Partida Rol por web

Me levante de la silla y sentía como mi manos temblaban e incluso mis piernas. Odiaba sentirme asi, tan insegura.

Daniel tenia razon.

- No estoy pensando Daniel, tienes razon. Como va a venir hasta aqui y 30 años despues.

Tenia los puños apretados conteniendo mi ira y resistiendo mi malestar. Las ganas de salir corriendo, de golpear algo.

Leah controlate por Dios.

- El cura no dijo, nada que parezca servir ahora, solo que la forma de actuar de Odelia parecia que se autocastigara por algo de su pasado y que debía investigar en su pasado.

Mire a Daniel con mi cara sería.

- Si Daniel, el cura tambien se refierio a Odelia como un ser viviente aun despues de morir, y es como yo la percibo, pero no se porque, ni como, ni entiendo nada, ni puedo controlarlo...

Volvi a mirar por la ventana y me agarre del cabello controlando mi furia.

- No puedo controlar nada, lo siento en mi piel, que me vigila, que tiene el control y que sabe todo y nosotros nada.

Me apoye sobre la mesa mirando hacia abajo para que el cabello me tapara la cara ahogando las ganas de llorar.

- Es impotencia Daniel, mas alla de mi control, de que esta desesperanza desaparezca, de no sentirlo mas dentro de mi.

Alli me di cuenta de que lo yo hacia para liberar el stress, tantas sesiones a solas en mi habitacion despojandome de todo para sucumbir al deseo basico de mi cuerpo y liberar mi cuerpo de las ataduras. Y dormir.

Si lo hago de nuevo puede que este en control de nuevo, al menos mas animada, mas centrada. O eso es lo que el quiere dominarme atraves de mis deseos, de mis flaquezas. Senti miedo. Solo tenía dos valvulas de escape en mi vida y ahora no tenía ninguna. Iba a explotar tarde o temprano. Camine hacia afuera.

- Voy al baño...  dije automata.

Y en la puerta me devolvi...

No te dare gusto, maldito.

En la puerta de la sala me devolví y me volví a sentar en la mesa frente a las carpetas.

- Te encontraremos...

Y tome la carpeta de Odelia para investigar su pasado. Algo mas debíamos encontrar.

Tal y como habla casi se puede ver la mella que Odelia a calado en ella y por correspondencia el bastardo de Terry.
Son restos de lo que sentía la pobre mujer activados con tanta fuerza que la sensibilidad de Leah los abraza.
Lo que me da miedo es que lo que pertenecía a Odelia haya colonizado en Leah como una ascua oscura que salta un rio en un incendio para devorar otra orilla.
En cierta manera Leah lo sabe pero no lo puede creer.
La mitad de mi tampoco. Esto es el siglo XXI y dicen que la luz del progreso despeja la oscuridad de estos secretos y brinda la protección del conocimiento. Todo tiene una explicación racional, humo y espejos y que no la veas ahora no es óbice para su inexistencia. Investiga. Saca muestras. El ADN te bendecirá con una respuesta. Lo que le ha pasado a Odelia es el resultado de algún ataque químico o biológico desconocido. Alguien lo descubrirá. Intenta ser tu.

La otra mitad sabe que la luz eléctrica es una hipócrita trampa para los mosquitos y que nada se ve mas claro que bajo la luz del sol. Que cuando despellejas la epidermis de la civilizacion con desigualdad y hambre lo que queda es depredacion y depravación. Y si algo tan salvaje es capaz de brotar soprendentemente rápido, los misterios no tienen que ser todos de este mundo. El cosmos también tiene capas. Y nos hablan. Si vas a ser tu el que los escuches recuerda que ya no podrás dejar de oírlos.

Me siento en una esquina de la mesa y subo las piernas para cruzarlas. Al lado en una silla he dejado la chaqueta tomando solo el bloc, la hojas manoseadas y la petaca de zarzaparrilla que esta medio llena por que esta mañana se me olvido recargarla.
-Escúchame Chailin - le hablo firme y camaradería, un poco turbado por que es la primera vez que hablo a a un compañero así de abierto - Son palabras lo que te diré pero no te fijes en como lo digo si no en el fondo de lo que quiero decir.
-Eso - digo apuntado al aire en un circulo que intenta referirse a los sentimientos que esta describiendo- es lo que sentía Odelia. Lo que ese malnacido le hizo acumular en su espíritu en vida y me temo que despues de la "muerte".
Pero tu eres Leah Tautou. No Odelia - la miro de frente inquieto por que no se como se va a tomar lo que siento por ella en unos términos extraños para quien la conoce dos días apenas - Te mantienes entera después de lo que has atravesado en el pasado. En Niza. En la secreta y solo tu sabes que mas.
Luchas con lo que tienes y sigues a flote.
Me enderezo para mostrarle también con el cuerpo el respeto. Si tuviera sombrero como Magdelena seguro que haría un estúpido gesto de saludo.

