Las Cat Queens se habían ido cada una por su lado y Lynda se había dejado llevar completando sus notas con un borrador de un incandescente encuentro de naturaleza libidinosa en una tenebrosa biblioteca gótica entre Talina y el señor Doomvault. Inspiración, ramera despiadada.
Tuvo que apartar la pluma del papel para recuperar el aliento —su imaginación era más salvaje que la espada de cierto cimmerio— y, al hacerlo, reparó en que estaba sola, algo que la dejó cavilando. Tenía que trabajar con sus compañeras de fatigas varias asignaturas pendientes, como la simbiosis del grupo, el espíritu colectivo, los beneficios de la cooperación interprofesional o… «EL PODER DEL AMOR.»
¿Cómo diablos iba a concluir su Magna Opus sin la adoración desmedida de sus esbirras? Porque aclarémoslo ahora mismo: Lynda Fendalyn era la líder que las Cat Queens merecían. Bellísima y encantadora, agradable en el plano olfativo, diplomática en el trato y con un nivel de cultura y erudición superior al candidato promedio a Alcalde en la bucólica aldea de Phandalin.
En resumen, Lynda era un caramelito con orejas puntiagudas. Doce de cada diez grupos de aventureros se pirrarían por sus huesos y adorarían tenerla al mando durante sus aventuras. Entonces, ¿por qué las Cat Queens eran excepción en semejante escenario estadístico?
Se pensó si resoplar, pero como ella era una dama de media alcurnia, desechó la idea y empezó a pensar dónde, oh, dónde debería hallar pistas que pudieran ayudar a sus chicas a triunfar en su aventura. Quizás era el momento de reivindicarse ante las enteradas de sus colegas y demostrarles, por fin, que Lyndara Fendalyn era algo más que una cara muy bonita.
Y así, nuestra intrépida bardo puso sus delicados pies rumbo a…
Elige:
1. Lynda elige visitar la hemeroteca del Balduran Gazeteer por si puede sacar alguna pista de Lord Daigneault. THE LOVECRAFTIAN OPTION.
2. Lynda decide visitar el Corredor de las Sombras, una calle de Baja Ciudad plagada de informantes sospechosos de muy diversa condición. THE GRIMBOILED OPTION.
Sea como sea, haz una tirada de Percepción en oculto.
Lo que nos vamos a reír...
Entendía que era necesario, pero aun así, le fastidió sobremanera que tuvieran que separarse para seguir adelante con el plan en el tiempo suficiente. ¿Cómo iba a inspirarse en las historias y actos de sus compañeras si no estaba presente para dejar registro de ellas? Oh, iba a tener que interrogarlas largo y tendido cuando volvieran a reecontrarse y tuvieran un momento de paz.
Por el momento, lo mejor que podía hacer para ganarse la admiración y el respeto de sus allegadas era demostrarles que era más que una cara bonita, que podía ser útil al grupo más allá de conocer a la gente que convenía y dejarles un sitio en el que sobar a pierna suelta.* Talina sabría más sobre el libro, Manon descubriría como colarse en la mansión, y, pero había un campo en el que las demás lo iban a tener prácticamente imposible obtener información. Pero si el tal Lord Daigneault era un miembro de la clase alta, seguro que habría artículos de sobra sobre su persona. Todo acontecimiento, o mucho mejor, escándalo, protagonizado por un miembro de la élite siempre era analizado detalladamente durante semanas, y no dudaba de que, por muy reservado que fuera, algo acabaría encontrando que le permitiera conocer a qué tipo de persona iban a robar.
Decidida, echó a caminar, habiendo pasado más tiempo del que le gustaría en el Callejón de la Peste. ¡Al Gazeteer!
Tirada oculta
Motivo: Percepción
Tirada: 1d20
Resultado: 18(+4)=22 [18]
*¿Podría Lyndara tener una casita en Puerta de Baldur que sirva de base de operaciones al grupo?
La niebla empezaba a devorar las callejuelas de Puerta de Baldur y a Lyndara la asaltaba la perniciosa sensación de que algo, o alguien, la estaba siguiendo con no demasiada diligencia por el singular hábitat urbano que componía Baja Ciudad rumbo al Balduran Gazeteer.
Aceleró el paso notando una urticante sensación en el píloro, apéndice cuyo único propósito según un reputado biólogo consistía en detectar la proximidad del peligro en los vertebrados. Trató de atisbar entre la niebla la fuente de esa inquietud y creyó ver una sombra engalanada, algo que su febril imaginación romántico-fantástica tradujo como… ¡¡¡UN VAMPIRO!!!
Lynda corrió por su vida a grandes zancadas lamentando el desatino de no portar consigo una ristra de ajos tiernos. Dobló una esquina y notando el embriagador y sordo dolor que caracteriza al flato en el abdomen, se prometió a sí misma que retomaría las rutinas de cardio para, al menos, poder encarnar de un modo más competente el papel de víctima.
Se asomó con cautela —Y MIEDO— por el resquicio de la esquina susurrando para sí misma:
—QueseaEdwardCullen… QueseaEdwardCullen-QueseaEdwardCullen-QueseaEdwardCullen.
Allí no había ni un alma, solo un buen montón de silencio y la fastidiosa intuición de que su imaginación le había jugado una pasada, digamos, gótica.
Y sin embargo… ¿Por qué seguía picándole el píloro?
Decidió que la respuesta a esa pregunta era:
—¡NO PIENSO AVERIGUARLO!
Y correteó boqueando de modo vergonzante unas cuantas —¡DEMASIADAS!— callejuelas hasta la puerta del Balduran Gazeteer, el diario independiente —¿?— de la Puerta de Baldur.
La bardo entró de modo atropellado, azorada y con su pelazo alborotado cayéndole por su bello rostro, y solo la excelsa contención que exigían sus modales la disuadió de buscar algo, preferiblemente con forma de columna dórica, con lo que atrancar la puerta.
