Partida Rol por web

El grupo comenzó a caminar en busca de la calle Garten Weg o de la notaría de Lock, Stöck y Barl, aunque pronto se dieron cuenta de que buscar de esa manera sería tan productivo como buscar una aguja en un pajar. Empezaron entonces a preguntar a los transeúntes, que eran muchos y muy dispares. La mayoría de ellos habían bebido de más y es que en aquella feria no dejaba de correr el buen vino y porqué no decirlo, el no tan bueno. Muchos de los que interceptaron para preguntar eran simples viajeros, otros, los menos, locales. No obstante, nadie parecía haber oído hablar de la notaría de Lock, Stöck y Barl, como tampoco de la calle Garten Weg y aunque algunos trataron de indicarles una dirección, no llegaron a dar con ella.

Pronto se hicieron una idea de como estaba estructurada la feria. En la parte norte de Bógenhafen se encontraba la feria ganadera. Se había dividido en dos parcelas en las cuales se encontraban los recintos donde se hallaba el ganado esperando a ser subastado. Al parecer había un ring de combate en el cual había voluntarios que accedían a pelear con otros a cambio de diez coronas de oro en caso de vencer y el resto de los presentes apostaba a un vencedor. También había una exhibición de monstruos, una zona para realizar justas y como bien había dicho Joseph y una avenida dedicada a la venta y cata de los diferentes vinos de la región. Además, junto al ayuntamiento se había levantado una carpa para albergar al "Tribunal de Fiestas", donde se admitían quejas y reclamaciones sobre los asuntos de la feria, así como se impartía justicia con mano dura, habiendo picotas preparadas para aquellos alborotadores de la paz que disturbaran el correcto funcionamiento de la feria.

Fuera como fuera, el ambiente era agradable y ocioso. Las calles estaban repletas de color y música que se entremezclaba con las voces de la gente parloteando alegremente, las risas y los sonidos de los muchos animales que recién adquiridos por sus nuevos amos, se encaminaban a su nuevo corral en las granjas de las afueras de Bögenhafen. Sin duda y al menos hasta el momento, todo estaba yendo bastante bien en aquella villa a la orilla del rio Bogen.

En la feria reinan el jolgorio y la ebriedad. En semejante entorno no tardo en percatarme de que mis esperanzas de encontrar fácilmente la notaría no van a poder materializarse. Y eso que esta clase de oficios no abundan ni siquiera en las ciudades más populosas y debería ser sencillo hallar a alguien que haya oído hablar de estos señores o reconozca al menos el nombre de la calle.

La alternativa es comenzar a preguntar por la imprenta con la esperanza de que cajista que imprimió esta carta recuerde dónde encontrar a quienes se la encargaron. Francamente parece una opción bastante remota, teniendo en cuenta que en esta villa de paletos borrachos nadie tiene pinta de ser capaz ni de leer el cantoral de la iglesia de Sigmar.

Alder tiene razón en que lo prudente sería no llamar la atención sobre nuestros motivos y creo que preguntar por la imprenta difícilmente hará pensar a ninguno que en realidad estamos tratando de cobrar una herencia, así que opto por esta discreta consulta, a pesar de las pocas perspectivas de éxito que ofrece.

Ni la lucha, ni las apuestas, ni las catas de vino están hechas para mí. La feria de ganadería en cambio me interesaría mucho más si tuviera con qué pagarme una casita en el campo y un buen rebaño de ovejas. ¡Qué maravillosa sería la vida! Pero, desafortunadamente, mis bolsillos van bastante ligeros ahora mismo.

—Vamos donde prefiráis. A mí tanto me da preguntar a un borracho que a otro —comento con mis compañeros—. Aunque la exhibición de monstruos debe ser algo curioso de ver. A lo mejor descubrimos alguno con el que no nos hallamos topado todavía en nuestros viajes.

Todo lo que veían en la feria le resultaba nuevo a Gunther y le costaba no distraerse, pero el rubio le había pedido que tuviera los ojos abiertos por si querían emboscarlos, y eso hizo. Dejó la búsqueda y las preguntas a Alder y a Chester, y él se dedico a observar la feria y a los feriantes, y no vio nada demasiado peligroso. Tras haber entrenado con la sacerdotisa por un par de días estaba seguro de que entre él y Gemme podrían controlar cualquier situación violenta.

- Yo puedo pelear - dijo cuando vio el cuadrilátero - Primero terminar el trabajo de Capitán, menos de dos horas - dijo mirando la posición del sol - luego divertirse, y con dinero de pelea follar si encuentra chica.

