Partida Rol por web

El ciclo de la Puerta de Baldur

II. La atracción turística por antonomasia en Baja Ciudad

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12/06/2025, 17:00
Narrador

Desoyendo el célebre mantra que reza «debéis reunir a vuestro grupo antes de continuar» y aprovechando las posibilidades técnicas que ofrece la libertad deambulatoria, nuestras entrañables aventureras y su gato sindicalista decidieron dividir sus caminos durante un breve lapso antes de iniciar la operación Vermiis Misteriis.

Manon, la especialista en latrocinio y réplicas sangrantes como una cuchillada en la femoral, optó por ponerse manos a la obra y adelantarse a sus compañeras de fatigas. Le sentaría bien tomar el aire tras el alarde sortílego del señor Doomvault, el futuro amante —CONFESO— de Talina.

Decidió explorar las inmediaciones de la villa Daigneault e inspeccionar las posibles rutas de acceso, el número de centinelas y aventurar las previsibles medidas de seguridad. A la gata callejera no le gustaban las sorpresas, especialmente las desagradables, pero debía conceder que el trabajo, si bien lucrativo, albergaba un componente impredecible imposible de escindir. Si tenía un pequeño golpe de suerte, al amanecer sería rica rebasando las cotas que delimitaban la frontera de la obscenidad.

Suerte. Un buen puñado de suerte. Al final, solo se trataba de eso. Sabía que la suya estaba por llegar. Casi podía soñar despierta con el triunfo, un pequeño lujo propio de los más pobres.

Suspiró, presa de las ilusiones.

Duquesa Manon de Ravenmane… Primera de su nombre.

—Oh, Duquesa, permitidme lamer las suelas de vuestras botas —Imaginó a su séquito agasajándola y adulándola hasta el paroxismo, besándole los anillos regados de zafiros y rubíes, acicalándole la cabellera, masajeándole los castigados deditos de los pies.

Se imaginó bailando de la mano del mismísimo Ulder Ravenguard, porque todos los Raven, bien es sabido, deben permanecer unidos. Y bailaba desinhibida, feliz, ante la atónita —y envidiosa— mirada de sus compañeras gatunas y de una muchedumbre de bastardos y pordioseros a los que reconocía como las ratas que anidaban en la cloaca de la que lograba, al fin, escapar. Y como si de una premonición se tratase, la sombra del pasado la alcanzaba cual relámpago, súbito y fulminante, ahí mismo, entre la multitud. Lo hacía con forma humana, emergiendo como la silueta peligrosa e inconfundible de un hombre enjuto con el rostro afilado como una cuchilla.

Reconoció al hombre al instante, y hacerlo le detuvo la respiración.

—Mira, papá… Estoy en la cima del mundo… —dijo derramando una solitaria lágrima al comprender que la realidad, esa paciente asesina, la había apresado por los tobillos y la había arrastrado de nuevo al cenagal al que pertenecía.

Los sueños son muy frágiles en Baja Ciudad.

* * *

Abandonó aprisa el Callejón de la Peste dejando atrás a sus compañeras y recorrió la intrincada red de callejuelas que conducían hasta los muelles. La neblina poco halagüeña que las había recibido en la hedionda calleja al comenzar la noche se había propagado como la pestilencia en el éter y ahora plagaba las serpenteantes calles de Baja Ciudad.

La niebla siempre ofrecía una sugerente dualidad al felón en Puerta de Baldur. Era un vaporoso manto en el que ocultar las fechorías más abyectas, pero también una promesa velada de una emboscada inminente. Manon, de naturaleza desconfiada, calibró sus opciones mientras se movía como una sombra anónima. La forma más rápida de llegar a Alta Ciudad era atravesar el Chiontar en bote. Si tenía que recorrer las calles de Baja Ciudad para llegar hasta la mansión de Lord Daigneault, perdería un tiempo muy valioso.

Tenía dinero más que suficiente para pagarse un pasaje en bote, solo tenía que encontrar a un barquero discreto, untarle para que no hiciese muchas preguntas improcedentes —ni procedentes, ya puestos—, cruzar al otro lado del río y llegar al corazón de Alta Ciudad sin tener que enfrentarse al más que probable riesgo que suponían las patrullas de la Guardia de la Ciudad o del Puño Ardiente.

