Partida Rol por web

Creo que esto es todo lo que puedo averiguar fuera del laboratorio... Habrá que esperar el reporte del forense respecto a drogas y demás.

Patricia cortó la grabación y se puso en pie, sabiendo que cualquier otra cosa que el cuerpo pudiera decirles tendría que salir del laboratorio. Ahora tenía que aprovechar el tiempo que tenía para buscar alguna otra pista que sirviera para tratar de encontrarle sentido a esa brutal muerte.

-Gus, ya has mirado en los cajones? -mientras inspeccionaba el cuerpo, Monteros apenas había sido consciente de lo que hacía el resto del equipo, tanto que ni había registrado el aviso de Gutierrez de que iba a entrevistar a alguien más. Mientras aguardaba respuesta, empezó a mirar con atención los adornos, libros y demás souvenires que adornaban* el apartamento. Sabía que aquellos pequeños detalles podrían ayudar a formarse una idea de la personalidad de la víctima. 

El joven levantó la vista e intentó recomponerse un poco:

- Yo... yo llegué a las nueve menos diez, como siempre, y llamé a la puerta. Esperé un poco e insistí... Normalmente Adelaida está siempre lista y abre al momento. Pero no fue así... así que usé mi llave para entrar.- todavía las tiene en la mano y juguetea nervioso con ellas - Tengo una copia. Soy su asistente... Arturo Carmona Castro. Abrí y... bueno...- se encoge de hombros - Casi me desmayo pero logré llamarles. ¿Quién puede hacer algo así? ¡Es horrible!

Gustavo no se rendía. Siguió revisando cada habitación de forma metódica. Esta vez era hora de revisar el dormitorio. Rebuscó por toda la habitación encontrándose nuevamente con esa sensación aséptica. Pero al menos esta vez tenía alguna pista válida: el motivo del asesinato no había sido el robo. En el tocador, perfectamente accesibles, había varias joyas: collares, anillos. Y no eran baratijas. Aunque no era un experto tasador Gustavo había visto muchas joyas en muchos escenarios y éstas eran auténticas. También estaba el bolso de la víctima con su cartera. Revisó su interior: tarjetas de crédito y dinero en efectivo. Ochocientos cincuenta euros en billetes de cincuenta. Intactos.

De pronto algo llamó su atención. ¡Por fin! ¡Algo fuera de lugar! Se acercó a la cama y revisó el suelo encerado. Había marcas en el suelo, como si se moviera a menudo. Y no parecían marcas provocadas por el movimiento frenético de la actividad sexual, salvo que ésta moviera en semicírculo la cama. Revisó el dosel y otro hallazgo sorprendente: una pequeña palanca oculta en la cabecera. La pulsó con curiosidad. Como si se tratase de un castillo medieval la cama giró sobre una de sus patas desplazándose semicircularmente. Gustavo se agachó y revisó el trozo de tarima que ahora se mostraba. Bingo. Había una especie de trampilla y, al levantarla, encontró una caja de seguridad incrustada en el suelo. El descubrimiento lo dejó desconcertado. Tenía que guardar cosas muy valiosas para ocultarlas tan bien. Había un panel digital en la superficie de su puerta.

Le llegó en ese momento la voz de Patricia desde el salón:

-Gus, ya has mirado en los cajones? 

Mientras Mónica comenzaba su interrogatorio del primer testigo Patricia echaba una ojeada a los libros y la decoración. Llamó a Gustavo sin obtener respuesta. Seguramente estaría revisando todo concienzudamente, como era su estilo. 

Los libros eran de diversos temas aunque le sorprendió no ver ninguno dedicado al esoterismo. Nada de horóscopos, tarot, sueños, quiromancia... En lugar de eso encontró diversos tratados de historia - la mayoría sobre la Revolución Rusa - y un montón de libros de economía, ciencias sociales, estadística. Si no le hubieran dicho que la víctima era una vidente Patricia habría apostado que esta mujer era alguna directiva de una financiera importante, o quizás alguien dedicado a la política. 

