Partida Rol por web

29 de febrero de 2000 - 12:05

Un golpe despertó a Evonne. La Leanhaun se encontró a sí misma tendida en la cama, casi desnuda y entre las sábanas. A su lado no había nadie, ni siquiera el calor de un cuerpo ausente no hace demasiado. Al girarse se dio cuenta de que la luz de la mañana llenaba su habitación y que la puerta a la terraza estaba abierta. El golpe lo había producido Morgan al desfallecer en el umbral. Tenía sangre en la mano y se apretaba la mejilla con ella.

-Estoy bien, tranquila -dijo el caballero con voz grave-. No te asustes.

Morgan se sentó en uno de los sillones de orejas para leer e hizo un gesto de dolor. En su túnica había pequeñas flores rojas, marcas de pequeños mordiscos producidos por el acero.

Evonne se despertó sobresaltada, otra vez. El sueño la había atrapado demasiado, permitiéndole así recuperarse de las malas noches y el día anterior. Le costó ubicarse, y cuando lo hizo y observó al Eiluned malherido le faltó tiempo para saltar de la cama y acudir a su lado.

-¡Morgan! -¿Cómo le podía pedir que no se asustase? ¡Tenía sangre!

Tomó una de sus manos con cuidado y la examinó.

-¿Qué ha pasado? ¿Dónde estabas?

La mano, aunque llena de sangre, estaba ilesa. Pero cuando la apartó de su rostro, un chorro de sangre empezó a fluir mejilla abajo. Tenía un tajo muy recto que iba desde debajo del pómulo hasta la oreja y parecía profundo. El cartílago había quedado seccionado casi por completo, pero la sangre no dejaba ver exactamente cuál era el alcance del daño.

Morgan volvió la cabeza para que no lo viera.

-Fui a ver a Sarianne. No ha salido bien. Pero tranquila, no es como si fuera a morirme. Estoy bien, no me mires así.

No era la primera vez que veía heridas tan horribles. Tal vez no en aquella vida, pero en la anterior incluso las había padecido y no le asustaba, del mismo modo que tampoco le hacía ascos si era necesario a remover las entrañas de un ser muerto para acercarse un poco más al futuro. Eran cosas que jamás admitiría en público.

No hizo preguntas, aunque tampoco trató de mirarle de forma consentida. Se levantó con calma y tiró de las sábanas para después alcanzar una daga ritual y romperla. Enrolló un trozo grande entorno a su mano y volvió junto a él para presionar la herida cuidadosamente. Entonces, sí, buscó su mirada con seriedad.

-Qué ha pasado. 

No iba a hacer reproches. Sabía que no era tan tonto como para provocarla. Tenía que ser otra cosa.

Morgan se recostó en el sillón.

-Me desperté pronto. No podía dormir, así que fui a Blois. Sarianne me recibió y hablamos. Me negó tener nada que ver con el asunto, pero a ella le pareció sumamente divertido. Digamos que me enfadé y que Gautier dijo cosas que no debía. Puede que a mí me haya pinchado aquí y allá, pero ahora mismo él no recuerda ni cómo se llama... -Morgan forzó una sonrisa-. No te preocupes, no es grave. Sarianne se ha enfadado, pero eso es todo. ¿Sabes lo más gracioso de todo? Que no ha sido cosa suya. Dicen que anoche Marion entró por la fuerza en los Cedros. Puede que haya sido Marjolaine. Pero... ¿por qué demonios querría ella...?

Evonne puso los ojos en blanco al escucharle.

-Gautier... -masculló, pero no hizo ningún comentario más mientras él seguía hablando.

Al ver que estaba más o menos bien alcanzó la bata para cubrirse y volvió a su lado. Se sentó en el reposabrazos y besó su frente. Después le abrió la túnica para examinar el resto de sus heridas mientras arrugaba el gesto.

-¿Marjolaine? Marjolaine no tiene nada en contra de Marion. Marion salió a defenderla y que yo sepa siempre se han llevado bien. No obstante... -Miró a Morgan de soslayo-. No me costaría mucho averiguarlo. Puedo echar un vistazo para ver lo que ocurrió en los Cedros.

Morgan tenía tres heridas repartidas por el torso. Dos eran sólo rasguños, pero una, en el hueco entre el brazo derecho y el hombro, parecía algo más seria.

-Es bueno, pero yo soy mejor. Nadie que se bata con Sir Aster semanalmente puede ser peor que Gautier -fanfarroneó el Eiluned apretando los dientes-. Si puedes intentarlo, hazlo. No estoy en condiciones de salir a buscar chismorreos, pero me gustaría saber qué demonios pasa.

-No te preocupes, amor. Enseguida lo veré. Pero recuérdame que luego me encargue de ese inútil.

Besó sus labios procurando no hacerle mover la cabeza. La herida de la mejilla le preocupaba. Se anudó la bata con fuerza y comenzó a trastear entre sus utensilios en busca de algo que le sirviese para el cantrip. Lo de Gautier era un mero cabreo, y eso que no había olvidado la ruina que había hecho con su vestido. Pero tocar a su hombre era algo bien distinto. Aun así había algo más relevante ocupando su cabeza. ¿A qué había ido Marion a los Cedros con tanta ansia destructiva? Lothar no había mencionado nada en su carta. Probablemente tampoco lo supiese.