-Tu no le vas a dejar hacerte lo mismo y yo te voy a ayudar.

Me levanto y me pongo de pie y me siento en una silla junto a ella dispuesto a exprimir toda la información de Chana.

Apuntando con el dedo en el cara fotografiada de Edmund Terry irradio verdadera confianza mezclada con cierto tono idealista pero no indolente o irreflexivo.
-Has podido poner el dedo de la acusación sobre esta cara y decirme que es el que estamos buscando. Para mi eso es poder - rompo la vehemencia con un gesto consciente de las limitaciones - pequeño pero para estos tipos seguro que un pinchazo pequeño en su confianza es como un tajo. No están acostumbrados.
Seamos cautos, si - digo con sensatez - el tipo nos lleva ventaja. Pero no vamos a ser timoratos. Lo se.
Te apuesto a que me haces beber un bourbon con otra nueva pista antes de que nos vayamos a descansar.
Confío en ti como se que después tu confiaras en mi.

Pongo la mano sobre la mesa sin mirarla para que choque los cinco. O simplemente la apriete.

Me pongo a mirar la sugerencia del parroco. A ver que nos puede decir el escalpelo y el bisturí de la CSB de la familia Terry.
De vez en cuando descuelgo el teléfono o envío un texto para comentar algún detalle de la organización de la información con Chana. Sobre todo de los archivos de Otros, Sospechosos y Antecedentes. Habra mas tiempo pero me centro en la familia Terry, sus allegados y empleados.

Cuando llevo un rato sin levantar mucho la mirada de los papeles bajito le comento que si le entran ganas de golpear cosas que me lo diga. Hoy me levantare del asiento y pondré las palmas en guardia para que las golpee hasta que se desfogue. Mañana echaremos la pera en el coche o mejor le pediremos una a Chana.
-Lo unico... No invites a Sophie.

Definitivamente Daniel me calma y me siento mucho más tranquila. El hecho de que mencionara a Sophie me alegra y me hace sonreír.
- Es la chica que nunca me ha fallado.
Sonrio y me saco la glock 26 del tobillo poniéndola al lado de Daniel.
Puedes tomarla, hace tiempo que un hombre no la siente. Pero tu no eres cualquiera.
No era nada relevante pero para Leah era importante abrirse hacia el.
Luego siguieron investigando.

- Gracias - digo comprendiendo el honor y la confianza. La tomo y la sopeso con la reverencia del experto algo oxidado en su manejo. Con respeto pero sin titubeos.
Es algo pequeña para mis manos pero parece equilibrada y certera. Hasta el tono rosa le da personalidad.
Se la devuelvo con un asentimiento. Sinceramente me gusta la idea que lleve un arma de refuerzo.
- No dudes nunca, si debes usarla, en hacerlo - lo digo sincerándome de lo que yo haría.
Puede que suene muy de cowboy pero es mas que en un conflicto a tiros no entran las leyes de la caballerosidad.
Luego me doy cuenta que ella tiene mas experiencia que yo y como se la ha ganado y me froto la nuca con mi gesto nervioso de incomodidad conmigo mismo - Es solo como lo siento. No puedo darle lecciones a nadie.
Me vuelvo a sumergir en la vida de los Terry y cualquier pista que aparezca.

Las horas pasaban y el cansancio aplastaba mi conciencia. No habíamos comida nada, y no hacíamos sino pasar y pasar más papeles, mientras Daniel que obviamente era mejor que yo con la computadora cotejaba, comparaba y exprimía datos.

Chana no había aparecido y ya no tenía más ideas en la cabeza. Solo cansancio. De hecho en algún momento sentí que cabeceaba. Era posible? Si es tan difícil para mi dormir.

Asi que me levante para espabilarme. El piso estaba frio y me hizo estremecer.

- Estoy cansada Dany.

Ni siquiera me di cuenta que había usado un diminutivo cuando tome el teléfono y pedi tres pizzas de diferentes sabores, luego vi a Daniel y le pregunte si le parecía bien con un gesto.

Si son 3, déjelas con el guardia de la torre, y le di las indicaciones.

