Partida Rol por web

16 de marzo de 2000 - 23:05

Morgan había recibido una llamada bastante críptica de Lothar. Les pedía que acudieran a su apartamento. Al parecer, la Condesa Sarianne estaba muerta: un vampiro había entrado en Flor de Piedra y la había matado. Lothar necesitaba que los protegieran de algún otro ataque. Marion estaba herida, pero bien, y necesitaba ayuda.

Cuando Evonne entró en el apartamento, encontró a la pareja separada. Marion estaba en el dormitorio con una herida vendada en el muslo; Lothar se había alejado y se hallaba en la terraza. Morgan curó la herida de la Eiluned y fue a hablar con Lothar para informarse dejando a la Leanhaun con Marion, que lucía devastada.

Evonne alternó su mirada entre ambos, confusa. Tuvo el impulso de correr hacia Marion y abrazarla, pero esperó a que su Eiluned hubiese hecho la labor que se esperaba de él antes de acercarse. Inquieta, ocupó el lugar que le correspondía, al lado de su amiga. Tomó su mano entre las suyas con la esperanza de que su presencia la reconfortase de alguna manera, aunque viendo la situación dudaba que eso fuese suficiente.

-Marion... ¿Qué ha ocurrido?

Cuando Morgan se apartó, Marion se arrastró otra vez bajo las sábanas. No dejaba de pensar que aquella podría ser la última vez que estaba en la cama de Lothar, y ni siquiera dormía ahí lo suficiente para que su olor se hubiese quedado impregnado en ella. Dejó que Evonne le cogiese la mano. No sabía cómo contarle a la Leanhaun lo que había pasado, y decidió empezar por lo más fácil.

-Lady Sarianne está muerta -dijo, con la voz rota.

La Leanhaun asintió y acarició su mano.

-Eso... ya nos lo han dicho. -Dejó de hablar, buscando la forma de encauzar la conversación de forma fluida-. Sé que salisteis bien de la cárcel, yo me encargué de ello. ¿Qué pasó después?

-Tenía... Había llamado al hijo de Adèle. Un vampiro. Para que nos matara. Yo... también está muerto. Axelle lo mató.

Marion no había escuchado a Evonne cuando había dicho que estaba al tanto de los hechos, al parecer.

Evonne se quedó callada. Aquella iba a ser una conversación larga, de esas que requerían su infinita paciencia. Miró hacia la terraza, donde estaba Lothar, y después de nuevo a Marion.

-Y... ¿después?

Marion frunció el ceño, como si le costara hacer memoria.

-Loth... Fuimos al médico. Me llevó al hospital.

La Leanhaun estaba igual que cuando había llegado, excepto por lo anonadada que se hallaba al contemplar el nefasto estado mental de su amiga. Temía que si insistía provocase algún arranque de ira o llanto, pero no había muchas más salidas.

-Ya... ¿Y qué ha ocurrido con Lothar?

Marion giró la cabeza para mirar a Evonne, llena de confusión. Quiso responder, pero un breve balbuceo dio paso a un torrente de lágrimas y sollozos desesperados. Se tapó la cara con las manos para ahogar el sonido de su llanto y trató de volverle la espalda a Evonne.

La no respuesta de Marion bastó para responder gran parte de sus preguntas sin llegar a concretar nada. No le impidió darse la vuelta, pero terminó de subirse a la cama y la rodeó con un brazo.

-Sssh... Lo arreglaremos, ¿de acuerdo? -susurró, acariciándole el pelo. Verla así le partía el corazón, pero no iba a derrumbarse también a pesar de que las ganas de llorar empezaban a acumularse-. Sea lo que sea, seguro que encontramos la forma de sobrellevarlo, ¿vale?

Dudaba que las palabras fuesen a ser de alivio, pero aun así lo intentó mientras la Eiluned se calmaba.

Marion se encogió y buscó refugio en el cuerpo de Evonne, sin dejar de llorar detrás de sus manos. Lothar la despreciaba, y con razón, y no había nada que se pudiera hacer. Lo había perdido todo. El pájaro ya no cantaba la traición de Lothar, sino la suya.

-No, no -era lo único que podía distinguirse entre sus sollozos.

Sus brazos la acunaron, brindándole un refugio donde esconderse y llorar la tragedia. No quiso presionarla más, así que se limitó a acariciarle el pelo y dejar que se desahogase. Tarde o temprano las lágrimas se acabarían y podría hablar, o se sumiría en un sueño poco reparador. Quizá lo mejor fuese llevarla a su casa, pero dudaba poder arrancarla de la cama de Lothar en aquel momento.

