Partida Rol por web

Las ratas contra las que peleaban Alder y Gemme avanzaron hasta hacia ellos saltando sobre sus cuerpos, trepando por sus ropas, colándose hacia el interior de sus botas y mordiendo, arañando y chillando de forma desesperada. Los dos intrépidos aventureros sintieron esos pequeños colmillos clavarse en su piel y sentir como aquella paga de ratas comenzó a hacer que perdieran sus nervios.

Lo mismo le sucedió en parte a Gunther, quien vio como aquellos roedores trepaban por la pared, pasaban a través de unas tuberías del techo y saltaban sobre él comenzando al igual que con Gemme y Alder, a mordisquear, arañar trepar por su ropa y enredarse en sus cabellos. Desde luego, aunque no fueran el enemigo más temible contra el que se había enfrentado, si era uno de los más asquerosos.

Gunther intentó atacar a las ratas mientras lo asaltaban, sintiendo cómo aquellas que llegaban a su cuerpo mordían la carne, y moviéndose en un círculo volvió a blandir su alganje en un amplio arco que buscaba cortar al medio a la mayor cantidad de bestezuelas.

El asco y el horror se conjugan en mí mientras veo cómo el enjambre de ratas voraces y enfermas se dan un festín con mis compañeros. Lo cierto es que no alcanzo a comprender qué demonios tienen en la cabeza para lanzarse a lo loco a su encuentro, como si estuvieran deseosos de convertirse en su cena.

¿Con qué piensan matar a docenas de ratas, a golpe de espada? Tanto músculo y tan poco cerebro... ¿Es que todo lo tengo que hacer yo?

—იწვის ხელები —declamo, extendiendo los brazos frente a mí, uniendo mis muñecas y abriendo mis manos en un molesto ángulo de 90º.

Una lengua de fuego se extiende ante mí cuatro metros y medio, ennegreciendo las sucias paredes y abrasando a las ratas que han conseguido sobrepasar a Gunther.

—¡El fuego, usad el maldito fuego para aullentarlas! —chillo, con una voz agudizada por el miedo.

Las pequeñas criaturas peludas, tan asquerosas, habían hecho que Gemme fallara su ataque. Además, varias de esas ratas comenzaron a subirle por las botas y la pierna, llevándose la joven algún que otro mordisco de regalo. Tal fue el asco que sintió que, esta vez, no pudo sino dar una arcada y vomitar sobre esos seres, mientras sentía mareos. Tal vez unido al lugar tan poco salubre en el que se encontraba, además de las ratas, hicieron que su estómago no lo aguantase, motivo por el cual trató de situarse entre sus dos camaradas mientras trataba de recuperarse.

Adso se mantuvo quieto intentando protegerse en caso de que le atacaran si eso podía ser... 

Gunther comenzó a lanzar espadazos a diestro y siniestro. Las ratas partidas por la mitad, con la cabeza amputada i simplemente impulsadas por su alfanje, comenzaron a saltar de un lado para otro, golpeándose contra las paredes o cayendo al lodo fangoso que discurría por el canal, todo ello acompañado por regueros de sangre y vísceras. 

- ¡Fuera! - ​​​Gritaba el kislevita. - ¡Morid!

Gunther se deshizo de las ratas con suma facilidad, gracias en parte a que muchas de ellas estaban ardiendo o un poco chamuscadas tras el conjuro lanzado por Chester. Tras un par de espadazos más, logró desarticular el enjambre y los roedores se dispersaron abandonado la zona a través de tuberías, agujeros en la pared o simplemente corriendo a lo largo y ancho de los pasadizos de las cloacas

Adso avanzó pues sintió que podía controlar sus vómitos y mareos con su bastón en mano, flanqueo a las ratas que atacaban a Gunther y atacó... pero su ataque con el bastón fue poco efectivo no pudiendo ayudar nuevamente a sus compañeros.

A pesar de las palabras del mago, Gunther decidió que su alfanje había demostrado ser muy efectivo, y avanzó para ocupar el espacio que Gemme dejaba libre. Lanzó un ataque con todas sus fuerzas contra las ratas, pero éstas lo esquivaron sin problemas.

Alder siguió tratando de quitarse de encima aquella plaga de roedores tan asquerosa. Lanzando espadazos a diestro y siniestro, mientras se sacudía portal de que las ratas se desprendieran de su cuerpo, logró matar a unas cuantas.

- ¡Es repugnante! - Gritó asqueado. - ¡Acercad una anotorcha! ¡Puede que con fuego se larguen!

Encolerizada por los mordiscos de los roedores y por haber vomitado por el asco que le daban aquellos seres que vivían bajo la ciudad, con todos los desperdicios, la sacerdotisa agarró fuertemente su martillo de guerra dando un tremendo golpe a todos los pequeños seres que tenía frente a ella.