—¿Puedo ayudarla? Parece que hubiera visto a Mary, La Roja —preguntó una tifling muy sonriente con el pelo recogido en una gruesa trenza.
Quizás fuese el momento de pedir un vasito de agua fría.
Y estacas.
Sí, un lanzador de estacas, por si las mosquis.
Concedido.
Dime la ubicación y allí estará esperándoos. ^^
Apenas hubo dejado atrás el Callejón de la Peste cuando empezó a pensar que igual quedarse sola en aquella zona de la ciudad no había sido una idea buena del todo. Si había algo de lo que era consciente la semielfa era de su propia belleza, y de las muchas miradas que atraía. En los ambientes en los que generalmente se movía, venía la mar de bien... pero el llamar la atención de forma intrínseca podía llegar a ser un peligro. O más bien, el tipo de atención que podía llegar a atraer.
Como ahora, por ejemplo.
Esperaba que solo fuera su vívida imaginación jugándole una mala pasada, pero por si acaso, imprimió un poco más de velocidad a su paso. Pero aquella sensación de su cogote siendo acariciado agresivamente no se le terminaba de ir, lo que hizo que se fuera poniendo más y más nerviosa, acelerando el paso más y más para descubrir que hacía un rato que había echado a correr y no se había dado ni cuenta.
Maldijo su pobre forma física en el momento en el que empezó a resollar después de unas pocas zancadas. Maldita sea, una señorita no estaba para andar correteando por su vida por callejuelas oscuras. ¿Por qué no le había pedido a V que la acompañara para que pudiera llevarla en brazos si era necesario? En cuanto alcanzó a ver las puertas de la imprenta, se prometió a sí misma que, si llegaba viva, de esta sí que sí, empezaría a hacer ejercicio regular.
De verdad de la buena.
Hmmm, quizás se vería más motivada si V accedía a entrenar juntas. Esos bíceps...
Se forzó a controlar sus pensamientos antes de que se le fueran de las manos. Había alguien hablándole. ¿Quién...? Ah sí, el Gazeteer, sí...
—Un... segundo... por... favor... —pidió sin aliento a la tiefling, intentando evitar que los pulmones no se le salieran por la boca. Igual no podía volver a meterlos dentro, y menuda carta de presentación iba a ser esa—. No... tendrá... por casualidad -una manera de atrancar esta puerta- ejemplares antiguos del periódico para consultar... ¿No? —preguntó, esforzándose por poner una sonrisa que no reflejara lo a punto de colapsar que estaba—. Me pirran... los pasatiempos, ya sabe...
Dime la ubicación y allí estará esperándoos. ^^
Mm, no conozco la ciudad más allá del BG III, habiendo llegado hace poco y sin ser tampoco rica de verdad, me imagino una casa bastante modesta en una zona modesta de la ciudad (sin que llegue a ser clase baja, oh no señor, eso no).
La tifling sonrió de una forma desmesurada. Taaan desmesurada, que Lyndara no supo qué mueca adoptar por respuesta, porque la verdad es que no era una sonrisa propia de un asesino psicópata o de un acechador vampírico, sino más bien la de alguien quizás un poquito demasiado entusiasta.
Era una sonrisa presidencial la suya, del tipo que quiere abarcar al resto de sonrisas presentes en una fotografía, comérselas en un potaje y crecer hasta adquirir proporciones gargantuescas.
No muchas caras podrían soportar esa sonrisa y salir indemnes del proceso. Era una sonrisa que demandaba un tono muscular privilegiado. Una sonrisa digna de un culturista de los maxilares. En California, habría sido toda una atracción por sí misma. La Sonrisa del Millón de Dólares.
—Adelante, adelante —dijo muy hospitalaria—. No trabajo aquí, pero si lo hiciera, y lo hice hasta hace una hora exacta, le recomendaría encarecidamente la sección «Pasatiempos Luctuosos II» —le dijo en clave confidencial —. Son súper-creepies.
Luego reparó en el zurrón de Lyndara, en los útiles de escritura y en las manchitas de tinta en los esbeltos dedos de la semielfa.
—Disculpad, pero no puedo contenerme. ¿Acaso sois una novelista en apuros?
En la pregunta había un poco de premura por conocer la respuesta, como si la tifling anticipase la contestación de Lyndara.
—Lo sois, ¿verdad? Por favor, asentid. Confirmad mis sospechas. ¿Sí? ¿Síííí?
Mentir, en esta situación, parecía hasta falta de educación, pero Lyndara, en parte fascinada por la intuición de su singular interlocutora, consideró hasta qué punto era inteligente revelar el verdadero propósito que la había atraído hasta el Gazetteer.
—Mi nombre es Calumnia, pero no os dejéis engañar por la acepción literal del término, pues soy una chica muy confiable y afable. Podéis llamarme Calu. Y vos, ¿tenéis nombre? ¿O debo llamaros La Intrigante Chica de los Crucigramas? Entended que la economía del lenguaje no es partidaria de este último apelativo.
Haz una tirada de Percepción a DC 12. XD
Mientras poco a poco recuperaba el aliento e iban disminuyendo las posibilidades de que las puertas tras ella se abrieran de golpe para dar paso a su -¿imaginario?- perseguidor, levantó la mirada para fijarse bien en su interlocutora. Una tiefling como cualquier otra, con sus cuernos y su apariencia estilizada, pero cuando se fijo en su rostro...
Je-sús.
Que diga, De-neir.
Aquella sonrisa era... No le venía a la mente ningún adjetivo que le hiciera justicia, y eso que dominaba varias lenguas hasta el punto de prácticamente poder recitar de memoria sus respectivos diccionarios. Pero aquella sonrisa, simplemete... era. Las mejillas se redujeron a la mínima expresión, la curvatura de los labios parecía más un corte que hubiera sajado la cara de la tiefling de lado a lado y la mandíbula inferior hubiera quedado colgando.
En, en las propias palabras de la tiefling, súper-puto-creepy.