Manon sabía muy bien que el índice de criminalidad de Puerta de Baldur desaconsejaba con vehemencia acceder a Alta Ciudad por tierra, en particular durante la noche. Su aspecto, poco acorde con el código de indumentaria de la hermana acaudalada de las dos urbes, captaría a buen seguro miradas indiscretas. Luego seguirían las preguntas aún más indiscretas. Y tanta indiscrección la sacaría de quicio, como ella misma reconocería en la quietud del silencio a un espejo. Cometería tarde o temprano un desliz o soltaría algún improperio a un uniformado con ganas de cascar cráneos, quedaría patente que no era ni patricia ni hija de tal, la engrilletarían para llevarla a algún oscuro barracón e interrogarla hasta la salida del sol y ahí, en la intimidad de una lóbrega celda, terminaría su juerga nocturna. Y todo esto sin mencionar la posibilidad —cada vez menos remota según el Balduran Gazeteer— de toparse con Mary La Roja, esa violenta justiciera que tenía a sus colegas de gremio con el escroto encogido de puro terror.

Definitivamente, no era lo que ella entendía por diversión.

El único error de cálculo de Manon resultó ser que otras sombras, tan sigilosas como ella misma, tenían preparada una visita sorpresa en su ocupada agenda nocturna.

Se presentaron en silencio, emergiendo de entre la niebla como si se desembarazasen de un mortecino sudario, uno por cada punto cardinal, cerrándole toda escapatoria, a menos que pudiese volar como la lenguaraz de Talina.

Los reconoció al instante.

Eran los mismos rufianes que la acecharon en la Corona de Cobre. Porque si algo tenía claro Manon es que esta emboscada no iba dirigida contra las Cat Queens… Era algo planeado solo para ella.

Les observó: malencarados, harapientos, con evidentes carencias en el departamento de higiene, con narices con forma de garfio y miradas que aunaban lascivia por la carne y codicia por el metal. A Manon le extrañó sobremanera que no hubiesen desenvainado ya sus colmillos de hierro. Al fin y al cabo, todo esto debía tratarse de uno de los atractivos turísticos por antonomasia de la Puerta de Baldur, ¿no…?

Atraco a medianoche en Baja Ciudad.

Contó a cuatro hijos de hiena y lamentó su mala suerte. Podía herir de gravedad a dos, quizás a tres, pero eran demasiados incluso para ella. La iban a esquilmar, y eso en el más optimista de los escenarios. En el peor, digamos que dormir en el fondo del Chiontar sería el fin a una larga noche de torturas y depravación sobre su persona.

Se puso de muy mal humor, algo que por norma general no servía de nada, pero eh, era una forma de ser. Ladraría improperios, gritaría desaforada, blasfemaría a todo el panteón, mordería hasta el tuétano, arañaría ojos y apuñalaría tripas hasta perder el aliento, eso lo tenía decidido desde muy niña. No podía guardarse nada. Ella desde luego que no. Lucharía como una endiablada bestia acorralada en un callejón. Tal era el caso.

Pero para su asombro, no se aproximaron a ella, ni la agarraron, ni la acuchillaron, ni la derribaron con deshonestas intenciones. En sus ojos podía leerse que deseaban, anhelaban hacerlo; pero una fuerza superior los mantuvo ahí, en guardia, como en un extraño tablero de dragondrez en el que Manon se sentía en jaque, sabedora de que su próximo movimiento podía ser, de facto, el último. Ahí estaban los carroñeros, sonriéndole, bizqueando algunos, apestando a alcohol barato y aguardando pacientemente, desesperándola.

Las correas invisibles de los cortagargantas traslucieron por un breve lapso cuando se materializó entre la niebla la razón por la que Manon seguía respirando… por ahora.

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12/06/2025, 17:01
Vilryn Karr

—¿Vas a alguna parte, niña?

Su voz era inconfundible. Suave como el terciopelo, y áspera al tiempo como un látigo de cuero endurecido. Miel y ácido emergiendo de unos labios inmunes a toda forma de veneno. Cada palabra suya podía retorcerse en una serpentina amenaza.

Sus ojos negros, duros como el granito, presidían una mirada inclemente, ajena a todo rastro de piedad. Se clavaron en Manon como los espolones de un halcón, sugiriéndole desechar la idea de realizar cualquier movimiento brusco.

Su nombre era Vilryn Karr, pero Manon no la conoció antaño por ese nombre. Karr era de ese tipo de personas que habían alcanzado cierto estatus dentro de la jerarquía de la cofradía de los Ladrones de las Sombras de Amn, hasta el punto de que podía extinguir la llama de la vida de otras personas con un mero susurro.