Anduvo de un lado para otro cogiendo y llevando cosas hasta que lo tuvo todo listo. Había llenado un vaso con agua, en el que había vertido una hoja de árbol. Después metió una venda que removió quince veces prenunciando unas palabras mientras, con la otra, hacía girar un reloj hasta situarse 15 horas antes. La sacó y escurrió para que no le calase tanto y después se anudó la venda, esperando ver a través de ella lo que los ojos de Marjolaine había visto... 

Lo que vio Evonne fue a Marjolaine llorando junto a una cama. Aster estaba a su lado, consolándola, pero lo cierto es que parecía afectado igualmente. Tumbada se encontraba una mujer de cabello rubio ligeramente parecida a Axelle, o eso le pareció a la Leanhaun, pues no podía ver la mitad de su cara. La Baronesa había estado frotando su piel con una esponja húmeda y rosada, y Evonne tardó un instante en darse cuenta de que era de ese color porque le estaba quitando sangre.

-¿Qué hacemos con el bebé? -preguntó Aster-. ¿Deberíamos enterrarlo o...?

Marjolaine se encogió de hombros y siguió limpiando el rostro de su amiga. Tenía sangre reseca en la mejilla que ella se empleó a fondo en limpiar.

-Lady Marion dijo que era un niño del Invierno -dijo Aster-. Quizá sea malo enterrarlo, no lo sé. Además, no sé lo que querría hacer Axelle con él.

-Querría tenerlo -contestó Marjolaine-. Como el primero.

La Liam se detuvo para besar la mejilla de Axelle. Sin semblante feérico, profundamente dormida, sólo había una posibilidad: había muerto quiméricamente.

-¿Qué voy a hacer ahora, Aster? Axelle se morirá cuando descubra que ha perdido su único ojo. -Su hermano no contestó. Marjolaine acarició el cabello de la Fiona, sollozando-. Tiene que haber un modo de que recupere la vista.

Evonne sacudió la cabeza, más confusa que antes. Se quitó la venda y se quedó mirando un punto fijo, anonadada. ¿Marion arrebatándole un hijo a Axelle? ¿Tanto odio había generado como para atreverse a hacer semejante barbarie, después de dejarla ciega y matarla quiméricamente? Se había cobrado su venganza a un precio demasiado alto...

Descolocada, buscó asiento en un sillón junto a Morgan. Estaba lívida y le temblaban las manos. ¿Cómo iba a explicárselo? Después de todo había amado a Axelle de corazón. Descubrir su mutilación, y peor, desvelar que había sido la causante de todo aquello haría que Morgan rabiase. Cogió su mano en busca de fuerzas, y al mirarle de repente varias piezas encajaron en su cabeza. Marion andaba buscando un niño gestado bajo el influjo de la Bruja, el que traería el Invierno a Neustria, y Axelle lo había estado ocultando todo aquel tiempo, probablemente por miedo a perderlo de nuevo... No quería ser ella la portadora de aquella desdicha, pero tarde o temprano la verdad saldría a la luz.

-No sé si vas a querer saber esto... -dijo, con una mirada de profunda tristeza.

Morgan frunció el ceño.

-No es bueno picar la curiosidad de un Eiluned de esa manera. Dime qué ha pasado.

Evonne apretó los dientes.

-Ha sido Axelle.

Morgan frunció aún más el ceño, como si no comprendiera. Luego abrió los ojos, sorprendido, y la sombra de la furia se abatió sobre él.

-¿Por qué? ¿Por qué Axelle? -El sidhe golpeó el brazo del sillón con la mano y gruñó al hacer peor el dolor de las heridas-. ¿Por qué nos ha hecho esto? Siempre creí que era egoista, pero no malvada. Creí que simplemente no me correspondía, ¡no que quisiera herirme de verdad!

Alargó una mano para tocar la cara de Evonne, pero la apartó en el último momento.

-¡Maldita sea! ¿Dónde está?

-Morgan, no. Cálmate, por favor. Te vas a hacer daño...

Evonne agarró su mano. Aun estando débil, ella no tenía ni la mitad de su fuerza.

-Puede que fuese el combo perfecto para hacerte daño también, pero iba a por Marion y Lothar desde el principio, aunque no sé por qué. Y Marion ya se ha cobrado esa deuda... de sobra.

-La suya puede. Pero no la mía -siguió él. Se levantó del sillón y se acercó a la ventana, dispuesto a saltar.

-¡Morga! Como saltes por esa ventana te juro que voy detrás y si no me mata la caída lo hará el Geas de Marion. ¡Escúchame!

Temblaba de los nervios y había vuelto a cogerle del brazo tirando de él hacia atrás.

Morgan se quedó quieto y se volvió para mirar a Evonne.

Evonne resopló. Sus ojos centelleaban pero aun así alargó la mano para acariciarle la mejilla sana.

-Necesito que me escuches y que mantengas la cabeza fría, por favor. No quiero tener secretos contigo y esto es importante. -Calló un instante pensando las palabras-. Axelle ya ha pagado suficiente. Llevaba en su vientre un niño del Invierno, la futura reencarnación de la Bruja.

Dejó que lo asimilase, vigilando sus movimientos con cautela, temiendo que hiciese alguna estupidez.

Morgan tragó saliva.

-Sigue.