(El puto era su toque personal).
—Eeh... esto, les echaré un ojo, sí, gracias por la recomendación —dijo, cautelosa, recuperando una recta postura ahora que sus pulmones dejaban de querer combustionar espontáneamente—. ¿Hace una hora? ¿Y eso? —instintivamente, miró más allá de la tiefling, tratando de ver si había alguien más en el lugar. Aunque era de noche, debería haber gente trabajando en preparar la tirada del día siguiente...
La pregunta hizo que le saltaran todas las alertas de nuevo. ¿Cómo demonios había averiguado lo que era? ¿Sabría más que eso, en realidad? ¿Sabría quién era? ¡¿Acaso podía leerle el pensamiento?! ¿Desde hacía cuánto? ¿Y si era alguien al servicio de Lord Daigneault? ¡O peor! ¡Una agente de los Censuradores de Guardavela! ¡Ay dioses, esperaba que no se lo hubiera leído cuando estaba pensando en Vendetta!
Entonces, se fijó en qué estaban mirando los ojos de la tiefling, y bajó la vista hacia su zurrón, cuyo contenido era visible al haberse desatado durante la carrera.
...
...O también podría ser eso, sí.
—Tenéis... una vista muy aguda —dijo al volver a mirar a... ¿Calumnia?, asintiendo. Aquella sonrisa seguía poniéndola de los nervios—. Soy... Cora. Y sí, supongo que me habéis pillado. Venía en busca de historias con las que intentar inspirarme. El bloqueo de escritor es horrible —sonrió a su vez, probado a ver si aquello haría que se congraciara con ella—. Y a por los pasatiempos también, por supuesto.
Motivo: Percepción
Tirada: 1d20
Dificultad: 12+
Resultado: 12(+4)=16 (Exito) [12]
Uf, acertada, menos mal xD
—Pues si mi vista os parece aguda, Cora, deberíais aguardar a leer alguna de mis críticas teatrales… —replicó la tifling admirando el filo de sus uñas multicolor —. Tengo entendido que provocan úlceras sangrantes. Supongo que son exageraciones de gente muy susceptible.
Ahora que reparaba en ello, Lynda se dio cuenta de que aquella astada comediante apreciaba un buen jubón abigarrado, acorde a su alegre histronismo. Su misma melena trenzada tenía un mechón de un color fucsia tan hostil para el ojo como la luz azul.
Lynda titubeó por un instante ante la superlativa —y heladora— sonrisilla de la tifling. A juicio de la semielfa, aquella criatura la escuchaba con mucha atención. Quizás podría haber puesto en serios apuros en un careo televisado al propio Asmodeo.
—Oh, pobrecita. ¿Y qué tipo de bloqueo sufrís? ¿Gramatical? ¿Morfosintáctico? ¿Pleonásmico? —preguntó con tono condescendiente mientras daba una palmadita en el hombro a Lynda —. No usaréis demasiados adverbios en vuestros párrafos, ¿verdad? Son síntoma de perezosa desidia.
Lynda. ¿Demasiados adverbios? Por favaaaaaaaah. ¿Pero quién se había creído esta tal Calumnia?
—Sea como sea, la inspiración es esquiva por naturaleza. Ojalá tuviese forma material. Una forma a poder ser apolínea, síííí... La atraparía, la encadenaría y la encerraría en una mazmorra secreta para que cantase sooooolo para mí… —Rió soñadora ante su malévola maquinación para luego dedicar una mirada traviesa a Lynda —. ¿Es que acaso no habéis fantaseado con la misma idea? —preguntó algo desconcertada.
Bueno, Lynda soñaba con bíceps, albinas y Whitney Houston, pero no iba contándolo por ahí con tanto desparpajo porque, en fin, no era una chica descocada como… como… ¡COMO TALINA! ¡ESO! ¡SE TENÍA QUE DECIR Y SE DIJO!
—Me temo que mientras no adopte forma de un apuesto jayán, solo nos queda invocarla de la mejor manera…
» Escribiendo… Cruelmente.
Calumnia agitó la manita a modo de despedida.
—Te deseo mucha suerte, Cora. Espero que encuentres algo muy bueno sobre lo que escribir. Solo guárdate de no coincidir con mi próxima exclusiva… Padezco de cierta indigestión con la competencia desleal.
Había dejado de sonreír con su énfasis habitual cuando remató aquella frase.
Se dirigió a la puerta del Gazetteer.
Tirada oculta
Motivo: Perspicacia
Tirada: 1d20
Dificultad: 15+
Resultado: 11(+5)=16 (Exito) [11]
Buena tirada.
Antes de que Calumnia abandone el Gazetteer, puedes darte perfecta cuenta de que hay alguien tumbado en el suelo tras un escritorio en la planta baja del edificio. Aunque no lo he descrito demasiado, puedes imaginarte las oficinas del Gazetteer como una especie de despacho espacioso sembrado de legajos y con un olorcillo a tinta fresca en el éter.
El cuerpo que hay tendido no lo ves por completo, solo sus botas.
Tus orejas de elfa captan una respiración profunda, relajada. Infiernos, dirías que está roncando.
Y como extra, te diré que al igual que Calumnia ha reparado en tus manchitas de tinta y tus aperos de juntaletras, tú también has podido escanearla y has detectado algo de interés.
En su zurrón sobresalen varios manuscritos enrollados. En uno de ellos puedes apreciar la caligrafía distinguible de la G del Gazetteer.
Elige:
1. Confrontar a Calumnia, tratar de impedirle la salida del Gazetteer y tratar de que confiese sus felonías. Teoría sobre lo sucedido opcional. Si aciertas, te daré inspiración.
2. Dejarla ir y tratar de averiguar qué diablos ha pasado aquí con una investigación más concienzuda.
Piensa muy bien qué hacer, Ky, porque no hay opción mala per se. ;-)
No tienes que tirar nada de momento.