Aunque ahora sus palabras eran incluso más peligrosas que el más ponzoñoso de los venenos, siempre le había gustado usar el estilete por la íntima conexión que permitía establecer con su presa. Con todo, su sueño húmedo —y su sello personal— consistía en un par de fugaces navajazos al antebrazo y deleitarse en ver a su víctima desangrarse como un cerdo, con la mirada congelada en una estúpida mueca de sorpresa.

Los ojos de Manon se movieron deprisa, ansiosos, pero no hallaron ninguna hoja afilada en sus manos, algo que, según la leyenda, era parte del morboso encanto que acompañaba a Vilryn Karr, El Fantasma de Seda.

Nunca la veías venir.

—¿Se te ha comido la lengua el gato? ¿Ni una descarada ocurrencia? ¿Ningún comentario hiriente? —inquirió sin sonreír ni un ápice.

Permanecía inalterada como la Muerte, su cabello liso y cetrino recogido en una larga cola de caballo, como si retase a su adversario a agarrarla para someterla y regalarle un fatal golpe de gracia.

Manon contó los pasos que separaban a Vilryn Karr de su carótida.

Sumó siete, siendo optimista.

Demasiado cerca, se dijo para sus adentros notándose bañada en sudor.

Volvió a mirarle las manos...

Nada.

Notas de juego

Elige:

1. Tengo una deuda que saldar con Vilryn Karr. Un pacto de sangre.

2. Vilryn Karr es una adversaria de Aran Linvail en la cofradía. Sabe que soy su predilecta, su hija adoptiva. Me intentará utilizar para debilitarle.

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12/06/2025, 17:38
Manon

Manon se separó de las chicas en la misma puerta de la Corona de Cobre y empezó a encaminar sus pasos en dirección a los muelles. Quería pasar desapercibida y, adentrarse en Alta Ciudad por sus calles principales, tan sólo conseguiría enfocar todas las miradas en ella. 

Al salir de la taberna había mirado hacia la mesa donde había visto a aquellos rufianes... Estaba vacía. Quizás sólo habían estado allí por casualidad y lo que había pescado tan sólo habían sido unas miradas sucias y opacas, nada que ver con ella.

De todas formas no se fiaba. Estaba acostumbrada a tener que vigilar sus espaldas día y noche. A vivir con el corazón en un puño, alerta, sin poder confiar nunca en nadie...

Echó la capucha de su capa sobre sus oscuros cabellos y avanzó por las sombras, vigilando en cada esquina, sospechando de cada movimiento furtivo. Pero tan sólo vio sucias y gordas ratas escurridizas y a un gato viejo, de pelaje apelmazado y escuálido como el palo de una escoba, apoyado en el tercer peldaño de una escalera. mientras se lamía las pelotas. 

Dentro de su mierda de siempre, las calles parecían tranquilas, no había señal de los malcarados que había visto en la Corona de Cobre.

Manon se relajó.

Aquella noche iba a ser gloriosa. Conseguirían el puto tomo y ella podría abandonar esas callejas malolientes. Alquilaría una habitación cerca del muelle, donde la mierda no se amontonaba tanto. Podría vivir de forma más austera y bañarse dos veces a la semana... Tendría un plato de comida caliente y se compraría ropa y...

Mierda, no, eso no era a lo que ella aspiraba...

Deseaba una de esas mansiones. Deseaba tener a jóvenes hermosos que besaran sus manos y suspiraran por una palabra salida de sus labios. Deseaba tener los putos dedos cargados de anillos. Por tener un sirviente que velara por todos sus caprichos y poder comer hasta hartarse.... Hasta que sintiera ganas de potar... Deseaba tener que dejar la comida porque no pudiera más y tirarla a la basura, sin importarle que la gente se muriera de hambre. 

Sumida en sus codiciosos sueños, empezó a cruzar una pequeña plaza, sin asegurarse antes que ésta estuviera vacía. En su mente sonaba una música y ella estaba bailando con un joven de mirada verde y cabello castaño. Tenía una perilla recortada y una sonrisa que sólo le dedicaba a ella...

Mierda...

De repente fue consciente de las sombras que empezaban a materializarse. Había bajado la guardia. Se detuvo y miró a uno y otro lado, valorando las opciones que tenía para salir de allí. Pero ellos habían cuidado de no dejarle ninguna vía de escape... 

Podía intentar regatear a uno de ellos y alejarse por la calle. Ella era veloz, si conseguía...

Todavía estaba valorando sus opciones cuando escuchó la voz del fantasma de seda. 

Joder...