-Por el amor de Bögenauer, Gunther. Hace dos días que te conozco y ya me atrevo a asegurar que eres más primario que el propio inicio del tiempo... ¡Tómatelo con algo de calma, grandullón!-bufó ante el comentario del hombretón.

-Tienes que cultivar un poco ese mundo interior tuyo...-se encogió de hombros, negando con la cabezay llevándose ambas manos a la nuca mientras caminaba mirando al cielo.

-No me parece mala idea darnos un garbeo por la exhibición y simplemente tender la oreja a cualquier información interesante. Si no logramos averiguar nada relevante, ya improvisaré algo, si os parece...- dijo rascándose la nariz con aire despreocupado.

Estaba claro que lo de recabar información era lo suyo y si no lo lograba a la primera, pues ya buscaría maneras de lograrlo.

Estaba demasiado animada viendo todo alrededor como para darle importancia al comentario de Gunther y la respuesta de Alder.

Yo debia buscar el templo, pero estaba segura que pronto apareceria frente a mi, o alguna indicacion hacia donde debia estar, con una ciudad como aquella el templo debia ser algo realmente maravilloso.

Tambien tuve oportunidad de ver algunas tiendas que tenian buenas telas y algunos vestidos, que si no fuese por mi armadura o mi mision estaria dispuesta a probarme. 

Hacia tiempo que me habia alejado de tales frivolidades, pero mirar no costaba nada. Tal vez sentia algo de nostalgia de mi vida anterior, antes de unirme al Templo, o mejor dicho escapar a la Orden de Sigmar. Ya no importaban los porque, pero habia dejado una vida que no me desagradaba del todo y habia cosas que extrañaba sin duda.

Agotados de buscar la notaría sin éxito alguno, finalmente se dirigieron a la zona de Bögenhafen destinada al espectáculo de monstruos. Al menos pasarían un buen rato y descubrirían los extraños seres que estaban en la exhibición. Un poco de ocio morboso, a nadie le venía mal de tanto en cuanto. Justo antes de llegar a aquella zona, ya se percataron de que un gran bullicio de gente se había amontonado alrededor de una tarima sobre la cual se hallaba un hombre bien vestido hablaba a voces.

- ¡Acérquense, acérquense! - Alzaba la voz congregando a un gran número de curiosos. - ¡La feria ambulante del Doctor Malthusius, yo, por fin ha llegado a la ciudad! - Soltó una risotada

Ya una vez los cuatro recién llegados se encontraron cerca, se hicieron sitio entre los asistentes para acercarse lo máximo posible a la tarima donde el doctor estaba haciendo publicidad de su propio "espectáculo", si es que podía llamarse así a lo que ese hombre hacía. Desde allí pudieron observar como una cuerda extendida en semicírculo, formaba el recinto contra la muralla de la ciudad. Al fondo, se hallaban dos carros y uno portaba en un lateral una bandera con unas palabras inscritas:

El Museo Zoológico del Doctor Malthusius. Las más extrañas criaturas desde todos los rincones del mundo. ¡Lo maravilloso, lo extraño, lo repugnante reunido para ustedes!

Sobre el otro carro, se encontraban dispuestas una gran cantidad de sólidas cajas de madera.

- ¡Dentro de una hora, podrán presenciar el más extraordinario y extraño espectáculo de curiosidades zoológicas que jamás se haya presentado bajo los cielos del Imperio! - Exclamó el doctor. - ¡El museo del doctor Malthusius reunido para ustedes, para su educación y diversión desde los rincones más alejados del mundo conocido a un precio incalculable! ¡Lo excepcional! ¡Lo raro! ¡Y sí, lo repugnante! ¡Jamás volverán a ver algo parecido amigos míos, ni aunque vivan cien años, que así lo deseo! 

Todos se dieron cuenta de que las cajas estaban cubiertas por una lona salvo una. Muchas de aquellas cajas, en efecto, parecían ser las jaulas de las criaturas que el doctor Malthusius había reunido para su espectáculo. Mientras el doctor iba lanzando sus consignas, un enano mugriento con aire retorcido, merodeaba alrededor de las jaulas para preparar el espectáculo.

- Todos estos seres, vulneran las propias leyes de la naturaleza. - Seguía diciendo el doctor. - ¡Se sorprenderán amigos, no podrán creerlo! ¡Se sorprenderán ante la mirada de la deformidad humana! 