—Creativo —se limitó a responder, mirando a Calumnia con los ojos algo entrecerrados, mientras cerraba el zurrón que la había delatado. Había algo en la tiefling -aparte de su sonrisa, claro- que la hacía desconfiar. Actuaba como si la conociera, hablaba como si hubiera un subtexto en sus palabras, su pronunciación hacía énfasis en los momentos justos para indicarle que había un mensaje oculto en lo que le estaba diciendo. Que sabía que le estaba ocultado cosas, que la conocía. Y que sabía que ella lo sabía.
O quizás tan solo era su vívida imaginación viendo cosas donde no las había.
Pero aunque muchas veces era el caso, en aquella estaba casi segura de que no.
—Sería una lástima que así fuera y os la guardarais toda para vos —respondió a su idea—. Yo creo en... compartir. Ya me entendéis —dijo, esperando ser malinterpretada a propósito. Realmente era lo que pensaba, pero quizás así Calumnia picaría el anzuelo—. Aunque tenéis razón, la mejor manera es continuar con nuestro arte y confiar en que regrese la musa.
En cuanto la astada empezó a andar hacia la puerta, su mente se puso a pensar a gran velocidad. No le había pasado desapercibido el par de piernas medio oculto tras un escritorio, y por los ronquidos, no parecía que les faltara la mitad superior. Bien, al menos aquello quería decir que Calumnia no era una asesina. Esperaba no estar dándole razones para serlo.
—Un momento, querida —dijo, dando un paso al lateral para impedirle proseguir hacia las puertas, poniéndose directamente frente a ella—. Necesito saber dónde publicáis... para estar pendiente de las novedades... y al tanto de vuestras críticas. No quisiera por nada del mundo convertirme en objetivo de ellas —y ahora, el segundo anzuelo—. Lo cierto es que no me sonáis pese a mi asiduidad por estar actualizada en lo que al mundo literario respecta. ¿No tendríais encima algún ejemplar de vuestro trabajo para que pueda ver si en efecto os he leído alguna vez y es que no os reconozco? Veo que también vais bien cargada —señaló al zurrón de Calumnia con la mirada.
Podía ser mucha, y cuando digo mucha es mucha, casualidad, que Calumnia hubiera ido allí a robar los ejemplar que necesitaba sobre Daigenault, que buscaba desaparecer por completo de la escena pública un tiempo. O quizás se trataba de una ladrona tan buena que incluso se dedicaba a robar los periódicos en los que se advertía sobre sus robos para que nadie tuviera la más mínima idea de quien fuera ni pudiera relacionar sus fechorías unas con otras. Sin datos de carácter público, la ciudadanía estaría completamente inadvertida.
Bueno, Lynda soñaba con bíceps, albinas y Whitney Houston, pero no iba contándolo por ahí con tanto desparpajo porque, en fin, no era una chica descocada como… como… ¡COMO TALINA! ¡ESO! ¡SE TENÍA QUE DECIR Y SE DIJO!
xDDDD Sencillamente brutal
Hemos venido a jugar, así que, batalla pokémon it is con la thiefling!
La tifling hizo una divertida mueca de asombro con los labios y sus ojos titilar ante la posibilidad muy real de ser descubierta en sus aviesas intenciones.
Se deslizó con un paso de baile de lado a lado, fintando con elegancia a Lynda y poniendo a resguardo su zurrón de manos indiscretas. La semielfa creyó leer el titular de uno de los pergaminos que Calumnia guardaba con celo en su bolso.
Rezaba así: ¡MARY ATACA DE NUEVO!
—Es harto inusual que alguien con vuestro vasto conocimiento literario no haya leído jamás a alguien de mi talento. Permitidme que os haga una pregunta directa, querida mía…
Directa como una daga al corazón, le faltó decir.
Dio un sibilino paso hacia la puerta del Gazeteer.
—¿Acaso Cora no es diminutivo de Coralina, que resulta ser alter ego de la escritora underground Lyndara Fendalyn? ¿Esa mestiza de cabellos indescriptibles y ojos negros como el hidromiel del Monte Espino Negro que escribe panfletos romanticones haciendo veladas sugerencias fálicas cada vez que habla de espadas y mandobles?
Lynda se quedó sin palabras, desarmada por completo al ser pillada en su embuste.
—En efecto, sufrís de un bloqueo creativo sin parangón —remató Calumnia negando con la cabeza—. ¡Venís a tomar inspiración de la prensa rosa! ¡Negadlo si queréis, pero yo sé La Verdad! ¡Os he pillado in fraganti! Bueno, técnicamente no, porque tenéis la misma habilidad para el disimulo que tres kóbolds dentro de un abrigo robusto —dijo aleteando su mano entre molestas —E HIRIENTES— risitas.
Lynda se dispuso para contraatacar a esa pedazo de lagarta, valorando si un bofetón callejero rebajaría su charm.
Y fue entonces cuando todo se tornó en un desmadre total.
Excelente tirada de Perspicacia de Calu en mi anterior entrada. Aplico el resultado ahora, que es más vistoso aún. Además, te regalo una pistita. ^^
Aguarda, que sigo.
La puerta del Gazetteer se abrió de par en par y el flamante y pillastre Don Alfredo Castillejos, canalla magnífico y opositor a sifilítico, junto a dos de los más notables miembros de su cuadrilla, La Distinguida Competencia, entraron en escena.
—Caballeros, este lugar tiene cierto tufillo a sesgo político —dijo el canalla de Alfredo pasándose la cajita de rapé por su regia napia—. Romerto, Siv, si sois tan amables, prended a mi amada. ¡Pero con cariño!
Romerto, un enorme ogro vestido como un estibador portuario, esbozó una sonrisa escalofriante que a buen seguro había sido el preludio de muchas rótulas retorcidas en ángulos imposibles.
Siv, una delgaducha elfa pelirroja que llevaba dos cuchillos con nudilleras en sendas sobaqueras y el 75% de su cuerpo tatuado con diversas especies florales, no tenía que sonreír para gozar de una mueca bastante más siniestra que su orondo colega.