Cerró un segundo los ojos y respiró, intentando calmar los latidos de su corazón. Al abrirlos de nuevo vio a la mujer, que se había materializado a pocos pasos de ella. No tenía ningún arma en las manos, pero su fama la precedía y sabía que estaba demasiado cerca. Un sudor frío recubrió su cuerpo y una sombra cruzó su mirada.

— ¿Qué quieres?

Preguntó en un siseo, procurando que su cuerdas vocales no vibraran.

— Pierdes el tiempo. No tengo nada para ti.

Mierda, ¿por qué la buscaba?

Tranquila, Manon, que no note que estás acojonada.

Notas de juego

Me quedo con la opción 2 ^^

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15/06/2025, 18:23
Vilryn Karr

Vilryn Karr no era demasiado proclive a la sonrisa, pero el rictus contenido de Manon, propio de una gata cruzando un alambre entre dos tejados sobre un río infecto sembrado de cadáveres flotantes, le satisfizo enormemente.

A eso, en el arrabal, se le llamaba reputación.

—Precisamente de eso se trata, ratita —confesó mientras caminaba en círculos a su alrededor, jugando mentalmente con ella y los ángulos muertos que entre la propia Vilryn Karr y sus secuaces tejían sobre Manon. La ladrona sabía bien cuál era el nombre de culto que recibía la icónica navaja de aquella furcia… Ceguera.

Y era un nombre sumamente apropiado.

—No se trata de lo que tienes… Se trata de lo que vas a conseguir para mí —Karr dejó caer la cabeza a un lado arqueando la ceja mientras estudiaba la silueta enjuta y fibrosa de Manon —. Dicen las malas lenguas que quieres independizarte. Volar libre, lejos, muuuy lejos de las alas de papá —susurró con un tono cantarín que a Manon le resultó espeluznante… Espeluznante porque encerraba una Terrible Verdad y un aún más Terrible Secreto.

—Solo hay una forma de escapar del Gremio, ratita. Y tú lo sabes bien —Vilryn Karr se llevó el pulgar al cuello y lo deslizó despacio, como si dibujase una siniestra sonrisa curvilínea en su nívea piel. Luego habló en tono confidencial —: Un pasaje al fondo del Chiontar.

El silencio que sucedió a sus palabras lo embargó todo a su alrededor, como la mortaja nebulosa que flotaba por las callejas.

—Sé que estás metida en un trabajito importante. Un gran golpe con el que retirarte por todo lo alto. Luego pretendes huir a una aldea de mala muerte, un lugar anónimo en el que nadie te encuentre y marchitarte lejos de esta embriagadora podredumbre… Sooolaaa —Volvió a canturrear con esa sonrisa capaz de abrirte la yugular y poner todo el salón pringado de rojo.

—¡Me parece bien que tengas metas propias! Ahora bien, mi silencio… Bueno, nuestro silencio, bien vale una generosa indemnización. Entiéndelo: asumimos un riesgo velando por tus sueños de libertad. El precio a pagar, por supuesto, será en brillante sangre… Pero calma, caaalma ratita, pues ese precio no habrás de pagarlo tú.

Su rictus quedó privado de toda expresividad y su mirada pétrea atravesó a Manon como si de una lanza de ébano se tratase.

—Quiero que averigües quién es Mary, La Roja. Consigue la identidad de esa sanguinaria puta y tienes mi palabra de que Aran Linvail nunca, jamás, sabrá de tus verdaderas intenciones...

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16/06/2025, 10:29
Manon

Pero...

¿Cómo cojones se había enterado la zorra de Vilryn de las intenciones de Manon?

Mierda....

Manon estaba en guardia, siguiendo los movimientos de la Fantasma con la mirada. Conocía su forma de operar y había caído como una novata en sus redes. 

Pero Manon nunca había sido alguien que se dejara intimidar. Había tenido que huir de situaciones parecidas... Haría un par de semanas la habían rodeado los guardias y ella les había dado esquinazo...

«Pero es la Fantasma...»

Mierda, ¿y qué? ¿En serio te vas a acobardar?

Escuchó la propuesta que le hacía y frunció el ceño. Nadie sabía quién coño era Mary la Roja. Había leído sobre ella en el Balduran Gazeteer y había oído rumores. En el Gremio estaban tensos, decían que la Roja era escurridiza como una serpiente y sanguinaria, muy sanguinaria. 

Mientras la Fantasma hablaba, Manon había estado valorando las opciones que tenía si quería huir de aquella encerrona. El rufián que tenía hacia su izquierda parecía estar más pendiente de la furcia que de ella. Podía intentar correr hacia él y esquivarle y seguir corriendo, ocultándose en las sombras. No era la primera vez que lo hacía. Era rápida, jodidamente rápida y ágil, no le sería difícil engañarlo y pasar a su lado. 

