y de la posible ira de Lord Steffon como si fueran vulgares ladrones no agradó nada a Gerard, aunque no podía poner objeciones. Al fin y al cabo, era por el bien del grupo.

Aún así, fue un camino largo y desolado en el que se tenía mucho tiempo para pensar. Y el bretoniano lo hizo, cuestionándose sobre todo su habilidad marcial por lo ocurrido en la lucha en las colinas, especialmente su mano a mano contra el orco desarmado. Si bien era cierto que se desquitó con la rapidez con la que fulminó al jefe orco, el caballero no tenía dudas de que su retraso les había costado caro. Y, claro, eso le generaba dudas a las que intentaba encontrar respuesta en numerosos y silenciosos rezos a la Dama del Lago.

Los heridos, dentro de su precaria situación, fueron recuperándose de forma adecuada, aunque lenta. Dada la gravedad de sus heridas, no resultaba ninguna sorpresa.

Seis días después llegaron a Hecheffen, donde Fanel se despidió con la intención de adelantarse a la torre del Duque. Claramente, no le gustaba nada pasar tiempo con ellos, aunque dada su actitud habitual su marcha era medianamente bien recibida. Sin embargo, el grupo sí que se encontró con un problema al intentar usar un transbordador, pues todos los patrones pedían una cantidad exagerada de dinero, dejándoles sin más opción que seguir el camino a pie. Mientras iban dejando los muelles, todos pudieron ver carteles de "se busca" que ofrecían una cuantiosa recompensa por un pirata de Sartosa.

- Curioso - comentó a sus compañeros -. Puede que si están ofreciendo la recompensa hayan visto a ese hombre por estas tierras. Tal vez, si el Duque nos lo permite y todo ha terminado, podemos colaborar con las autoridades en su captura.

Tres días más tarde, en su camino hacia Bechafen, llegaron a otra de las grandes poblaciones de Ostermark, Remer, donde allí pudieron descansar más cómodamente. A la mañana siguiente, al partir, tuvieron otra buena noticia al aparecer Fanel con una escolta y otro carro para que pudieran finalizar su viaje en mejores condiciones. Las 36 horas siguientes transcurrieron, pues, de forma más animada, estando ya llegando pronto a Bechafen.

- Podemos deshacernos de la mayoría de las cosas y quedarnos sólo con lo que podamos necesitar para probar las bajas que hemos causado.- Comentó LeBlanc sobre el debate de qué hacer con todo lo que cargaban.

-¿Deuda?- exclamó el elfo Fanel incomodo ante aquellas palabras, -que puede saber un alto elfo de deudas- dijo un tanto de forma despectiva. Luego como recomponiéndose simplemente concluyo -este es mi trabajo, para esto me pagan-.

Elfo continuó guiándolos hacia la torre, a pesar de que, a aquellas alturas, ya conocían bien el camino. Incluso era seguro que pudiesen llegar ya sin ellos y sin los guardias que les acompañaban, que seguramente eran también mercenarios. Lo único que si era invaluable como ayuda, eran las monturas extras.

La torre surgió ante ellos imponente de nuevo. No era gran cosa, un muro amurallado y una torre pequeña en el centro. Estaba a las afueras de la ciudad, como bien sabían por lo que un viaje directo a la misma no fue posible de momento salvo que dejaran atrás a Seiger y a Fanel. Por ello, lo más simple era continuar y adentrarse en la torre de cinco plantas de altura, en la cual, a las puertas, ya les esperaba el duque Domenor con su habitual gesto de sonrisa misteriosa.

Había más gente de la habitual en la torre, eso era claro. La primera vez que llegaran no habría habido más de media docena de guardias y otra media docena de sirvientes, esta vez, contando los hombres que les acompañaban, los guardias se habían triplicado, y los sirvientes al menos duplicado. Quiza todo aquello no tendría una relevante importancia, pero era un hecho a notar.