Se limitó a negar con la cabeza en dirección a Lynda.
—No debiste dejarte en casa a tu guardaespaldas albina —siseó encorvándose como una pantera dispuesta a abalanzarse a su yugular.
Romerto parpadeó algo confundido.
—Euh… ¿’Efe?
Alfredo se había subido a un escritorio y estaba cantando muy animado algo ininteligible para todos, salvo para Lynda, que ya se sabía la cancioncilla de memoria de la ingente cantidad de amagos de rapto y denuncias de acoso que coleccionaba de semejante pieza.
—Estoy expresando mi amor en forma artística, tarugo —dijo.
—Y muy aguda, sí —terció Siv llevándose el meñique al interior de una orejota.
Alfredo les ignoró, exhibiendo su movilidad pélvica mientras llevaba una artera mano a su coquilla y apuntaba a Lynda antes de obsequiarla con una sutil pero indecentísima proposición con un tono que de ardiente se tornó salaz—: Mi señora, deseo vuestro cuerpo.
Llegado a este punto, Lynda habría podido sugerir que pretendía hacer uso de él hasta el óbito.
Calumnia se tapó la boca con la mano y miró perpleja a Lynda.
—NOOOOOOOOOOOOOOooooooooooooooooo… ¡Si tú eres Coralina…! ¿¡Él es…!? ¿¡Harryhausen!? —Enrojeció de repente y estalló en una carcajada que dejó boquiabiertos a todos los presentes.
—Alfredo, ¿Qué hacemos con La Risitas? —preguntó Siv con una mueca torva.
El rubiales se mesó la cuidada barbita con forma de candado y dijo con voz impostada:
—Hummm... Sin testigos —Sonrió muy satisfecho con sus guturales resultados —¡LAS CLASES DRAMÁTICAS ESTABAN DANDO SUS FRUTOS!—, pero al ver a la sádica Siv desenvainar sus cuchillos con cierta pulsión homicida refulgiendo en sus ojos, se apresuró a decir—: ¡No, Siv, no! ¡Que estaba bromeando! ¡Nos la llevamos también!
Siv refunfuñó.
—Mimimimí. Parguelas —siseó la elfa.
Llevaba esperando esto mucho tiempo. ¡JAJAJAJAJA!
Elige:
1) Vale, me han pillado, pero jamás podrán quitarme... ¡MI LIBERTAAAAAAAAAAAAAAAD! Trata de huir con alguna artimaña. Sabes que Alfredo te idolatra. Quizás puedas aprovecharlo en tu beneficio.
2) Vale, me han pillado. Será mejor que me rinda y busque la oportunidad adecuada para escapar de este cansino y sus esbirros. Y con esta ya van... ¡Ay, Gen Santa! He perdido la cuenta.
Lo que sabes de la Distinguida Competencia:
+ Alfredo jamás te haría daño. Te ama con locura. Dicho lo cual, no es estúpido y sabe que no es correspondido. POR AHORA. Es muy vanidoso y su orgullo es tan elevado como quebradizo.
+ Romerto, el ogro, es una bestia parda con una fuerza tremenda, pero es lento y estúpido. No le caes mal. Le divierte perseguirte acompañando a su jefe por toda la ciudad. Le gustan tus novelas, aunque no sabes por qué. Las lee al revés.
+ Siv te detesta. A decir verdad, detesta a todo el mundo. Según tu teoría más aceptada, no alberga ni pizca de amor en su corazón. Es la más siniestra de la banda de Alfredo y en una pelea a puñaladas no tienes claro si preferirías a Siv o a Manon. Fíjate si es peligrosa.
Las orejas de Lynda se habrían puesto de punta si hubieran podido hacerlo ante las preguntas de Calumnia, que demostró bien que, al contrario que ella, la tenía bien calada hasta los huesos. Maldita sea, ¿Tan conocida era ya que tan solo un diminutivo de su seudónimo ya bastante para reconocerla? Lo cierto es que, según se mirase, eran buenas noticias... ¡Pero no en aquella situación! ¿Y quién demonios era esa tifling que parecía saberlo todo sobre ella? ¿Realmente era una crítica literaria? Desde luego, una bien sospechosa... pero con un ojo bien bueno.
—En primer lugar, mis, como las llamáis, veladas sugerencias fal...
No pudo terminar de responder a la entrometida, pues su peor pesadilla entró en ese momento por las puertas que a bien había tenido su enorme lacayo abrir de un señor manotazo.
El incorregible de Alfredo, genial. Tuvo que contener las ganas de llevarse la palma de la mano al rostro mientras maldecía la suerte que estaba corriendo aquella noche. La última vez le había costado cuatro horas de reloj deshacerse de él y sus atenciones, lo cual sería bastante más fácil si no se hiciera acompañar siempre por aquella caterva de personajes cada cuál más molesto e irritante que el anterior, sin entender todavía como accedían a seguir a semejante piltrafa de hombre. Y en aquella ocasión, no tenía tiempo que perder con ese aspirante a donjuán.
El ogro por sí solo no era mucho problema, pero aquella elfa le ponía los pelos de punta casi tanto como Manon. Pero sin ninguna parte del buen sentido en el que se lo causaba la humana.
Mientras Alfredo lidiaba con sus subordinados, se giró fugazmente hacia Calumnia al escuchar su comentario y su risita.
—PUESCLAROQUENOESHARRYHAUSENMECAGOENTODOYA —le espetó en una bien cabreada voz baja mientras la asesinaba con su mirada cargada de llamas abrasadoras. Inmediatamente, volvió a girarse hacia Alfredo.