- No, no, nunca vimos a nadie importante por aquí. Ni siquiera a compañeros de la televisión o un famoso de segundo orden. Algún fan si que se tiene pasado para intentar pillar un autógrafo, pero yo no dejo pasar a nadie. ¡Para eso me pagan!

Escuchó la pregunta sobre los divorcios:

- Pues mire usted, la verdad es que siendo como era Adela yo creo que divorciarse de ella hasta debe suponer un alivio. Es... era una mujer fría, distante. No creo que mejorase en la intimidad. Y el dinero no creo que fuera tampoco un problema. Ella siempre manejó mucho dinero. Y los dos ambos maridos eran gente de rango y posición. El segundo era un artista de esos bohemios que pueden vender un cuadro en blanco por una pasta. Pero el dinero nunca fue problema para Adela. El primero no recuerdo a que se dedicaba, pero a algo importante también. Tenía un cochazo de esos que cuestan más que una casa. Pero ninguno de los dos vivían con ella. Quiero decir: los fines de semana sé que ella iba a algún sitio pero nunca hizo vida en común. Una relación de esas modernas, cada uno a su lío... ¿Para qué casarse entonces? Son ganas de follón.

Gutierrez pensaba estar ya a punto de despedirse del conserje, cuando éste le empezó a relatar la vida y andanza de la víctima. Que cierto era que los mayores muchas veces solo necesitan a alguien que los escuche...

- ¿Ella manejó siempre mucho dinero? - preguntó mientras lo anotaba en su libreta. - ¿Venía de alguna familia adinerada?

- Pues creo que sí. Alguien me comentó que su familia vino del extranjero con mucho dinero. Pero si le digo la verdad no sabría decirle ni quien ni cuando me lo dijeron. Ya le digo que ella era bastante reservada y pocas veces daba conversación, aunque alguna vez mencionó algo sobre la madre patria cuando hablamos del tema ruso, así que todos dimos por hecho que era de allá.

Aunque Gustavo no respondió a su pregunta, Patricia apenas se percató de ello. El hecho de curiosear entre los libros de la difunta la había dejado un tanto perpleja. Tal vez debería participar ella también del interrogatorio de su asistente, a ver si le aclaraba un poco el panorama sobre la personalidad de aquella mujer.

Buscó con la vista a Mónica y hacia allí se dirigió. A la pasada, volvió a mirar el cadáver y un recuerdo molesto acudió a su cabeza. Aunque no creía en la astrología, más de una vez había consultado los horóscopos amorosos para ver la compatibilidad por signo con alguna posible pareja. Algo que nunca admitiría ante sus compañeros. Sin embargo, esas pequeñas incursiones en el tema, traían consigo el vago recuerdo de que algún símbolo esotérico parecía un 4.

-Ok Google* -dijo por lo bajo mientras escuchaba el interrogatorio de Bastida al asistente -símbolos astrología.

Una rápida mirada a la galería de imágenes le dio lo que estaba buscando. La representación de Júpiter. Ahora que lo veo, mucho no se parece a como dejó el asesino el cuerpo... de todas maneras, se lo comentaré a Mónica cuando acabemos aquí.

Cuando tuvo oportunidad, realizó su pregunta al asistente.**

-¿A qué se dedicaba la señora cuando no ejercía de mentalista? ¿Tenía alguna otra ocupación? ¿Hobbies?

- Sí... - respondió el agente en voz alta. - Estaban limpios... pero creo que he encontrado algo. ¿Puedes venir?

El agente hizo crujir su cuello en un movimiento reflejo. Al menos había algo de lo que tirar. Todo tan "limpito" y tan "perfecto" daba hasta grima. 