El elfo desmontó ágilmente apenas entrar en las murallas y acercarse a las caballerizas junto a la torre. -Hasta aquí termina mi labor- exclamó el elfo, -espero no tener que verlos durante un largo tiempo- dijo con cierta falta de sinceridad en sus palabras, pues, aunque no le gustase, tanto, en el fondo habría de haber estado cómodo en compañía de todos ellos, o al menos de algunos cuantos.

El duque les salió al paso mientras iban desmontando, y al notar a los heridos, sobre todo en el caso particular de Seiger. Ordenó a sus hombres que le llevasen con cuidado a aposentos que ya tenía preparados para todos ellos. -Sean bienvenidos-, les dijo entonces en voz alta -espero sus logran hayan sido tan fructíferos como para haber tenido que pagar un costo tan alto- luego entonces notó que uno de los elfos no se encontraba ya entre ellos y pareció lamentarse mientras agachaba el rostro. -No les molestaré ahora. Necesitan descansar del viaje y reponerse. He ya preparado sus habitaciones, y ordenaré que el baño esté listo para quien lo desee. Nos veremos a la cena si desean comunicarme algo importante, de lo contrario podremos cenar sin preocupaciones, para ya mañana, con la mente más despejada, hablar con seriedad de lo que está sucediendo-. Puntualizó, dejando entre ver que él también tenía información para ellos.

Seiger, que seguía teniendo la movilidad e independencia de las que gozaba un buen saco de patatas, tuvo que ser llevado prácticamente en brazos hasta la habitación que le correspondía. El orco se había cobrado su precio en aquel golpe, después de tantas veces que el iniciado logró bloquear sus ataques, y diez días después, aunque había recuperado en buena parte la consciencia, seguía siendo absolutamente incapaz de caminar. 

Estaban de nuevo en la torre del duque, mucho más poblada que en otras ocasiones, y Seiger no podía esperar a que este considerara cumplida la deuda y les ayudara a que fueran libres de vagar por el Imperio de nuevo. Aunque algo decía al sigmarita que aquella posibilidad, si es que existía realmente, aún quedaba demasiado lejos. 

Pronto el enano estuvo mejor, había repasado mentalmente - durante el viaje - todo lo que había sucedido.

Sus brazos recobraron su fuerza durante el viaje, y cuando ya llegaron a la torre, sus heridas habían sanado y , de recuerdo, el se habia dejado la seca sangre, que ahora se acostraba en su ropa (mas no en sus manos ni cara).

Miró al Duque sin decir nada, a decir verdad, no había salido victorioso de esta batalla, solo vivo, y eso le pesaba.

Miró a los otros enanos. Se veían mucho mas repuestos y los siguió casi taciturno, nunca con la cabeza gacha.

Muchas cosas pasaban por la cabeza del enano, y cualquiera que lo conociera, podría darse cuenta.

Extrajo su barril de cerveza y empezó a beber nada mas llegado a la habitación.

El camino junto a Fanel y las escoltas que el duque nos había proporcionado, sirvieron bien a su cometido y en poco tiempo habíamos recorrido la totalidad del camino hasta la torre del noble. El primero en despedirse de nosotros fue Fanel y al igual que él había realizado una despedida cortante, la mía sería igual de seca.

- Con un poco de suerte así será y podremos gozar de mejores compañías.

Con la llegada del duque mi actitud cambió, no porque el duque me fuera mas apreciado sino por que aun teníamos que conseguir que firmara los papeles prometidos y eso no se conseguiría con malas palabras. El talante de los nobles es siempre demasiado inestable.

- Mi señor, gracias por su recibimiento. Al ver que su rostro se muda ante nuestro escaso número y nuestros heridos, doy unos segundos al silencio antes de proseguir con la conversación. - Algunos datos importantes han sido revelados, lo que conlleven usted será el que considere si ha sido suficiente o no.

