Partida Rol por web

Gunther siguió avanzando, intentando no perder de vista a sus compañeros, yendo lo más rápido que su armadura le permitía.

Echo a correr y la luz de la antorcha de Adso me persigue, dándome la falsa sensación de que todos los demás también lo hacen; pero me doy cuenta de que algo va mal cuando el monje de Morr es el primero en adelantarme. ¿Qué está pasando aquí?

Me paro un segundo a recuperar el resuello y miro hacia atrás para descubrir con espanto que nadie más nos sigue. Ader, Gunther y Gemme se han acobardado y nos han dejado solos persiguiendo al huidizo desconocido.

—Es... espera, Adso... —le pido entre pesados jadeos—. ¿Dónde se han... metido todos los... demás?

Seguir correteando por las cloacas persiguiendo a un tipo que ahora veo claramente que no es el goblin que buscamos, me parece una temeridad. Posiblemente sea un ladrón o quizá un asesino que se esconde aquí abajo para huir de la justicia y me temo que ni mi valiente compañero ni yo somos las personas más adecuadas para detenerle.

Sin embargo, si veo que el monje no se detiene y prefiere seguir la persecución, me sorprendo a mí mismo al darme cuenta de que iré tras él de todos modos. No voy a dejarle solo después de que me salvara la vida la primera vez que nos encontramos.

- ¡No le dejemos escapar! - Gritá el monje. - ¡Puede que sepa algo! ¡Y si corre, algo habrá hecho! 

Adso salió a la carrera tres aquel hombre, que más bien parecía un ladrón o incluso un asesino. Sin embargo, quería atraparle para saber quien era y que hacía allí. Con suerte les llevaría tras la pista del goblin de las tres patas.

Alder salió así como pudo del río de lodo. Estaba empapado en aguas fecales y olía literalmente a mierda. Ahora sabía como se sentía Adso, pues el mismo había caído anteriormente. Era una sensación asquerosa, pero además si no fuera poco con las arcadas y el asco que sentía, se sentía ridículo por haber resbalado, al fin y al cabo se suponía que él era el más apto para seguir los pasos del goblin y sin embargo, era el bueno de Chester seguido por Adso, quienes habían podido perseguirle y ahora le habían perdido la pista.

- Seguid al goblin. No dejéis solos a Chester y Adso... - Comentó tratando en vano de asearse un poco o al menos de retirar las excrecencias que tenía en el rostro. - Yo estoy bien...

El sospechoso no se detuvo, siguió avanzando a través de aquel pasadizo y llegado a una encrucijada, volteó de nuevo hacia la derecha, accediendo entonces a otro pasadizo secundario, por el cual discurría el curso de una aguas fecales poco caudalosos y que descendían lentamente.

- ¡Dejadme en paz! - Gritó aquel joven. 

Los tres miembros del grupo de caza del goblin habían perdido la pista de sus compañeros y del propio goblin. De hecho, ya ni escuchaban sus pasos, lo único que podían percibir era el sonido del discurrir de las aguas fecales a través del canal central y del incesante goteo del agua cayendo desde el techo del propio túnel.

Observo con terror cómo Adso continúa corriendo, llevándose consigo la luz. A mi espalda solo veo oscuridad y no quiero quedarme solo en este lugar, así que intento darle alcance pero resbalo con algo y termino aterrizando de espaldas sobre un líquido denso, pringoso y maloliente en el que prefiero no pensar.

La antorcha del monje de Morr se va empequeñeciendo rápidamente y no tardo en quedarme a oscuras, donde los chillidos de las ratas y el sonido del agua goteando me ponen los nervios a flor de piel.

No estoy seguro de si es mejor quedarse a oscuras en este lugar, imaginando qué peligros se ciernen sobre mí, o afrontarlos y que sea lo que los dioses quieran.

—მსუბუქი —declamo finalmente, con un gritito asustado, cuando siento que algo desconocido pasa flotando muy cerca de mi cuerpo.

Como puedo intento seguir la titilante luz de Adso, que cada vez está más lejos. Ojalá no me pierda.