Gustavo intentó abrir la caja de seguridad simplemente estirando de la puerta de la misma. Lo más lógico era que esta estuviera cerrada -nadie escondería una caja de seguridad de aquella manera para dejarla abierta- pero nunca se sabía si el asesino conocía la existencia de la misma y la había abierto para vaciar su contenido. Quizá si había un robo detrás de todo aquello y la mercancía robada no era tan prosaica como el vil metal. Después de todo, hay cosas mucho más valiosas que el dinero. Por contra, si la caja estaba cerrada, la sospecha habría de ser atendida mucho después ya que lo normal en aquel caso sería abrirla por la fuerza, burocracia de por medio. A menos que la víctima llevase una libretita en el bolso con las contraseñas apuntadas. 

- Ummm... - apuró a decir Cortés en voz baja sólo para sí - ... el bolso. 

Muchas cosas podrían averiguarse a través del bolso de una mujer. Dónde había estado recientemente, quizá un teléfono móvil con las últimas llamadas y mensajes... Había que encontrar el bolso.

El joven contestó a la pregunta de Patricia:

- No. El único trabajo de Adelaida era su consulta astral en la tele... y las consultas privadas, claro. Esas eran las realmente importantes. Conocía a gente... poderosa. Pero no puedo darles esa información.- negó con la cabeza como si se diera cuenta de lo inoportuno que resultaba decir eso - Quiero decir: hay unos contratos de confidencialidad y esas cosas. Adelaida tenía su propia socidad limitada. Sé que pensarán que esto de la astrología es un timo pero ella, no sé como lo hacía, fallaba pocas veces. El caso es que estoy más que dispuesto a colaborar pero si debo darles alguna información al respecto de sus actividades tengo que llamar a nuestro bufete de abogados. No quisiera meterme en un lío por culpa de esto. 

Luego pensó en la otra pregunta:

- No le conozco ningún hobbie. ¿Sabe una cosa? Tantos años con ella y la verdad es que ahora me doy cuenta de que casi no la conocía. Era muy reservada. Nuestra relación era estrictamente profesional. Raramente hablábamos de cosas personales y cuando lo hacíamos creo que yo era el más comunicativo.

La voz de Gustavo llamó desde la habitación de la víctima:

- Sí... - respondió el agente en voz alta. - Estaban limpios... pero creo que he encontrado algo. ¿Puedes venir?

La caja fuerte estaba cerrada. 

Mientras esperaba por sus compañeras se dirigió de nuevo al bolso. Faltaba el móvil de la víctima. Salvo que estuviera en el despacho - lugar que todavía no había investigado - no lo había visto en el resto de la casa. El resto del contenido era nimio: un paquete de kleenex, una barra de labios, un pequeño espejo para retocarse. Nada destacable. Esta mujer era minimalista en todo.

- Muchas gracias. Supongo que los agentes le habrán tomado el número de teléfono por si tenemos que preguntarle algo más, ¿no? - dijo para confirmar el hecho y, tras despedirse del conserje con un gesto de cabeza, volvió a coger el ascensor para subir al piso de la víctima y ver qué hacían sus compañeros.

En el momento que Gutierrez regresaba al apartamento de la víctima también pudo oír la llamada de Gustavo desde una de las habitaciones:

- Sí... - respondió el agente en voz alta. - Estaban limpios... pero creo que he encontrado algo. ¿Puedes venir?

Tarde, pero allí estaba la respuesta de Cortés. Patricia tomó nota mental de lo que había dicho el asistente y se disculpó con él y con Mónica por dejaros y atender la llamada de su compañero. Si le pedía que fuera, era que algo habría encontrado.

-Ya voy! -saludó a Gutierrez guiñándole un ojo cuando lo vio llegar, sin detenerse, de camino al cuarto donde la esperaba Gustavo.

Gutierrez estaba revisando las anotaciones a lápiz que había hecho en su libreta cuando escuchó la voz de Cortés desde alguna parte del apartamento.

Devolvió el saludo a Monteros con un cabeceo seco de cabeza y echo a andar detrás de ella.

No se detuvo a mirar a la víctima, sabía que sus dos compañeros ya habrían visto lo evidente y no corría prisa. No se iba a mover de allí, ¿no?