Chasqueó la lengua. Esos imbéciles no eran rivales para ella. Podía irse cuando quisiera, pero... La Fantasma la había atrapado con su lengua viperina.

— ¿De dónde has sacado toda esa mierda? No sé de qué coño me hablas...

Claro que lo sabía, joder. Pero... No se lo había dicho a nadie. ¿Cómo coño se había enterado?

— ¿Y por qué no buscas tú a esa furcia? Déjate de gilipolleces. Si quieres que te ayude, dilo claro, la Roja es una zorra que nos jode a todos... Pero no me sueltes toda esa mierda sobre Aran... Yo nunca le traicionaría...

Tras la primera impresión de sentirse acorralada, Manon intentaba coger la sartén por el mango y demostrarle a Vilryn que no le tenía miedo. Escupió en el suelo y le lanzó una mirada asesina a la mujer. 

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17/06/2025, 13:05
Vilryn Karr

—Mientes de pena, ratita —Vilryn, directa a la yugular.

Manon pensó en retroceder un paso, pero su cuerpo estaba agarrotado, demasiado en guardia ante cualquier posible movimiento del Fantasma de Seda.

Ya se sabe… Uno nunca la ve venir.

—Piensa con esa cabecita que tienes sobre los hombros, ¿quieres? Claro que estoy buscando a esa zorra sanguinaria, pequeña estúpida. Y por supuesto que pienso destriparla y arrojar su cadáver ultrajado al Chiontar. Y sobra decir que le haré el Nudo de Cormyr para que toda Baja Ciudad sepa que yo, Vilryn Karr, de entre todos los sicarios del Gremio de Ladrones de las Sombras, fui la que le dio matarile a esa cerda…

Alzó un dedo y se lo llevó a los labios. Los rufianes estaban absortos, presas del cáustico suspense que presidía la exposición de las mortíferas intenciones del Fantasma de Seda.

—…Pero existe un problemilla. Nada grave, por supuesto. Mary, La Roja no es, en realidad, Mary, La Roja.

» Y es ahí donde entras a jugar, ratita. Quiero saber quién es en realidad. Cuál es su rostro. Dónde duerme. Dónde se caga en nuestros muertos. Quién le importa. Dónde come. Qué come para mantener ese saludable cuerpo en perfecta forma, como una máquina bien engrasada para la brutalidad policial…

Vilryn Karr dio un súbito paso hacia Manon y la agarró con su mano forrada en cuero de la mandíbula.

Ya está, pensó Manon. Estoy muerta.

Descubrió que estaba conteniendo la respiración ante la dura mirada de Karr, y que esta no era una presencia demasiado ectoplasmática después de todo. Era tan real como un infarto al corazón.

—Alguien apoya a esa zorra. Es como un pequeño ejército de una sola puta. Tiene recursos, y que me ensarte Asmodeo, sabe cómo partirle la cabeza a un hombre. Eso puedo respetarlo —Vilryn Karr sonrió, pero a juicio de Manon eso no dulcificó su rostro. Antes al contrario, lo emponzoñó —. Pero cuando le abres el cráneo a los Ladrones de las Sombras… Bueno, ¿sabes lo que viene a continuación?

Manon recitó como pudo:

—Un pafaje de folo ida al fondo del Fionthar.

Vilryn la soltó, entrecerró sus ojos y afianzó su maliciosa sonrisa.

—¿Ves? Sabes pensar con la cabecita. Ahora escucha con atención. Tu papel es simple, pero muy relevante. Solo debes permanecer con los ojos bien abiertos. Vamos a esparcir un calculado rumor para incitar a nuestra violenta amiga Mary a actuar. Será un rumor taaaaan apetecible, que para cuando intervenga tú estarás espiándola desde las sombras. Cuando acabe su trabajo, la seguirás hasta su refugio. Necesitará hacerlo, créeme. Y en su debido momento, me lo harás saber.

Vilryn pellizcó la mejilla de Manon con fuerza, sacudiéndole el rostro.

—No es que tengas muchas opciones, ¿sabes, ratita? Dices que no traicionarías a Aran, pero lo que en realidad deberías preguntarte es… ¿Confía Aran Linvail lo suficiente en ti?

Una pregunta incómoda.

Vilryn Karr le soltó la mejilla con un donaire desdeñoso y la miró de soslayo con una severidad mortuoria.