Adso, que se había adelantado unos metros a Chester siguiendo la pista de aquel hombre sospechoso, finalmente se torció un tobillo y acabó dolorido en el suelo perdiendo definitivamente de vista a aquel hombre. 

- ¡Maldición! - Exclamó alzando el puño en alto mientras veía escaparse las últimas oportunidades de pillar a aquel tipo.

Chester logró alcanzar a Adso. Éste se hallaba en el suelo dolorido y quejándose del tobillo. Al parecer se había lesionado persiguiendo al sospechoso. Fuera como fuera, ambos parecían haberle perdido la pista, pero dentro de lo malo, no estaban heridos y el peligro, aparentemente había pasado. No obstante seguían en el interior de las cloacas, sucios, mojados y rodeados de inmundicia, ratas y vete tú a saber de que otras sabandijas.

La parte negativa era que habían perdido a la otra parte del grupo. De momento no había ni rastro de Gemma, Alder o Gunther y eso si que les podía llegar a preocupar, aunque ciertamente, tampoco habían corrido tanto y posiblemente, desandando el terreno recorrido, podrían dar de nuevo con sus compañeros de caza.

Otro golpe de suerte consiste en que en el techo de aquella zona de alcantarillado se encuentra lo que parece ser una boca de ventilación. Eso también alivia un poco el hedor repulsivo en dicho punto. Chester, como buen erudito, deduce que dichas bocas de ventilación sirven a un propósito, que el metano no se acumule en las cloacas, pues de lo contrario podría traer explosivos problemas. Dichas bocas no obstante, están cerradas por barrotes de hierro, que aunque se encuentran bastante oxidados, siguen cumpliendo con su función.

Tanto Adso como el propio Chester se percataban que de la boca de ventilación cae lo que parece ser un rastro de un líquido denso de color verdoso, que para nada parece ser más lodo apestoso. De hecho, no huele para nada a heces.

Suspiro aliviado al encontrar a Adso un poco más alante y le ofrezco mi mano para ayudarle a levantarse.

—Vamos, salgamos de aquí antes de que ese asesino regrese a por nosotros. O de que nos descubra ese goblin deforme. O de que vengan más ratas hambrientas...

Cuanto más lo pienso, más espantoso me parece este lugar y estar empapado de pies a cabeza con aguas fecales no me ayuda en nada, la verdad. Y la sustancia que gotea desde el techo, tampoco me inspira ninguna confianza.

—A ver si averiguamos qué ha pasado con Alder y los demás. Seguro que están ya fuera, tomándose una cerveza o un caldo calentito.

- Sigamos... - Comenta el joven pícaro sin demasiadas ganas de hacer lo que acaba de sugerir. 

Y es que en la triste situación en la que se encuentra lo único que le haría mínimamente feliz, sería el hecho de salir de aquel lugar horrible y regresar a la posada, tomar un baño y quemar aquella ropa apestosa. 

- No debemos separarnos. - Añadió. - No sabemos que peligros nos deparan en este lugar. 

Adso admitió la ayuda para ponerse en pie. Una vez recuperada la verticalidad se aseó un poco, así como pudo sacudiéndose la ropa. Echó entonces un vistazo en todas direcciones y resopló.

- Una pena haber perdido el rastro. - Comentó. - Aunque quizás sea mejor así. El peligro ha pasado supongo...

El monje comenzó a caminar regresando tras sus pasos, tratando de recordar el camino que habían hecho hasta llegar a aquel túnel. Se giró entonces hacia el arcano.

- Volvamos con los otros. No me gusta estar separados. - Le dijo a Chester.

- Si nos hemos parado es para ayudarte. - Contestó la clérigo a Alder, que parecía tener más prisa que nadie, aún siendo el último por tener que ser ayudado a salir del foso de aguas fecales en el que había caído.

Después se giró hacía Gunther para animarle también a continuar, pues en algo tenía razón Alder, y era en que no debían separarse por si encontraban algún mal peor que las ratas de antes. La clérigo aguzó todos sus sentidos y trató de seguir el camino por donde habían ido sus camaradas, siguiendo el discurrir del camino y los sonidos si es que escuchaba algo de interés para seguirlos.

