Partida Rol por web

16 de agosto de 1999 - 17:45

Marion esperaba al sluagh en el café D'Arc, sentada en la terraza ante un café con hielo. Sus dos semanas se cumplirían al día siguiente, pero no parecía nerviosa ni preocupada. La llegada de Lady Evonne había logrado convencerla de que todavía podía salir de aquel lío.

El sluagh se sentó frente a ella e hizo visera con la mano. El sol de la tarde le molestaba en los ojos. Por la palidez de su piel, no había salido de su agujero en todo el verano.

-¿A qué viene esto? ¿Intentas agotar nuestra paciencia?

Marion levantó una ceja y reprimió una sonrisa burlona.

-Hola. No voy a hacerlo. Te lo habría dicho antes, pero no eres fácil de localizar.

El sluagh hizo una mueca.

-Poco valoras lo que has conseguido. Estoy seguro de que a Lord Lothar le encantará saber de los tejemanejes de su amada -dijo levantándose.

-Siéntate. No me hagas obligarte. -Apartó el vaso para cruzar los brazos sobre la mesa-. Verás, Anton, no vas a decir nada. Porque si lo haces tu gente ya no tendrá nada contra mí. Y los dos sabemos que esto de liberar a Grenn no es cosa de tus jefes.

Anton abrió los ojos y dejó escapar aire por la nariz. Se volvió a sentar.

-Eres una zorra lista.

-Sois. Sois una zorra lista. Recuérdalo. Y ahora vamos a hablar un rato, ¿vale? Por ejemplo, podrías contarme qué es lo que sabéis exactamente de mí.

-¿O qué? ¿Qué vais a hacerme, eminencia? ¿Obligarme? Me meo en tu Soberanía. Conozco Artes que son capaces de protegernos incluso a los plebeyos más piojosos de vuestros aires de grandeza. -El sluagh sonreía con suficiencia-. Puede que hayas averiguado un par de cosas. Puede que hayas averiguado mi nombre. ¿Y qué? Yo no soy el que tiene más que ocultar de los dos.

La Eiluned sonrió, tensa, y le dirigió una mirada evaluadora al sluagh antes de volver a hablar.

-Me parece que no lo entiendes. Puede que tengas a tu disposición Artes Sombrías. ¿Sabes una cosa? Yo también. Y francamente, si crees que puedes enfrentarte a un Eiluned esgrimiendo magia es que eres estúpido. Pero no necesito cantrips. -Se inclinó sobre la mesa y bajó la voz-. Has venido solo, ¿verdad? No querías que nadie se enterase de esto. Así que nadie sabe que estás aquí. Bueno, sólo tengo que llevarte a algún lugar más tranquilo. Ni siquiera tendríamos que ir muy lejos: mi nevera tiene cerrojo y estoy segura de que cabes. Podrías pedir ayuda, pero nadie te oiría. Tampoco le extrañaría a nadie que un sluagh desapareciese de pronto. Es lo que hacéis. Así que tengo todo el tiempo del mundo para sacarte información. Con Artes o sin ellas.

-Qué rápida eres soltando conclusiones -dijo el sluagh-. Solo, ¿eh? A diferencia de ti, yo tengo amigos en los que confío. En este momento hay uno de esos amigos en los que confío vigilándote. Tócame un pelo y... Bueno, imagínatelo. Casi estoy deseando que hagas algo porque si hay algo que detesto es que me amenacen.

Se quedó en blanco un instante, y lo disimuló ensanchando la sonrisa.

-He matado un vampiro con mis propias manos. Adéle era fuerte y poderosa, rápida como el rayo, y tenía poderes mucho más impresionantes que la Soberanía en la que te meas. Tu amigo no me asusta. ¿Crees que me supone algún problema ocuparme de los dos? Cuando no tienes a nadie que te respalde aprendes a arreglártelas solo. Así que pídele que venga si quieres. Podemos charlar los tres.

-Qué es lo que quieres, aparte de meterme en una nevera -gruñó el sluagh enseñando las encías moradas.

Miró por encima del hombro un momento, buscando al compañero del sluagh, antes de volver a centrar su atención en él.

-Quiero enterarme de unas cuantas cosas. Para empezar, quiénes sois y qué sabéis de mí.

-Hay cosas de las que no se pueden hablar. Vos conocéis mucho sobre los secretos y sabéis lo que son los Juramentos...

-Oh, venga. Sólo tienes que asentir con la cabeza si acierto. ¿Es ese sátiro, Gastón? ¿Lady Hiver? ¿La Dama Olive? ¿Lady Sarianne?

En la última palabra la cabeza de Anton vibró hacia delante. El esfuerzo era considerable, tanto que el sluagh empezó a ponerse rojo.

Marion sonrió, complacida.

-No te preocupes. No me dices nada que no supiera ya. ¿Fuisteis vosotros los responsables de la creación de Mariona?

El sluagh la miró con una mezcla de rabia y sorpresa.

-Yo no tuve nada que ver. Lo supe después. Eso fueron... ellos.

-Ya. ¿Y esos vampiros que me buscan?