—¿Sabes qué ocurre si apuñalas una almohada de plumas en una azotea en mitad de Baja Ciudad? —inquirió la asesina con un deje ladino y traicionero—: Lo mismo que con un adecuado chismorreo, ratita. La duda prende en las almas de los hombres al igual que resulta imposible atrapar todas las jodidas plumas que flotan en el aire.

Notas de juego

Reconozco que interpretar a Vilryn Karr es un placer culpable.

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17/06/2025, 13:42
Manon

Manon no era una cobarde. No era una pusilánime que se dejara avasallar por cualquiera. Pero no era idiota y sabía de la fama de la Fantasma de Seda. La muy zorra se había cuidado de ir bien respaldada para tenerla entre las cuerdas. 

«Me las pagarás, puta...»

Cuando Vilryn la cogió de la mandíbula y apretó con fuerza, recitó la respuesta pero su mirada reflejaba todo el odio que sentía hacia esa mujer. 

La rabia la estaba quemando por dentro...

Pero como ya hemos dicho, no era idiota y apretó con fuerza los puños para contener aquella rabia en su interior. 

Lo peor de todo era la vergüenza. Vilryn se estaba sobrepasando y la estaba utilizando delante de aquellos hombres para ponerla en evidencia... La gota que colmó el vaso fue cuando le pellizcó la mejilla para sacudir su rostro. Manon había intentado contenerse. Había soportado que la cogiera de la mejilla, que la llamara "ratita" y le hablara con desdén, pisoteándola como si ella fuera una mierda de las que te encuentras en la calle. Pero en cuanto sintió sus dedos como tenazas atrapándole la mejilla, Manon alzó el brazo y le dio un manotazo, soltándose y se apartó un paso de ella.

— Suéltame...

Siseó con rabia contenida.

¿Tenía miedo?

No vamos a negarnos, la Fantasma de Seda tenía una fama bien ganada, pero Manon no era un trapo que pudiera utilizar y estrujar a su antojo. 

Su pregunta la sacudió por dentro. ¿Aran confiaba en ella? 

Él era la única familia que tenía. Joder, tenía sueños, quería conseguir mucho dinero y abandonar Baldurs, comprarse una mansión y ser una de aquellas mujeres que tanto detestaba. Sabía que si abandonaba la cofradía Aran no se lo tomaría bien, pero... Ella le quería, joder... 

Pestañeó y torció los labios en una mueca.

— Te ayudaré, haz lo que te de la gana con esa zorra. Pero para la próxima vez, no necesitas montar esta mierda de número para pedirme colaboración. 

Empezó a caminar hacia una de las calles.

— Aran no confía en nadie. Pero ten por seguro que si tiene que elegir, no será a ti a quién elija...

Dijo mientras se alejaba, sin ni siquiera mirarla. La necesitaba para encontrar a Mary la Roja, no la apuñalaría; o eso era lo que ella quería creer.

Manon pecaba de arrogante y, por mucho miedo que tuviera, no iba a permitir que sus enemigos la pisotearan.

— Déjame pasar...

Le dijo, con un tono de voz seco, al rufián que se encontraba cubriendo el callejón por el que quería meterse.

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19/06/2025, 08:39
Narrador

El rufián le dedicó una sonrisa salaz y echó una ojeada al Fantasma de Seda, no fuera a dar la impresión de que tenía un conato de iniciativa propia.

Vilryn Karr había cruzado los brazos en silencio, observando a la joven ladronzuela tras ese arrebato de orgullo. Por toda respuesta alzó el mentón con cierta soberbia, un gesto que podía interpretarse como «Permiso concedido,» y Manon se encontró caminando de nuevo, sintiéndose vigilada en la distancia por aquella infecta plaga humana, sola entre un mar de niebla con la semilla de la duda germinando en su interior.

¿Realmente la eligiría Aran Linvail…?

La jodida Mary, La Roja traía a todos de los nervios y Vilryn Karr quería apuntarse el tanto de darle matarile. La cofradía se tomaba el asunto de aquella justiciera muy en serio. Utilizarla a ella para tenderle una trampa no era una deferencia, era algo mucho más enrevesado. Tratándose del Fantasma de Seda, uno nunca sabía qué esperar. Manon solo tenía claro que en este preciso instante estaba bajo su atenta mirada de halcón y que eso no era un buen negocio. Sentía la presión en la nuca, veía a las sombras carcajearse a su paso, podía oler el dulce icor de la descomposición en el aire… Si no se andaba con cuidado, sería un cadáver ambulante en un par de lunas. Podía ser la navaja de Vilryn Karr, un sangriento encuentro con Mary, La Roja o una puñalada en el esternón mientras dormía de la propia mano de Aran Linvail.