—Alfreeeedo, querido —empezó a decir, poniendo la más armoniosa de las voces—. ¡Pero qué sorpresa! Os hacía en la zona del puerto, ¿No os dije que iba a realizar allí la presentación del último fragmento que he escrito? ¡I-né-di-to! —maldita sea aquello tenía que haber sido suficiente aliciente para tenerlo distraído—. Justo venía a comprobar que todo estuviera bien con la tirada de ejemplares, y aquí mi buena amiga iba a hacerme el favor de ayudarme a llevarlo todo hacia allí, salíamos ahora mismo. Por supuesto, yo me encargaría de ayudarla con su asunto a cambio más adelante —en ese momento miró a Calumnia indicándole con la mirada que le siguiera el juego y rezando a Bes y Hermod porque lo hiciera—. ¡Va a ser una oportunidad de oro, te lo aseguro! Estaré firmando ejemplares, e incluso sortearé un encuentro privado con alguno de los admiradores que esté presente... No hay necesidad de hacer las cosas por las malas ni de estropearle las cosas a tus seguidores cuando todo puede ir tan rodado que parezca... sacado de una novela, ¿Verdad?
Puso los manos a la espalda, apoyando un pie sobre la punta, y miró al encoquillado aspirante a bardo con unos pucheros dignos de la mejor de las obras de Deekin Scalesinger.
—Venga, Alfredo... No necesitas a Romerto para que me sujete, ya sabes que me da un poco de miedo...
Motivo: Engaño
Tirada: 1d20
Resultado: 19(+8)=27 [19]
Motivo: Persuasión
Tirada: 1d20
Resultado: 3(+11)=14 [3]
Tiro Engaño y Persuasión para intentar reclutar a Calumnia para ayudarnos a escapar la una a la otra. Mmmm, presiento que esto es el inicio de una buena amistad...
—Romerto, ya has oído a la dama. No le pongas las manazas encima, que te tiene un poco de miedo —dijo Alfredo agitando su mano, ordenando de modo subrepticio al ogro que mantuviese la distancia social aceptable respecto de Lynda, que para su especie alcanza los doce metros, más o menos.
—Pero, uh… Entonces, ¿Cómo la meto en el saco? —se preguntó un desconcertado Romerto, rascándose la calva tras el sombrerito con gesto pensativo.
Pensar es doloroso para un ogro.
—Dadas las circunstancias, me acercaré yo… —dijo Siv sonriendo pérfidamente a la semielfa.
—¡NO! ¡Tú tampoco, Siv! Que el que te tiene miedo soy yo. Cuando andas cerca, las cosas tienden a romperse —dijo Alfredo con un matiz nervioso en la voz.
—…Violentamente —apuntó Siv con un susurro, sin dejar de clavar los espolones que eran sus ojos verdes en Lynda.
Acepto tus tiradas y, dado el resultado de la tirada de Engaño, voy a un nuevo nivel.
Prosigo.
Calumnia captó mensajes ocultos en la mirada de Lynda y decidió echar todo un encinar a la hoguera de las vanidades.
—¡Eh-eh-eh! ¡Yonosoyalaquepersiguensuschaladosfans! ¡Nolapaguesconmigo,Coralina! ¡Sssssss! —Le advirtió con una mirada llameante bañada en fuego infernal.
Calumnia carraspeó, entregada al arte de la improvisación dramática para defender el interés común de ambas literatas.
—Oh, noble Alfredo, atendedme, vos que sois joven y apolíneo: Veréis, vuestra amantísima damisela se encuentra en la fase crítica de una estresante gira para publicitar su trilogía legendaria, ya sabéis, «Cuando Harryhausen conoció a Coralina». Resulta que soy su agente literaria —En este preciso instante le lanzó un puntapié de precisión a la espinilla a su «representada» para que efectuase un enfático asentimiento de confirmación—. Y su editora. Y su mecenas. ¡Y hasta le hago el desayuno porque aquí donde la veis no sabe ni hacerse un huevo frito con dos tiras de bacon ahumado! Aaaaaah, pobrecilla… Como me gusta decirle…
La agarró de la mejilla sin previo aviso y dio un tirón que pretendía ser cariñoso, pero que en realidad resultó viperino y traicionero.
—Lynda, cariño, para lo único que sirves es escribir. ¡Ji! ¡Ji, ji!
Aquello despertó inesperadas risas en Siv y Romerto —este último sin entender el chiste—, pero dejó cavilando a Alfredo, que se jactaba de conocer toda la obra literaria de Lynda y ahora estaba ahogándose en un denso suspense.
—¿Es esto verdad? —inquirió el rubicundo espadachín, su corazón turbado por el misterio.
Ahí fue otra patadita bien dirigida de Calumnia.
—¡Oledicesquesíotematooooo!
Volvió a carraspear.
—¿Quiere un chicle de menta? —preguntó con cierta suspicacia Siv.
—Gracias por la cortesía, señora secuestradora, mas debo declinar vuestro ofrecimiento. El síndrome de Estocolmo comienza con un caramelito mentolado, es bien sabido.
» En resumidas cuentas, estimado Alfredo, adalid de la guapura y la tempura, si secuestráis a mi representada aquí presente, no solo retrasaréis la publicación de la que posiblemente sea su Magna Opus, sino que privaréis a todo Faerün de conocer el desenlace amoroso más tórrido jamás contado cuando el jodido Harryhausen, que mira que es cortito el muchacho, se declare, por fin, a la estirada Coralina.
—¿¡SE DECLARA!? ¿¡AL FINAL SE LE DECLARA!? ¿¡A PESAR DE LAS INFIDELIDADES PREVIAS Y LAS INCLEMENCIAS METEOROLÓGICAS!? ¡Detalles! ¡Por piedad, queremos detalles!
—Perdonad, mi señor, un desafortunado desliz motivado por la emoción del momento. Mi representada está trabajando en ello. No querréis que sea yo quien os destripe los frutos del trabajo de vuestra amantísima doncella, ¿verdad?
