Partida Rol por web

15 de agosto de 1999 - 10:23

Marion esperaba con impaciencia la llegada de Lady Evonne. Estaba en la Flor de Piedra, lejos de los ojos y los oído de Olive, y daba vueltas por una de las salas del castillo mientras esperaba a que anunciaran la llegada de la Leanhaun.

Tras la pertinente presentación, un criado hizo pasar a Evonne a la sala. Llegó rebosante de alegría al volver a ver a su amiga, y con una sonrisa que iluminaba su rostro. Dejó en una mesa cercana lo que parecía un regalo y extendió los brazos hacia Marion para recibirla con un sentido abrazo.

-Cuanto me alegro de volver a veros, querida.

-¡Evonne! -gorjeó.

Abrazó estrechamente a su amiga y la besó en la mejilla dos, tres, cuatro veces. La Eiluned había parecido cansada y preocupada, pero su aspecto cambió radicalmente al ver su amiga. Se separó de ella para mirarla con una gran sonrisa y la cogió de las manos.

-Y yo. Espero que el viaje no se os haya hecho pesado. ¿Cómo estáis?

-De maravilla al veros por fin. Ha sido un poco largo, pero sin altercados destacables. Aunque agradecería tomar algo refrescante -dijo haciéndose oír con voz cantarina, mirando al criado que la había presentado.

Una vez las dejaron solas, todavía sosteniendo las manos de la Eiluned entre las suyas, le guió hasta un sofá y se sentó girando el cuerpo para hablar frente a frente. Alisó los pliegues del vestido y volvió a sonreír.

-¿Y vos, Marion? No negaré que por muy feliz que me haga estar aquí contigo vuestras palabras me perturbaron. He venido lo antes posible.

Hizo un gesto al criado que había anunciado a Evonne para que trajera algo de beber. Se sentó en el sofá, incapaz de dejar de sonreír.

-Ah, hablaremos de eso ahora. Tengo noticias, algunas maravillosas y otras no tanto. Pero primero decidme, ¿qué está pasando en el León Rampante? ¿Cómo está todo el mundo? Hace mucho que no hago el esfuerzo de enterarme de qué tal van las cosas allí.

-Mal hecho por vuestra parte. Pensé que ya me habíais olvidado -respondió con fingido reproche.

Se acomodó recostándose en el mullido respaldo y durante largo rato le puso al corriente sobre la evolución del Condado tras su partida. Le habló de las idas y venidas de los cortesanos, exageradas convenientemente para su disfrute. De los cotilleos más recientes y algunas de sus funciones como Vidente. Le transmitió recuerdos de sus más allegados y los buenos deseos de la Condesa porque las cosas le fuesen bien.

Tras la animada conversación, en la que Evonne recordó lo mucho que había añorado durante aquel tiempo, se vio realmente reconfortada. Después de todo, y aunque en el fondo siempre le había guardado cierto rencor por su marcha, su amistad no había cambiado tanto.

-Bueno, creo que mi memoria respecto a lo acontecido llega hasta aquí. También he traído la espada que enviasteis al León Rampante -añadió señalando el paquete envuelto-. La he transportado yo misma. Supuse que sería importante y no deseaba que nada le ocurriese. ¿Deseáis verla?

Escuchar las idas y venidas de viejos amigos fue reconfortante para la Baronesa, le permitió imaginar que volvía a tiempos más sencillos, cuando aún no había descubierto la traición de Lord Uriel y su vida consistía en revolotear por la corte con Evonne. Rió y recordó viejas historias y anécdotas, y apretó la mano de Evonne cuando mencionó algunas de sus antiguas tropelías.

Cuando la Leanhaun volvió la vista hacia el paquete la sonrisa de Marion se tornó traviesa. Se levantó y volvió al sofá con la espada envuelta entre las manos.

-Os lo agradezco, la veré más tarde. No es para mí, como imaginaréis. Es un regalo para alguien especial.

-Alguien especial -repitió con cierto rintintín, compartiendo una sonrisa maliciosa con Marion-. Sonáis tan misteriosa como recordaba. ¿Puedo saber quién es el afortunado que merece tantas atenciones por vuestra parte?

Ladeó la cabeza y jugueteó con su largo cabello cobrizo, peinándolo con los dedos distraídamente mientras la miraba con expectación.