Tras esta pequeño informe y pensando el agua caliente prometida, no puedo esperar en llegar hasta el baño y despojarme tanto de mis raídas ropas como de el polvo del camino.

No estaba el enano demasiado contento, después de todo lo que había ocurrido, así que se dedicó a mirar alrededor, analizando la situación.

Tanta guardia... Me da que pensar...

Y es que ahora la aventura se tornaba en algo mas oscuro. ¿Un contrato de orcos? ¿Quien sería capaz de contratar a orcos? ¿Ante quien se doblegarían éstos? Le resultaba increíble...

Los orcos, según lo que le habían enseñado solo respetaban la fuerza... Si ese jefe orco respetaba a alguien, tenía por necesidad que ser mas fuerte... 

Pronto se desvelarían mas misterios, era cuestión de tiempo.

Otro insulto de forma gratuita. Aenalor empezaba a darse cuenta que la educación estaba muy por debajo de las prioridades en el Viejo Mundo, así como el honor y la cooperación. Negó con la cabeza mientras apartaba la mirada sin entrar al trapo, y cuando el elfo se despidió, no pudo dejar de demostrar que él podía ser respetuoso siempre.

-Que tengáis buen viaje, Fanel, y que sus deseos se hagan realidad.

Miró a sus compañeros un momento.

-¿Alguien podría ayudarme con nuestro compañero sigmarita? -dijo mientras se acercaba a Seiger. Él no era ni el más fuerte ni el más recio, pero el sigmarita necesitaba ayuda y él se la iba a dar.

- Fanel quizá pueda aclararle alguno de ellos si es que no lo ha hecho ya. - añadió Aria tras las palabras de Resha mientras le dedicaba al elfo una de sus inocentes y encantadoras sonrisas.

Fanel había escurrido hasta ahora el bulto de revelar al grupo qué era lo que sabía acerca de Itzvan o de Faladar, ahora, al menos, tendría la presión del Duque para hacerlo, ya verían si era suficiente.

Aparte de aquel comentario poco más tenía que hacer salvo descansar y gozar de las atenciones y comodidades que el noble les brindaba. Por el estado de Seiger sabía que dispondría de varios días en los que, además de equiparse convenientemente, tendrían que decidir el camino a tomar, pero muchas de aquellas cuestiones quedarían resueltas en la reunión de la mañana siguiente, si es que no asesinaban al Duque, cosa que no le extrañaría al ver la cantidad de guardia de la que se había rodeado desde la última vez que lo visitase, quizá como consecuencia de su advertencia, quizás por algo más.

Como siempre, Fanel era todo un encanto al que mejor ignorar cuando daba respuestas como esa, algo que afortunadamente Aenalor hizo. Aún así, cuando llegaron a la torre, la despedida del arisco elfo parecía tener ciertas contradicciones que casi le sacan al bretoniano una sonrisa.

Mientras ya desmontaban, una vez en el interior de la torre, el propio Duque salió a recibirlos, aunque al ver lo tocado que había quedado el grupo procuró no mostrarse muy exigente, comprendiendo que necesitarían algo de tiempo. Aún así, Resha le contó un par de cosas por encima para ir abriendo boca, aportando Aria su granito de arena con indicaciones hacia Fanel de paso, pero el bretoniano no sabía si ya hablarían todos esa noche o mañana.

Sí que se preguntó, no obstante, el porqué había bastantes más guardias en la torre que en sus anteriores visitas. ¿Sucedería algo? Quizás el propio Domenor les daría explicaciones en su momento. Ahora tenía cosas más importantes que atender.

- Os ayudaré con él, monsieur Aenalor.- Dijo, acercándose al hechicero elfo y a Seiger para poder levantar al segundo y llevarlo a un lugar donde pudiera seguir descansando como se merecía. Una vez eso estuviera hecho, la intención del caballero era la de dejar sus cosas en su habitación y después tomar un buen baño.