—¡Oh, cruel villanía! ¿¡Pero qué hemos hecho!? ¡Casi cercenamos el trabajo de la más brillante escritora de novelas eróticas de todos los Reinos Olvidados! ¡CLEMENCIA, MI SEÑORA! —rugió Alfredo, arrepentido y derrotado—. ¡NO PRIVÉIS A ESTE, VUESTRO MÁS HUMILDE Y ENTREGADO SERVIDOR, DE UN EJEMPLAR FIRMADO CON LA PRETERNATURAL TURGENCIA DE VUESTROS JUVENILES…!
Siv arqueó una ceja y miró de soslayo a Alfredo, que tosió mientras enrojecía visiblemente.
—¿Vas a acabar esa frase tan sugerente, jefe? —preguntó la elfa.
—Euh… No. ¿Qué estaba diciendo? —Se preguntó Alfredo—. ¡Oh, sí! ¡Lamento este desafortunado incidente, mi señora Fendalyn! ¿Podréis perdonarme en esta vida o en la siguiente?
—Solo el fuerte es generoso —siseó Calumnia al oído de Lynda.
Elige para rematar la faena:
1. Perdonar a Alfredo.
2. Acusarle de intentar coartar tu libertad artística y erigirle en causa de tu bloqueo creativo.
Anota en tu ficha un nuevo vínculo con Calumnia, la cual ha decidido colaborar contigo para eludir al cansino de Alfredo.
Tras tu decisión, precipitaremos el final de esta simpática escena para unirte al resto de las Cat Queens. ^^
Si deseas buscar algo en la hemeroteca del Gazetteer sobre Lord Daigneault antes de abandonar este escenario, lanza Investigación. A partir de 10, consigues algo interesante. Si la tirada es muy alta, las pistas serán mejores. ;-)
Por mucho que le pesara, se alegró de que Calmunia entrara en el trapo y le echara una mano para deshacerse de Alfredo y sus secuaces. Y madre mía, ella consideraba que tenía dotes de improvisación y desparpajo, pero el despliegue de la tiefling la dejó sin palabras en un primer momento, e incluso llegando a dudar de si no había llegado a contratar a Calumnia como su representante. Aunque desde luego, la tía se lo estaba cobrando con ganas entre las patadas, los tirones y las "observaciones" que hacía... Aun así, mantuvo la sonrisa nerviosa bien esbozada y confirmó todo cuanto decía su reacia compañera. Desde luego, dudaba de ella hubiera conseguido poner a Alfredo en semejante estado de penitencia, al menos en tan poco tiempo, así que le seguía debiendo una a su impertinente salvadora.
—Calu, querida —le dijo sin dejar de mirar a Alfredo, al tiempo que le propinaba su propio pellizco en la cintura. —. No desveles detalles antes de tiempo, ¿Quieres?
¡Encima iba a joderle el final de su obra! Como se corriera al voz, iba a verse obligada a escribir a aquello si la gente reaccionaba a favor. No habían pasado ni dos minutos y ya estaba arrepintiéndose de su asociación con Calumnia.
—No hay nada que perdonar, mi buen y leal Alfredo —le dijo al de Castillejos, todavía representando su papel mientras este no desapareciera con su séquito detrás de él—. Entiendo el... ardor, que os mueve a actuar con semejante impulsividad. Mas ahora ya estáis al tanto, por lo que os pediría que os refrenárais hasta que mi obra este finalmente terminada, so pena de hacerme sufrir más retrasos en su escritura y publicación. Y entonces, podremos hablar... y os entregaré un ejemplar especialmente dedicado. ¿Os parece?
Si el infanzón lograba contenerse, y era un gran "si", aquello significaría un buen tiempo de tranquilidad. Bien lo valía el luego tener que escribir una dedicatoria más personal en el futuro, aunque esperaba que Alfredo no se tomara aquello como más de lo que era.
Oh dioses, por supuesto que iba a hacerlo.
En fin, aquello sería un problema para la Lyndara del futuro, la del presente había logrado salir del paso gracias a Calumnia. Le debía una a ella también... pero al menos, al despachar al grupo tan rápido, todavía le sobró algo de tiempo para echar un ojo entre los legajos del Gazetter, a ver si encontraba algo sobre Daigneault. Casi se le había olvidado la misión que la había llevado allí, y no impresionaría nunca al resto de las Queens si volvía con las manos vacías.
Motivo: Investigación
Tirada: 1d20
Resultado: 5(+8)=13 [5]
Vamos a perdonar al pobre Alfredo, no sea que en el próximo encuentro venga con peores intenciones xD
Bueno, bajita pero paso la tirada, menos mal que tengo bonos altos
Con la promesa de un ejemplar firmado y el perdón de Lynda, Alfredo Castillejos y su Distinguida Competencia abandonaron el Gazetteer, dejando a la literata semielfa resoplando del nerviosismo y dolorida a la altura de las espinillas.
Calumnia estalló en una risilla cómplice al ver marchar al rubito y a sus adláteres.
—¡Por la brillante calva de Zariel, no me había reído tanto en mucho, mucho tiempo!
Lynda se apresuró a rebuscar entre los pergaminos de la Crónica de Sucesos catalogados por la letra D, de Daigneault. No es que gozase de mucho tiempo, pero había aprendido el arte de la lectura en diagonal en Candlekeep antes de ser censurada, y encontró un documento interesante que decía así:
¡LA TRAGEDIA SACUDE A LOS DAIGNEAULT!
Se trataba de una breve noticia que databa de hace una década y que debió sacudir a la nobleza de Alta Ciudad en su día.
Narraba la triste defunción del insigne aventurero y explorador, Magnus Daigneault, y de su bella esposa, Artemisa, las misteriosas circunstancias en las que se produjeron ambos decesos, y la cuantiosa fortuna que dejaron a sus hijos, Edgar y Lora. El artículo estaba presidido por una viñeta, una suerte de caricatura de los Daigneault en la que se retrataban exageradamente los rasgos característicos de los Daigneault, a saber: una mirada de halcón, una apostura digna y unas facciones esbeltas. No había ni uno solo que no resultase implacable, pero el que captó sin duda casi toda la atención de Lynda fue el tétrico personaje que aguardaba al fondo de la viñeta en su calidad de ilustre criado de la familia, acaso un mayordomo, un hombre enlutado de melena lacia y prominente nariz, afilada como un escalpelo.
