Partida Rol por web

Aquel funesto "Click" le dio una vez más la razón a Alder, y normalmente le encantaba tener razón. Siempre que eso no equivaliese a quedar como un cerdo ensartado al lado de la hoguera.

Los músculos de sus piernas saltaron a la vez que lo hizo el resorte de la puerta, y gracias a eso en lugar de ser un cadáver tirado en el suelo solo fue un pobre imperial desangrándose por la espalda.

-¡Por todas las putas orejas puntiagudas del Viejo Mundo!-masculló entre dientes doblándose de dolor, manteniéndose consciente del peligro que acababa de asomar por la puerta pero decidiendo prestar atención a las cosas por orden.

-¡Joder! ¿Quién ha sido el puto inútil que ha montado este mecanismo? ¡Un Zwei Schwartze feden no se monta nunca desde la izquierda! ¿Es que en el gremio de esta ciudad ninguno ha leído el manual negro?- se quejó en tono acusador a los recién llegados

-Aunque que vayáis dejando pistas tan obvias para dar con vuestro escondrijo ya tendría que haberme advertido de lo chapuzas que sois..., joder-Escupió visiblemente indignado.

-Yo ya he cumplido mi parte del trato. Os he llevado hasta el gremio. Pagadme y seguiré mi camino... Que me temo que será directo al templo-añadió con una mueca de dolor.

La situación les era desventajosa, en inferioridad numérica y él estaba para el arrastre, por lo que su mejor estrategia era la de ganar tiempo con el engaño o, al menos, tratar de confundirlos lo suficiente como para arrebatarles el factor sorpresa.

Al darles la espalda al grupo de ladrones, utilizó su mirada para enviar un mensaje a sus compañeros. Un rápido vistazo a sus vainas les indicó que estuviesen preparados para cualquier cosa. Por su parte, él estaba preparado para, nada más voltearse, enviar un virotazo hacia el enemigo que estuviese más al descubierto. Eso probablemente equivaldría a acabar convertido en un alfiletero sanguinoliento a los pies de la escalera.

Gunther siguió al resto, aunque no tenía claro a que venía seguir subiendo, si el goblin hubiera abierto esa puerta no la habría cerrado detrás, y eso que decían del gremio no le sonaba a cosas de goblins. Menos clara tenía la razón para seguir subiendo, pero antes de que pudiera protestar Alder ya se estaba convirtiendo en alfiletero y los dueños del edificio amenazaban con agujerearlos un poco más.

El grandullón bufó y miró al de la puerta - Oye tu, ¿haber visto goblin de tres patas? nosotros buscar para poder cazar y devolver a dueño.

La joven sacerdotisa del grupo no daba crédito a lo que estaba pasando. En un primer momento, pensaba que encontrarían tras la puerta alguna habitación donde el goblin estuviese escondido, pero no que unas escaleras y trampilla les llevarían a ascender y llegar al sótano, aparentemente, de otro edificio. Fuera un ladrón o no, lo cierto es que nada impedía a nadie usar las alcantarillas, menos aún cuando ellos mismos estaban explorándolas por los motivos que fueran.

Pero lo que impresionó a Gemme fue la treta que intentaban urdir entre Adso y Alder, dando a entender que todo era una pantomima, que no tenía muy claro que nadie creyese aquellas patrañas. Así, a sabiendas de que solo estropearía lo que estaban haciendo sus camaradas, no habló del asunto, aunque estaba molesta porque la incluyesen en aquella mentira, impropia de una clérigo de Sigmar.

La pelirroja asintió al único que había arrojado algo de verdad al asunto, Chester, inclinándose por salir de allí, pues eran ellos los que estaban actuando mal, entrando en casa ajena, aparentemente.

- Mi compañero tiene razón. Venimos rastreando a un goblin. En las alcantarillas vimos una sombra y la seguimos, lo que nos ha llevado a este almacén. Si era uno de vosotros, sabrá que la visibilidad no es buena ahí abajo. No tenemos nada contra vosotros y si no está el fugitivo al que buscamos, nos iremos. Os pido disculpas por la intromisión. - Añadió, dando énfasis a sus disculpas por allanar el sótano.

Y fue entonces cuando Adso y Alder comenzaron a desatar su sarta de mentiras a los hombres que allí se encontraban, con lo fácil que habría sido irse por donde habían venido, pensaba interiormente la mujer.

Las contradictorias explicaciones que le dieron a aquel hombre, para nada parecieron convencerle. Apuntó entonces hacia Alder con su ballesta.

- Matadlos... - Dijo de manera fría.