- Giraron en este recodo. Estad atentos por si oímos la procedencia de sus pasos o las luces de la antorcha que llevaba Adso encima. - Añadió poniéndose en marcha.

- Sí, creo que se marcharon por aquí. - Confirmó Alder, quien parecía no sentirse demasiado bien. 

Sentía arcadas y estaba algo mareado. El nauseabundo olor que emergía de todas partes, sumado a que estaba mojado hasta las entrañas con aguas fecales, le habían descompuesto por completo. Únicamente tenía ganas de vomitar una y otra vez, aunque de momento aguantaba sin echarlo todo fuera.

- Vamos... - Se puso en marcha tras los pasos de Gemme.

Gunther estaba decidido a seguir a sus compañeros, en principio porque perderse en ese laberinto de cloacas no era de su agrado, y después porque ya puestos a la tarea debían encontrar y atrapar al Goblin. Buscó en los túneles a ver si distinguía la luz de las antorchas, o quizá percibía el sonido de los pasos de sus perseguidos.

Tras un rato separados Gemme, Alder y Gunther, quien recordaba muy bien por donde habían desaparecido sus compañeros y enseguida percibió una fuente de luz procedente de un pasadizo a la derecha, comenzaron a caminar con la intención de reencontrarse con sus compañeros.

Por su parte Chester y Adso ya habían empezado a desandar el camino que habían hecho en persecución de aquella silueta que portaba una antorcha. Los cinco volvieron a reencontrarse en un pasadizo secundario, por el cual discurría el curso de una aguas fecales poco caudalosos y que descendían lentamente.

Alder, empapado por completo parecía haber caído también a las aguas lodosas. Pese a que era un joven ágil por naturaleza, había resbalado hasta sumergirse por completo en el canal. Por otro lado, la antorcha de Adso se había consumido, pero seguían teniendo luz, pues el Chester esgrimía extraña luz mágica que parecía estar focalizada sobre uno de los extremos de su bastón.

Reunidos de nuevo, debían decidir hacia donde proseguir la búsqueda.

- Se nos ha escapado esto es un laberinto. Comentó una vez se acercó al grupo, vio a Alder que le había pasado igual que a él, pero se guardó su comentario. - Lo único que os puedo decir que más adelante por donde hemos ido hay zonas en cuyo techo se encuentran bocas de ventilación. Aunque dichas bocas están cerradas con barrotes de hierro, que aunque se encuentran bastante oxidados, siguen cumpliendo su función. Lo que me llamó la atención es que desde la boca de ventilación caía lo que parecía ser un rastro de un líquido denso de color verdoso, que no es más lodo apestoso, de hecho no olía para nada a heces.

- ¿Se os ha escapado? ¿Hacia dónde ha ido? Al menos podríamos ir en su dirección y ver si lo encontramos escondido en algún tipo de madriguera o algo. - Comentó la sacerdotisa al grupo.

Estaba claro que aquel lugar era laberíntico, como comentaba el monje, además de maloliente y asqueroso, pero tenían que dar con alguna pista. En algún lado estaría escondido el dichoso goblin deforme.

- Deber buscar con cabeza, no con ojos y oidos y patas rápidas - dijo Gunther - Nosotros decir que ir primero a lugar donde Trespatas entrar a tuneles, y de ahi seguir rastro, ¿Alguien saber por donde ser eso? ¿Alguien traer mapa?

Echo mano del zurrón para extraer el mapa de las alcantarillas por una esquina, cuidando de tocarlo lo menos posible para no pringarlo.

—¿Y si nos marchamos y ya si acaso volvemos mañana? —pregunto, aun temiendo la respuesta de mis compañeros— Daría lo que fuera por un buen baño caliente y una sopa de verduras. ¿De qué sirve atrapar a un goblin si a cambio cojo un resfriado que me lleva a las puertas de la muerte? Además, nadie ha dicho nada de que vayan a pagarnos por perseguir a cada tipo sospechoso que nos encontremos aquí abajo. Igual era un empleado de las alcantarillas haciendo su trabajo sin más.