En una de esas jaulas, se encontraba lo que parecía ser un pequeño goblin de tras patas miserablemente acurrucado contra los barrotes y dándole la espalda al público. Estaba atado a la jaula por una cuerda que le anclaba a un collar de hierro. Fue prácticamente al reparar en él, cuando este rasgó con sus dientes la cuerda y tras doblar los barrotes con su propia fuerza, salió corriendo a toda prisa. En su huida dudó de ir hacia un lado u otro, pero finalmente, emprendió una carrera en dirección a la zona donde se habían ubicado los cuatro inexpertos marineros al servicio del bueno de Quartjin, recién llegados a la villa.

- ¡Jiaaaajjjf! - Gritaba aquella criatura con los ojos enrojecidos por la luz solar que parecía dañarle y totalmente desorientado.

El paseo por la feria estaba resultando de lo más interesante, y cuando sus compañeros sugirieron ir a ver a las criaturas extrañas antes de volver al barco Gunther asintió entusiasmado - Gunther no conoce muchos bichos raros, y la señora Schumacher dice que el viejo Phineas sólo es feo y que esta mal reirse de él... - El comentario surgió natural, de la misma forma que le resultó natural empujar a la multitud para abrile paso a sus compañeros hasta el escenario.

Cuando el bicho verde se escapó, para Gunther no hubo duda, y se apresuró a interceptar al pequeño ser verde para intentar cogerlo al voleo, si lo devolvía a sus dueños quizá le dieran una recompensa.

Aquello era inmundo, si bien era de suponer lo que se esperaba para aquel circo yo no podia poner buena cara.

La miserable criatura logro soltarse y en su lucha por la supervivencia huia despavorida y sin control. Parecia un gobblin, tal vez debia morir, de hecho su existencia no parecia agradable ni para el, ni para los que pudiesen apreciarlo y sin duda una vida de esclavitud no podia ser mejor.

Durante años luche precisamente para no ser el centro de atencion, para no ser una simple joven que exhibir, un trofeo, una joya que solo podia sonreir y cumplir los deseos de mi padre y cuando supe que mi futuro seria ser la esposa de alguien supe que debia huir, justo como aquella criatura. Yo tuve la iglesia de Sigmar que me dio forma, educacion y un futuro, pero que tenia aquel ser, ni siquiera una apariencia agradable.

Una desgracia. La muerte podia ser un escape.

Contuve mi mano al bajarla y no tomar mi martillo mirando como escapaba el diminuto engendro. Ayudarle..... yo .....

Me sentia rara con ese pensamiento en mi mente. Era un ser desdichado. Nada podia hacer por el a menos que..... 

Habia suficiente gente alrededor para que aquella criatura se colara entre las piernas y pudiera escaparse, era muy pequeño y rapido, la confusion sera tal que nadie sabria por donde habia ido, el infame solo necesitaba un ruta. 

Con algo de esperanza hice un ligero silbido esperando que el desgraciado pudiese verme y asi poder señalarle hacia donde podia correr. Si corria a la ciudad seria presa facil tarde o temprano, tenia que llegar a las afueras de la ciudad  luego al bosque, despues tendria que encontrar su camino. Y si moria antes de eso, no seria tan malo, pero tendria una oportunidad. 

Entonces Gunther se me adelanto y salte para sujetarlo por sus ropas. 

- Gunther no!!! ...... Y tire de el con delicadeza pero determinacion.

Solo esperaba que la criatura pudiese verme y con una sonrisa y señalarle por donde ir.

Alder alzó las cejas ante aquel extraño espectáculo que se desarrollaba ante sus ojos.

La criatura tocada por la mano del Caos y que debía ser exhibida en el circo logro zafarse de sus ataduras para emprender una incontrolable huida que aparentemente se cruzaba con su camino.

El joven pícaro se encontraba cruzado de brazos y tubo el impulso de desenvainar su espada corta y liberar de su sufrimiento a aquella desdichada criatura que en cierto modo producía un sentimiento de lástima en el humano. Pero aquello probablemente le iba a acarrear problemas con su negligente propietario y no estaba de humor para andarse con discusiones.

Observando la reacción de su pequeño grupo achinó los ojos al ver que por una parte el grandullón parecía tener la intención de interceptar a la criatura, mientras que Gemme parecía querer todo lo contrario: ofrecerle una vía libre de escape al goblin.

Una media sonrisa condescendiente se le dibujó en el rostro ante la amable ingenuidad de la clériga. Sobre el papel estaba muy bien el ayudar a escapar al goblin. Aparentemente era un acto de bondad pero, ¿Qué pasaría cuando aquella criatura de naturaleza maligna, una vez oculta y a salvo en el bosque, tuviese hambre? ¿Y si acababa asaltando a algún niño que estuviese jugando por el linde del bosque para devorar su carne? ¿De quién sería la culpa en ese caso?