El Vermiis Misteriis podía ser una inesperada carta de salvación. Según ese gnomo, Morkar Doomvault, podría estar valorado en una obscena fortuna. Solo tenía que robarlo y conseguir un buen perista en el mercado negro. Luego algún coleccionista extravagante con mucho oro que perder y, tras un lucrativo intercambio, habría conseguido su objetivo.

Fortuna y gloria, se dijo a sí misma para centrar sus sentidos.

Fortuna y…

Se detuvo en seco al entrever entre la niebla una alta y espigada silueta encapuchada, sus ojos de un azul comparable con un zafiro estelar admirándola en silencio.

La guadaña a la espalda era un toque distintivo, sin duda.

Tardó en parpadear del pánico, pero cuando lo hizo, el espectro había desaparecido.

Quizás se estaba volviendo loca.

O quizás… Solo se tratase de un mal presagio.

* * *

Notas de juego

No puede negarse que Manon es el PJ más grimdark y trágico de la aventura por ahora.

Si quieres darle un aire cómico en algún momento, no te cortes. Como me busques en mi vena Hambre & Miedo ya sabes que vas a encontrarme. XDDD

Elige:

1. Llegar a la villa de Lord Daigneault y ponerte en silencio a espiar un rato. La ruta más inteligente para Manon es el bote. Y la más rápida.

2. No solo vas a llegar hasta la villa... Vas a intentar colarte en ella y hacerte con el Vermiis antes que el resto de las Cat Queens. Fortuna y gloria... solo para ti.

>;-D

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19/06/2025, 18:20
Manon

Al ver que el rufián que le cortaba el paso dirigía su mirada hacia la Fantasma, en busca de su aprobación, Manon tuvo un instante de duda. Se había hecho la valiente, muchos dirían que se comportaba de una manera infantil y caprichosa y que estaba jugando con la paciencia de la asesina. Pero odiaba que la trataran de esa manera, le recordaba a cuando era un moco que vivía en las calles, comiendo de lo que encontraba en las basuras y bajando la cabeza cada vez que alguien intentaba abusar de ella. Antes de conocer a Aran Linvail, había estado "trabajando" para un grupo de ladronzuelos que buscaban hacerse una reputación en Baldurs. La encontraron en un callejón, intentando cazar una rata porque estaba famélica y decidieron "adoptarla". Se aprovecharon de que era una niña pequeña y ágil y hacían que se metiera por cualquier hueco para abrirles las puertas de las casas que buscaban robar. Apenas le daban de comer con la excusa de que si engordaba no cabría por las ventanas pequeñas o entre algunas rejas por las que se colaba y, cuando algo les salía mal, lo pagaban con la pequeña Manon. 

Aquella fue su primera "familia" estuvo con ellos hasta que los muy gilipollas decidieron realizar el golpe del siglo. Un robo que les lanzaría al estrellato y la misma Cofradía de las Sombras se postraría a sus pies. 

Eran imbéciles.

La cagaron mucho, interponiéndose ante un trabajo de la mismísima Cofradía. En su defensa diré que fueron engañados y no tenían ni idea. Alguien les había hablado de un artefacto que tenían guardado en los sótanos de una Mansión en Puerta Alta. Les aseguraron que apenas había vigilancia y los señores estaban fuera, era un trabajo para novatos y podrían sacar un pastón. Decidieron ir, los muy idiotas ni siquiera comprobaron que la información fuera cierta. Se presentaron en la Mansión e hicieron que Manon se colara en el interior, como siempre. Ella consiguió entrar y, cuando fue a abrirles las puertas, un sonido estridente empezó a resonar por todo el edificio. La niña se encogió de miedo. Su "familia" hasta ese momento huyó, dejándola ahí dentro, sin preocuparse por lo que pudiera pasarle... Y en ese momento todo se volvió extremadamente caótico. Efectivamente, Aran y unos cuantos del Gremio también se encontraban ahí dentro, iban a robar el mismo artefacto, pero Manon había hecho saltar la alarma... 

Tuvieron que abandonar la misión. En pocos segundos la casa se llenó de guardias, magos, gólems, bestias... ¿Dónde habían estado metidos antes de que esa niña esmirriada metiera sus ganzúas en el enorme cerrojo de la puerta? Manon no tenía ni idea, estaba convencida de que se abrió un portal en algún lado, del que empezaron a salir las criaturas, pero ella no llegó a ver nada...