Entonces disparó contra el pícaro y un virote salió despedido a toda velocidad en su dirección. Por suerte, su armadura absorbió la mayor parte del daño, aunque aún así se llevó un buen corte en el hombro. Acto seguido dejó la ballesta en el suelo y desenfundó un estoque presto para el combate.

No puedo dar crédito a los disparates que escucho decir a algunos de mis compañeros y está claro que los ladrones instalados aquí tampoco pueden a juzgar por su reacción.

En cuanto escucho el chasquido de la ballesta al ser disparada, me encojo sobre mí mismo temiendo ser el blanco del disparo. Afortunadamente, el virote no va dirigido a mí.

—Alder, baja de ahí. ¡Deprisa!

Echo mano al saquillo de componentes de hechizo que cuelga de mi cinturón y me apresuro a lanzar un sortilegio a lo alto de la escalera.

—მსუქანი —declamo, apuntando con el índice de mi mano derecha a lo alto de la escalera, mientras el trozo de corteza de árbol que sujeto en mi mano izquierda se desintegra mágicamente entre mis dedos.

Una sustancia aceitosa, brillante y resbaladiza se extiende entonces por los peldaños de la escalera, convirtiéndolos en una peligrosa trampa que nuestros perseguidores harían bien en evitar mientras emprendemos la huida.

Nada más escuchar el sonido de la cuerda de la ballesta llevó su mano a la suya, desenfundándola y efectuando un disparo dirigido al cabecilla de aquel grupo, para luego dejar caer la ballesta al suelo y dar un salto hacia atrás, tratando de poner tanta distancia como fuese posible entre él y los atacantes.

Adso viendo la reacción de los ladrones disparó con su honda, y a continuación se alejó de su posición para no ser el blanco de los bandidos.

Levantando su símbolo sagrado al cielo, Gemme invocó el poder de Sigmar para otorgarles ayuda en la batalla a ella misma y todos sus aliados.

- ¡Sigmar, ayúdanos a enfrentar a nuestros enemigos! - Dijo, mientas se iluminaba su símbolo sagrado.

Ya no había salvación posible. La lucha había llegado y tendrían que salir de ella aunque fuera a costa de la vida de aquellos ladrones que les atacaban. Antes de lanzar su hechizo, Gemme se movió para asegurar la posición pues sus enemigos solo podrían bajar por las escaleras, llenas de grasa por la magia de Chester.

El conjuro lanzado por Chester surtió el efecto deseado. Nada más aparecer la grasa bajo los pies de los dos miembros más reconocibles del gremio, éstos dos empezaron a resbalar y no pudieron mantener el equilibrio, acabaron de bruces en el suelo.

El resto de ladrones, al ver la zona embadurnada en aquella extraña grasa mágica, se lo tomaron con calma para pasar por encima de la misma. Dos de ellos se adelantaron e incluso uno disparó su ballesta contra Chester sin llegar a herirle. Otro de ellos disparó contra Alder, aunque el blanco no era fácil, pues los muebles de la estancia le daban cobertura y el virote impactó contra uno de ellos. Un tercer ratero tuvo que mantenerse sobre la zona resbaladiza y el cuarto, nada más pisar, acabó de bruces en el suelo.

Gunther avanzó hasta el pie de la escalera, no podía dar espacio a que los enemigos avanzaran y quería dejar en claro su posición - Dejar ir y Gunther no tener que matar a todos - dijo descargando el alfanje sobre el cuello del enemigo que había atacado a Alder.

Gunther partió por la mitad a uno de los ladrones que se le habían puesto por delante. El joven que había caído al suelo por el efecto de la grasa, aterrado ante lo que acababa de presenciar, trató en vano de ponerse en pie y es que ni tan solo podía poner la suela de sus botas sobre el firma sin volver a resbalar.

- ¡Salgamos de aquí, jod...! - Se dio un trompazo de morros contra el suelo. - ¡Mierda!

Quien si pudo ponerse en pie y alejarse del combate fue aquel hombre al que sin saber muy bien porqué, había estado huyendo de ellos y ellos le habían estado persiguiendo. Una vez en pie salió sin más problemas de la zona grasienta y se dedicó a cargar un nuevo proyectil en su ballesta.

Compruebo con satisfacción cómo mi poderoso conjuro funciona a las mil maravillas, entorpeciendo el avance de nuestros atacantes. Esto debería darnos la oportunidad de escapar pero está claro que no es lo que mis compañeros tienen en mente a juzgar por el modo en el que responden a disparos enemigos.