Marion lloró durante mucho rato. Dejó de usar sus manos como paño de lágrimas y escondió la cara en los brazos de Evonne. La angustia que había sentido desde que la sacaran de la celda había crecido más allá de su capacidad para contenerla, y lo único que pudo hacer fue llorar hasta que le dolieron los ojos y la garganta.

Cuando dejó de llorar permaneció un rato en silencio, algo aliviada pero no menos desgraciada.

-Sarianne se lo contó todo -susurró después de un rato-. Se lo contó y después retorció la verdad p-para hacernos daño.

Evonne no se movió hasta que no sintió los brazos o las piernas demasiado entumecidas. Variaba un poco la postura y continuaba esperando a que su amiga se sintiera un poco mejor o más dispuesta a hablar. Cuando lo hizo se quedó sin palabras. Ahora todo tenía mucho más sentido, desde Lothar en el balcón hasta la Marion destrozada que sostenía en brazos. Menos mal que la Condesa estaba muerta, porque de lo contrario lo estaría muy pronto.

-Lo siento -musitó, pensando mejor lo siguiente que iba a decir-. ¿Por eso estáis así, Marion? ¿Por Lothar...? Pero él os ama, y vos a él. Seguro que hay una forma de arreglarlo.

Marion se volvió hacia Evonne, liberando su brazo, y se encogió sobre sí misma hasta quedar hecha un ovillo contra el cuerpo de la Leanhaun.

-Ya no. Me odia y no me quiere a su lado después de saber...

Evonne se lamentó internamente. No era precisamente la advertencia que le había hecho no muchos días atrás pero podía valer. Al fina, las cosas se habían torcido demasiado, aunque no de forma irremediable excepto para Sarianne y la Corte Sombría, algo que no había que lamentar, precisamente.

Abrazó a la Eiluned y le besó la frente.

-Oh, Marion... Seguro que acabará por comprenderlo; lo hicisteis por él, para salvarle y ayudarle. No puede ser tan egoísta aunque ahora esté dolido. Tanto lo ocurrido con Gwenhael como con Axelle lo hicisteis por el bien del Condado, aunque no de la manera que cabría esperar.

Había sido ruin y traicionero, pero en cierto sentido necesario. El amor era una fuente de poner incalculable, no entendía el por qué de tanto disgusto a pesar del fiero temperamento del Gwydion.

-A no ser que haya algo más.

No iba a comprenderlo, Marion lo sabía. Lothar era inflexible en su Luminosidad, y después de lo que Sarianne había dicho ni siquiera tenía motivos para hacer el intento de perdonarla. Volvió a quedarse en silencio. Temía decir las palabras en voz alta. Sólo Lothar y ella lo sabían y vivían. Y Hesperia, estuviese donde estuviese.

-Cuando... cuando me acerqué a Lothar, cuando me di cuénta de que le quería... Fue Sarianne. Ella lo puso en mí. Me manipuló para que le amase y para que quisiera que me amase. Hesperia me lo dijo. Pero -se apresuró a añadir, con la voz llena de desesperación- no significa que le ame menos, Evonne, ni que sea mentira.

Necesitaba que Evonne entendiera eso. No iba a mencionar a Mariona. No quería humillar a Lothar aún más.

Evonne abrió mucho los ojos, aunque Marion no lo viera. Se reafirmó una vez más en su pensamiento de que, si Sarianne siguiera viva, la mataría ella misma. ¿Cómo se podía ser tan rastrero de manipular esa clase de sentimientos? Era cruzar una línea que separaba lo enfermizo de todo lo demás. No supo qué decir porque, seguro que lo sentía y era cierto, igual que ella había sentido aquel deseo irrefrenable por Lothar, aunque ya ni lo recordase.

-Pero... Si Sarianne ya está muerta y seguís sintiendo amor, es que es mucho más cierto de lo que habíais imaginado. Claro que es verdad, Marion, y por ello habéis de luchar todo lo que sea posible. El enfado de Lothar pasará porque, si tenemos una capacidad sorprendente es la de perdonar, sobre todo cuando amamos -mintió. Porque también sabía que cuanto más se amaba más dolían las decepciones. Pero el caso de Marion no parecía tan grave como el suyo propio.