Lynda iba a pronunciar su nombre, o mejor dicho... su apodo; pero en ese preciso instante los ventanales del Gazetteer estallaron en mil esquirlas de vidrio cuando una porción de Puerta de Baldur estalló en mil pedazos, erigiendo una columna de energía octarina que se alzó hasta apuñalar el cielo.
¿¡Qué diablos había ocurrido!?
Como sé bien que el pelícano desconecta los findes, aprovecho y resuelvo la pista que te debía tras tu tirada de Investigación.
Lo sucedido justo al final de mi entrada es relevante porque afecta a toda la ciudad y, por ende, a las cuatro Catties.
El martes remataré este hilo con una entrada de tu tifling favorita. Debo confesar que el tiradón que te marcaste en la prueba de Engañar ha sido tan superlativo que ha alterado lo que estaba tomando el cariz de un secuestro hilarante en toda regla.
Muy bien jugado. ;-)
Calumnia se asomó por uno de los ventanales con sus ojos como platos.
—¡Córcholis! ¿¡Crees que será algún tipo de atentado!? ¿¡Un magnicidio, quizás!? —Emitió un largo silbido admirando la columna de energía desvanecerse según ascendía al firmamento—. Parece una tremendísima y volátil erupción mágica… Y parece provenir del distrito noroeste, en Baja Ciudad. Extraño. No es su modus operandi habitual… ¿Pero y si…?
La tifling se giró de modo repentino y miró a Lynda con una de esas sonrisas Premium Deluxe tan características suyas.
—Cartas sobre la mesa, ¿sí? Sé que venías aquí huyendo de ese pelmazo y sus esbirros. No hay vergüenza en reconocerlo, hermana. En mi caso, estoy aquí persiguiendo La Terrible Verdad, una que la humilde editorial de este diario teme revelar a Puerta de Baldur —explicó con cierta acidez mirando hacia el escritorio tras el cual reposaba la inconsciente razón de su desengaño profesional.
Qué misterio. Qué suspense.
—Verás, escribo un artículo independiente sobre la justiciera enmascarada que azota al crimen de Baja Ciudad desde hace ya varias lunas. Me refiero, claro está, a Mary La Roja, también conocida en el arrabal como Santa María del Cuchillo. Aunque resulta irónico, porque emplea un arma contundente en sus sangrientos ataques. Tiene a la Cofradía de Ladrones de las Sombras de Amn muy inquieta, pero aún más a la Guardia de la Ciudad y al Puño Ardiente. Competencia desleal, ya sabes —Le guiñó un ojo socarrón a Lynda—. Ahora mismo, la verdadera identidad de Mary La Roja es uno de los datos más codiciados por toda la condenada ciudad. Mi trabajo como sufrida reportera callejera, puramente altruista debo añadir, es averiguar quién se esconde tras el manto carmesí de esa temible justiciera. Así que te propongo algo emocionante: ¿Y si me ayudas a averiguar su secreto?
» Piénsalo: podrías declinar mi oferta, pero si lo haces, vivirás triste y desolada durante el resto de tu laaaaaarga y aburrida vida preguntándote… «¿Y si sí?»
Calumnia le tendió una amistosa mano a Lynda.
—¿Trato?
Piensa si aceptas la propuesta de Calumnia, pero reflexiona sobre este particular en la nueva escena como algo pendiente de Lynda. ^^
Es importante que me digas si estrechas (o no) la mano de Calumnia.
Y ahora, te doy paso con Manon y Talina.
Repasa bien el último mensaje que te envié y sobre todo su parte final. Te ayudará a entrar en la siguiente escena.
Cualquier duda, aquí me tienes. ;-)
Por cierto, no es necesario que escribas más en esta escena, pero si lo deseas, puedes hacerlo para despedirte.
Le sorprendió el entusiasmo de la tiefling, de inmediato lanzándose a uno de los ventanales recién reventados. A ella todavía le pitaban los oídos. ¡¿Qué diantres había sido aquello?! Eso tenía que haber afectado a mucha gente...
—Espera, modus operandi de... —los oídos todavía le pitaban un poco, pero Calumnia ya estaba avasallándola con nueva información—. Un poco bestia que eso haya sido Mary la Roja, ¿No?
No conocía de nada a la tiefling, pero no había dudado en subirse al carro para ayudarla a librarse de Alfredo y compañía, y lo cierto es que tenía una vivacidad atrapante. No sabía exactamente qué era, pero tenía algo que la hacía sentirse atraída y repelida a la vez por la reportera.
—Pero, esa Mary... ¿No está haciendo algo bueno entonces? ¿Por qué ir tras ella en lugar de ir tras el crimen?
Estrechó la mano ofrecida, en un firme apretón, o lo más firme que podía darlo Lynda, que no sería capaz de partir una zanahoria por la mitad. Le debía una, y si lograban ser ellas las que descubrieran el secreto de La Roja, serviría para hacer crecer su fama. Ya se imaginaba adorada por la ciudad y sobre todo, por las otras Queens. ¡Andaos con ojo, Censuradores, ya no vais a poder tocarme después de esto!
—Con una propuesta así, como no va a haber trato —concedió, despidiéndose de la avispada Calumnia.
Acepto el trato de Calumnia y estrecho su mano
Oye y la otra persona que estaba por ahí durmiendo? xDD
Así, off the record, puedo decirte que era el editor del Gazetteer.
Está vivo, pero efectuando un descanso prolongado... forzado. XDDDD
Calumnia y él tuvieron discrepancias conceptuales sobre la vocación periodística y lo que podría suponer para el Gazetteer revelar quién es Mary La Roja.
Si quieres ahondar en el tema, recuerda preguntárselo la próxima vez que te cruces con ella. ;-)