Cuando se dio cuenta que volvía a estar sola, sorbió los mocos y se enjuagó las lágrimas. Se escondió en las sombras, pegándose mucho a la pared y procurando que no la vieran y regresó a la pequeña ventana por la que había accedido a la Mansión. Consiguió salir y una vez fuera se topó con Aran.

Todo lo demás ya es historia...

Desde entonces Manon había vivido bajo el ala de Aran. Él le había enseñado todo lo que sabía y confiaba en ella - al menos hasta que ella le traicionara - Según fue ganándose una reputación y haciéndose un nombre dentro de la Cofradía, la joven no volvió a permitir que la trataran con desprecio.. Pero, sabía quién era la Fantasma y, por mucho que le jodiera tener que bajar la cabeza, no deseaba acabar con los intestinos saliendo de su ombligo. 

Siguió caminando y en cuanto llegó a las sombras del callejón, dejó que éstas la tragaran y desapareció de la vista de los rufianes. 

Se dirigió hacia el muelle, era la forma más segura de entrar en Puerta Alta y dirigirse a la mansión sin llamar demasiado la atención. 

No podía quitarse de la cabeza las palabras de Vilryn. Aran todavía confiaba en ella, ¿verdad? Pero...  ¿Cómo actuaría cuando se enterara que ella les había traicionado? Estaba cansada, deseaba su libertad, deseaba poder ser alguien, tener su casa, su vida... Soñaba con cosas imposibles, pero eran sus sueños y... Si no luchaba por ellos, tarde o temprano acabaría en un callejón, con una sonrisa roja en el cuello...

De repente se detuvo y un escalofrío recorrió su espalda. Miró hacia las sombras, había visto una criatura espectral, observándola. Si no fuera por su cara descarnada habría dicho que sonreía...

Mierda...

Pestañeó y sacudió levemente la cabeza. Seguro que habían sido imaginaciones... Toda esa mierda la estaba trastocando... 

La idea de robar ella sola el libro y traicionar a las cats, era cada vez más seductora. Podía llevárselo y desaparecer. Tenía la llave, había cuidado de cogerla ella y guardársela. - Se llevó la mano al bolsillo para comprobarlo y una sonrisa sesgada asomó a sus labios - 

Pero ahí había magia... Talina podía serle útil

Y V...

Mierda...

Tú llega a la mansión y ya veremos cómo están las cosas... Comprueba las guardias y las vías de escape...

Notas de juego

Pues me quedaría con la opción 1, a no ser que al llegar me diera cuenta que  es mentira que haya tanta vigilancia y lo viera demasiado fácil o.o Entonces quizás intentara colarme dentro para intentar averiguar dónde está el libro. Pero sólo para estudiar el terreno. Esperaré a las cats y luego ya las traicionaré (o no, quién sabe xD)

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20/06/2025, 15:52
Narrador

Notas de juego

La Opción 1 sea, pues. 

;-D

Queda a la espera. Eres la primera en llegar a la villa, dejo constancia.

Y por cierto, ningún problema con la improvisación. Da color al PJ. Un color sepia, muy noir. Me mola. XD

¡VIVA ISHIE!

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22/06/2025, 11:35
Narrador

La ladronzuela logra agenciarse un pase en bote por el Chiontar durante la noche.

El barquero se hace llamar Muslopollo, vaya usted a saber por qué. A Manon le gusta. No hace preguntas y el feo hijo de puta no le dirige ni la mirada. Mejor, mucho mejor así. Bastante charla le ha dado Vilryn Karr como para que la cabeza le dé vueltas imaginando almohadas destripadas en lo alto de las azoteas.

Casi cuando ha alcanzado los muelles de Alta Ciudad y Muslopollo ha hecho amago de soltar una maldición, la luna en el cielo empieza a encapotarse y, sin previo aviso, escucha la explosión, el estallido. Gira su rostro impelida por un temor instintivo y ve, hacia el noroesete de Baja Ciudad, no demasiados lejos de donde debe quedar la Puerta del Basilisco, una deflagración de magia en estado puro que impregna el aire con un hedor octarino y parece horadar el cielo en una columna de energía cegadora.

Muslopollo lanza un silbido de asombro, pero ni por esas suelta prenda.

Manon empieza a pensar que es mudo.

Notas de juego

Extra, por circunstancias.

Guárdate esta perla informativa para tu primera intervención en la siguiente escena. ;-)