Me obligo a mirar para otro lado cuando veo a Gunther abalanzarse, alfanje en mano, contra uno de los infelices que ha resbalado. No le veo morir en la más absoluta indefensión pero sí escucho sus estertores mientras me repito a mí mismo que no soy cómplice de su asesinato. Esto no es lo que yo pretendía. Una cosa es chamuscar a unas cuantas ratas y otra muy diferente ir por ahí acuchillando personas a las que no les gusta que allanes su casa.

Conmocionado, me tambaleo en busca de la salida sin saber muy bien dónde se encuentra mientras me esfuerzo por no vomitar. Tener el estómago vacío la verdad es que ayuda.

Como puedo, me acurruco detrás de las cajas y lanzo un segundo conjuro protector que refuerce el que ya opera sobre mí. Esto es una pesadilla. Solo quiero que todo esto termine y podamos irnos de aquí de una vez a darnos un buen baño y a beber hasta olvidar.

-Oh, mierda...-Se lamentó entre dientes mientras con la mano derecha se aguantaba el costado, por donde sangraba profúsamente, entre toses que se asemejaban a dolorosas carcajadas por el chiste que se le acababa de ocurrir-Yo también me parto de risa..-masculló al ver ver al ladrón siendo partido en dos por el arma de Gunther, lo que le provocó otra ristra de dolorosas carcajadas mezcladas con toses.

Volcando la mesa apoyó su espalda contra esta, dejando un borrón color carmesí en las tablas de madera

-Pelirroja, ¿me creerías si te digo que me he dejado casi matar solo para que me prestes un poco de atención?-bromeó guiñando el ojo y finjiendo una confiada sonrisa,la cual no tardó en convertirse en una mueca al echar un viztazo a la palma de su mano, la cual estaba mojada desu propia sangre, para luego desenfundar su ballesta lijera-Joder...

Asomando la cabeza sobre la cobertura, extendió el brazo apuntando con la ballesta al ratero que seguía tratando de levantarse, enviando un virote en su dirección

El monje se encaminó otra vez hacia el fragor de la batalla, al ver que Gunther con su espléndida y brutal fuerza había amedrentado al grupo. De todas formas fue avispado y se ocupó de su seguridad, disparando su honda pero con la sutileza de ponerse en una posición defensiva hacia cualquier ataque de los ladrones.

Alder estaba herido y sangraba bastante, manchando incluso los tablones del mobiliario donde se había apoyado. Rauda y veloz, la sacerdotisa de Sigmar se aproximó a su compañero, que seguía disparando contra el enemigo para defenderles, y obrar su magia de sanación en el caballero. Gemme posó su mano cerca de la herida para tratar de cerrarla y recuperar a su camarada lo más que pudiera.

- Tranquilo, te ayudaré. - Le dijo mientras hacía lo propio.

Por suerte para ellos, el grandullón, Gunther, estaba haciendo el trabajo sucio, ocupándose de retener a los de la escalera en una suerte de espacio en el que solo dos podían enfrentarle. Aquello le dio una idea a la pelirroja, que igual llevaría a cabo en cuanto acabase de remendar a Alder.

El ladrón que había caído al suelo se puso en pie y avanzó hasta donde se encontraba Gunther, pero no le atacó. Los otros dos ladrones rodearon al bárbaro y le atacaron, pero no llegaron a acertar en sus ataques. 

Gunther vio a los pillos mover sus ágiles pies para comenzar a rodearlo, y acomodó el cuerpo de forma que sus ataques apenaz si rozaran la armadura cuando intentaron pincharlo. La sonrisa que le dirigió al que se había colocado a su lado fue siniestra. - Gunther ofrecer salida, idiotas elegir muerte. - le dijo, y con un golpe salvaje partió en dos al compañero que cerraba el flanco con él. - Todavía tener piernas para correr, usarlas.

El ratero siguió en el suelo tratando de ponerse en pie sin demasiado éxito. Mientras tanto, el sospechoso seguía sin moverse desde su posición y muy atento a todo lo que sucedía. Su cara no obstante, era de enorme preocupación.

Tras notar el reconfortante contacto de la mano de Gemme sobre sus heridas, Alder sintió un alivio instantáneo, pudiendo notar incluso como empezaban a cerrarse la mayoría de las laceraciones, lo que le provocó un audible suspiro que vino acompañado dela relajacion de su expresión.

-Milady, te debo la vida-dijo besando teatralmente el dorso de su mano y acompañando el gesto de un guiño.

-Y si me disculpáis, iré a echar una mano a nuestro grandullón, pese a que no parezca necesitarla...-Dicho lo cual saltó la mesa que le ofrecía cobertura, lanzándose a la refriega junto a Ragnar, lanzando un certero espadazo que se coló en la defensa de uno de los enemigos situados en la planta baja de aquella estancia.