- Voy a bajar un segundo a dejarle el dinero en la vigilancia, no creo que a esta hora podamos contar con Chana. Y ´por los vientos que soplan vamos a pasar toda la noche entre papeles.

Me puse las botas para bajar a la planta baja.

Tras dejar el dinero a los vigilantes nocturnos -un señor de pelo blanco que casi había llegado a la edad de jubilación y una chica joven que quería ingresar en la policía-, Leah desmontó la vida de Odelia en piezas y fue volviéndolas a montar meticulosamente. Como un rompecabezas.

Sabiendo que fue una niña maltratada las piezas encajaban mejor. Su padre la llevaba a todas partes como un fetiche o un amuleto. Ya de niña tuvo varios ingresos a hospitales toscamente falseados como enfermedades comunes, seguidos por semanas de silencio de la prensa y ausencia de fotografías de la niña, un indicio de fuertes palizas.

Luego, tras la muerte de su padre-pudieron ver incluso grabaciones de televisión en los archivos donde se veía el cadáver de Edmund Terry en su caja-, se sumió en una profunda depresión y tuvo  que ser ingresada en una clínica de desintoxicación, por una sobredosis o un intento de suicido con pastillas.

Cenaron tranquilamente en la sala de descanso y retomaron las primeras estancias de Odelia en París. Los congresos que servían de excusa a la jueza para las primeras visitas a Europa no eran precisamente la panacea, no aportaban nada significativo a su carrera. Unas vacaciones extra en París podrían ser el motivo, pero encontraron una factura de un taxi al cementerio de Père-Lachaise cargada a cuenta de la embajada americana en nombre de Odelia hace quince años y Leah decidió comprobar los entierros del día anterior.

Uno de ellos fue el de una mujer que en su juventud había sido secretaria del padre de Odelia. Se llamaba Ella Petersen, había vivido en París desde 1970, era madre soltera y trabajó en la Cámara de Comercio como administrativa e intérprete. .

A las cinco de la madrugada se les unió Chana. Un buen café y unas pastas y continuaron la investigación.

Encontraron que Ella había sido despedida repentinamente, pasando a la lista negra de funcionarios sospechosos que no debían trabajar con secretos de estado. Y vieron que poco antes de su expulsión en 1969 había presentado una denuncia en una comisaría de Connecticut. Costó mucho encontrar el contenido de la denuncia pero en un archivo desclasificado recientemente figuraba un juicio en Connecticut donde el denunciante era una tal Ella Petersen. El juicio había sido anulado porque la denunciante retiró los cargos y reconoció haber denunciado en falso. Al fin, en un dossier con los detalles que no había sido destruído descubrieron que el juicio era por violación y el acusado no era otro que Edmund Terry.

Y ya aquí, en París, nueve meses después de la violación, en la primavera de 1970 nació Lazare Petersen. Un taxista de profesión con residencia en un apartamento del distrito XIX de París.

Estaba exhausta asi que no estaba segura se pensar con claridad. Habia amanecido y agradecí a los cielos cuando Chana entro con cafe y algo de comer.

- Daniel, creo que debemos ir a ver a este taxista o prefieres dormir primero?

Hable mientras comia algunas de las pastas sin preocuparme mucho de las formalidades, a la par estiraba mi cuerpo para quitarme la pesadez de encima

-Creo que podríamos hacer las dos cosas - comento con la mandíbula desencajada por un bostezo de cansancio que intento cubrir con la mano.
Trato de desentumecerme estirando las extremidades de varias formas, ninguna sexy.
-No se si sera por la hora que es o por que no he dormido nada y empiezo a perder las formas, pero se me ha ocurrido una idea traviesa. ¿Por que no hacemos que venga aquí?

Me apoyo con el codo izquierdo en la mesa para sostener necesariamente la cabeza y intentar llevar el hilo de mis pensamientos con la derecha, la cual agito arriba y abajo y en algún circulo.