Soltando un bufido por la nariz decidió intervenir de la forma que le pareció mejor para todos. Que el grandullón se encargase del goblin. 

Siendo así y viendo las intenciones de la clériga de tratar de placarle, él hizo lo mismo con ella, con un teatral movimiento.

-¡Cuidado, Milady! ¡Va a por ti!

La búsqueda de la notaría resulta infructuosa pero viajar en compañía de Gunther tiene sus ventajas cuando uno intenta abrirse paso hasta la primera fila de cualquier espectáculo y este de los monstruos parece ser de los más entretenidos que tiene para ofrecer Bögenhafen.

Sin embargo, toda mi curiosidad se troca en terror cuando veo qué uno de los fenómenos de feria escapa de su jaula y echa a correr directo hacia nosotros, echando espuma por la boca y con los ojos inyectados en sangre. O, al menos, así me lo parece a mí.

A mi me memoria regresa el recuerdo de las criaturas del Caos que nos asaltaron y que no eran mucho más deformes que esta pequeñas monstruosidad verde de tres piernas.

Busco en mi memoria un conjuro que me pueda ser de utilidad en esta situación pero el miedo me tiene atenazado mientras mis compañeros solo piensan en jugar al pilla-pilla.

Extraigo de mi saquillo de componentes de conjuro un poco de corteza de enebro y recito las palabras de un poderoso sortilegio que creará una película resbaladiza bajo las pies del goblin fugitivo, confiando en detener su avance hacia mí y sin preocuparme de si algún otro se ve atrapado en la escurridiza superficie.

Lo que pasó a continuación fue una sarta de desdichas consecutivas. Gunther trató de apresar al goblin, pero Gemme se le tiró encima tratando de apresarle y despistado como estaba el guerrero no esperando aquella reacción por parte de la joven, acabó en el suelo con la joven sacerdotisa sobre él. Pero Alder se quiso sumar a la fiesta y fue entonces cuando se sumó a la "fiesta" saltando sobre la pelirroja y formando una montonera de la que el goblin pudo escapar gracias a la intervención de la sigmarita.

Fue entonces cuando asustado como estaba, Chester lanzó un conjuro que creó una lámina grasienta sobre el suelo que pisaba el globin y si bien era muy resbaladiza, quizás por tener tres piernas y un mejor equilibrio, logró pasar sobre la misma sin mayor dificultad. Fue entonces cuando el lamentable mago vio que aquella criatura del caos seguía avanzando rápida y directamente hacia él.

Sus fauces abiertas de par en par con enormes colmillos afilados y sus ojos llenos de ira asesina se acercaban a él y... ¡Iba a morir entre terribles sufrimiento! Eso lo tenía claro el pobre mago... Pero entonces pasó algo. Un joven que vestía un hábito de monje saltó sorbe la criatura cuando restaban escasos centímetros de él y entonces detuvo su avance.

Rápidamente el doctor Malthusius corrió junto a su ayudante Grunni y se abalanzaron sobre la verdosa criatura. Enseguida se la llevaron hacia su jaula evitando de milagro que una de las dentelladas que el goblin soltó al aire, les alcanzaran arrancándoles un trozo de carne. Una vez en su jaula, el doctor se acercó hasta el joven del hábito muy sonriente.

- ¡Muchas gracias, joven amigo! - Le dijo realmente agradecido. - De no ser por usted, esa malvada criatura hubiera escapado de su jaula y ahora sería una amenaza para todo Bögenhafen. - Explicó con voz de preocupación. - ¡Ha hecho usted una gran obra, amigo! - Le dio una palmada en la espalda. - ¡Tome! - Le entregó un pequeño pedazo de papel. - Es una entrada para la exhibición. Podrá entrar gratis y disfrutar de mi magnifico a la par de repugnante zoológico. - Miró al resto de los asistentes. - ¡Al resto, por una sola corona de oro, tienen una entrada asegurada! ¡En una hora! ¡Aquí! ¡La exhibición de monstruos más increíble de todo el Viejo Mundo! ¡Soy el doctor Malthusius y esta es mi colección! 

Apenas pude sorprenderme despues de caer sobre el cuerpo de Gunther que aunque tenia mi armadura puesta seguro pudo sentir como mi cuerpo se estrujaba sobre el suyo justo cuando senti como era aplastada por otro cuerpo que caia sobre mi presionandome como si solo fuese un pedazo de carne.

Por mi mente pasaron varios tipos de emparedados y otras preparaciones que involucraran algun relleno. Yo era el relleno.