Dejó el paquete a un lado y sacó el anillo de compromiso, guardándolo dentro de su mano y fuera de la vista de Evonne.

-No es ningún secreto. Cualquiera al que le preguntéis podrá decíroslo. En realidad me sorprende que no haya llegado la noticia a la corte de Lady Sagitta. Es Lord Lothar, el Conde Luminoso.

Se puso el anillo y le tendió la mano a su amiga para que pudiese admirarlo.

-Pero esto sí que es un secreto.

La Leanhaun raramente quedaba eclipsada o sobrecogida de tal manera hasta el punto de no saber qué decir. Aquella fue una de esas ocasiones. Dubitativa y con los ojos abiertos como platos, tomó delicadamente la mano de su amiga para observar con detenimiento el anillo. Acarició la perla suavemente con la yema y le devolvió una mirada satisfecha antes de besar su mejilla y abrazarla para dale la enhorabuena.

-Vaya... -musitó al separarse, todavía algo contrariada-. Me dejáis francamente anonadada. No habéis perdido el tiempo en absoluto, desde luego.

Abrazó a Evonne con alegría contenida, cautelosa por la reacción de su amiga.

-Me gusta pensar eso, sí. No parecéis alegraros. Os aclaro, por si es eso lo que os preocupa, que no busco título ni posición. Esta vez no. Me caso con Lothar porque le amo y porque es lo que desea mi corazón.

Evonne profirió un largo suspiro, manteniendo la sonrisa en sus labios. Cogió de nuevo la mano de Marion y se inclinó ligeramente hacia ella.

-En ese caso os felicito doblemente, querida. Me alegro de que hayáis logrado lo que vuestro corazón anhela, os lo prometo, pero me resulta extraño pensar que no hace tanto todavía correteábamos las dos por los pasillos del León Rampante. Os aseguro que cuando se me pase el estupor de la noticia estaré casi tan emocionada como vos -hizo una breve pausa-. Y, ¿cuándo anunciaréis vuestro futuro casamiento, entonces?

Torció la boca, pero pareció darse por satisfecha con la respuesta de Evonne.

-Pronto. Aún hay muchas cosas que debo solucionar. Lothar tiene muchos enemigos y estoy volviéndome loca tratando de protegerle de todos. -Marion también se inclinó hacia su amiga para hablar en voz baja-. Están pasando muchas cosas, amiga. Mejor lo suelto todo de una vez, aunque si os cuesta asimilar las buenas noticias no sé cómo manejaréis las malas. Olive está aquí. Es mi vasalla; he olvidado decíroslo, pero después de que el anterior Lord fuera exiliado por hacer trampas en un duelo me he convertido en la Señora de Hoja de Hiedra. Sé que trama algo. Hay vampiros en el Condado, y nos buscan a Lothar y a mí con intenciones poco amigables. Lady Hiver y Lord Sirius, de las Lanzas Rotas y Las Nubes, están en una carrera con la Reina para ganarse la fidelidad de Lothar y Lady Sarianne. Los plebeyos están revueltos; traman algo. Y, y vos sois la única que sabe esto aparte de Lothar y de mí, hay un Fomoriano oculto en el Condado.

Se apartó un poco para dejar que mascase toda la información. Igual que recordar anécdotas del pasado había servido para alegrarla, ennumerar sus problemas eliminó su sonrisa y la volvió seria y solemne.

Apenas hubo terminado de hablar la Leanhaun posó su diestra sobre el pecho, como si le faltase el aire, y miró a la Baronesa exclamando:

-¡Por las Puertas de Arcadia! ¿A caso os habéis ganado alguna buena amistad?

No pudo evitar levantarse esquivando su mirada para tomar un vaso de agua fresca mientras meditaba. Poco a poco fue asimilando las noticias y comprendió la necesidad de Marion por encontrar alguien en quien confiar. Paseó hasta secar el vaso y volvió junto a la Eiluned, tomando nuevamente sus manos entre las suyas.