Alder, Gunther, Gemme e uncluso Adso a golpe de bastón lograron aplastar, cortar y machacar a esos malditos roedores y finalmente, los pocos que quedaban en pie, salieron espantados en todas direcciones. Ya más recuperados del sobresalto, el grupo decidió seguir avanzando por aquellas apestosas cloacas. 

La oscuridad era profunda y tuvieron que encender una nueva antorcha, pues las que portaban empezaban a consumirse. Nada raro parecía haber en aquel lugar salvo mugre, telarañas y despojos de todo tipo, aunque eso no era raro en unas alcantarillas como aquellas. El sonido del agua cayendo desde el techo se repetía y un constante goteo no les abandonaba nunca.

De repente, en una zona en la que el túnel por el que discurrían empezaba a virar a la derecha, descubrieron una fuente de luz artificial que venía justo frente a ellos. Alder dio la orden de detener la marcha y guardar silencio y en efecto escucharon unos pasos. Alguien se acercaba a ellos. La sombra de la pared desveló que se trataba de una figura humana que portaba al igual que ellos, una antorcha. 

La silueta se detuvo unos momentos y cuando sin duda alguna tuvo claro que se acababa de topar de frente con un grupo de personas, se dio media vuelta y salió huyendo. Si querían saber de quien se trataba, tendrían que correr tras sus pasos.

Asustadas por el fuego (y me imagino que en parte también por el estruendoso comportamiento de mis compañeros), las ratas huyen a la carrera de nosotros.

Seguimos adelante pero ahora lo hago con el creciente temor a una nueva horda de vengativos roedores. Sé que la idea de que exista algo parecido a un cónclave de ratas que decida atacarnos en masa es absurda, pero aún así no puedo evitar preouparme. Ya he gastado la mayoría de mis conjuros últimes para esta jornada y aún no nos hemos encontrado con el goblin al que perseguimos.

Sin embargo, lejos de sentir alivio, la inquietud crece en mí cuando finalmente creemos haber detectado a nuestra huidiza presa. Perseguirlo a la carrera por las alcantarillas me horroriza, pero quedarme aquí solo en la oscuridad mientras los demás le persiguen es todavía peor.

Así pues, resignado y temeroso, echo a correr tras él mientras me encomiendo a todo el panteón divino del Imperio y de Bretonia para que no me dejen resbalar y caer en las malolientes aguas fecales.

- ¡Vamos tras él! - Exclamó Alder. 

Enseguida se puso a correr tras la pista de aquel ser que portaba una antorcha. No sabía si era el goblin, pero su manera de huir no indicaba nada bueno desde luego. 

Sin embargo, Alder, que de buenas a primeras era quien se encontraba en mejor situación que el resto para correr a través de aquellos húmedos y estrechos pasadizos debido a su experiencia laboral, por llamarlo de alguna forma, pisó una suelta perdiendo de forma inmediata el equilibrio y precipitándose al lodo.

Sabedora de que su agilidad era disminuida por el peso de su armadura, la sacerdotisa apretó el paso todo lo que pudo para seguir la estela de sus camaradas, pero Gemme no quería caer a las frías y asquerosas aguas del alcantarillado. Es por esto que quedó algo rezagada, siguiendo  el brillo de la antorcha de sus camaradas.

Gunther podía haber corrido al de la antorcha en más de un terreno, pero el piso resbaladizo había demostrado ser la perdición de personas más ágiles. Además, su armadura no le permitiría correr tan velozmente cómo el perseguido.

Decidió que avanzaría lo más rápido que la seguridad le permitía, un salto ocasional era sencillo pero combinarlo con una carrera era suicida en esas circunstancias.

Al ver como nadie seguía al valiente Chester, no le quedó otro remedio a Adso de seguir sus pasos, no sin antes lanzarle una mirada de desaprobación al resto.

- ¡Voy contigo! - Le dijo.

El hombre que portaba la antorcha, porque sí era un hombre, siguió corriendo a través de los pasillos de las alcantarillas. Era rápido y parecía conocerse bien la zona, pues sin duda corría en un dirección fija. Volteó por un pasadizo secundario a la derecha y para ese entonces Adso ya había adelantado al bueno del arcano, aunque tampoco es que le sacara demasiada ventaja, eso sí, empezaba a recortársela a aquel hombre sospechoso.

- ¡No me cogeréis! - Les grito.

Adso adelantó rápidamente a Chester y aunque el arcano le seguía los pasos de cerca, era evidente que el monje era más ágil que él. Ambos voltearon a la derecha a través de un pasadizo secundario, en pos de atrapar al goblin de las tres patas.

Gemme se acercó a donde había caído Alder, para ayudarle a salir de las apestosas aguas de la cloaca.

- Vamos, arriba camarada. No hay tiempo que perder. - Le dijo, tratando de no tocarle demasiado, pues el olor seguía produciéndole arcadas desde el ataque de las ratas de hacía un rato.

- No los pierdas de vista Gunther. Han girado a la derecha. Te seguimos ahora mismo. - Le indicó la sacerdotisa, mientras trataban de continuar el camino sin caerse más a aquellas aguas.