Trate de zafarme pero no pude levantarme hasta que Alder hiciese lo propio aunque tuviese que apoyarse en mi cuerpo o al menos eso me parecio. Con cuidado de terminar en el suelo de nuevo por la grasa de lugar camine con cuidado algo molesta, abochornada y con la cara sonrojada, nunca un hombre habia tocado tanto mi cuerpo y esta vez habian sido dos.

Escuche como le entregaban el premio a Chester, asi que simplemente sali atribulada de alli caminando rapido sin rumbo fijo, simplemente por no saber como reaccionar ante tal atropello, ademas no podia ver mas aquel circo del horror lleno de criaturas sometidas en contra de su voluntad de esa manera. 

No podia liberarlas a todas, tampoco es que fuese seguro hacerlo y ademas.....

Me detuve algunos metros mas alla mientras mis hombros caian en desanimo y terminaba por controlar mis pensamientos y emociones.

Me gire para ver donde estaban los demas. Era mejor seguir juntos. Aunque estaba molesta o confundida, volvia a tener mi serenidad de siempre. 

Veo la muerte devolviéndome la mirada mientras corre hacia mí, soltando espuma por la boca y saltando con sus tres piernas por encima de mi encantamiento como si éste no le estorbara en modo alguno.

Cierro los ojos y me protejo el rostro con los brazos.

—Padre Morr, acógeme en tus dominios... —suplico aterrado al dios de los muertos, más como un acto reflejo que con verdadera voluntad de hacerlo.

El instante entre que el goblin salta sobre mí y el momento de su impacto contra mi cuerpo se me hace eterno. De hecho es eterno. Un segundo. Dos. Tres... Abro los ojos y lo veo inmovilizado bajo el cuerpo de un joven monje mientras lanza furiosas dentelladas al aire. No tardan en llevárselo a rastras de vuelta a su celda pero ya no estoy tan seguro de que no vaya a escapar para terminar lo que ha empezado. ¿Por qué todos quieren matarme?

—Me has salvado y ahora estoy en deuda contigo —le reconozco al desconocido, entre agradecido y resentido porque mis compañeros estuvieran más pendientes de otras cosas—. Dime quién eres para que sepa a quién le debo mi gratitud.

Gunther gruñó al caer, sorprendido por la acción de la sacerdotisa y desequilibrado por haberse estirado para coger al pilluelo verde. Por el impulso, y por diferencia de peso, se llevó con él a la mujer que se aferraba a sus prendas... y con ella se vino el flacucho de lengua ágil que había aferrado a las de ella.

No rodó, para no aplastar a sus compañeros, y eso le costó perder el aliento con el golpe, quizá por eso esperó a que se desmontaran de su cuerpo en lugar de levantarse él mismo con uno de ellos en cada mano. Y maldijo por lo bajo al ver que el pago era para el monje que había hecho lo que él pretendía hacer...

Una vez arriba se sacudió el polvo de la calle, y para cuando buscó a Gemme para preguntarle qué se le pasaba por la cabeza, vió que se alejaba entre la gente. Meneó la cabeza y fue en su dirección, tenía cara de pocos amigos y la manera en la que apartaba a los que estaban entre ellos dejaba claro que no estaba del mejor de los humores.

- Adso. - Se presentó el joven monje. - Adso de Nuln, iniciado en la orden de Morr. - Añadió para asombro de Chester, pues instantes antes de que aquel ser verde y de afilados colmillos se lanzara a su cuello, había pedido acogimiento precisamente al Dios de la Muerte y soberano del Inframundo del Imperio y precisamente, uno de sus fieles le había salvado. - No hay deuda alguna conmigo, señor. - Le dijo sonriente. - Pero una donación al templo de Morr, sin duda que será bienvenida.

Al girarme y regresar al grupo pude darme cuenta que un hombreton que media mucho mas que yo y que posiblemente podria aplastarme me miraba como si tuviese ganas de hacerlo. 

- Que pasa Gunther? Pregunte de mala gana.

Si queria pelea se la iba a dar. 

- Disculpame por haberte hecho caer, no fue mi intencion y .... Me encogi de hombros, hablando un poco mas docil, tal vez estaba molesto por caerse por mi culpa y la verdad ya no importaba.

Sin embargo le mantuve la mirada por si tenia algo que decir, y lista a moverme por si tenia algo que hacer.

Gunther negó con la cabeza, y respiró profundo antes de hablar - Proxima vez habla antes, dice "No Gunther, no atrapar", caer en combate es peligroso, enemigos puede aprovecharse... y pudiera haber aplastado Gemme si no cuidado. - palmeó su cabeza con una sonrisa, como si fuera una mascota. - ¿Tu está bien?