-Es taxista ¿No? Va donde le llama una carrera. Si es prometedoramente suculenta mejor - muestro una mueca convencida de la simplicidad - citemosle con la excusa. - pulso la mesa con el indice - Aquí. Esta tarde.
- El CSB suena, como bien dijo Benichou, mas a discográfica que a la Poli - añado encogiéndome de hombros - Y el edificio es un nido de empresas con ocupados ejecutivos yendo y viniendo. No tendrá de que sospechar.
-Por que la verdad es que tengo ganas de ver al tipo. Y no solo por que sea la única persona que podemos intuir que conocía a Odelia, ademas de Noemie, mas familiarmente - recalco la ultima palabra - Si no... - Empiezo a levantar dedos - Es un Terry. Vive en París. Y si no lo entiendo mal ahora es el único a reclamar legado y posesiones. Oportunidad y Motivo me pueden encajar.
- Así que, ¿Quien se apunta a tener un tête a tête con el señor Petersen en nuestro campo de juego? -sacudo la cabeza - Es mejor que ir tras el por toda la ciudad. Y en caso de sospecha, podemos mandar un equipo de registro a su apartamento mientras esta con nosotros, y no puede destruir pruebas
-¿Que opináis? ¿Podemos contactar con su agencia o lo que en París se estile? - acabo recogiéndome el pelo hacia atrás con las dos manos - Si lo citamos a las cinco tendriamos 10 horas. Mientras podemos ir a darnos al menos una ducha, cambiarnos y dormir algo si es posible - y sonrío a Leah - Comer y pagar con bourbon, Chailin, la apuesta que hice.

Mientras me desmorono sobre el respaldo de la silla miro a Chana - ¿Hay posibilidad de ver una fotografía de Lazare Petersen? Que tendrá ¿Unos cuarenta y cinco, cincuenta y cinco años?

Aprovecho para coger el ultimo trozo de pizza vegetal que rondaba por la caja y engullirla a bocados agradecidos. Esta fría pero me sabe bien. Me recuerda en la madrugada el momento en que Leah me llamo Dany y me calentó por dentro en la seguridad de su compañía. Hacia siglos que no me encontraba sintiéndome con un compañero y de alguna manera extrañamente rápida me alegra el que congeniemos.
A mi me alivia la melancolía y espero que yo le alivio el dolor.
Me gusta y no es el poso de lo que compartimos juntos. De algún modo es mejor.

Ahora bebo café de gloria de Chana esperando tener al tipo.
Lo único que me preocupa es que si es nuestro hombre no tengo manera de discernir el modo.

Chana era un testigo incómodo de esa forma de estirarse y bostezar tan... poco elegante. Miró a Leah con un suspiro de complejidad y se rascó el cogote.

Tecleó algo y giró su pantalla para mostrar la ficha policial de Lazare Petersen. Hace cinco años. Por delito de lesiones.

Una llamada a su empresa de taxis fue suficiente para averiguar que estaba enfermo y desde el lunes no había ido al trabajo.

Me inclino hacia delante apoyando los codos sobre las rodillas observando serio el rostro del señor Petersen.
El Lunes...Justo posteriormente a los asesinatos. Mierda.
-Ningun plan sobrevive al campo de batalla - mascullo entre dientes - Creo que la ducha y el resto tendra que esperar - digo mirando a Leah con complicidad y seriedad - ¿Nos damos un paseo en coche hasta el distrito XIX?
Luego le pregunto a Chana por los protocolos de apoyo y refuerzo por si necesitamos ayuda.

- Daniel algo me dice que vayamos de una vez. Aunque estoy cansada como tu, no puedo quedarme con el sabor en la boca.

Anote la direccion en un papel y me rasque la cabeza. Sentía que se me olvidaba algo.

Chasquee los dedos como para tratar de recordar pero era imposible.

- Vamos Daniel, vamos Sophie.

Tome las llaves, recogi mi arma y me coloque los botines.

- Luego podemos descansar un poco, lo necesito. Sonrei.

Asiento. Me levanto de la silla y me estiro arreglando las arrugas de los pantalones y de la camisa.
Tomo el arma colocándola en el cinturón y camino hasta la, a esta hora y después de toda la noche, sacrosanta maquina de café y preparo dos vasos para llevar y dos mas cortos para apurarlos in situ.

-Toma - extiendo la taza - Matemos un gusto con otro gusto mas agradable. Al menos por un rato.

Me trago el mio casi sin pensarlo.
Después me pongo en movimiento señalándole a Chana que estaremos en contacto.

Apuro el cafe que me ofrece Daniel y le devuelvo una sonrisa para luego despedirme de Chana.

Una vez en el Jaguar coloco la direccion del nuevo Terry en el GPS y es cuestion de solo seguirlo aunque esta vez enciendo las luces que parpadean desde el radiador en la parte superior una pequeña luz estroboscopica. Pero al aproximarnos a la casa en cuestion apago las luces para no llamar la atencion, y agradeci mentalmente de no hacer encendido la sirena.

Estacione a pocas casas de distancia por precacucion y baje del auto para luego chequear mi arma y quitar el seguro por si acaso.

- Vamos!

Le hice una seña a Daniel y nos dirijimos hacia la casa.