-No os preocupéis, amiga. Haré cuanto esté en mi mano por ayudaros, a vos y a Lord Lothar. A fin de cuentas no es menos de lo que he estado haciendo por Lady Sagitta, y ella, sin lugar a dudas, me preocupa mucho menos que vos. -Respiró hondo y procedió a transmitirle lo poco que había organizado en su cabeza durante los breves instantes que se había tomado-. Por Olive no os preocupéis. La conocemos de antes, y ya os ayudé una vez con ella. Respecto a los vampiros ignoro qué hacer con ellos, pero quizá pueda protegeros a vos y a Lothar si os buscan con tanto ahínco. Me preocupa más lo último, lo del Fomoriano... A fin de cuentas Lord Sirius y Lady Hiver compiten por poder y es algo que ya hemos visto otras veces. Pero lo de esa criatura... ¿Cómo lo sabéis?

-Porque no todo el mundo con quien me he cruzado intenta destruirme. No sólo sé que está aquí, sino que conozco sus planes. La llaman La Bruja, y el Vidente de los Condes ya la derrotó una vez. Ahora está debilitada, y ha lanzado un hechizo de fertilidad en el bosque. Muchos niños han sido concebidos, y La Bruja espera que por las venas de al menos uno de ellos corra la sangre feérica con fuerza, para tomar la senda del changeling y recuperar sus fuerzas.

Había esperado pacientemente mientras Evonne daba vueltas por la habitación, siguiéndola con la mirada. Sin embargo, cuando volvió junto a ella apretó sus dedos como si le hubiera dolido su ausencia.

-No sabéis cuánto os lo agradezco. El Condado está patas arriba. Hace poco violaron a Lady Marjolaine, y aunque ya hemos atrapado al culpable aún hemos de juzgarle. Es también mi vasallo. Mientras tanto, la pobre Marjolaine está destrozada y su baronía, sumida en el caos. Lothar no reconoce la amenaza de los vampiros, y temo acabar asesinada, como su antigua prometida.

Se llevó las manos de Lady Evonne a los labios para besarlas, zalamera.

-Nunca había necesitado tanto una amiga, y a vos entre todas. No pretendo obligaros a involucraros en todo esto que os cuento, aunque algunas cosas trascienden mis propios problemas y los del Condado, pero no sabéis qué alivio supone saber que puedo contar con vos.

Los dedos de Evonne acariciaron el rostro de la Eilunned con ternura. Besó su frente y después la envolvió en un cálido abrazo. Todavía se reflejaba en su rostro el horror ante los escandalosos sucesos del Condado que, por suerte, no habían tocado directamente a su querida amiga, aunque le afligían igualmente.

-Todo irá bien, Marion. Agradezco vuestra confianza y que os acordarais de mí, aunque fuese por necesidad. No pretendo dejaros, y menos ahora. Juntas solucionaremos todo esto para que podáis disfrutar de la felicidad que os llega. Sólo dadme unos días para que me habitúe al ritmo del feudo.

Liberó el cuerpo de su amiga para tomar su hermoso rostro entre las manos y mirarla a los ojos con firmeza. Sus ojos brillaban como el cielo azul de verano.

-¿De acuerdo?

-De acuerdo.

Se levantó del sofá y se alisó el vestido con cuidado. Volvía a parecer relajada y tranquila. Sonrió tímidamente a Evonne y le ofreció ayuda para ponerse en pie.

-¿Dónde preferís instalaros? A Lothar no le importará que os quedéis aquí, aunque le hagáis la competencia a Sir Earil, pero Hoja de Hiedra está un poco vacío desde que detuvieron a Sir Bastien y sus hombres y me trasladé a Flor de Piedra. Podríais ser mi Vidente, si no es pedir demasiado. Y si no os importa véroslas con la Dama Olive.

Aceptó la mano de Marion para ponerse en pie. Seguía habiendo una ligera diferencia de estatura entre ellas a pesar de que la Leanhaun calzaba zapatos de altura considerable. Le tendió el brazo a la Baronesa como invitándola a pasear mientras se dirigía a la salida.

-No me desagradaría ser vuestra Vidente, ni tampoco encuentro problema en encarar a la Dama Olive. No obstante, sólo por no trasladar todo el equipaje preferiría permanecer aquí junto a vos. Además, apenas conozco a nadie. Me gustaría saber sobre qué suelo camino antes de separarme de vuestro lado.

-Por supuesto. Vamos a buscar a Lord Lothar para decírselo.

Cogió el paquete del sofá y se lo puso debajo del brazo. Tenía que ponerlo a buen recaudo antes de encontrarse con su amante. Aceptó el brazo de Lady Evonne y salieron juntas de la sala.