- ¿Qué tenéis por aquí? - preguntó sin miramientos.

Gustavo estaba en el dormitorio de la víctima.

En el tocador, perfectamente accesibles, había varias joyas: collares, anillos. Y no eran baratijas. Parecía indicar que el robo no era el principal motivo. Gustavo rebuscaba en el bolso de la víctima pero señaló con la cabeza hacia la gran cama de matrimonio.

Ésta estaba girada con respecto a la pared y en la zona del suelo descubierta había una trampilla abierta. Al aproximarse a la trampilla los investigadores vieron una caja fuerte cerrada con un panel digital. Lo normal era encontrar este tipo de cajas en las paredes, no horizontales en el suelo. Y menos ocultas bajo una cama que giraba con un mecanismo al estilo de una película de la Hammer.

La habitación tenía un aspecto más normal de lo que ella esperaba. Sin perder tiempo encendió el programa de grabado de voz y comenzó a relatar lo que veía con voz queda, mientras se acercaba al descubrimiento principal de Gustavo.

-La habitación se ve ordenada, sin signos de violencia. Objetos de valor a la vista descartan el robo como móvil. Caja fuerte en el piso? -aquello sí que era curioso.

-Esto lo encontraste así o la trampilla permanecía cerrada cuando llegaste a la habitación? -mientras aguardaba la respuesta de su compañero, se asomó a la entrada y le hizo señas a uno de la científica. Había que descubrir si la caja tenía huellas que no pertenecieran a la difunta, así como también ver qué números habían sido presionados. Aquello les daría una pista de por dónde comenzar a tirar para intentar abrirla sin forzarla.

- No... - respondió Gustavo. - La habitación estaba normal. He descubierto esto a causa de las marcas en el suelo. ¿Veis...? El suelo presenta laceraciones en el sentido en el que las patas han sido arrastradas en infinidad de ocasiones. He intentado abrirla, sin éxito, por supuesto. Pero como llevaba los guantes de latex puestos no creo haber alterado huellas ni nada por el estilo. He buscado en el bolso de la víctima... a veces hay quien guarda una libretita con números de teléfono, contraseñas y cosas así. Incluso hoy... en plena era digital. Pero nada... es más - completó - falta el teléfono móvil de la víctima.

El investigador se llevó la mano a las sienes. Algo faltaba...

- Bueno, no he mirado en el despacho. El resto de la casa está limpia... limpísima, de hecho. Ve buscando huellas en la caja fuerte y yo echaré un vistazo en la "puerta número tres", ¿quieres Patricia?

Sin esperar respuesta, Gustavo regresó al pequeño pasillo repartidor y entró en la última puerta. El despacho podía ser susceptible de contener información interesante. ¿Tedría ordenador la víctima? Ya que repasar las últimas llamadas parecía improbable, quizá los últimos correos pudiesen revelar ciertas pistas.

- ¿Qué tal fueron los interrogatorios? - preguntó desde la habitación contigua.

- Esto - Gutierrez hizo un gesto circular con el lápiz mordisqueado para abarcar la cama y el ángulo en el que rotaba - puede ser el ruido de - volvió a la hoja anterior de su libreta y leyó directamente - como de mover muebles, una mesa o un armario, que el vecino escuchó sobre las once.

Gutierrez era de la vieja escuela, donde no se decían "las veintres horas" ni cosas por el estilo. Eran las once. De la noche. Estaba claro.

- El conserje - señaló hacia abajo - dice que seguramente era rusa y de familia bien avenida. - sujetando el lapiz con los diente, hizo el gesto universal del dinero frotando el pulgar contra el índice y el corazón.

Repasó las hojas de su libreta y empezó a enumerar.

- Divorciada, dos veces. Clientes de alto estanding. Fría, altiva, distante... Familia que vino del extranjero con bastante dinero, seguramente lo que buscaban en esa caja fuerte... - se atrevió a aventurar.